Academia de Asesinos - 95
La tensión es cruelmente implacable e inmensa. De un lado los peligrosos criminales reclutados por Alexander, listos para cometer cualquier tipo de delito y si es necesario, sin mostrarse culpables bajo ninguna circunstancia y sin preocuparse porque tenga que decirles el joven mercenarios. Por el otro, los asesinos profesionales y profesores que velan por la seguridad de los chicos.
Ehirazu sonríe al igual que los demás criminales, incluyendo a Alex:
—Por si no lo has notado, los superamos en número. ¿Enserio creen poder vencernos? —levanta su brazo con la karibachi en mano en dirección hacia Hiroshi. —No tienen buena posición como para confrontarnos ¿sabes?
—Se los advierto. Una vez los metí a prisión, voy a volver hacerlo. Ríndanse ahora y los enviaré enteros. —exclama amenazante. Ya no se trata de pelear por conseguir información, sino que tiene detrás de sí a un grupo de jóvenes a quien proteger.
—Hace unos momentos dijiste que yo estaba enfermo por venir hasta aquí. Tienes razón, estamos enfermizamente obsesionados con provocarle tanto daño posible a la orden. —dice Alexander fuera de sí. —¿Acaso no leíste las noticias del tren? Ahora venimos por todo.
—Hiroshi, odio admitirlo, pero tienen razón. Nos superan en número y no son rivales sencillos. —dice Olympico muy cerca del espadachín.
—Exacto, cada uno de ellos está casi a nuestro nivel. Si me das veinte minutos podré llegar a la academia y poner en alarma a todos y traer refuerzos…—propone Lucy.
—Ya es muy tarde. —dice Hiroshi mientras los mercenarios los rodean. —Lo que queda es pelear por ellos.
Hiroshi echa un vistazo a cada uno de los chicos. Se encuentra con Kaizer, Lucian y Vorex fuera de combate, pero este último está en muy grave estado. Kamata apenas tiene cortes, pero nada pareciera indicar que estuviera en una situación seria. Maia y Megumi están bien, y eso es algo bastante bueno pero los otros tres deben ser tratados.
El tiempo pasa muy lento y cuando Ehirazu pestañea unos instantes se encuentra con que Hiroshi está de frente, es muy veloz casi tanto como Alex, y con una fuerza explosiva le da de lleno al estómago del mercenario y lo envía contra varios árboles derribando varios en el camino.
Baligra lo ataca por detrás con su espada fina cubierta de veneno. Lucy la intercepta y ambas chocan sus armas sacándose chispas. Tras un breve intercambio de ataques con sus espadas, Lucy aleja a la mercenaria de una patada al pecho:
—Cielos, es inconcebible que una mercenaria sea parte de la orden asesina. ¡Maldita traidora! —grita Baligra.
—Lo que tengas que decir ahora me es irrelevante. —responde en seco.
Brutallio lanza su arma esférica hacia Hiroshi, quien moviéndose apenas a un lado esquiva el ataque y con su espada llamada “Mikazuki”, obsequiada por su maestro en esgrima desde su juventud, corta las cadenas que unen al mercenario con el arma. Olympico se abalanza contra el tipo de casi dos metros arrastrándolo. A pesar de su tamaño menor al del asesino, es difícil de mover por lo que debe hacer uso de su enorme fuerza para alejarlo.
Tan solo quedan Tyrakus, Ehirazu, y Alex contra Hiroshi. A pesar de verse muy sencilla la pelea contra uno solo, Ehirazu es el único que se preocupa por el dudoso desenlace, al fin y al cabo, tuvieron muchas peleas y la última derivó en su encarcelamiento. Lo respeta con creces, aunque desea matarlo con sus propias manos. Inclusive su brazo mecánico fue durante una de sus primeras peleas:
—Eviten menospreciarlo. Este tipo es tan peligroso como cualquiera de nosotros o incluso más. —aconseja.
—El único que puede representar un problema para nosotros es mi maldito padre. No me des sermones sobre quien es peligroso o no para nuestra misión. —exclama Alexander aún sin comprender como debe actuar siendo un líder.
—Además somos tres contra uno, podremos vencerlo sin problemas. —dice Tyrakus, irónicamente uno de los más brillantes del grupo a veces cegado por la soberbia.
Sin embargo, nadie sospecha que de entre los árboles cae una silueta oscura con cuchillas en ambas manos en dirección hacia los hombros de Hiroshi para asestarle un golpe mortal.
Antes de que pudiera darse cuenta de ello Hiroshi, Kamata se interpone y logra bloquear el cobarde ataque de Riurik:
—¡Eres demasiado aburrido mocoso! —exclama el mercenario.
—No te dejaré atacar de esa forma. —dice mientras intenta contener con Abbadon las dos cuchillas de Riurik.
—Por una única vez deberías ayudarme maldita esencia idiota. —murmura Kamata. Luego empuja con mucha fuerza para alejar a Riurik. Se voltea brevemente y asienta con su cabeza para que Hiroshi no se preocupase por algún enemigo cobarde.
