Academia de Asesinos - 90
Megumi se queda petrificada al ver la silueta del encapuchado, resulta que es no es más que un chico de rostro triste, sucio pero mirada sincera. Es similar a la expresión que Kaizer la tiene acostumbrada pero no puede asegurarle si es hostil por más que la haya tratado con sumo cuidado. Seguramente haya estado esperando a que despierte para hacer algo. Quien sabe. Viendo que está semidesnuda y un chico fue el causante a pesar de que curó sus heridas, le da gran rechazo y revive así muchos traumas de su época en la trata de personas.
Sin embargo, el chico se muestra indiferente cuando ella está despierta y mirándolo fijamente. Megumi titubea incapaz de saber que hacer.
El chico se apoya contra la pared de la cuerva con sus brazos cruzados y mira alrededor de ella. Su mirada se clava en el pie herido. Deja de estar estático y camina hacia ella mientras le advierte que no se acerque, sin embargo, sigue caminando y tomarla del pie para observar si está bien curado.
Megumi permanece ahora callada y deja que le trate el pie, aunque los nervios y miedo la destruyen emocionalmente:
—La infección se detuvo, pero tendré que colocarte más ungüento. Espero no te importe que toque tu pie.
—Ah, si…si, gracias. —exclama Megumi, sorprendida de que fuera tan cortés y toque con cuidado su piel.
—No podrás moverte del todo durante unos días, pero descuida, vas a sanar bien. —exclama el chico.
—Entiendo…yo…te agradezco. —dice Megumi. —¿Puedo saber tu nombre?
—Procura descansar. Duerme, estate en reposo y no te quites el paño. —dice el chico mientras acaba de colocarle el paño con el ungüento. Luego se pone de pie y abandona la cueva, dejando a Megumi con las dudas sobre su identidad, pero con una impresión extraña.
Fuera de la cueva, el chico se apura para alejarse con el rostro rojo avergonzado por haber entablado conversación con una persona igual de joven que él, pero femenino. Corre para buscar el almuerzo que consistirá en raíces comestibles, frutos y algún animal como ardilla, jabalí o algún lobo o zorro.
Mientras tanto, Megumi se recuesta y cubre el cuerpo con la piel gruesa y ve el techo de la estable cueva. Por lo que ve, parece que es un refugio que ha funcionado durante muchos años para el chico. Tampoco hay rastros de que animales hayan vivido en mucho tiempo.
Como es un bosque baste peligroso, hace caso al joven y no sale de allí y descansa todo lo que puede para regresar lo más rápido posible a la academia.
Al cerrar los ojos, aquella voz femenina vuelve a resonar como una melodía extraña de eco en su mente. Múltiples imágenes sobre otras personas de al parecer otras épocas, parecidas a un sueño veloz, la hacen despertar dando gritos y junto a ella está él con un conejo muerto en su mano derecha y expresión temerosa. Duda en acercarse al haber presenciado esos gritos y que ella estuviera en pánico.
Megumi lanza una mirada hacia él y luego, avergonzada, exclama:
—¿Escuchaste mi escándalo? No te juzgo. Yo también me sentiría incomoda.
—Solo te vi sufriendo y no supe que hacer. ¿Cómo te encuentras? —se agacha frente a la fogata, toma un cuchillo de entre las rocas y madera quemada y empieza a despellejar al animal.
—Eres demasiado cortés. ¿Puedo preguntar por tu nombre? Te lo pregunté, pero no me respondiste y…
—No es tan importante saber mi nombre. —rechaza revelarle quien es y continua en silencio con la preparación de la comida.
Megumi se siente bastante molesta, pero es entendible, no se conocen y él se tomó la molestia de rescatarla y curar sus heridas. Seria descortés de su parte exigir su nombre:
—¿Sabes? No fue fácil tratar tus heridas. Si no lograba tratarte a tiempo no sabría si tu pierna haya podido ser salvada. Por esa razón tuve que quitarte la falda. Discúlpame por eso. —empieza a explicar con la mirada en la piel siendo desgarrada.
—Lo…entiendo, gracias por preocuparte por mí y haberme salvado. —intenta estar tranquila y a gusto. Sin preocuparse por su seguridad, se pone de pie y aprovecha para colocarse la falda y luego acercarse al chico a quien mira más de cerca viendo sus ojos, el cabello tan desalineado y sucio.
