Academia de Asesinos - 99
Vorex no desvía la mirada sobre Hiroshi ni por un instante. No siente pánico, tampoco temor ni odio, solo desconfía de aquel hombre que parece saberlo todo, aunque jamás intercambiaron fluidas palabras:
—¿Cómo estás de tus heridas? —pregunta Hiroshi, observando que el chico no porta tantas heridas como hubiera imaginado.
—Bien. —responde inmediatamente.
—¿Puedo sentarme en este tronco? —señala.
—Haz lo que quieras. No es mi bosque. —responde desconfiadamente.
Hiroshi sonríe un momento y camina hacia el tronco donde se sienta. Mientras, el chico lava sus cosas sin preocuparse por la presencia del espadachín:
—¿Haces esto todos los días? —pregunta Hiroshi para romper el hielo. Sin embargo, se siente como si la distancia fuera mayor.
—Si.
—Iré al grano. ¿Sabes porque estoy aquí o intuyes eso?
—Algo así, pero me resulta molesto que vengan a interrumpir mi paz. Estoy bien aquí. No necesito una niñera.
—Lo malinterpretaste. Vine aquí para reclutarte. Queremos que estés en la academia y seas un estudiante. En tu caso, seria un insulto ponerte una niñera o niñero, jejeje. —bromea para bajar la tensión.
—Porque cualquier que fuera un peligro estaría en mayor peligro que yo. —comparte el momento con otra broma esbozando una ligera sonrisa.
—¿Ves? Te estás riendo.
—No creo que pueda ir a la academia. Llevo mucho tiempo viviendo aquí que…me costaría dejar esta vida.
—Lo sé, lo se. También me costaría hacer que cambies tu forma de vivir en un instante. Y es solo tu elección. —dice mientras refriega su ropa para quitar la mugre debajo del agua.
Vorex suspira, saca la ropa del rio y lo escurre con fuerza. Se dirige hacia Hiroshi y se sienta a su lado. Es muy claro que tiene interés en formar parte de la academia como un estudiante, conocer a chicos y chicas de su misma edad y sobre todo ser amigo de Megumi y su grupo. Dentro de sus posibilidades claro está:
—Ellos…el grupo de Megumi… ¿son buenos estudiantes?
—Diría que de los mejores en primer año. Tienen un futuro increíble.
—Si, son muy fuertes. Lo noté cuando luchamos contra esa gente peligrosa. —Vorex juega con sus dedos y mira a la tierra húmeda bajo sus pies.
—¿Qué es lo que te hace dudar?
Hiroshi se da cuenta de que a Vorex le preocupa algo, pero no puede obligarlo a decirle por lo que cambia de tema rotundamente. Entonces, cuando el espadachín abre la boca para continuar, Vorex interrumpe con una tajante respuesta:
—Temo no poder…ser parte de un grupo…de…tener amigos…—se nota en su voz que está preocupado y asustado.
—Sobre piensas mucho ese tema sin siquiera haberte dado la oportunidad a ti mismo. —expresa con voz conciliadora tal como la de un padre hacia su hijo. —Mi propuesta es esa. Puedes pensarlo si quiera. Ordenar tu mente y corazón. Cuando hayas decidido puedes comunicarte conmigo con esto. —le entrega un comunicador.
—¿Y si no deseo irme de aquí al final?
—Te dejaremos tranquilo, pero siempre vamos a protegerte. Ya viste lo que ocurrió con ese grupo de mercenarios. Por alguna razón quisieron involucrarte con su grupo por lo que pretendían reclutarte. Al final es tu decisión. En una semana comunícate por favor. —se pone de pie y encara el regreso a la academia. Su despedida es una sonrisa amable.
***PARTE II***
Horas mas tarde en la sala para profesores…
Lucy habla con Hiroshi, ambos sosteniendo tazas de café en sus manos y la mirada fija en los ojos del otro. El tema de conversación es muy aleatorio, solo disfrutan de la compañía del otro como siempre. Apenas escuchan las conversaciones ajenas a su alrededor, inclusive Olympico contando sus anécdotas como botánico que adormece a los demás.
