Academia de Asesinos - 87
Durante la madrugada del día siguiente, Kaizer se reúne con el grupo junto al enorme árbol que visitan regularmente para pasar el rato. Allí ve a Kamata en pleno sueño, Lucian molestándolo con pequeñas hojas siendo colocadas en su boca y Maia diciéndole que se detenga y no lo moleste. Sin embargo, no ve a Megumi por lo que empieza a preocuparse por su ausencia.
Inmediatamente se acerca a Maia y le pregunta por Megumi a lo que su respuesta es una mueca de negación y luego exclama con la misma preocupación del chico:
—No la he visto ni cuando fui a la habitación que comparto con ella. Creí que estaba en la biblioteca como siempre hace. Aunque no he vuelto al cuarto desde la tarde.
—¿No creerás que…? —pregunta Lucian.
—Dudo mucho que se haya adentrado ella sola. No es así. —dice Kaizer.
—Hay más malas noticias. —dice Lucian mientras mira desde una esquina a poca distancia y señala donde se ubica el bosque.
—¿Qué sucede? —se cerca Kaizer.
Junto a la entrada del bosque varios profesionales vigilan el paso. La seguridad es de docenas de hombres. Pareciera como si en verdad hay algo que desean cuidar, encubrir o proteger, pero eso no hace más que elevar la curiosidad y saber que ocurre.
Kamata se pone de pie y avanza hacia el muro de madera que dibuja el límite con el bosque y de un corte logra abrirse paso y formar una nueva entrada que es de tal tamaño que permite a ellos pasar sin problemas. Kaizer se apura y abre un poco más la abertura al separar las maderas para que los demás puedan pasar. Después de que todos pasen, el chico de ojos similares a los de un dragón da un pequeño vistazo y ve que unos guardias se están acercando por lo que Lucian y Maia y lo toman de los brazos y tiran hacia el bosque:
—Shhhh. —lo calla Maia mientras Lucian y Kamata se quedan contra el muro de madera. Los guardias pasan con linternas observando en la oscuridad que no haya ningún estudiante por esos lados y fuera de la cama.
Tras esto, se adentran en el bosque con pasos sigilosos. La idea de Kaizer es ir al norte, al pueblo Amazon Ville, y la mejor manera es costear por el bosque ya que hay mejores probabilidades de no ser detectados. Los guardias tienen una extensión de vigilancia por casi 10 kilómetros así que lo mejor es ir dentro del bosque.
Como el bosque se encuentra a plena oscuridad, apuran el paso y así llegar lo más rápido posible a Amazon Ville, sin información más que aquel rumor que Lucian conoce. Casi sin despegarse del muro de madera, avanzan durante casi media hora y entre la maleza escuchan sonidos de la fauna silvestre como ardillas, zorros y muy a lo lejos sonidos de aullido de lobos. Sienten como los depredadores los vigilan, acosando sus movimientos y esperan por la oportunidad para cazarlos. Kamata está en muy alta guardia con su mano sobre la espada. Kaizer no deja de mirar por los alrededores y Lucian, de los nervios, toma de la mano a Maia y ella se aferra con fuerza.
Lucian, durante los últimos días, se había acercado muchísimo a Maia y ella por igual por lo que no es tan raro que se tomen de la mano sin que se vea raro:
—¿Qué creen que encontremos en ese pueblo? —pregunta Kamata cuidando la retaguardia del grupo. —Es decir, el rumor de esa persona ¿será suficiente?
—Te noto poco convencido. —dice Kaizer.
—Puede que un poco pero también pienso ¿Qué pasará si damos con esa persona? No creo que quiera ser encontrado o algo así. Por algo evita a la gente. —añade el espadachín.
—Odio admitirlo, pero Kamata tiene mucha razón. Estamos buscando a alguien que seguramente no quiera ser perturbado. —dice Lucian. —¿Por qué molestar a alguien así?
Kaizer lo piensa mejor y da la razón a sus amigos, tiene todo el sentido del mundo que esa persona se mantuviera durante mucho tiempo fuera de la civilización, pero es aún más extraño que se mostrase ante ellos como si buscase algo:
—Podemos encontrar la respuesta una vez hayamos llegado al pueblo. —dice Kaizer.
Kamata se detiene, perturbado por sonidos que a lo lejos suenan como de grupos acercándose. Grupos de bestias que jadean y no temen ser escuchados. El espadachín se queda rígido y como si fuera un muy mal chiste, Abbadon hace su aparición con la voz que lo caracteriza solo para que use la espada y se haga cargo de los animales que se acercan.
El chico lo ignora, pero el solo hecho de escucharlo lo pone de muy mal humor. No se preocupó de la esencia demoníaca porque había dejado de molestar, insistiendo en ser desenvainado pero la situación le es idónea para cubrir la hoja con sangre.
Kaizer se detiene y mira hacia atrás, ve a Kamata parado y mirando a lo profundo del bosque. Lo llama para que continúa caminando y no se retrasen a lo que el espadachín responde reanudando la caminata. Sin embargo, Abbadon persiste y la lucha con Kamata sigue en silencio:
—Lucian ¿no te pone nervioso los sonidos del bosque? —dice Maia mientras aprieta con fuerza la mano del tirador.