Hiroshi queda en desventaja frente a Tyrakus, Ehirazu y Alexander. La ecuación no ha cambiado pero el espadachín catalogado como entre los mejores top diez del mundo no se encoge siquiera en brazos, más bien siente mucha confianza en sí mismo ahora que tiene toda la completa atención de los mercenarios:
—Ya que estamos listos, permítanme sacarme de encima mi karibachi. Como sabrán no soy tan bueno usando espadas, aunque ostente una. —Ehirazu deja en el suelo su espada dentada sobre el suelo. Al caer, impacta con tal fuerza que pareciera un objeto de más de 100 kilos. Técnicamente hablando, esa espada funciona como un limitador para el mercenario donde su fuerza no es total con ella encima.
Tyrakus hace lo mismo con su tridente e Hiroshi no se queda atrás, pero a diferencia que Ehirazu, su Mikazuki es mucho más pesada que la karibachi, por lo que no solo se incrusta en el suelo, sino que forma un cráter de casi metro y medio. Si para Ehirazu la karibachi era un limitador a su fuerza, la Mikazuki lo era también para sus reflejos y velocidad:
—Vaya, quien lo diría. —deja escapar Tyrakus, sorprendido.
—Maldito bastardo, sí que tienes muchos trucos bajo la manga. Está bien, no hace falta guardarse nada. —dice Alexander.
—No sabes cuanto he estado esperando esto. —dice Ehirazu.
—Imagino que mucho tiempo. ¡Vengan, mercenarios! —responde Hiroshi.
Lo rodean por todos los ángulos. El primero en atacar es Alexander, sonriendo cuando lanza un puñetazo que es boqueado y luego devuelto con una patada del asesino. Tyrakus salta por detrás, pero Kaizer alcanza a darle un puñetazo en el rostro y envía varios metros por el suelo:
—¿Qué mierda acaba de pasar? —se levanta Tyrakus muy adolorido. Mira al frente y ve al herido muchacho con el puño hacia el frente y jadeando. —Con que tu fuiste. Debes creer tener agallas como para enfrentarme.
—¡Kaizer, no te metas en esto! —grita Hiroshi.
—¡No, no lo haré! ¡No es justo que tengas que defendernos estando en desventaja!
—Kaizer…
—¡Que molestia! ¡ustedes van a morir aquí y ahora da igual si se apoyan, idiotas! —exclama Alex.
—Siento decirte que no voy a darte el gusto. —le responde Hiroshi.
Aquella respuesta enardece al joven mercenario. Ehirazu ataca sin previo aviso golpeando con ambas manos al suelo y destrozándolo. Hiorshi desvía un puñetazo de Alex y devuelve con otro y una matada hacia el cuerpo del mercenario de brazo mecánico.
Alex y Ehirazu intercambian miradas como si una idea en común los alentara a ir de frente e intercambiar con el asesino una seria de ataques. Puñetazos, codazos y patadas. A duras penas Hiroshi los bloquea, pero se mantiene a la defensiva.
Kaizer activa su habilidad de premonición y esquiva uno tras otro los golpes que le lanza Tyrakus:
—Maldición, haga lo que haga no puedo asestarle ni un solo golpe. —piensa el mercenario agotándose con cada movimiento que hace sin poder provocar daño al chico. —Me impresionas. Eres mejor que ese otro inútil del tirador.
—Él no es ningún inútil, pedazo de imbécil. —Kaizer se molesta con las palabras que salen de la boca del mercenario.
—Sin embargo…—sonríe por lo bajo. — ¡Sigues siendo un maldito mocoso que debe aprender cuál es su lugar!
Cierra el puño y aprovecha una apertura que Kaizer deja por su escasa experiencia en combate para golpearle tan fuerte que el cuerpo gira en el aire y luego se desploma sobre el suelo.
Hiroshi se voltea preocupado por él:
—¡Kaizer!
—Mirar para otro lado es incluso muy descuidado viniendo de ti. — dice Alexander deslizándose por detrás y lleva su mano hacia el costado de la cabeza del asesino y lo avienta contra el suelo. Entonces responde con una patada desde su sitio que da en la espalda y esto lo hace retroceder.
—¡Tsk! —deja escapar Alex.
—Esto se está extendiendo más de la cuenta. Deberíamos retirarnos. —recomienda Ehirazu quien empieza a sentirse exhausto.
—¿Y perdernos la oportunidad de matar a este mocoso e Hiroshi? Sería como matar a dos pájaros de un solo tiro.
—Terminaremos tan muertos como ellos si no nos retiramos.
—¡Jamás me retiraré maldita sea!
—¡Comprende que si no hacemos eso vendrán más asesinos o incluso peor, el director!
—¡Vete a la mierda Ehirazu, me encargaré yo de estos bastardos, no los necesito para hacer esto!
Ehirazu se toma la cabeza ante la testarudez de Alex.
