Academia de Asesinos - 94
El grupo llega en el momento adecuado antes de que ocurra una tragedia ya anunciada. Riurik intenta moverse, pero un disparo roza por su mejilla, acrecentando las ganas de masacrar a los chicos. Alexander se dirige a Kaizer:
—Esperaba tener que matarte dentro de muy poco, pero estoy sorprendido de que vinieras tan rápido hasta nosotros.
—Esto es muy malo. Esas cinco personas aparentemente son demasiado fuertes y para peor Alexander está con ellos. —piensa Kaizer tratando de ocultar los temblores del miedo. Para un chico de apenas entrado en la adolescencia es normal temer a quien estuvo a punto de matarlo. Sin embargo, no puede flaquear ya que la seguridad de sus amigos y un herido dependen de lo que se haga a partir de ahora. —No hay de otra que luchar contra ellos, maldición.
Kaizer se apresura a ver cómo se encuentra Megumi e indica con un sutil gesto a Maia para que también se acerque y vea a Vorex quien está muy herido casi de gravedad. Los conocimientos, aún escasos pero que van por buen camino, de Maia son bien recibidos:
—¿Estás bien? —pregunta Kaizer.
Sin emitir un solo sonido, Megumi se abalanza sobre él envolviendo con sus brazos y entre lágrimas da las gracias de que hayan llegado. Le seca las lágrimas que brotan de sus ojos y llegan a las mejillas:
—Tranquila, ya estamos aquí. No tienes que preocuparte. —exclama para tranquilizarla y luego mira a Vorex, que apenas se mantiene despierto. —¿Es él? —pregunta.
—Si. —responde ella.
Maia abraza a Megumi y pregunta cómo se encuentra. Mira su pierna y se sorprende de que esté mejorando la cicatrización, aunque es necesario que vaya a hospital para tratar la herida de mejor manera.
Brutallio sonríe y sin previo aviso agita violentamente su brazo con la enorme esfera de hierro contra Kaizer, golpeándolo en el camino y responde defendiendo con ambos brazos interponiéndose y sufriendo el impacto. Siente la dureza de esa arma que tanto enorgullece al mercenario. A pesar de recibir de lleno el impacto y arrastrado lejos de sus amigas, Kaizer hace gala de una increíble resistencia y dureza. Además, se ve muy levemente que sus brazos se ven envueltos en un aura azul que desaparece al instante.
Mientras Ehirazu retrocede y luego lanza un puñetazo con el brazo mecánico hacia el rostro de Kamata. El espadachín evade el ataque y responde golpeando al brazo mecánico de Ehirazu con la punta inferior del arma y luego salta y da una patada al costado de la cabeza.
Tyrakus ataca por detrás de Kamata con su tridente, pero desde lo lejos Lucian dispara y alcanza al arma que sale volando lejos de la mano del mercenario:
—Eres demasiado oportunista, tirador. —exclama Tyrakus al retroceder y centrar la mirada sobre los arbustos. —Pero estás demasiado por debajo del nivel que esperaba. —toma el tridente que yace en el suelo y apuntando hacia la vegetación lo lanza. Esto obliga a que Lucian salga de donde se oculta para esquivar. —Con que ahí estás. —exclama Tyrakus.
—¡Mierda! —deja escapar el tirador.
Ehirazu blande su arma, una karibachi con dientes muy pronunciados y filosos el cual agita como si no pesara nada. En uno de sus movimientos alcanza a rasguñar la pierna del espadachín a lo que este responde asestando un corte profundo al brazo mecánico. Sin embargo, la molestia en el chico es evidente. El brazo sería un problema porque cualquier daño es lo mismo que nada.
Baligra usa su espada fina y pequeña, pero en cuya punta está bañada con veneno de la mas alta toxicidad. Mueve el arma hacia adelante para apuñarlos. Kamata esquiva todos los ataques lo mas que puede y ante el silencio de Abbadon, decide retroceder para posicionarse con firmeza y al menos responder a los ataques:
—Podrá ser joven, pero sin duda que es muy diestro y sabe lo que es combatir. Vaya sorpresa. Pensaba que la academia del oeste no podría producir nunca un espadachín tan habilidoso. Diría que es de los mejores que he visto. —piensa Ehirazu. —Baligra, retrocedamos.
—Bien.
Ambos saltan hacia atrás alejándose del estudiante de la academia:
—¿Huh? ¿Qué pasa? —pregunta Kamata. —¿Ya se rinden?
—Para nada mocoso. Simplemente quiero dedicar unos momentos para reconocerte como un gran espadachín. No me esperaba encontrar tal habilidad en el oeste.
