Academia de Asesinos - 102
Kaizer no se da cuenta, pero derrama lágrimas de impotencia e incapaz de conciliar el sueño, sale de la tienda de campaña para observar el cielo despejado y allí la enorme luna a la vista da una cierta calma a su corazón tan inquieto.
La frustración por sentirse tan débil y tras lo que ocurrido con Alexander y en el bosque sembraron ese sentimiento de que necesita mas fuerza. Aprieta sus puños y cierra los ojos. Se pregunta si en verdad logrará convertirse en un asesino que proteja a sus seres queridos. No es para menos, luchó y estuvo a punto de morir en varias ocasiones, cualquier chico de su edad sentiría emociones negativas y hasta es entendible que no pudiera mantenerse entero. Sin embargo, él sigue de pie y aunque su voluntad estuviera tambaleando tendría que ocurrir algo grave para doblegarlo.
Una mano se posa en su hombro y se da vuelta solo para encontrarse con Hiroshi, sonriendo y sosteniendo una taza con té caliente. Se lo ofrece al chico y este en respuesta lo abraza. Hiroshi sonríe y consuela al muchacho con sabías y acogedoras palabras:
—Sé que han pasado por mucho este año. No lo escondas…no lo escondan…—le dice no solo a Kaizer sino a los demás que siguen durmiendo como si fuera un aprendizaje a futuro. —Enfrentarse a rivales tan sádicos y fuertes no es cosa fácil, pero ustedes lo han hecho. Cualquier joven de tu edad sin experiencia hubiera huido, dejando a sus camaradas morir, pero Kamata, Lucian o tu no lo hicieron y eso lo aplaudo. Lucharon por sobrevivir y principalmente a los suyos. De eso se trata ser asesino de la orden, luchar para proteger con todas nuestras fuerzas a quienes nos importan. —lo anima con una calidad esperanza.
—Es que yo…fui demasiado débil. No…no…no pude proteger a nadie. Siempre nos tienen que salvar o siempre dependemos de alguien. Soy muy patético. Soy débil…débil…débil…—se maldice por no ser tan fuerte como quisiera.
—Están vivos ¿o no? —pregunta el asesino.
—¿Huh? —abre sus ojos y las manos. —Eso es…si…es verdad. —responde, pero esa sensación de que pudo haber hecho mas no se va.
—¿Hubo algo mas que pudieron haber hecho? —pregunta Hiroshi.
—Si hubiera sido el caso…habría dado mi vida para salvarla.
—Entonces ¿hubo algo mas que amistad en tu intención de salvarla? —le pregunta el espadachín en tono bromista.
—¡¿Qué?! Yo…n-no, no, ella…pues…—intenta responder, pero en el proceso acaba trabando su lengua. Los nervios lo delatan.
Hiroshi sonríe al verlo tan ruborizado entendiendo que existe un fuerte sentimiento hacia Megumi y da gracias porque a pesar de lo que han pasado, las cosas de los jóvenes no se perturbaron y pueden dar rienda suelta a travesuras y hasta enamoramientos. Aún la juventud puede disfrutar de lo que debería disfrutar.
El asesino acaricia la cabeza de Kaizer como un padre acaricia a su hijo. Ese amor paternal es algo que Kaizer no ha podido disfrutar nunca y por primera vez ve en Hiroshi esa figura que nunca pudo conocer. Da alguna manera lo calma y las inseguridades desaparecen.
Sintiendo vergüenza, pero reconociéndolo, el chico le admite a Hiroshi:
—S-Si, es cierto…siento algo por ella, pero tampoco dejaría que ella sufriera. No quisiera siquiera verla llorar.
—Lo que dices es muy maduro. Te felicito. Es el sentimiento que tienen los asesinos profesionales, proteger a quienes amamos y tú, mi amigo, luchaste contra mercenarios peligrosos por tus amigos…y por ella. —le reconoce con admiración. —Ojalá fuera tan valiente como tú. Ojalá pudiera reconocer que yo…oh, no, no me hagas caso.
