Academia de Asesinos - 86
Por la tarde en la cafetería de la academia, los chicos se reúnen para conversar mientras los platillos van llegando. Platillos que van desde pastas, pizza, hamburguesa hasta ensaladas y comidas hechas a base de arroz, un alimento típico del este, en oriente. Las bebidas también abundan, yendo desde la sana agua hasta juegos.
Megumi, siguiendo las recomendaciones de Lucy, come vegetales y junto a ella, Maia también la acompaña con un vaso cada una de agua. Al parecer ambas intentan controlarse ahora que llega el verano y sueñan con ir a la playa en sus días de spa y ponerse bikinis, aunque la joven de cabello plateo solo lo hace para controlar su descontrolado metabolismo y por el que comer demasiado la lleva a disponer de poca energía. De cualquier manera, esperan ansiosas la llegada de ese día en que irán al spa a descansar.
Lucian y Kamata, a pesar de comer entre amigos, comienzan a discutir como siempre y en uno de los clásicos forcejeos acaban golpeando el plato de Megumi, quien disfrutaba de los vegetales y cae al suelo. Ella los mira con intensidad, ganas de matarlos, pero se calma mirando hacia el otro lado y en eso nota a un Kaizer pensativo:
—¿Te pasa algo Kaizer? —pregunta Megumi.
—…—se queda un momento en silencio y golpea con su dedo índice la mejilla. Luego lanza un suspiro y cuando todos se quedan callados y lo miran, él explica—Si, algo así, supongo. —responde tímidamente.
—Dinos. —pide Megumi preocupada por él.
—Chicos, hay algo que primero quiero preguntarles. —exclama el joven.
—¿Qué cosa? —pregunta Kamata.
—¿Creen que la academia está embrujada o algo?
—¿Huh? —dejan escapar todos al unísono.
—E-Espera un momento ¿Cómo que embrujado? —pregunta Maia.
—Como decirlo. Últimamente ¿no han notado algo extraño cuando están afuera de la academia? —Kaizer busca indagar más en el tema, pero al ver que cada uno pone expresión de confusión siente que es erróneo pensar que quizás les haya pasado algo sobrenatural.
Lucian permanece en silencio mientras lleva a su boca un pedazo de pizza y luego se pone serio, cosa tan rara en él y frente a todos. Ellos lo notan y reaccionan con cierta sorpresa:
—Yo…no sé si sea embrujado, pero en el pequeño bosque detrás de la academia me da muy mala espina. Cada vez que me siento junto a un árbol frente a al bosque, siento miradas desde allí. —dice Lucian.
—Exacto, me pasa igual. Siento que alguien me observa y desde lo que pasó en el examen final…es cada vez más recurrente esa sensación.
—Kaizer ¿Qué pasó en el examen final? —pregunta Megumi con una rara sensación.
—No estoy seguro, pero había alguien ahí. —explica Kaizer.
—En mi pelea contra Libia, se presentó una sombra pero que al verla mejor era alguien encapuchado con una capa hecha de pedazos de piel de animal. No alcancé a ver mucho más, pero…quizás sea lo que dices. —exclama Megumi.
—Un extraño sujeto, que aparece de la nada y defiende de un oso solo para luego desaparecer. Es todo muy extraño.
—Pues yo pienso que es algo producto de la imaginación de ustedes. En su momento por el enorme estrés y ahora porque están demasiado ansioso por lo que pasará el próximo año o quizás, sea consecuencia de ese maldito bastardo de Alexander. De cualquier manera, lo despedazaré si vuelvo a verlo. —dice mientras golpea el filo no cortante de su espada contra el hombro con expresión confiada dispuesto a defender a sus amigos.
Megumi no tolera que Kamata maneje la violencia como único recurso para vencer a enemigos o rivales. Desde su punto de vista se tiene que conversar siempre pero el espadachín ha forjado un carácter de guerrero que todo se basa en chocar armas y comunicarse con ellas para entender los sentimientos de los demás. Punto de vista que ella no comparte:
—¿Lo tienes que solucionar todo con espadas? —se indigna ella.
—Pues… ¿sí? Me manejo de esa manera. —responde.
—Hay otras formas, sabes. —dice Megumi.
—¿Tu como lo harías?
—Para empezar, deberíamos averiguar quien es. Tiene que ser algún estudiante o alguien que viva en algún pueblo cercano.
—Tengo entendido que hay un pueblo en el lado noroeste del bosque. Puede que allí sepan algo. —dice Lucian.
