Academia de Asesinos - 101
Unas semanas después de lo acontecido en el bosque, Kaizer y los demás reciben la gran noticia de que podrán viajar para disfrutar de las vacaciones, pero sin saber a dónde. Las chicas habían partido muy temprano con Lucy hacia la playa, tomándose un carruaje rumbo a la provincia más sureña dentro del territorio del Oeste llamada Westerling. Mientras que los chicos son llevados por Olympico e Hiroshi a un destino incierto.
Sin embargo, hace unos días Hiroshi da un aviso a los chicos mientras descansaban debajo de ese gran árbol que les permite relajarse en la sombra que vayan a uno de los salones de clases que se encuentran vacíos por las vacaciones. Allí, Kaizer, Kamata y Lucian se sientan y esperan a que Hiroshi diga por qué los llamó.
El profesor entra al salón y mira con extrema seriedad a cada uno. Empiezan a sentirse nerviosos:
—Les preguntaré una cosa y ni se les ocurra responderme.
—¿Huh? —al unísono inclinan sus cabezas y se preguntan a qué se refiere.
—¿Entienden lo grave que fue lo que hicieron?
—Teníamos que saber quién era esa persona además Megumi…
Hiroshi toma un borrador y se lo arroja en la cara a Kaizer:
—¡Te dije que no me respondas, tonto! —grita Hiroshi.
—¡¿Y para que nos preguntas entonces?! —responde el chico.
—¡Jajaja! —se ríe a forma de burla Kamata.
—…—Lucian se tienta a reírse.
Hiroshi mira a los otros dos con mucha intensidad:
—Ustedes dos cierren la boca…—toma dos tizas y se las avienta en la frente a ambos. —¡Par de idiotas! ¡¿acaso son conscientes de que, si no hubiéramos llegado Lucy, Olympico y yo no sabría que les hubiera pasado?! ¡Esos malditos criminales son peligrosos! —se indigna y está a punto de romper en llanto, pero se mantiene fuerte. Luego ve a Kaizer que quiere decir algo. —¿Qué pasa Kaizer?
—Megumi y ese chico nos necesitaban. No sabemos porque ella estaba en el bosque, pero si no hubiéramos llegado…no quiero ni pensarlo…
—Entiendo y a pesar de lo que han hecho nosotros seguimos confiando y creyendo en ustedes. Esto quizás nos sirvió a todos como una gran experiencia contra los mercenarios y futuras batallas. Decidimos que lo mejor es otorgarles sus viajes por las vacaciones.
—¡¿E-Enserio?! —reaccionan los tres al mismo tiempo.
Hiroshi se acerca a ellos y con una expresión de sonrisa maléfica en el rostro, termina con su anuncio que acaba por llenar de preocupación a los chicos:
—Creo que se están equivocando. Si, es un viaje por las vacaciones, pero jamás de que fueran de descanso. Sea en la playa como pidió Megumi o nuestro viaje, van a entrenar a mas no poder. Como castigo por lo que hicieron. —camina hacia la puerta y extiende su mano para abrirla. —Si vemos resultados, van a poder disfrutar como es debido del descanso. Un viaje no sería eso si no descansasen. Además, este año hay un festival muy importante donde se disputarán competencias. Ya sabrán el resto. —se retira del aula sembrando el misterio.
En la actualidad…
Bajo el cuidado de Hiroshi y Olympico, salen del edificio donde los espera un carruaje color negro con caballeros de poderoso porte. Suben las escaleras y el conductor agita las cuerdas con las que incentivan al animal a avanzar a paso calmo. Debido a que Olympico es de gran tamaño, dos metros de alto, se tiene que llamar a otro carruaje para que pudiera ir a parte.