—Supongo que sí, pero no puedo permitir que lo sepa…espera un momento ¿te gusta alguien? No me digas que es…—se sorprende por lo que, sin querer, acaba de decir Hiroshi.
—Eso no viene al caso ahora. Hablamos de ti no de mí. Y por lo otro, entiendo, descuida no diré nada, pero debes pensar bien en que harás. En algún momento de tu vida deberás decírselo. Te lo digo por experiencia. —aconseja sabiamente a pesar de que sus propios errores continúan latentes.
—¿Cómo tú caso con la profesora Lucy?
—¡¿Heh?! ¡¿Qué?! Em no, digo…ella es bonita y quiere salir conmigo…bueno yo con ella…pero…no espera estamos hablando de ti y Megu…—se da cuenta de que Kaizer lo mira fijamente con expresión de niño travieso y suspira. —Está bien lo reconozco. Desde que la conozco que hay algo en mi pecho que jamás pude demostrarle. Por mi actividad en la división de inteligencia y ahora como profesor no me permitió tener una vida personal. Dudo que ella disfrute de estar con alguien así. Lo entenderás cuando crezcas.
Intercambian sonrisas cómplices y luego miran al cielo. Un breve silencio natural, acompañado por algunos grillos y niebla sobre el pasto se hace presente. Hiroshi acaricia la cabeza del chico y este le pregunta:
—Hiroshi ¿Por qué me elegiste para ir a la academia? Es decir, solo era un donnadie sin talento.
—Para empezar, cierta persona que está al lado mío me insultó para que lo golpeara. —exclama sonriendo. —Hablando enserio, solo necesitas saber que hay algo mas en ti de lo que tu crees y aparentes. —le dice mientras recuerda la primera vez que se conocieron. —El tiempo te lo hará entender, créeme. Por ahora disfruta de este presente con tus amigos y ella. —le guiña el ojo y nota que está serio. —¿Aún hay algo más? —el chico asienta.
—Me he sentido extraño con lo que pasó en la academia. Cuando luché con Alexander sentí como si brotara algo dentro de mí. Una fuerza distinta. —se toma el pecho con fuerza.
—¿Habla del origen del invencible? No, él no puede saberlo, no está preparado. —piensa. El potencial del chico es tan grande que preocupa lo que podría ocasionar si fuera consciente de ello.
—Creo que es solo mi imaginación. Mis recuerdos sobre eso siguen borrosos. No me hagas caso.
—Debió ser la situación, estrés o cansancio. No te preocupes.
—Si, seguramente sea eso. Creo que trataré de dormir. Hasta mañana Hiroshi y gracias por esta charla. Fue divertido.
—Yo también lo disfruté. Descansa. —le acaricia una vez mas la cabeza y mira al rio. —Te volverás mas fuerte, lo lograrás sin duda. —piensa y sonríe en solitario.
De regreso a dormir, Hiroshi ve que los chicos se encuentren bien y arropados. La temperatura por esa zona tiende a ser muy baja durante la noche y al amanecer. Sonríe con solo ver que están profundamente dormidos, Kamata es el único que no tiene temor en descansar con su espada junto a él.
Al día siguiente, todos despiertan muy temprano, alrededor de las 6am para preparar el desayuno. Olympico es el primero en hacerlo y por consiguiente despierta a Hiroshi y luego a los chicos.
El grandote usa su mazo para derribar un árbol y poder cortarlo en trozos con el que podrán encender una fogata para el desayuno. Cuando cae el árbol, Olympico grita “¡fuera árbol!” y Kamata usa su espada para cortarlo fácilmente en pedazos como una leña. Mientras tanto, Lucian y Kaizer se dirigen al rio cristalino, que se encuentra apenas a cinco metros de distancia, para pescar. Se remangan el pantalón y quitan la parte alta de su ropa para que no se moje. Los calzados también se quedan fuera al igual que las medias.