Hiroshi se reincorpora como si no hubiera recibido tales daños. Alex mira fijamente con desdén al asesino solo para apretar el puño y sentirse incapaz de hacerle daño lo cual lo pone más violento de lo que estaba antes.
El asesino, que hasta ese momento no había usado su habilidad especial decida activarla para enfrentarlos:
—Veo que ahora vendrás enserio entonces caerás más fuerte. Siéntete aliviado porque morirás antes que este bastardo. —dice Alexander.
—Alex, por última vez, podemos retirarnos. Estamos en el límite. —Ehirazu intenta razonar con él porque al ver que sus demás aliados están luchando y recibiendo mucho daño hay muchas dudas de poder lograr vencerlos.
—Cierra la boca. Si no piensas ayudar entonces apártate. —responde Alex.
—Encontrarlos aquí no es coincidencia. Ustedes no vinieron a atacar…vinieron por alguien. —dice Hiroshi.
—¿Qué con eso? —exclama Alex.
—¿Vorex? No creo que haya sido por los chicos. ¿Por qué? ¿Qué quieren de él? —usa sus habilidades conseguís durante su etapa como miembro de la división de inteligencia de la orden. Abre sus ojos de par en par al darse cuenta de algo más importante. —No, ¿Quién les dijo su ubicación? ¿su existencia?
—Alex…ni se te ocurra decirle…—le dice Ehirazu.
—¡Cierra la boca, ya sé que debo o no hacer! Al final soy el maldito líder de la legión de mercenarios. Sé más consciente de que tienes que respetarme. —se enfurece Alex y vuelve la mirada hacia Hiroshi. —No tengo porque decirte o ¿acaso sientes que debo? Ja, vaya tonto.
—Su expresión está mucho más nerviosa que antes y parece que está transpirando. Anteriormente no se había mostrado así. Significa que no puede decirlo por razones que lo superan. ¿Alguien le entregó esa información? Debe de ser alguien que conoce bien la zona. Eso quiere decir que… ¿hay un traidor en la orden? Eso puede ser una posibilidad. —piensa Hiroshi.
Tyrakus lanza su tridente a la espalda vulnerable de Hiroshi y de entre los árboles sale despedido un martillo que lo golpea y desvía su trayectoria:
—¿Ahora que mierda acaba de pasar? —exclama el mercenario.
—Haaa…haaa…van a pagármelas. —dice Vorex sosteniéndose en Maia y Megumi mientras jadea y se siente muy adolorido.
—¡Tsk, maldito mocoso moribundo! —se molesta Tyrakus enfocando su atención ahora en Vorex y las dos chicas.
—¿Vorex? Tienes que descansar. —lo regaña Hiroshi.
—No voy a dejar que…haaa…que luchen mientras yo estoy…haaa…tirado en el suelo.
—Esto es malo. Él es algo orgulloso y eso es un problema. —piensa Hiroshi. No le queda de otra más que actuar con todo su poder.
El asesino ríe a carcajadas y toma su rostro:
—¡¿De qué mierda te ríes?! ¡¿no ves que vas a morir?! —dice Alex al ver esa expresión que lo molesta demasiado.
—Eso crees tu mercenario. Tu talento es innegable y en realidad me está causando problemas. De por sí tu habilidad de velocidad es aún más molesta es por eso que…iré con mi habilidad llamada…copia.
—¡Carajo! ¡apártate, Alex! —alerta Ehirazu al joven mercenario.
—¿Eh? —exclama Alex.
En un instante, Alex siente como su estómago se retuerce violentamente y al bajar la mirada ve a Hiroshi con su puño enterrado en el cuerpo del joven traidor. El golpe lo hace doblar de dolor y escupe sangre. Hiroshi, gracias a su habilidad, puede copiar las de los demás y adaptarla a sus capacidades propias en este caso la velocidad y el sigilo es una especialidad de él. Si bien Alex es mucho más rápido, el copiar y amoldar a las capacidades físicas del asesino hacen que fuera demasiado difícil detectarlo.
Luego se centra en Ehirazu, acercándose sin que pudiera detectarlo y de una patada en medio de la cara lo aleja hasta donde se encuentra Brutallio y acaba empujándolo, aterrizando ambos contra la base de un árbol:
—Bien, siguiente. —exclama Hiroshi.
—¡¿Huh?! —se preocupa Tyrakus al no poder verlo por ningún lado. —Demonios, lo tenía enfrente ¡¿Cómo puede ser que haya desapare-?!—Hiroshi lo golpea desde detrás con los nudillos.
—¡Carajo, sabía que este bastardo era un problema, pero no que la diferencia fuera tan grande! Quizás sea…igual de fuerte que mi padre. Creo que Ehirazu no se equivocó y lo mejor será retirarse, pero…ya estamos aquí. Si lo hacemos…quedaré como débil frente a mi equipo.
—¿Eso es todo? —pregunta Hiroshi.
—No, esto apenas comienza. —responde con sonrisa incomoda.
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