Academia de Asesinos - 92
Los rayos del sol anuncian el amanecer y debajo de ellos los animales inician sus movimientos. Los conejos salen a comer de la vegetación. Los insectos trabajan sin cesar. Los zorros corretean para beber agua.
Kaizer abre sus ojos cuando los rayos solares le iluminan el rostro. Allí se a Kamata, quien desde hace varias horas que está despierto y aprovechando que sus compañeros estaban dormidos, entrenó su cuerpo con aún la oscuridad en el bosque:
—¿Ya te despertaste? —pregunta el espadachín al verlo recién despierto.
—¿Qué hora es? —pregunta mientras raspa con sus muñecas los ojos.
—No lo sé, pero a juzgar por el sol creo que hace no mucho que amaneció. —responde Kamata.
El chico de mirada dragonoide se reincorpora. Kamata le alcanza una botella con agua para que se hidrate. Lleva el contenedor hacia su boca y da varios tragos. Le resulta extraño no ver por ningún lado a Lucian y Maia por lo que pregunta a su amigo:
—¿Lucian y Maia?
—Hace un rato se fueron a buscar algunas bayas y frutos. Hay que desayunar algo ya que no pudimos cenar.
—Ya veo.
—Kaizer.
—¿Sí?
—Necesito preguntarte algo.
—Suéltalo.
—Quiero que me expliques sobre eso que oyes voces en tu mente y nos estás guiando hacia ello. No me malinterpretes, te creo en lo que dices, pero ¿Cómo es que está sucediendo? No logro comprenderlo.
Si supiera Kaizer lo explicaría con mucha facilidad, pero es algo que le resulta extraño para él. Aún así intenta iluminar las dudas de su amigo a pesar de que quizás no sea la explicación que tanto busque.
Kaizer se pone de pie y camina hasta uno de los árboles cercanos a Kamata mientras bebe de la botella de agua. Luego se vuelve hacia el espadachín:
—No sabría explicarlo con total seguridad, pero se siente como si mi instinto o sentidos se potenciarán. Podría escuchar los aleteos de una abeja, ver a varios cientos de metros de distancia. Puedo encontrar a quien se oculta a decenas de metros o cientos.
—¿Una nueva habilidad latente?
—Es algo más que eso…creo.
—Suenas poco convencido.
—Si lo pensamos de esta manera no tiene sentido y a la vez sí.
Kamata no sabe cómo tomar esas respuestas, pero una sonrisa cómplice se dibuja en el rostro. No necesita nada más, él sabe de lo que Kaizer es capaz y puede seguir demostrándolo.
Kaizer cierra sus ojos, involuntariamente, y allí vuelve a suceder lo de las voces y sentir la presencia de dos personas y una de ellas tiene la voz de una chica a la cual reconoce que es Megumi. Pero no eso no es todo, hay varias presencias mas a varias decenas de metros acosándola.
Lucian y Maia llegan con sus ropajes llenos de frutos y bayas comestibles gracias a los conocimientos médicos de la chica. Antes de que pudiera hablar el tirador, Kamata coloca su dedo índice sobre la boca para callarlo. En cuanto lo ven de nuevo bajo ese trance dañino, Maia trata de socorrerlo, pero al ver que no grita e incluso parece calmado, no interviene. Al menos hasta que pueda entrar en sí.
Por suerte, Maia no se equivoca y Kaizer logra, finalmente y luego de varios segundos que parecen una eternidad, salir del trance:
—¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿no tienes mareos o palpitaciones? —acude Maia. Kaizer niega con su cabeza y mira a cada uno.
—Estamos cerca. —exclama con voz temblorosa.
—Cerca ¿de quién? —pregunta Lucian.
—De Megumi. Ella está con alguien más. —dice Kaizer.
—Bien, eso nos facilita las cosas. Solo tenemos que seguir el camino a donde nos guíes. Vamos, sacamos a Megumi y matamos al infeliz que la está reteniendo. —dice Kamata mientras toca el manga de su espada. El arma le perturba la mente al buscar siempre sangre para empañar la hoja.
—No creo que la estén reteniendo. —enuncia Kaizer.