—¡Ja! ¡¿tengo que agradecer por ese cumplido viniendo de un mercenario?! —exclama irónico.
—No, solo te estaba distrayendo para que mi compañero te ataque.
Kamata se da vuelta y ve a Riurik sosteniendo las cuchillas en ambas manos apuntando a los costados del cuerpo del chico y desde el otro lado, Baligra avanza con rapidez:
—¡Mierda, no podré esquivarlos a ambos juntos! —piensa exaltado. Entonces decide ir por lo menos riesgoso y esquiva a Baligra pero recibe al costado mas extremo del cuerpo una puñalada y la otra es bloqueada por la hoja de Abbadon.
—Oh, quien lo diría, tienes buenos reflejos para esquivar un ataque, recibir otro y bloquear el ultimo. —dice Riurik, sorprendido de la respuesta física del chico.
Kamata ahora es quien retrocede y apretando con fuerza la zona herida piensa:
—Por suerte es una herida leve. No apuntó bien, pero duele, maldita sea. Tengo que tener demasiado cuidado, Ahora son tres contra uno.
—Ehee, te has salvado niño espadachín. —exclama Riurik. —Mis cuchillas no tienen veneno, pero deberías saber que Baligra es especialista en tóxicos por lo que un leve roce con su arma y dile adiós. Pero mientras tanto ¡te destrozaré yo mismo! ¡ehee! —añade con total confianza y fuera de sí por la locura.
—Deberían rendirse. No hay nada que puedan hacer mas que esperar a la muerte. Sobre todo, ese chico. —dice Ehirazu señalando hacia Kaizer.
Alexander mira a Ehirazu y ordena mediante un leve gesto que vaya tras el herido Vorex. Megumi se pone de pie y deja a Maia tratar a Vorex como puede y sabe, mientras levanta sus puños e interpone entre el mercenario y el chico herido. Está lista y dispuesta para pelear, pero su expresión es de terror:
—Tienes valor, chiquilla, pero esto no se trata de un juego. Aquí la vida puede acabar en un instante así que lo mejor es rendirse y huir. Les permitiré eso. —dice Ehirazu. —No me malinterpreten, me da igual sus vidas, pero con Alex compartimos esta creencia de que no nos metemos con mujeres, niños, enfermos y ancianos. Pero no por eso dejaré que se interpongan en mi camino.
—No me moveré de aquí. Defenderé a mis amigos como sea. —responde Megumi.
—Tendrás que disculparme entonces. —levanta su karibachi para cortar a la chica. Entonces cuando baja su arma violentamente para atacar, Megumi saca sus abanicos de batalla y logra repeler el ataque, aunque por esto termina contra el suelo y golpeándose la cabeza. —Debo reconocer también tu habilidad, pero no sé si fue estúpido, imprudente o valiente.
Por otro lado, Kaizer enfrenta a Brutallio, sin olvidar en vigilar cada tanto a Alexander quien parece no darle importancia ni a Megumi, ni Maia, pero las preguntas sobre que hacen en el bosque llenan la mente y de dudas al chico.
El mercenario se muestra muy superior pero no tiene como destruir la defensa del muchacho.
Apenas da un vistazo hacia Megumi, Brutallio se aprovecha de la situación para lanzar desde un costado el puñetazo tan esperado con el que da de lleno en el rostro de Kaizer y lo envía contra un árbol dañando un poco el cuerpo con el violento impacto:
—Duele, me duele mucho el cuerpo. —piensa completamente adolorido. Tiene un par de huesos rotos, la vista ensangrentada y el rostro hinchados. La violencia ha escalado de una manera increíble, posiblemente la fuerza de Brutallio sea mayor a la de Alexander y la experiencia en combate también.
—Vamos, no me digas que ya te cansaste. Se supone que es un maldito combate. ¿Dónde quedó esa seguridad? —se burla Brutallio.
—Brutallio, ¿acaso olvidaste que yo debo matarlo? —dice Alexander al recordar que Kaizer estaba luchando contra su subordinado.
—¡¿Heh?! Que yo sepa no arreglamos compartir la batalla. —se muestra molesto.
***PARTE II***
—No terminamos de salir de un problema y ya entramos a otro. —se queja Doncaster. —Ciertamente son jóvenes y tienen curiosidad por el mundo que los rodea, pero ¿es necesario que ellos tengan que buscar las verdades?
—De eso se trata la juventud. ¿No es mejor que se abran a aprender las verdades de este mundo en lugar de vivir en la ignorancia? —pregunta una voz saliendo de un aparato de comunicación sobre el escritorio de Doncaster.