Hiroshi se encarga de pelar papas, cortar verduras y espera al pescado para poder limpiar y quitarle las espinas. Es un gran cocinero a pesar de que suele comer en la cafetería de la academia o Lucy le lleva comida que ella misma le prepara. Haiser recolecta algunos frutos y tras esto se reúne con los otros dos para ayudarlos.
Durante la pesca, tanto Lucian como Kaizer se enfrascan en una sana pero dura competencia por ver quien es el que perca la mayor cantidad de peces. Se muestran entusiasmados, pero con el correr del tiempo logran sacar cinco peces cada uno y habían transcurrido treinta minutos y los demás siguen esperando, hambrientos. Entonces Haiser propone que se defina todo con el próximo pez. El primero que pesque es quien se lleva la victoria. Ambos asientan con la cabeza y se predisponen a esperar que algún pez se escurra entre sus piernas.
Lucian ve al animal muy cerca de él, así que, con su pequeña lanza de madera, tras haberse agotado de pescar con una simple caña, le asesta un mortal golpe que lo atraviesa. Cuando toma la lanza se da cuenta que es muy pesado y grande por lo que de un violento tirón el pez sale volando fuera del agua y cae sobre la cabeza de Kamata. El espadachín reacciona con llamas en los ojos y una expresión furibunda. Camina hacia el tirador y ambos se confrontan:
—¡¿Qué crees que haces idiota?! —desenvaina apenas su espada.
—¡¿Heh?! ¡¿Y tu que haces con mi pez?! —amenaza con la lanza.
—¡¿Quieres pelear aquí?!
—¡¿Y que si quiero?! ¡¿quieres un tiro en la frente, tarado?!
—¡No querrás arriesgarte a perder una mano! ¡¿cierto?!
—¡Jajaja, estos jóvenes si que tienen energía! ¿no lo crees Hiroshi?
—Cuando terminamos de desayunar empezaremos con el entrenamiento. Comen bien que hoy será un día bastante arduo.
Lucian lanza una sonrisa burlona al espadachín y este, en respuesta, toma la espada por el mango y muestra el filo. De por sí la expresión del tirador le resulta muy molesta así que es entendible que tenga muchas ganas de que sea un entrenamiento donde se pueda pelear en un uno contra uno.
Luego de desayunar pescado con verduras, Hiroshi los guía a una zona que había encontrado en su recorrido nocturno antes de dormir. El lugar es completamente diferente, con abundantes altos, troncos y ramas caídas, un rio al lado que es la extensión del que está junto a su campamento y una cascada de al menos diez metros. Los chicos quedan impresionados con el lugar.
Hiroshi les anuncia en qué consistirá el entrenamiento:
—Como bien saben, le concedimos la salida y campamento que querían, pero el estado en que se encuentran es de castigo por lo que van a poder disfrutar de este paisaje, pero a cambio entrenarán todos los días en este sitio. Hasta que el acampe termine. Por obvias razones ustedes tres son los castigados, pero Haiser nos ha pedido a Olympico y a mí que sea entrenado también. No tiene por qué hacerlo, pero está comprometido en ser parte. Así que son cuatro para entrenar. Ahora bien, el entrenamiento de hoy será muy duro. La primera parte será intentar cruzar el rio contra la corriente. Al otro lado habrá troncos y ramas por todas partes, deberán esquivarlas sin moverlas. Y la tercera parte será un entrenamiento mental donde deberán permanecer colgados por exactamente una hora sobre una de las remas del árbol que quieran. Lo importante es el nivel de concentración. Eso será todo por el momento. Tienen dos horas para eso. Mucha suerte.
Haiser y Lucian palidecen ante tanto esfuerzo físico que deben hacer, en cambio, Kaizer y Kamata parecen estar encendidos en llamas de pasión:
—Vaya que será un duro entrenamiento. —dice Haiser, preocupado al ver tal dificultad.
—Es una completa tontería. Será muy sencillo. Vamos, comencemos de una buena vez. —exclama Kamata con completa confianza de poder hacerse más fuerte.
—Claro, somo si tu pudieras. —se burla Lucian.