—Si hay otra persona con ella entonces ¿Qué podríamos esperar? —dice Lucian.
—Pude sentir varias presencias muy cerca de ellos. Creo que están intentando no salir porque serán emboscados. —exclama Kaizer dejándose llevar por una corazonada que puede ser verdad.
Kaizer mira a un costado al escuchar gruñidos de un animal grande. Kamata se percata de que algo se acerca y desenvaina su arma. Lucian y Kaizer hacen lo propio con sus armas y miran en dirección al este. Mientras tanto, Maia busca de entre sus pertenencias unos guantes que Lucy le obsequió para algo mas que ser la especialista en medicina. En las ultimas semanas pudo experimentar un incremento de fuerza impresionante que fácilmente la colocarían como la chica mas fuerte de su curso, aunque desea lo contrario:
—Megumi va a tener que esperar. —dice Lucian y apunta con sus armas de fuego al enorme oso. Este animal tiene decenas de cicatrices y una pronunciada que circula desde su ojo derecho hasta debajo de sus gigantescas fauces. No es un oso ordinario y la experiencia en combate fácilmente podría otorgarle el apodo de “el rey del bosque”, si no fuera por la presencia de Vorex en aquel lugar salvaje.
—No, no importa. Encontrare a Megumi cueste lo que cueste. —Kaizer aprieta su puño con fuerza mientras sostiene la daga que con esfuerzo logró aprender a usar.
—Un oso enorme para darle de beber a mi espada. Era justo lo que necesitaba. —exclama Kamata. Frases tan extrañar y fuera de lo que él es. Kaizer está preocupado, aunque lo importante primero es encargarse del oso, luego encontrar a Megumi. Luego encargarse sobre la extraña actitud que está teniendo el espadachín.
—Dices cosas demasiado perturbadoras…—le dice Maia. —Pero concuerdo en que tenemos que hacer algo con este animal. No lo matemos, solo tratemos de que huya. —propone ya que no quiere lastimarlo.
—¡Pero por favor dejen de ser tan…aburridos! —exclama Kamata y de un salto se lanza al ataque contra el oso.
—¡Kamata, espera! —grita Kaizer.
Kamata baja la intensidad y la guardia por un momento. Mira a Kaizer, fijamente, y suspira a la espera de que diga lo que tenga que decir:
—Sin un plan no podremos hacer algo además Maia tiene razón, es un animal que solo protege su territorio. Sumado a eso jamás podremos vencerlo. Se nota demasiado que tiene experiencia en pelear.
—¡Tsk! — se muestra molesto, pero entiende que no es algo que pueda manejar solo con sus habilidades. —Se preocupan demasiado. —dice Kamata.
—¿Acaso quieres matar a un animal? —pregunta Kaizer.
—Trato de mostrar una solución y…
—¡Cuidado! —grita Maia al ver que el oso se acerca rápidamente y lanza un zarpazo.
Kaizer y Kamata ven que ya está frente a ellos, así que se apartan para evitar el violento ataque.
Su fuerza abrumadora crea una fuerte ventisca, a pesar de que los chicos hayan esquivado, que los empuja alejándolos uno del otro. Maia se aproxima por detrás, desoyendo los pedidos de cuidado por parte de Lucian, da un salto y le propina una patada al oso que lo tumba contra el suelo. Es tal la sorpresa de ese ataque entre los chicos que ni siquiera Maia lo cree.
Lucian sigue apuntando con sus manos levantadas y sosteniendo ambas armas, pero sin el valor de jalar el gatillo.
La bestia se reincorpora y da la vuelta mirando a Maia. Cuando está por avanzar, Kamata desenvaina su espada y esbozando una cara tenebrosa se acerca a paso lento y del arma sale un aura oscura y asesina.
Kaizer le avisa que no lo mate con el arma y que lo mejor es ahuyentarlo, pero el espadachín lo ignora y prosigue a saltar sobre él para cortarle la cabeza. Sin embargo, mueve su cabeza a un costado tronándose el cuello.