—Oh, por supuesto, en algún pueblo vivirá un sujeto que vence fácilmente a osos y que posiblemente sea alguien de nuestra edad. —Kamata se muestra reacio ante las posibilidades que proponen los demás. Para él es imposible que haya alguien así si el no tuvo jamás un contacto como si lo tuvo Kaizer o Megumi. Le cuesta creer en esos hechos.
—Eres terco, sabes. —se queja Megumi.
—Déjenme en el bosque un día y sabré de quien se trata. —apenas desenvaina su espada y Megumi lo regaña.
—¡No Kamata, no vas a cortar a nadie!
—Solo decía yo. No es para enloquecer. Aunque…eres aburrida Megumi.
—Podríamos preguntar en otros cursos si alguien ha pasado por eso o tuvo sensaciones de que alguien los observase. Estoy seguro de que podríamos conseguir información. Y como ultima opción ir a los pueblos cercanos. Incluso a la ciudad. —propone Kaizer.
—Odio decirlo, pero saben que no podemos ir tan lejos, mucho menos a otros pueblos. Recuerden que está prohibido alejarse tanto de la academia. Incluso con lo que pasó es arriesgado. —les recuerda Lucian aun sabiendo que podría verse como aguafiestas o demasiado correcto.
—Si, lo sé, pero…—dice Kaizer.
Megumi se queda mirándolo a Kaizer, pues ella también siente esa curiosidad propia de los jóvenes sobre lo que el mundo oculta y está listo para ser descubierto. Como dice el dicho, los misterios son para aquellos que desean afrontarlos valientemente hasta convertirlos en una realidad que muchos no admiten.
Ella rasca un momento la cabeza con miles de cosas en las que pensar como lo que pasó con Alexander, los sentimientos tan profundos y hermosos que posee por Kaizer, esa extraña figura que se encontró en el bosque y luego desapareció.
Por esta vez y solo esta vez responde de manera tal que infunde una gran sorpresa en sus amigos:
—Se que sonará descabellado, pero no está mal la idea de ir y averiguar por los alrededores, pero…estaríamos asumiendo un gran riesgo.
—Megumi, gracias. —la mira contento del apoyo que ella le da. Megumi le sonríe tímidamente y luego vuelve su mirada a otro lado, completamente avergonzada.
La joven de cabello plateado se acerca a Lucian y le dice al oído mientras esboza una sonrisa juguetona:
—Si vienes es posible que Maia te vea con otros ojos…
—Bien, los ayudaré, pero si nos suspenden o algo será para su consciencia. —exclama Lucian aunque no se muestra tan molesto como él pretende.
—Cuenten conmigo. —exclama Maia, aunque tiene un propósito un poco más personal. Ella siente curiosidad por las hierbas de uso medicinal que quizás crezcan en el bosque, aunque también la impulsa alguien más.
—¡Que rápido se coordinaron! —se exalta Megumi al ver que ninguno disimula el hecho de querer acompañar al otro.
Como se organizaron, Megumi y Kamata se desplazan hacia los cursos del primer piso para preguntar sobre lo que saben de una extraña personas que se mueve en el bosque pero que parece un fantasma como desaparece de la vista o como no se permite ver. Las características son demasiado vagas ya que no saben su apariencia, solo que está con una capa de piel de animal, muy vieja, y encapuchado pero que se nota por lo poco que llegan a notar que sus piernas están muy tonificadas y las manos, que apenas dejó entre ver, son bastante grandes y algo heridas y sucias.
La respuesta de cada uno de los consultados es la misma: “No se de que hablan. Jamás sentí que me observaran”. Entonces las dudas se incrementan con el correr de las horas y cuanto mas pasa el tiempo y la intriga sube, lo hace la curiosidad por entrar en el bosque y averiguarlo sin seguir tanto los rumores.
Mientras tanto, Lucian y Kaizer buscan información donde entrenan los cursos mas avanzados incluso a los que están por ingresar a su ultimo año en la academia. Sin embargo, no logran averiguar nada porque se repite la misma respuesta inclusive los miran de forma rara casi con asco. Es lo malo de buscar alguna respuesta entre ciertos estudiantes que fueron seguidores de los nobles aun cuando ellos no son de alta cuna ni nada por el estilo.
De igual manera insisten con la búsqueda.
La curiosidad de Kaizer sigue en alza, así como la del grupo en general.