—Mentiría si te dijera que temo demasiado. Estamos en un lugar peligroso y salvaje, pero debo ser valiente. —responde siempre estando cerca de Maia.
—Si sientes que es demasiado podríamos volver. —dice Maia.
—Estoy bien, enserio. —responde Lucian. No puede disimular los temblores de su mano y el tremendo estado de alerta al escuchar a los animales a su alrededor.
Kaizer, quien está adelantado un par de metros, mantiene la mirada al frente y así como sus amigos, estado de alerta. Su mano está sobre el mango de la daga y gracias a los rasgos características en sus ojos, tiene mejor visión en la noche que la mayoría de las personas.
Llegado más avanzada la noche, Kaizer se compenetra con los demás sentidos para alcanzar un nivel de percepción muy superior. Allí es cuando sucede algo misterioso, una figura muy cerca de ellos los observa. Lo primero que se viene a su mente es aquella figura por la que están recorriendo el bosque, pero entonces se encuentra con otra figura humana con un puñado de metros de diferencia y más lejos de ellos.
Se acuclilla en la oscuridad contra un árbol, Lucian, Maia y Kamata lo imitan al sentirse en peligro y ver a Kaizer que está intentando pasar desapercibido. Kamata no puede verle el rostro, pero apenas por lo que nota, el joven ojos de dragón está nervioso y preocupado:
—Kaizer, ¿Qué sucede? —se acerca a su amigo.
—Hay dos presencias, una más cerca de aquí y otra más lejos. —responde apoyándose contra el árbol.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta Maia.
—Ojalá supiera. Solo sé que a pesar de estar en la oscuridad del bosque siento la presencia de todo en una cercanía de al menos cincuenta metros. Esa segunda persona, la que está más lejos de aquí, ya no puedo detectarla. Creo que está mucho más lejos.
—¿Y la otra? —pregunta Lucian.
—Sigue a una distancia prudente.
—¿No puedes saber de quién se trata? —pregunta Kamata.
—Imposible. No es como si pueda hacer esto cada vez que quiero. Ni siquiera sabía que podía detectar a alguien así. Es una habilidad que acabo de descubrir. Hace unos días más bien.
Se encuentran muy lejos como para arrepentirse así que Kaizer levanta de su sitio y anima a los demás hacer lo mismo y retomar por el camino. Ahora como medida de seguridad, tras haber escuchado a su amigo, Kamata toma su arma de la vaina y mira con mayor detenimiento sus alrededores. Nadie podrá pasar al espadachín y su capacidad para analizar el entorno. Cualquier ápice de cambio nunca podrá ser pasado en alto.
Pronto, se encuentran una columna de humo iluminada por pequeños pero intensos focos de luz a lo lejos. Es el pueblo de Amazon Ville que tras unas cinco horas de caminata intensa encontraron al final. Kaizer aparta la madera que divide al bosque del pueblo y haciéndose pasar por unos chicos de pueblo, se adentran a los pocos edificios que permanecen abiertos a esas altas horas de la noche.
A diferencia de Pumbakar, capital del territorio oeste, la villa no presenta grandes desarrollos y aún persisten con apenas luces eléctricas y actividades nulas por la noche. No hay mucha seguridad y las pocas personas que se ven en la oscuridad son ebrios saliendo de una taberna, cuya importancia social es inmensa, y eso los atrae para conseguir información, aunque lo único que consigue Kaizer apenas entra es que lo echen de allí. El encargado de la taberna le advierte que no entre ya que es menor y tendría que estar en su cama como todos los chicos de su edad:
—Eso no salió tan bien. —dice Lucian.
—Ni siquiera me permitió decir algo. —exclama Kaizer.
—Quizás el enfoque es erróneo. —dice Maia.
—¿Quieren que pruebe con…? —Kamata muestra su espada insinuando que puede sacar información a la fuerza, pero queda automáticamente descartado por los demás.
—Oye, cálmate. ¿No estarás muy alterado? —le dice Maia.
—Es que no dormí muy bien que digamos. L-Lo siento…—se disculpa Kamata.
—Podríamos preguntar en otro sitio. —al decir esto, Kaizer mira al horizonte y ve que el sol está saliendo poco a poco. —Esperemos a que salga el sol y hablemos con los vecinos. Es posible que sepan algo.
—Buena idea. —dice Lucian.
Una sombra junto al edificio del bar se arrastra por el barco en un estado de ebriedad severa, pero con la suficiente facultad como para escuchar lo que los chicos dicen. Llega a darse cuenta de que no son amazonense sino provenientes de Pumbakar. Eso le da curiosidad de porque cuatro chicos tan jóvenes están a altas horas de la noche buscando información sobre algo o alguien.
El grupo se retira de regreso al bosque para dormir un poco junto al muro de madera que también separa al pueblo. El hombro de cabello largo y barba desprolija murmura extendiendo su mano hacia ellos, tratando de llamarlos, pero sin éxito.