Las voces en su mente y aquella presencia en la espada que tratan de enloquecerlo y tomar posesión de su cuerpo no pueden con él. Lo aprisionan, pero es tal la voluntad que lo identifica que Abbadon insiste violentamente.
Cuando el oso de enorme presencia, casi tres metros y cuatrocientos kilos, se percata del espadachín vuelve al ataque esta vez con sus fauces abiertas para darle un gran mordisco con el que pueda arrancarle la cabeza.
Kaizer salta y empuja a Kamata para escapar del mordisco. Ambos caen al suelo mientras que Maia le tira una enorme roca al animal sobre la espalda:
—¡Hey, ven aquí! —le grita ella a metros de su izquierda para alejarlo.
—¡Mierda! —Lucian baja sus armas y toma una roca la cual tira muy cerca de Maia con intención de que ambos lo alejen. —¡Ven aquí!
—¡Oh, no, no, no! —exclaman al unísono Maia y Lucian al ver que el oso enfoca su atención sobre Kaizer y Kamata.
Kaizer se levanta del suelo y extiende sus brazos con tal de proteger a su amigo:
—No entiendo que te está pasando, pero voy a protegerlos a todos. —mira fijamente al oso. —Así que ¡ven por mí! —le grita al oso.
El rugido del oso causa temor en todos los animales de los alrededores. Lobos, zorros, conejos, ningún animal está a salvo de ese efecto tan violento proveniente del animal.
Lucian da un pequeño vistazo a Kaizer y por un breve instante sus miradas chocan. Le asienta con la cabeza al tirador y este comprende que harían mas mal que bien, entonces toma de la mano a Maia y ambos se alejan.
Maia se queda embelesada por la decisión del tirador y aunque no comprende porque se alejan en lugar de pelear, lo sigue sin importar que. Llegan a unos arbustos a unos treinta metros y se ocultan.
El chico confronta a la bestia mientras que el espadachín sigue atontado en el suelo, confundido por lo que anda pasando por su mente.
Beast rock, como se lo conoce entre quienes han visto o cruzado, es como se lo conoce al enorme oso criado en batallas por la supervivencia. Se da media vuelta y con apenas un par de paso embiste a Kaizer con todo el paso del cuerpo para empujarlo casi veinte metros hasta un árbol. Si no fuera porque pisó con fuerza el suelo, habría impactado con el cuerpo al mismo árbol hasta romperlo y así también varios huesos del joven. Había cruzado los brazos para amortiguar el golpe, pero cuando los extiende nota que tiemblan por toda la fuerza de la bestia. Por un instante siente temor:
—Increíble, tiene la misma fuerza de Alexander. —agita sus brazos para calmarse.
Mientras tanto, Lucian contiene a Maia ya que se quiere unir a la batalla.
Unos sonidos resuenan en la mente del tirador que lo acaba dejando tendido en el suelo con tanto dolor que siente nauseas. Maia lo socorre tirándole agua y soplándole en la cara para darle aire:
—¡¿Que mierda es esto?! ¡¿Por qué siento estos sonidos en mi mente?! ¡me duele, siento como si me estuvieran triturando el cerebro! —piensa mientras se toma los oídos. No sabe si gritar, llorar y caer desmayado. Son demasiadas cosas que no comprende.
—¡Por favor, resiste Lucian! ¡Kamata, ven y ayúdame! —Maia le dice al espadachín, pero no hay caso, está en un trance, de nuevo.
—Haaaa…haaa…—jadea con su boca abierta y de esta se desliza saliva hasta el suelo. —E-Esto bien…haaa…haaa…
—No, no estás bien. Tienes que descansar. —le dice Maia al ver que trata de ponerse de pie.
Kamata lleva su espada a rastras hacia donde está el oso. Su mirada está perdida, pero sigue aferrándose a Abbadon. Al mismo tiempo, Kaizer esquiva uno tras otro los zarpazos de beast rock tratando de medir la oportunidad para devolver los ataques.
De repente, un sonido y una leve agitación a su alrededor que es inusual deja petrificados a todos. Un ligero sonido, una fuerte brisa, un pequeño instante es suficiente como para dejar inmóvil al gigantesco oso frente al estudiante de la academia. Sus patas se quedan levantadas, pero al mirar fijamente a los ojos se ve que las pupilas están en blanco y lentamente se tambalea. Finalmente cae de rodillas y la cabeza impacta contra el suelo quedándose inconsciente.