El espadachín deja sobre la mesa su taza vacía y vuelve su mirada hacia ella, de nuevo con ganas de decirle lo que piensa sobre la situación de Vorex. Ella reconoce que intenta expresarse y a veces la cuesta porque es un tipo tan brillante y duro que los sentimientos cuestan salir hacia el afuera:
—Dime, sabes que puedes confiar en mí. —exclama Lucy mientras le palpa la espalda a su amigo.
—Hoy fui hablar con Vorex. Le ofrecí venir a la academia.
—¿Qué tal te fue con eso?
—No creo que lo haya convencido. Ese chico pasó toda su niñez en un bosque y parece estar bien donde está. ¿Tienes idea de cuan confundido debe de estar?
—Imagino que sí. Es decir, conoció a chicos de su misma edad, algo para el inusual. —dice mientras sostiene la taza con ambas manos y sostiene la mirada sobre Hiroshi. —Al final es todo lo que podemos hacer ¿verdad? Esperar a que tome su decisión. Si el chico no se ha incorporado es porque dejas que decida por sí mismo.
—¿Qué pasaría si no decide venir aquí?
—Te sientes en parte culpable por lo que llegue a pasar, lo entiendo, pero es así como funciona esto. Deja que lo piense y ya verás que decide. Obligar a venir no es una opción porque sigue siendo un adolescente, tu forma de ser es casi como la de cualquiera a su edad. Solo espera.
Hiroshi valora mucho el punto de vista de Lucy, pero no evita sentarse en la silla de madera detrás de él y agarrarse la cabeza con ambas manos. Lucy lo consuela acariciando su cabello con su mano derecha:
—Sigues pensando en ello ¿cierto? En Silver…
—Cada día de mi vida.
—Yo tampoco lo he olvidado. Olympico siquiera, pero…hay otras preocupaciones por las que deberíamos atender.
—Haaaa…eso ya lo se. Solo no quiero que más jóvenes sufran su mismo destino o la desdichada infancia de Megumi o Kamata. Perdón que me ponga así.
—Tranquilo, eso no es nada malo. Hasta me parece muy dulce de tu parte. Resta esperar. Dijiste que en una semana así que no hay mucho que hacer.
—Si, solo esperar…
Olympico se incorpora a la conversación de manera silenciosa, aunque Hiroshi se da cuenta de su presencia por detrás:
—Sabes que mi origen puede detectar presencias ¿verdad? No podrías tomarme por sorpresa nunca.
—Jamás lo olvido. Entonces ¿de que hablan?
—Sobre Vorex. —exclama Lucy.
—¿Aún tratas de convencerlo? —pregunta Olympico.
—Siento que es mi deber traerlo aquí. Tiene que estar en un lugar seguro. —responde Hiroshi.
—Pues eso lo sabremos en una semana. —dice Lucy.
Lucy da los sorbos finales a su café y tanto ella como Olympico e Hiroshi salen de la sala de profesores y se dirigen hacia las afueras de la academia. Con las vacaciones de verano, los estudiantes están disfrutando los días distribuidos en distintos sitios de la ciudad portuaria de Pumbakar. La mayoría siendo protegidos por al menos un profesional. Otros se encuentran con sus familias y muy pocos se quedan en la zona habitacional, estudiando, entrenando o simplemente porque no quieren salir por temor a todo lo que ha venido ocurriendo.
Una semana después, Hiroshi camina impaciente de un lado hacia el otro esperando a que Vorex se comunique. Su expresión es de severa inquietud y no es para poco, estuvo un largo tiempo vigilando al chico, viendo como crece y ruega porque no sucumba ante ninguna tentación del bando contrario.
Olympico llega con noticias sobre excursiones para el próximo año, pero hace caso omiso. Esto no le molesta al grandote, puesto que comprende la espera de Hiroshi por la respuesta del chico, sin embargo, ¿Qué pasaría si elige quedarse en el bosque? En cierta forma ya se había discutido, una y otra vez, pero quien sabe lo que llegue a pensar Vorex a futuro. Es posible que no desee codearse con personas y se alegre de tener una vida tan libre, aunque al mismo tiempo también es factible que acepte formar parte de los mercenarios. Son demasiadas dudas y pocas certezas porque al final es un niño salvaje, un misterioso niño salvaje:
—Esperar demasiado hará peor a tu modo de ver el tiempo. Ver el reloj y luego el comunicador no hará que avancen las horas. —dice Olympico intentando burlarse sin éxito.