—¿Qué dijiste? ¿te crees gracioso tirador de cuarta? —lo confronta golpeándose la frente con la del chico…de nuevo.
—Tienes agallas. —le regresa el golpe, quedándose los dos mareados.
—Oh, debes tener hambre como para querer probar mi acero.
—¡Ustedes dos si que son de difícil trato! ¿saben algo? Habrá una cuarta parte. Serán combates de dos contra dos y curiosamente Lucian y Kamata harán equipo contra Haiser y Kaizer. Felicitaciones. —dice Hiroshi con aparente expresión de molestia al escucharlos siempre pelear.
—¡¿Qué?! —exclaman ambos.
—Ya dejen de quejarse y vayan hacer lo que les pedí. Se podrán llevar mal, pero en ocasiones de esta relación pueden salir los mejores equipos posibles.
Kaizer levanta su mano e Hiroshi posa su atención en él:
—¿Qué pasa, Kaizer?
—¿Estás seguro de esto?
Hiroshi se queda en silencio unos momentos y ve como Lucian y Kamata siguen peleando y Haiser tratando de alejarse, asustado:
—No, pero de ellos dependerá futuros combates. De eso estoy muy seguro.
—¡Tsk! ¡de acuerdo, no me queda otra opción! Acepto ser compañero de equipo de este debilucho. —dice Kamata.
—Preferiría que te perdieras en el bosque, pero entiendo el entrenamiento así que por mi está bien. Pero si te pierdes o te duermes ni creas que voy a ayudar.
—Lo mismo digo. Si te ataca algún oso o lobo no me entrometeré.
—Haaaa, esto va a ser muy duro. —dice Kaizer tomándose de la cabeza.
—Kaizer. —se acerca Haiser.
—¿Si, Haiser?
—¿Crees que podamos vencerlos? Siento que no serán rivales sencillos.
—Primero vamos a ir por las tres primeras pruebas, luego nos preocuparemos por la cuarta.
—De acuerdo.
Hiroshi baja su mano para dar inicio al entrenamiento que consiste en una primera carrera dentro del rio e ir contra su corriente hasta la cascada, golpear con el puño lo mas fuerte posible y desviarse a un lado donde se encuentran obstáculo, trancos, arbustos robustos y ramas bajas que podrían ser peligrosas si no es están atentos.
Al entrar en el rio, se dan cuenta de que será mas difícil de lo que pensaban. La violencia de las aguas y peligrosidad de las rocas no es una broma. Lo único que resulta ventajoso es que poseen poca profundidad, pero el resto es cosa distinta.
Kamata es quien afronta con mejor posición a las aguas, seguido por Kaizer y luego Haiser. Lucian, el ultimo, apenas puede avanzar mientras se queja constantemente de que es imposible cumplir con lo que quiere Hiroshi.
Desde la superficie observa Hiroshi como los jóvenes se las ingenian de una manera u otra para poder superar esa primera prueba. Con seriedad les anuncia una serie de pautas respecto a dicha prueba que, a propósito, no les mencionó antes:
—Escuchen. Pueden usar sus habilidades, pero recuerden que, a pesar de ser un entrenamiento de fortaleza y mente, pueden enfocarse en mejorar sus propias capacidades mas allá de las físicas.
—¡¿Y ahora lo dices?! —grita Lucian.
—Ya veo con que de eso se trata. —exclama Kamata por lo bajo.
El joven espadachín se detiene y cierra los ojos. Saca su espada, que descansaba en la cintura con la vaina, y de la hoja brota un aura que representa a la habilidad de “corte”. Mira a un lado y ve que hay un árbol de enormes proporciones al cual le lanza un corte en seco. El árbol cae producto del corte hacia el rio y luego se acerca para saltar sobre el enorme tronco. A propósito, crea un puente, el cual cruza de un salto y se permite tomar aire para retomar una vez más, sin embargo, no se da cuenta de que el agua se empieza a acumular y producto del desborde entra al bosque.