Ese algo misterioso que ocasionó el desmayo del animal también calmó la sed de sangre de Abbadon e incluso Kamata pudo despertar del trance. Ninguno de los chicos sufrió ese embate por lo que tienen un algo que los mantuvo de pie:
—¿Qué pasó? Por un instante me sentí aplastado por una sensación rara. —dice Kamata. —¿Tu lo hiciste?
—Es verdad, me sentí igual. Fue como si me estuvieran suprimiendo la fuerza. —dice Lucian.
—Kaizer ¿estás bien? —pregunta Maia.
—No lo sé, pero por un instante sentí una gran fuerza que salió de mi interior. Me duele la cabeza y siento mareos. —exclama Kaizer.
—Este bosque es extraño. Mejor vayámonos antes de que…—dice Kamata cuando el oso vuelve a ponerse de pie.
Kaizer siente las garras de la bestia acercándose y antes de que fuera golpeado, Kamata usa a Abbadon para cortarle la pata y luego recorre con la hoja de la espada el pecho. Los cortes del espadachín lo hacen sentarse violentamente y lleno de dolor muestra sus dientes, pero sin la fuerza para seguir peleando mas que para evitar morir de manera tan deshonrosa.
En lugar de regañarlo, Maia se intenta acercar al oso para tratarlo, pero este rechaza al gruñirle a la peli azul. Caso contrario, permite que Kamata y Kaizer estén cerca de él.
El chico de ojos draconianos toca la piel de su brazo sano y cierra los ojos. Por alguna razón alcanza a sentir las vivencias del oso, desde que era un cachorro tierno, la muerte de su madre frente a cazadores, las duras batallas contra lobos y otros osos y una figura encapuchada que lo doblegó, pero también forjó una curiosa amistad. Tras esto, Kaizer le sonríe y asienta con la cabeza. Beast rock mira a otro lado y también asienta:
—Maia. —dice Kaizer.
—¿Sí?
—¿Puedes tratar sus heridas?
—¿Enserio? Pero hace unos momentos él…
—No te preocupes, él estará agradecido.
—Está bien.
—Kaizer, por un momento no estabas aquí. ¿Qué fue lo que viste? —pregunta Kamata.
—Ojalá supiera. Solo puedo ver mas allá pero no se como es que puedo hacerlo.
—Quizás sea con esa habilidad que estás usando para encontrar a Megumi. —dice Lucían.
—Puede ser. ¿Te pasó algo? Estás pálido. —pregunta Kaizer.
—N-No, nada. Los nervios solamente. —sonríe el tirador.
Un rato más tarde y después de que Maia tratase al animal gravemente herido, se alistan para continuar con la búsqueda. Beast rock se muestra visiblemente agradecido tras ser curado con hierbas medicinales encontrados en el bosque, agua, fuego sobre la herida que incluso hizo chillar a la enorme bestia al punto de que casi desgarra la tierra y algunas vendas, se acerca a Maia y muestra juguetón. Una actitud que el animal no había mostrado antes:
—Parece que le agradas ahora. —dice Lucian.
Beas rock ve a Kamata y gruñe aún molesto por las heridas ocasionadas:
—Y a ti te odia, espadachín de mierda. —se burla Lucian.
—Cierra la boca maldito tonto. —responde Kamata.
—Querrá acompañarnos. Seguramente pueda guiarnos a través del bosque. —exclama Kaizer. —Además…esa persona encapuchada apareció entre los recuerdos del oso. ¿Qué es esta habilidad? No lo entiendo.
El grupo, con aquel oso batallador, se prepara para continuar con la búsqueda de Megumi y aquella persona que está con ella. Maia es invitada por Beast rock para subir sobre su lomo peludo y cada cierto rato le gruñe a un Kamata que no deja de pedirle disculpas por las heridas ocasionadas. Sin embargo, algo detrás de ellos acosa sus pasos.
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