Mientras viajan, Kaizer piensa en todo lo que pasó en el bosque, el terror que sintieron y la adrenalina de enfrentarse a mercenarios reales con peligro real pero nunca olvidará que Megumi estuvo herida y a merced de un peligroso grupo de criminales con Alexander a la cabeza. Volver a encontrarse con ese sádico individuo no hace más que hacerle pensar en el futuro que tienen de ahora en más. Al verlo tan desanimado, Lucian le pregunta para hacerlo pensar en otra cosa:
—Kaizer ¿Cómo crees que sea nuestro viaje? Jamás lo he hecho sinceramente, pero me entusiasma.
—No lo se. Tampoco hice algo así, pero ¿no es extraño que desde lo ocurrido en el salón no nos ha dirigido la palabra? —responde preocupado con la mirada baja.
—Pero no nos tenemos que arrepentir. —deja escapar con desanimo.
—Mientras más lo pienso más tengo la certeza de que hicimos lo correcto, sino Megumi habría…haaa, no quiero ni pensarlo. —Kaizer responde aun recordando ese enfrentamiento sin cuartel, amasando sus manos muy nerviosamente.
—Solo para que ambos sepan, fuimos castigados los tres por algo que hicimos, pero no hay que arrepentirse ni amargarse por ello. No hay mejor cosa que prepararse para el futuro así que si vamos a entrenar entonces que así sea. —les dice Kamata. Sus nervios de acero maravilla a todos los presentes inclusive al cochero del carruaje.
Al lado de Kaizer, Haiser empieza a aplaudir muy entusiasmado con el fin de animarlo:
—¡Vamos chicos! ¿Qué será lo peor que ocurra en este viaje?
—Bueno, según dijo el profesor Hiroshi tendremos que entrenar así que… ¡eso es lo que me estaría preocupando a mí! —exclama Lucian con severas preocupaciones. La palabra “entrenar” no sería la mejor para él a diferencia de Kaizer y Kamata quienes están más acostumbrados.
—Por cierto, Haiser ¿Qué sucedió con los demás? ¿no se suponía que vendrían al viaje? —pregunta Kaizer.
—Si te refieres a Scott y Castlerscraw, ellos prefirieron ir a sus casas y bueno había más de nuestro curso, pero optaron por quedarse en la academia.
—Entiendo, entonces seremos nosotros cuatro.
Mientras en el otro carruaje que marcha detrás, Hiroshi permanece con los ojos cerrados y brazos cruzados. Durante toda la noche había diagramado el cronograma para las dos semanas que durará el campamento.
Su pelea con los mercenarios abrió una incógnita ¿es posible que los chicos puedan llegar a ese nivel en un futuro cercano? Los peligros abundarán y seguirán apareciendo sin contenerse. Ellos no estarán para protegerlos y teme que sean víctimas de la crueldad del mundo como lo fue él y sus compañeros cuando era joven. Un joven de cabello semi largo y barbilla aparece en su mente, lo cual hace que abra sus ojos y se agite un poco como un espasmo:
—¿Estás bien? —pregunta Olympico.
—Si. —responde mirando por la ventana al campo junto al camino de pavimento.
—Oye ¿crees que es correcto esto?
—¿Qué cosa? —pregunta con su mirada distante.
—Sobre el viaje, no creo que se deba estropear por algo como lo sucedido en el bosque por más que haya sido una falta grave. Un regaño era más que suficiente. —dice Olympico.
—Ya conocieron el terror y experimentaron muy de cerca la muerte varias veces, pero deben ser conscientes de que no son inmortales. Vivimos en un mundo donde todo lo que ocurre es doloroso y oscuro, tienen que afrontarlo de la mejor manera. Tiempos oscuros se aproximan y ellos son el futuro.
—Y más aún con Alexander reclutando mercenarios peligrosos. ¿Se sabe algo de Doncaster? ¿sigue en el Sur?
—Su reunión con los directores no se llevará a cabo hasta dentro de unos días. Eso fue lo que me dijo. Al parecer no tomaron una decisión concreta. Supongo que la reunión acabará con un viaje a la ciudad central para reunirse con el gobernador y poder organizar el festival.