El chico desvía la mirada y ve a Megumi que lo mira fijamente, entonces retrocede torpemente hacia atrás hasta caer al suelo y gritar exaltado. Ella se disculpa, pero tiene que saber, conocer a quien está debajo de esa capucha.
Con una grata sonrisa le agradece de corazón. Ofrece mientras tanto ayuda para cocinar a lo que él se niega con la cabeza y le recomienda que se acueste y espere por la comida.
Hace caso a la recomendación de él y vuelve a la cama:
—¿Qué edad tienes? —pregunta ella buscando más información sobre él.
—Tengo 15 años.
—Un año mayor que nosotros. ¿Tienes padres o algún familiar?
—Padres… ¿padres? Yo…no creo tenerlos. Estoy aquí y eso es todo. —responde con evidente molestia. Es un tema que lo sensibiliza.
—Disculpa si te hice enojar.
—No me fío de las personas así que intenta no preguntarme sobre mis asuntos. —replica él.
—…—Megumi se siente culpable por haberlo incomodado. Guarda silencio para que no se ofenda por nada del mundo.
Una hora más tarde, el joven agita levemente su hombro para despertarla:
—¿Tienes hambre? Hice estofado de conejo con algunas especias. ¿Te gusta el conejo? —regresa a la fogata donde espera una olla vieja y oxidada junto a platos hechos con pequeños troncos de pino.
—Claro, tengo mucha hambre. —se levanta y camina rengueando hacia la fogata. Toma el plato y huele el contenido, siente como el olor es tan sublime que cae cautivada por la habilidad culinaria del encapuchado. —Huele increíble.
—Gracias.
—Siento mucho haberte preguntado tanto por ti. A decir verdad, estamos queriendo contactarte porque nos da curiosidad tu situación.
—¿Mi…situación?
—Vivir en el bosque, solo.
—Es mejor que depender de alguien. Tengo más libertad.
—Ya veo. También me sorprendió como fue que los lobos escaparon. ¿Cómo los venciste?
—No fue la gran cosa. —exclama mientras come la carne del conejo. —Esos lobos me temen y debe mantenerse así. ¿Tienes frio? Puedo avivar más el fuego.
—No, estoy bien, muchas gracias. —responde. —A pesar de ser brusco en algunas ocasiones, es alguien atento. No puedo entender porque vive en medio del bosque. A simple vista está demasiado bien y no parece alguien normal. Es muy extraño. —piensa y da sorbos al delicioso caldo de conejo que llena su boca y le hace escapar un sonido cautivada.
Desafortunadamente Megumi piensa en que lo mejor es irse de la cueva y regresar a la academia pues seguramente estarán preocupados por ella sobre todo los chicos. Se pone de pie luego de beberse el caldo y se inclina hacia el frente mostrando agradecimiento por su ayuda, algo que jamás olvidará en su vida:
—Te agradezco desde el fondo de mi corazón por haberme salvado, pero…tengo que irme. Hay gente que me debe estar buscando preocupados.
Al decir eso, camina derecho a la salida, pero pierde el equilibrio y cae con mucho dolor:
—Dudo que puedas moverte más allá de la cueva. En tu condición serias carne de cañón para los lobos y osos. Descansa y mañana te acompañaré para que puedas llegar a salvo. —le tiende la mano y ella lo toma con la seguridad de que él podrá protegerla.
Megumi decide quedarse con él hasta mañana mientras siguen conversando amistosamente a la espera de la hora de la cena. Detrás de esa capucha y capa hecha de piel de animal, encuentra a un chico bueno y solitario que merece a una amiga. Alguien en quien confiar.
En cierta forma le recuerda a Kamata y Kaizer ambos, a su manera obviamente, les costó tener amigos y abrirse a los demás. Suelta una sonrisa al pensar en Kaizer y luego desaparece esa expresión al sentirse distanciada de él.
***PARTE II***
Mientras tanto el grupo de Hiroshi, Lucy y Olympico regresan a la entrada del bosque junto a las instalaciones de la academia. Después de que las huellas encontradas por Hiroshi se hayan borrado por los animales de la zona y el viento, los profesores ordenan a grupos de guardias que establezcan perímetros ya que ahora es un rescate.