Olympico e Hiroshi intervienen para evitar una tragedia que podría ser muy grande en la zona. Entonces, Kaizer se queda frente al tronco y apoyando ambas manos empieza a empujar el pesado tronco. Sorpresivamente para todos logra moverlo lo suficiente como para que el agua circule con total normalidad. Olympico se apresura para apartar el tronco y colocarlo con ambas manos desnudas dentro del frondoso bosque:
—Menos mal que reaccionamos a tiempo, ¿verdad? —dice Olympico al regresar con Hiroshi.
—…
—¿Hiroshi?
—¿Eh? Ah, s-sí, eso creo. ¿Viste lo que hizo Kaizer?
—Eso no se ve todos los días.
—Es sorprendente que su fuerza sea mayor cada vez.
—¿Crees que se esté manifestando…?
—No lo sé, pero este entrenamiento puede que los ayude mas de lo que pensábamos.
Los cuatro cruzan sin problemas el rio y llegan hacia los obstáculos que ofrece el bosque. Allí los espera Hiroshi quien explica con mayor detenimiento la siguiente prueba:
—Impresionante, todos ustedes. Kamata, tienes una gran precisión en tu corte y una resolución a problemas muy veloz. Sin embargo, eres torpe y olvidaste el cauce del rio que si lo irrumpes violentamente podría ocasionar problemas graves al entorno. Esta prueba será mucho mas compleja porque tendrán que apelar a la velocidad, reflejos y agilidad. El perdedor, lógicamente, será el que toque alguna rama o tronco. La idea es muy sencilla, es evitar los obstáculos así que tengan cui… ¡¿Qué demonios?! —se exalta al ver a Kamata, una vez más, dormido en medio de un momento importante.
—¡¿Quién se durmió?! —grita Kamata de repente.
—Enserio amigo, deberías preocuparte por tu narcolepsia. —exclama Kaizer.
—Tonterías, yo no me dormiría, menos en una situación importante.
—En fin, empiecen cuando crean estar preparados. —Hiroshi se toma el rostro y suspira largamente.
Hiroshi se aleja, siempre manteniéndose al tanto de ellos, y mientras que se preparan para correr, Kaizer está parado, con ojos cerrados y en un estado donde se encuentra absorto en sus pensamientos. Como si por dentro planease sus movimientos. Él no es alguien que se mueva pensando o calculando cada movimiento, pero inesperadamente aparta ese rasgo característico y espera el momento adecuado. Hiroshi observa, no se entromete, simplemente ve de que es capaz el chico.
Las sospechas aumentan cuando da la señal de alargue para la carrera de obstáculos y Kaizer no se ha movido aún. El chico se mentaliza como lograr vencer la prueba. A pesar de tener los ojos cerrados, su mente y sentidos se agudizan hasta el limite y allí es cuando detecta a Lucian, Kamata y Haiser al frente y detrás una figura muy pronunciada que refleja el poder de Hiroshi y talento de este:
—Es imposible ser veloz sin tocar ninguna rama. Quizás desde arriba evitando las ramas, pero no soy bueno usando mi arma, no aún sin que terminase alguien herido…creo. Maldición, es un problema. —piensa Kaizer. —No, debo hacerlo. Tengo que creer en mí mismo y quitarme el temor.
Kaizer se le ocurre una idea que permite pasar sin problemas los obstáculos sin tocarlos.
Mas adelante, Kamata logra el liderazgo, Haiser segundo y Lucian por detrás, exhausto de tanto correr y costear obstáculos. Ven hacia arriba cuando nota que las hojas caen a montones, allí Kaizer da grandes saltos de un árbol hacia el otro sin llegar a tocar las romas. Su agarre es fuerte y así evita caerse o apoyar sus pies sobre las ramas.
Por un instante parece un gorila moviéndose entre los árboles. Impulsándose y balanceándose entre los troncos. Hiroshi aplaude sorprendido, aún así la carrera recién comienza y los demás no quieren quedarse atrás. Rendirse sería un golpe al orgullo de cada uno.
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