—Lamento no estar muy de acuerdo. Esa ignorancia es la que nos ha llevado a esta paz ¿Por qué interrumpirla? —pregunta Doncaster aunque con ciertas dudas sobre como han estado actuando desde la orden asesina.
—Por tu tono de voz no te noto convencido. Además, esa paz que mencionas, quizás orgulloso, no es la paz que desearán estos chicos y se irán dando cuenta. Ellos irán descubriendo muchas cosas y para bien o para mal, los adultos también tendrán que cumplir si papel.
—Que curioso que tengas este tipo de palabras siendo un contacto, pero no sé nada de ti. Tampoco es que vaya a confiar en ti.
—No necesito que lo hagas, simplemente tengo un objetivo concreto y nada más que eso.
—¿Algún día me lo dirás?
—Jamás.
La comunicación se corta, pero sobre el escritorio del director de la academia hay una hoja con anotaciones. Información que ese contacto de nombre Glover le entregó a Doncaster y puede cambiar a futuro cualquier noción que se tenía pero que por el momento y a petición de ese misterioso hombre, debe ocultar hasta el momento adecuado.
Sin embargo, Doncaster lo piensa mejor y rompe la hoja y arroja los pedazos en un tacho de basura:
—Por un poco mas de tiempo las cosas deben quedarse así. Ellos…no están preparados aún para esto. —murmura hasta que se siente raro. —Tengo un muy mal presentimiento…—se pone de pie, toma su bastón y camina hacia las afueras de la academia.
***PARTE III***
Una vena se hincha en la frente de Alex, mostrándose visiblemente molesto se acerca mientras libera un aura asesina que detiene todos los combates a su alrededor. Riurik ríe a carcajadas y lanza un chiste que solo el demente puede comprender.
El único que parece tomar mas enserio al joven mercenario es Ehirazu, puesto que, a pesar de no confiar en él como líder, siento un enorme poder viniendo de él.
Una vez llega hasta el enorme y calvo mercenario, le planta cara y queda en silencio. La tensión es palpable, y cualquier acción desencadenaría en una trifulca entre aliados con los chicos en medio sufriendo por esta pelea. Sin embargo, Brutallio no aguanta la presión de Alex y se rinde de manera sutil como bien él sabe:
—Haaa, eres muy insistente. ¿Qué? ¿Quieres que vaya a un costado y no haga nada? —exclama Brutallio.
—No, para nada. —dice Alex y mira a Vorex inconsciente siendo tratado por Maia. —Ve por ese mocoso. —ordena.
—¿Es enserio?
—Si, ¿tienes algún problema? —pregunta Alex. Al sentirse cuestionado expulsa aún mas la sed de sangre. —No te olvides que vinimos por ese chico. Lo tenemos que reclutar por las buenas o por las malas así que deja de lloriquear y ve por él.
—Bien, bien. —responde y camina hacia donde están las chicas protegiendo a Vorex.
—¡No, no te dejaré! —exclama Kaizer, y al mismo tiempo, Lucian y Kamata también actúan para evitar que haga daño a las chicas y se lleve al encapuchado.
Alex aprovecha que Kaizer se distrae y le lanza un puñetazo en la cara que lo tumba contra el suelo. Después de pelear contra Brutallio, el cuerpo de Kaizer sigue sin poder recuperarse del todo y tanto Kamata como Lucian son retenidos.
El mercenario se para frente a las chicas y extiende su mano para tomar de la ropa a Vorex y llevárselo, sin embargo, Megumi usa sus abanicos de batalla para hacerle un tajo en el brazo y obligarlo a retroceder. Ella se pone en medio, inclinada hacia el frente y con ambas manos a los costados extendiendo las armas y su mirada es feroz:
—Vaya, la chica tiene muchas agallas. —se sorprende Alex.
—Jefe. —dice Brutallio.
—¿Qué? —responde Alex.
—¿No te importará si las mato? —pregunta Brutallio, con pleno conocimiento sobre el estricto código de no dañar mujer, niños, o embarazadas.
—Ya lo hablamos, matar no, pero puede dejarlas inconscientes. Si haces lo opuesto…te mataré yo mismo ¿está claro?
—Si, sí.
A lo lejos, Baligra se conmueve por lo que dice Alex y luego regresa a enfrentar a Kamata junto con Riurik planeando alejarlo de sus amigos. Considerando que es un muy peligroso enemigo es una estrategia aceptable para ellos.