Maia se llega a dar vuelta y ve al tipo casi desmayado tratando de alcanzarlos:
—Chicos, ese hombre necesita ayuda. Vengan. —dice ella.
—¿Y a nosotros que? Déjalo. Seguramente tenga varios litros de bebida encima. —exclama Kamata al instante.
—Oye, no seas así. Tenemos que ayudar a las personas. —exclama Lucian.
—Ven Kamata, nos necesita no importa de donde sea. Somos futuros asesinos de la orden y nuestro deber es apoyar y ayudar a las personas. —lo alienta Kaizer a ayudar.
—Si, si, como sea. —se acerca a regañadientes.
Kaizer lo sostiene con fuerza y el hombre le aprieta el brazo y dice muy de cerca dejando un horrible olor a alcohol en el ambiente cercano:
—¿Buscan información?
Kamata se prepara para sacar su espada, pero Kaizer lo detiene al levantar la mano de manera disimulada:
—Si, sobre alguien que vive en el bosque. ¿Conoce sobre ese rumor? —pregunta Kaizer.
—Encapuchado, con fuerza sobrehumana, pero con el temperamento de un descarriado. —le murmura el hombre. —No conozco ese rumor sino al misterio en persona.
—No lo estoy entendiendo señor.
—Creo que la borrachera hace estragos en su mente. —dice Lucian en tono irónico.
—Espera Lucian. —dice Kaizer y luego mira al hombre. —Sobre ese misterio en persona ¿puede decirnos algo?
—Él…no ha pasado por una buena infancia ni juventud, pero sé que le alegrara causar una gran…gran curiosidad en chicos como él…—se detiene y cae de lleno contra el suelo embarrado.
Lucian se asoma y exclama:
—Ya se murió.
Maia acerca su oído al hombre y lo escucha roncar:
—Está vivo, pero le cayó demasiado fuerte el alcohol. Habrá bebido demasiado como para soportarlo.
—Ya no sirve alguien así. Vamos a descansar. —exclama Kamata.
—Todo lo que dijo me deja más dudas que certezas. —enuncia Kaizer.
—¿Qué quieres hacer? —pregunta Kamata.
—Por ahora, busquemos un lugar para dormir. —propone el chico de mirada draconiana.
—¿Qué les parece si yo me quedo con él mientras ustedes tratan de buscar más información? —dice Maia.
—¿Qué dicen? —pregunta Kaizer.
—Por mi está bien. —dice Kamata.
—¿Estarás bien? —pregunta Lucian a Maia, mostrándose preocupado por ella al quedarse con un desconocido en medio de la noche.
—Si, si, descuiden.
Kaizer, Kamata y Lucian se separan para cubrir más terreno convirtiéndose en una carrera contra el tiempo ya que hace varias horas que no está en sus habitaciones y los profesores pronto notaran su ausencia. Tratan de no tardarse demasiado. Pero luego de casi una hora, se reúnen en el mismo sitio y ninguno logró obtener nada. Inclusive Maia sigue en el mismo lugar con el ebrio sin mostrar señales de que vaya a despertarse:
—Increíble, no hay ninguna pista. Supongo que tienes razón Kamata, estarán protegiendo a esa persona. —admite Lucian.
—En cierta forma, es muy extraño. No hay información y es el pueblo más cercano al bosque. Solo tenemos lo que nos dijo este hombre y ahora está bajo una especie de coma alcohólico. Parece una broma. —se molesta Kaizer.
—Esto es más complejo y misterioso de lo que imaginaba, pero ya hemos preguntado a muchas personas del pueblo. Me da muy mala espina. —dice Kamata.
—Sigo sin entender porque ocultarían a alguien. —dice Kaizer.
—Es lo que debemos averiguar. —exclama Lucian.
—¿Kaizer? —ve a su amigo que está muy inquieto.
A lo lejos una mujer de mejor aspecto que cualquier persona del lugar los observa y se va acercando apresurada. Se presenta como Margeory y pide que la sigan ya que los estuvo observando y no es un sitio para que cuatro chicos tan jóvenes estén a altas horas de la madrugada en la zona de borracheras y violencia entre personas. De paso les pide que lleven al hombre porque lo conoce.
Ella los guía a su casa que está a pocas calles de la entrada al bosque. Les entrega chocolate caliente con pan recién horneado y al hombre lo toma de la parte trasera de la cabeza y se la hunde sobre una cubeta de agua helada hasta que entra en sí y despierta:
—Cielos santo ¿ahora despiertas? —dice la mujer.
—¡¿Q-Que paso?! —exclama el hombre, desorbitado.
—Sigues dando vergüenza y no eres capaz de comportarte como un adulto responsable. Estos chicos necesitan hablar contigo así que ponte presentable ¿quieres? —dice Margeory, molesta con el borracho.
Después del sermón, el hombre suspira y se presenta de una buena vez como para establecer una confianza responsable para que los chicos puedan creer en lo que vaya a decirles:
—Me llamo Kieber y creo que puedo contarles sobre quien vive en el bosque. Todo dependerá de si ustedes me creen o no y que harán a partir de ahora.
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