Tras leer el periódico, Doncaster se apresura para encontrarse con ellos para informarles sobre lo que acaba de descubrir y que preocupará a todos. Corre hacia el grupo con el periódico siento apretado por su mano derecha:
—¿Doncaster? ¿Qué sucede? —pregunta Hiroshi.
—¿Por qué tienes esa expresión? —pregunta Olympico.
—Maldición, no le sobre con haber destruido la academia y formado una alianza con mercenarios peligroso y asaltado un tren prisión. Ahora se está dedicando a eliminar grupos de asesinos en plena misión. —Le entrega el periódico donde se muestra una foto de cadáveres de asesinos y la sombra de la legión de mercenarios alejándose entre el humo.
El enojo de Doncaster se hace notar con una intensidad espectacular, tanto que el suelo se rompe con solo liberar lentamente su poder. Hiroshi lee el articulo completo sin asombrarse por la absoluta máquina de matar en que se ha convertido:
—Puedo liderar a un equipo para que lo cace. Si seguimos dejándolo mover a sus anchas más vidas se perderán por nuestra negligencia. —dice Hiroshi, sereno.
—No me opongo, pero Alexander no es alguien al que se pueda detener sin un plan, mucho menos sin la fuerza necesaria. Es un monstruo. Tendría que haberlo matado cuando atacó a la academia.
—Con mejor razón hay que eliminarlo. Sigo sin poder perdonarlo con lo que les hizo a los chicos y a mí. —exclama Olympico, evidentemente molesto a diferencia de Hiroshi.
—Escuchen, sé que la situación es bastante mala, pero si nos dejamos llevar por nuestras emociones ¿Qué ejemplo le podremos dar a los más jóvenes? Es en estos tiempos oscuros que hay que mostrarse confiable para ellos. —exclama Hiroshi.
—Tienes razón, me desbordé innecesariamente. —dice Doncaster.
—Aun así, ellos siguen moviéndose libremente. ¿Las leyes vivientes no pueden encargarse? —pregunta Lucy.
Doncaster niega con la cabeza y toma asiento sobre un tronco:
—Están liderando misiones en el norte. Por cierto, llegó un mensaje desde un pueblo a unos kilómetros de aquí. El nombre es Amazon Ville. ¿Les suena? —exclama Doncaster.
—Si, es un pueblo pequeño y bastante inseguro. Está junto al…bosque… ¡¿es acaso un mensaje sobre los chicos?! —se exalta Hiroshi.
—Calma, calma. Los chicos estuvieron por allí y estaban sanos y salvo, pero solo eso. No hubo más actualización. Llegó hace un rato.
Doncaster se levanta y palpa las piernas quitándose la tierra y el polvo. Luego toma el periódico de las menos de Hiroshi y camina de regreso a la oficina, no sin antes decirle una cosa más a los profesores:
—Son mi gente más confiable. No dudaré de sus capacidades así que hagan lo que crean más convenientes. Yo lidiaré con lo demás. —vuelve su mirada al frente. —Me comunicaré con el director del norte para saber si podemos usar a las Leyes Vivientes en el caso de…Alex…Alexander. Después de todo es mi asunto como bien dije en su momento. Espero puedan comprenderlo.
—Desde luego. —dice Hiroshi.
—Ustedes busquen a los chicos.
Después de que se haya retirado el director, Hiroshi, Lucy y Olympico vuelven a meterse al bosque esta vez rumbo al centro de la zona. Las huellas habían desaparecido en un tramo cercano, pero no sin antes mostrar cierto rastro de inclinación hacia dentro del bosque mismo por lo que Hiroshi presupone que los chicos pudieron haberse desviado de manera exponencial. Ya sea de curiosidad como también preocupados por algo. La forma de pisar puede ayudar a establecer el motivo de tal desvío. La experiencia de Hiroshi es crucial para encontrarlos y aun así a medida que van avanzando, siente a una distancia de casi 500 kilómetros a su alrededor varias presencias entre desconocidas como familiares:
—Olympico, Lucy, vayan preparándose porque a juzgar por el ambiente será inevitable una confrontación.
—¿Contra quién? —pregunta Lucy.
—No Sabría decirlo con certeza solo puedo afirmar que los chicos están en peligro. También me refiero a quien está en el bosque.
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