Lucian, por su parte, intenta aprovechar cada centímetro del bosque para dispararle a Tyrakus. Lastimosamente el tirador no es tan hábil como Kaizer o Kamata y cuando quiere saltar sobre una rama se resbala, pisa torpemente, y cae al suelo tan fuerte que le imposibilita moverse. Maia ve esto y trata de ir para ayudarlo, pero cae en que debe proteger al otro chico y Megumi está confrontando a un criminal. No puede dejarla sola. Tiene que apoyarla cueste lo que cueste:
—¿Quieres decir algo antes de que te derribe con un puñetazo?
—Inténtalo si puedes. —dice Megumi con sus manos temblorosas.
—Mírate, tan pequeña y vulnerable. ¡Me hacen querer exprimir cada centímetro de tu vida! —Brutallio enloquece y corre como fiera salvaje hacia la chica.
Maia se desespera al no poder hacer nada. Titubea, aunque no lo quiere y eso la carcome por dentro. Si, una vez alcance a Megumi puede que reciba un daño considerable y nunca más podría sentirse su amiga si la abandona en esa situación, pero se pregunta:
—¿Qué puedo hacer? Solo quiero ser una médica. Jamás podría lastimar a alguien, aunque quisiera. Kaizer, él siempre está ahí para apoyarla, pero…está siendo retenido y no puede venir. Lucian…él está herido, necesita mi ayuda y Kamata, saben que es muy peligroso y lo alejan por ello. Solo quedo yo, pero…la prioridad es este chico. Dios, no sé qué puedo hacer.
Y como si se tratase de una llama que se convierta en llamarada violenta que lo consume todo, Maia se deja llevar al correr hacia Brutallio, sobrepasándola a Megumi. Maia carga su brazo hacia atrás y con un grito desesperado se lanza contra el tipo de casi dos metros.
Brutallio no se mide al golpear y le da un puñetazo a Maia que torpemente da en el hombro derecho. Sin embargo, se mantiene y firma y dando un salto hacia el mercenario extiende su puño envuelto en un aura color rojo y da de lleno en medio del rostro y lo manda a volar varios metros hasta impactar contra una roca, la cual es también destruida en pedazos.
Megumi no es la única que queda perpleja por lo que acaba de pasar. Alex inclusive no entiende que acaba de pasar. Una chica igual de vulnerable que la albina acaba de derribar…no, arrojar varias decenas de metros con un solo puñetazo a un sujeto de casi dos metros y doscientos kilogramos es algo imposible.
Alex ordena a Baligra que se encargue de ellas bajo la misma premisa, no matarlas, pero si recordarles su lugar en el mundo. La mercenaria asiente con su cabeza y enfoca la mirada hacia ellas mientras se acerca con la fina espada descansando en su mano.
Entonces, una mano retiene a la mercenaria agarrándola del brazo y luego derribándola contra el suelo sin haberse dado cuenta hasta que ya se encuentra con el rostro en el frio pasto. Todas las miradas van hacia ese lado y ven a Lucy conteniendo a la mercenaria:
—¡Maldita sea! ¡¿otra vez?! —exclama fastidiosa Baligra.
Luego Olympico irrumpe golpeando su mazo hacia Tyrakus y a pesar de que lo esquiva saltando a un lado, el arma impacta en el suelo y por la violencia se agrieta y estalla derribando algunos árboles:
—Tiene que ser una broma. —dice Ehirazu.
Hiroshi se anticipa y apoya el frio acero de su arma sobre la garganta de Ehirazu:
—Hiroshi. —exclama Ehirazu algo sorprendido.
—Ehirazu. —dice Hiroshi. —¿Vas a quedarte callado o van a enfrentarnos?
—No me esperaba menos del maldito hijo de perra que me metió en prisión. —exclama Ehirazu.
Hiroshi mira a Megumi y Maia sintiéndose aliviado de verlas sanas y salvas pero su mayor preocupación está en Kaizer, Vorex y Lucian. Los tres se encuentran en un estado delicado por los daños sufridos.
Vuelve a mirar a Megumi y Maia y dice orgulloso por ellas:
—Megumi, Maia, pudieron reconocer su propio valor y fuerza. Ahora, déjennos a nosotros esto.
—Si que son inoportunos. —murmura Alex en voz alta.
—Demasiada libertad tienes como para cometer tantos crímenes ¿y ahora quieres volver a atacar al oeste? Estás enfermo. —le dice Hiroshi.
Por desgracia, Alexander jamás se detendrá en su búsqueda por ser reconocido ahora por quienes considera su nueva y verdadera familia.
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