—A veces me pregunto cuando fue que dejamos de tener influencia. Antes Doncaster nos escuchaba primero pero ahora es como si…
—No lo culpes. El hecho de que su propio hijo sea un peligroso y buscado terrorista es demasiado. —exclama Hiroshi omitiendo la grave enfermedad que lo aqueja al director a pedido de él. —La situación se ha escapado de nuestras manos, hay que alentar y entrenar a la nueva generación. Solo podemos hacer eso. Protegerlos por siempre…será peor para ellos.
—¡Jajaja, no vas a cambiar jamás! —Olympico ríe al recordar lo serio que era Hiroshi en su juventud, rasgo que de adulto mantiene como fortaleza mental y emocional.
Hiroshi hace una mueca de confusión:
—¿En qué sentido? —pregunta el espadachín.
—Cuando te conocí la primera vez eras muy serio y enfocado. Te conozco desde hace mucho tiempo y te preocupas por estos chicos. Debo decir que no me extraña, siempre pusiste el bienestar de los demás por sobre el tuyo.
—Con todo lo que vivimos de jóvenes ese es un rasgo que jamás podré quitarme. No olvides que tú también te encariñaste con el grupo. —le dice Hiroshi.
—¡¿Yo?! Em…pues…bien, si, si…podría decirse que me importa su educación. —sonríe mientras se rasca la parte trasera de su cabeza a modo de vergüenza.
Los dos sonríen mientras hablan de sus épocas de estudiantes en un viaje muy largo rumbo al norte.
***PARTE II***
Tres días más tarde, el grupo de las chicas llega a la ciudad costera de Westgarden en Westerling.
El lugar es conocido por compartir la enorme playa con el territorio del Sur, sus hoteles, lugares deportivos y un sol que constantemente brilla y en verano es mucho más caluroso. Los turistas llegan de a grupos grandes provenientes del centro del territorio Oeste y otros desde la ciudad central.
Apenas bajan del carruaje, corren hacia la playa con sus bikinis puestas, toallas, bronceador, bolsos y pelotas para la ocasión. La idea original fue que Lucy las entrene en esa zona, aunque sus planes fue que tuvieran nos días de descanso y de spa para mujeres. La idea emocionó a Megumi, Maia y Rose.
Lucy habla con el conductor del carruaje, le da fecha y hora para que fuera a buscarlas mientras tanto, las chicas corren y juegan en el agua. Curiosamente Megumi lleva ropa normal, camiseta y short corto pero lo suficiente como para no mostrar su cuerpo con excepción de piernas y brazos:
—Megumi, ¿no te está dando calor? ¿Por qué no te cambias y te pones un bikini? —pregunta Rose.
—N-No, estoy bien, gracias. Además ¿Por qué adelantarse? Podríamos dejar las cosas en el hotel. —exclama nerviosa.
—Chicas, chicas, vinimos aquí para disfrutar todo lo que podemos. Megumi si no quieres usar bikini no te sientas obligada. Solo jueguen, y tomen sol. La playa es para eso. —dice Lucy con un exuberante traje de baño que resalta sus dotes más sensuales. Esto atrae las miradas masculinas y ella solo atina a mirarlos ferozmente para alejarlos.
—Profesora, me preocupa que usted se mantenga tan a la defensiva. —la mira Maia como Lucy está adoptando una actitud tan defensiva.
Al atardecer muy cerca de la puesta de sol, las chicas se preparan para comer junto a unas mesas de madera frente al mar mientras ven como unos niños encienden fuegos artificiales y explotan en el cielo formando bellas figuras de flores coloridas. Sándwiches, fruta, ensaladas, pollo y pescado son algunos de los platillos frescos que Lucy había preparado. Para su sorpresa o shock, Megumi devora sin control producto de su metabolismo y el trastorno alimenticio que la aqueja. A pesar de ir a terapia, por recomendación de Lucy e Hiroshi, no pudo mejorar su condición y como está sujeta a su estado emocional es más impredecible y difícil de manejar para ella.