—Él responderá, estoy seguro que sí.
—Si, lo hará, pero ¿será la respuesta que esperas?
—Ese chico es mi responsabilidad. Tanto él como Megumi, Maia, Kamata, Lucian y Kaizer…
—Si, se que lo son. Nadie negará que los aprecias, pero son adolescentes, cometerán errores que de adultos los harán pensar varias veces.
—¿A qué quieres llegar?
—Deja que elija lo que crea correcto. No lo fuerces a seguir una vida que quizás no le agrade o resulte doloroso.
Al aparato frente a sus narices empieza a sonar con chirridos vibrantes. Hiroshi toma el comunicador color negro y enciende presionando un botón en el borde:
—Aquí, Vorex.
—Gusto en saber de ti.
—Si, lo mismo digo. Yo…estuve pensándolo bien estos días y…tienes razón en muchas cosas que dijiste. ¿Cuándo podré reunirme contigo? Hay cosas que necesito comprender mejor.
—Claro, dime cuando puedes.
Por casi diez minutos conversan e incluso Vorex se anima a intercambiar unas palabras con Olympico y luego Lucy para poder conocerlos mejor. Hiroshi siente un gran alivio porque sea cual sea su decisión, sigue siendo alguien noble y se demostró cuando curó, cuidó y protegió a Megumi de cualquier enemigo.
Después de hablar, Vorex corta la comunicación y sale de su cueva para buscar por el bosque al enorme beast rock. El animal lleva muchos días sin ser visto y llama mucho la atención ya que al ser muy territorial es casi imposible que se aleja de su lugar, mucho menos de su amigo humano.
Vorex se arrima al rio y se sienta junto a este con la creencia de que puede volver el animal para beber agua siendo su lugar favorito para pasar horas y horas sin preocuparse por enemigos:
—¿Dónde estarás Beast Rock? —murmura muy preocupado. Toma una roca y la avienta contra el agua. Luego se acurruca junto a una gran roca y cierra sus ojos a la espera del oso.
Pasan las horas sin rastros de él, incluso se oculta el sol y los animales a los que beast rock supo intimidar empiezan su cacería indiscriminada con total libertad entre ellos los lobos. Solo que ahora deberán enfrentarse al rey absoluto del bosque que es Vorex. Apenas ven al chico y los lobos lo primero que hacen es huir con el rabo entre las patas.
Vorex, en ese momento, ve a un lobo desconocido observarlo con ojos blancos y pelaje negro. La postura de la bestia es relajada y casi pareciera como si intentara mostrar respeto sin manchar la dignidad propia característica de un alfa. Vorex no entiende en que piensa el animal, pero al ponerse de pie el lobo aúlla y luego agacha su cabeza sin inclinar completamente su cuerpo. Después de hacer ese gesto, el lobo se retira desapareciendo entre la vegetación:
—¿Qué acaba de pasar? —mira hacia el cielo estrellado y regresa a la cueva. —Me pregunto si ese tonto está bien…
A unos 20 kilómetros, Riurik y Brutallio marchan fuera del bosque en una zona libre de vigilancia para retomar su camino hacia el refugio de la legión de mercenario. Brutallio está con varias heridas superficiales y Riurik también, habiéndose enfrascado en una batalla contra una bestial criatura:
—Riurik, sigo pensando que esto fue mala idea. —exclama el mercenario.
—Pero lo disfrutaste mas que yo. —dice el pequeño peor letal mercenario.
—Bueno…—sonríe mientras arrastra la cabeza de beast rock con su mano desnuda dejando un camino de sangre lejos del cadáver que está siendo devorado por animales a los que intimidó. Como un instinto natural de venganza. —fue muy satisfactorio esto.
—Entonces cierra la boca, kukuku, y vamos que el chico Alexander nos regañará.
—Si, sí, claro.
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