Por su parte, Maia pregunta a algunos asesinos profesionales que vigilan la zona después de lo que pasó con el ataque de Alexander, pero tampoco logra obtener una respuesta convincente. Está mas allá de no saber que sucede. Ni los profesionales cuya capacidad están muy por arriba de los estudiantes. Entonces ¿Qué sigue? ¿preguntarles a los profesores? Quizás sea una solución viable, pero también arriesgada debido a que puede que lo tomen como que se aventurarán en el bosque, cosa que está prohibida si no hay adultos responsables protegiendo y asegurando el área.
Maia lo piensa mejor y no tiene sentido puesto que si hay un joven de su edad en el bosque, necesitaría ser protegido por esos adultos. Sin embargo, se da cuenta de algo mucho más intrigante. Se detiene frente al club de arte y piensa:
—Quizás esa persona aun cuando fuera alguien de nuestra edad, no necesitase protección mas bien…los adultos intentan evitar que sea descubierto. Esto…debo decírselo a los demás. —se apura a reunirse con el grupo.
Megumi se desvía para reunirse con su amiga Rose ya que tenía que decirle unas cosas del viaje al spa y en el camino algo la llama como un susurro armonioso y poderoso. Sigue las voces que lentamente cambian a un canto como el de una geisha que solo ella escucha.
Esas voces la guían hasta la entrada del bosque y allí se adentra mientras el sol se oculta convirtiendo al lugar en una especie de páramo de terror con animales salvajes. Los depredadores salen para cazar y alimentarse y otros a regresar a sus cuevas.
Como si fuera un trance, Megumi avanza con pasos lentos sobre la tierra. El aire fresco golpea su piel y la llena de vida mas que el estar en un salón de clases siendo saturada por las voces caóticas en la civilización.
De repente algo interrumpe que la hace volver en sí. Pasa su mano por los ojos y ve a su alrededor, encontrándose en pleno bosque con la luna sobre sus cabezas:
—¿D-Donde estoy? —pregunta confundida.
En ese momento, el grupo se reúne y Kaizer nota que Megumi no está presente a lo que pregunta:
—¿Megumi? ¿Dónde está?
—Ella…estaba contigo Kamata. —dice Maia.
—Si, pero me dijo que se iba a reunir con Rose porque tenían que hablar de unas cosas. Rose también te estaba buscando Maia. Ya saben, para hablar cosas de mujeres y que demonios me importa. —responde Kamata.
—Supongo que tendremos que continuar con esto nosotros. —dice Kaizer.
—Anocheció, quizás tengamos que posponerlo para mañana. —recomienda Lucia.
—O apurarnos igual. Mientras dejemos pasar mas tiempo, menos podremos investigar. Además, dentro de unos días tendremos el viaje. —exclama Maia, pensando muy ansiosa acerca del viaje.
—Tengo entendido que hay un pueblo mas el norte, pegado al bosque. No recuerdo el nombre. —dice Kaizer.
—¿Te refieres a Amazon Ville? —pregunta Lucian.
—Creo que sí. ¿Cómo sabes de ese lugar? —pregunta Kaizer intrigado.
—Hay una historia acerca de esa villa, pero ahora que lo pienso es posible que consigamos algo. —dice Lucian por la tremenda posibilidad de lograr adquirir información y saciar la curiosidad y resolver el misterio de esa persona.
Lucian recuerda una cierta historia acompañada por rumores de hace muchos años. Cosas intrigantes acerca de la venida de un barco y dentro una masacre que dejó perturbado a los miembros de la orden asesina que intentaron encontrar por todos los medios a algún sobreviviente:
—Existe la leyenda de una tragedia hace unos años. Un barco llegó dese el oeste lleno de fuego, sangre y muerte. Ninguna de las personas que estuvo ese día volvió a ser el de antes. El jefe de seguridad y comandante del puerto renunció y se fue a vivir a un pueblo debido a lo que vio ese día. Si no me equivoco está en Amazon Ville. Tiene todo el sentido del mundo si lo piensas.
—Puede que haya mas en esa historia en relación a esta persona de lo que podríamos imaginar. —enuncia Kaizer.
—¿Quieres ir a ese pueblo? ¿Por qué ahora? —pregunta Lucian.
—…—se queda en silencio, dubitativo y luego mira a su amigo— Porque debemos descubrir si esa persona necesita nuestra ayuda. De otra manera no podremos saber porque solo a nosotros nos observa y en cierta forma acosa. —responde finalmente.
—Pues bien. Hay que apurarse si no queremos levantar sospechas. —dice Lucian.
—¿A cuanta distancia estamos? —pregunta Kamata.
—Será una larga caminata de…humm…unos 30 kilómetros. —responde Lucian.
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