Después de comer, Lucy se levanta y quita los lentes para el sol que aún no se había quitado, revelando el bronceado en su rostro:
—¿Qué les pareció este día en la playa, chicas? —estira sus brazos, completamente satisfecha por el bronceado y luego haber comido tan gratamente.
—Yo estoy muy agotada. —exclama Rose sintiéndose satisfecha y con mucho sueño.
—¿Qué? ¿ya? ¡vamos! Se que perdiste en vóley contra mí, pero no puedes rendirte a jugar una revancha. —juega con la pelota en sus manos. El orgullo de haberle vencido a Rose y Megumi eleva su confianza.
—¿Te das cuenta de que tienes demasiada fuerza y tus remates eran demasiado para nosotras? —mira Rose a Maia con desconcierto.
—Sin contar que tienes mucha energía, danos un respiro. —añade Megumi.
—¡Jajaja, chicas no sean tan ancianas! ¿Dónde ha quedado esa juventud? —bromea Lucy por la falta de energía y resistencia de las chicas.
—Anciana dice…—Maia mira a Lucy con desprecio.
—Vaya quien lo dice. —responde a Maia mientras mira a Lucy con la misma expresión que su amiga.
—¿Cuántos años debe tener? ¿unos treinta y tantos? —pregunta a Maia y Megumi, mientras miran a Lucy como si mirasen a una anciana de verdad.
—¡¿Qué han dicho, mocosas?! —les dice con el rostro hinchado de ira por ser tratada de anciana y truena sus nudillos.
—¿Desde cuándo da este miedo? —Megumi piensa temerosa al ver a Lucy tan temible.
—C-Creo que lo mejor es ir rápido al hotel. —exclama Maia.
—Haaaa, eso estaba pensando. Vamos al hotel. Tendríamos que registrarnos. Tomen sus cosas y caminemos. Estamos a unas dos calles del edificio. —les dice Lucy. —Les sorprenderá el lugar, la comida es deliciosa y siendo un spa podrán disfrutar mucho más.
Recogen sus cosas y limpian la mesa para no dejar desarmado el lugar. Después de esta muestra de buena educación por parte de las chicas, caminan rumbo al hotel donde esperan caer rendidas y descansar hasta el día siguiente donde les espera una jornada extensa de completa de relajación.
***PARTE III***
Una semana después de la partida de los chicos…
En la provincia del oeste que limita con el norte de nombre Gaogarffer, los carruajes llegan hasta la base de las montañas envuelta en frondosos bosques de pino que en verano se encuentran sin nieva y disponible para escalar o recorrer las zonas silvestres.
Muchas personas circulan por la zona en épocas de verano y en su momento sirvieron como lugar de vacaciones para las casas nobles. Ahora es un sitio vacío y aquellos lugares usados para vacacionar, abandonados.
Los carruajes se detienen y bajan con sus pertenencias entre ellas una tienda de campamente así como artículos para preparar la comida y tazas. Hiroshi lidera al grupo y Olympico por detrás mientras se adentran al bosque. Caminan por escaleras de piedra formando un circuito recto de más de doscientos metros sobre la altura del mar.
Los estudiantes se sienten intrigados sobre donde están y a donde van. Pasan al menos dos horas de caminata caminando hacia arriba hasta que ven que el sol se está poniendo detrás, entonces Kaizer le pregunta a Hiroshi:
—¿H-Hiroshi hacia donde estamos yendo? —pregunta, aunque el profesor no es quien le responde sino Olympico.
—Es una buena pregunta…tampoco yo lo sé…
—Eso ¿Qué significa? —la respuesta de Olympico le da mala espina Lucian.
—Significa que nos perdimos y que Hiroshi no quiere reconocer que nos guio mal. —dice Haiser.
—Ah, claro… ¡¿Qué?! —se exalta Kaizer. Miran a su alrededor e indudablemente se sienten perdidos y que jamás podrán volver. Es la mente de un adolescente que tiende a magnificar las catástrofes.
—¿Es enserio? —pregunta Lucian.
Olympico se adelanta hasta caminar a la par de Hiroshi. Se asoma y antes de hablarle traga saliva. Una gota gruesa de sudor recorre su cara:
—H-Hiroshi, reconócelo…nos perdimos…sabes que hace muchos años que no venimos a este lugar. —dice en voz baja.
—¡No! Yo sé dónde estamos…eso creo…—responde algo molesto y avergonzado.
—Esto se está volviendo tenebroso. Oya Ka- ¡Kamata se ha quedado dormido! —exclama Kaizer.
—¿Dormido? No me digas que tiene narcolepsia…—dice Olympico.
—No de nuevo. —Lucian retrocede hasta el espadachín y lo abofetea varias veces hasta que lo despierta.
—¿Huh? ¿q-que pasó? ¡que no estoy durmiendo idiotas! ¡dejen de decir estupideces y tu deja de golpearme maldito imbécil de mierda! —regaña a Lucian hasta que ambos intercambian cabezazos violentos.
—¡¿Eh?! ¡¿otra vez siendo malagradecido?! ¡maldito…! —exclama Lucian y al ver que cae al suelo dormido expulsa toda su ira. —¡Aaaaaaaahhh con una mierda! —lo toma de la ropa y agita para despertarlo. —¡Despierta espadachín imbécil!
—¡Kamata no es el momento para que te duermas! —exclama Kaizer.
Con el correr de la noche y sin haber llegado al sitio escogido, Hiroshi aparta al grupo a un lado y preparan las cosas para pasar la noche a un lado del camino.
***PARTE IV***
Durante la noche en el territorio donde está ubicada la ciudad central y capital de Antares, Torrenhall…
Un mercenario es perseguido por asesinos a lo largo de unos edificios abandonados en la zona más externa y marginal de la capital. Su huida lo lleva a un pasillo sin salida. El fugitivo intenta un desesperado ataque que finalmente acaba con la muerte de este a manos del líder de asesinos. Este asesino toma la cabeza del mercenario y se lo enseña a sus camaradas como señal de que la estabilidad de Antares es incuestionable.
De pronto, una sombra se aparece en el otro extremo del pasillo, cerrando la salida para el grupo que custodia las calles de la capital. Alexander, misteriosamente se encuentra en esa ciudad, pero no está solo pues rodeando al grupo de asesinos también están los demás miembros de la legión de mercenarios liderados por el joven:
—La seguridad en esta condenada ciudad es muy grande pero nunca hubiera imaginado que fuera tan deficiente en fuerza e inteligencia. Tienen que ser imbéciles para entusiasmarse con la masacre de un mercenario débil. —sonríe y extiende sus brazos hacia ambos lados. —Es su día de suerte. Van a poder medir sus fuerzas con mercenarios de verdad y en ascenso. Las piezas empiezan a posicionarse. —exclama Alex.
—¿Quién carajos eres? ¡no puedes hacer lo que quieres en este lugar! ¡somos…! —grita el líder del grupo de asesinos.
—Si, si, ya lo sabemos, pero nos importa absoluta mierda. —interrumpe Alex.
—¿Qué?
Bajo su orden, los criminales atacan a los asesinos, masacrándolos y entregando a Alexander la cabeza del líder de escuadrón la cual arrojan desde una ventana hacia la avenida principal de esa precaria zona y con una sonrisa exclama:
—No veo la hora de que se ejecute el plan y mueran todos esos bastardos.
—¿A dónde ahora? —pregunta Ehirazu.
—Leopold pidió que vayamos a su casa a las afueras de la capital. Hubo cambio de lugar, pero la idea es la misma, reunir a los aliados del bajo mundo para organizar el atentado. —explica Alex.
—Entendido.
Comments for chapter "101"
QUE TE PARECIÓ?