Academia de Asesinos - 103
En ese momento frente al hotel, las chicas están preparadas para salir a almorzar a un lugar conocido por Lucy. La idea de la profesora es disfrutar otro día de playa, arena, voleyball y jugosas sandías.
Mientras esperan por Lucy, Megumi, Rose y Maia conversan sobre cosas que solo ellas suelen debatir y que involucra, cuando no, a chicos sobre todo los que le gusta a cada una. Rose ahora parece evitar revelar quien le gusta, pero Maia abiertamente asegura que Lucian es alguien que lentamente le va interesando:
—¿Es oficial lo que estás diciendo? —pregunta Rose.
—Sin duda, mientras más paso el tiempo con él, me voy dando cuenta de cuánto me importa. —responde Maia.
—Guao, eso es algo que nunca imaginé que fueras a decir. —exclama Megumi.
—¿Enserio jamás imaginaste eso viniendo de mí? —Maia se molesta un poco pero luego se ríe cortando el breve instante de seriedad.
—Tonta. —le dice Megumi.
—¡Jajaja, lo siento, debiste ver tu cara! Pero si, Lucian es amable y genuino.
—¿Cuándo piensas en decirle? —pregunta Rose.
—Yo…eso no lo he pensado…aún…—exclama Maia.
Con su característica expresión de chismosa y pícara, Rose le pregunta a Megumi ahora que indagó sobre Maia:
—¿Qué me dices de ti Megumi? Desde la última vez que hablamos ¿cambió algo sobre que te gusta Kaizer? —esboza una diabólica sonrisa.
—¡¿Q-Que?! ¡¿Qué?! ¡¿Qué? No…no…no…—se sonroja por la pregunta, aunque no es algo que busque engañarse a sí misma. Sus sentimientos son tan claros como el agua de mar que hay a pocos metros de ellas, sin embargo, no es como para revelarlo tan a la ligera. Tiene que poner en orden su mente y corazón.
Megumi niega con su cabeza y ante la inocencia de su amiga, Maia va por más y prosigue con otra pregunta:
—Se conocen desde principio de este año ¿acaso vas a dejar que siga pasando más tiempo?
—Maia…por favor, no quiero hablar sobre eso. —se pone seria la joven de ojos rosados.
En ese instante y producto de que el ambiente se torna tenso, Maia se detiene al igual que Rose. Megumi se disculpa pero que desea no hablar de esas cosas. Se siente incomoda y por alguna extraña razón se envuelve en sus propios brazos.
Maia y Rose la abraza y en simultaneo ofrecen su disculpa, pero Megumi les asegura que no es culpa de ellas, más bien algo se le vino a la cabeza muy repentinamente.
Lucy llega con un bolso lleno para disfrutar la playa. Toallas, bronceador, pelotas, todo lo necesario para pasarla bien, aunque se encuentra con un ambiente deprimente y las tres chicas abrazándose. En lugar de pregunta que sucede se queda mirando, enternecida por la pureza de la escena y que le recuerda a lo maravillosa que es la juventud.
Detrás de la mujer, muchos hombres se dejan llevar por la hermosa figura de ella vistiendo un traje de baño algo exagerado para una simple playa. La vestimenta es extraña, lleva puesto un conjunto bastante atrevido compuesto por un sostén y una tanga casi diminuta dejando ver como sus pechos rebotan con cada movimiento que da al caminar. Las chicas se percatan de ella y sienten mucha vergüenza y después ríen entre ellas:
—¿Interrumpo algo? Parecen algo deprimidas. Vamos a la playa y luego almorzar. Necesitarán un poco de arena, sol y agua. —exclama la mercenaria.
—No pasa nada profesora. —responde Megumi.
—Por cierto…—dice Lucy. Las chicas esperan a que continue con su frase. —¿Quién le gusta a cada una? —retoma de curiosa el tema ya cerrado por las chicas.
—Menos mal que yo era la chismosa. —exclama Rose.
—Bueno, sepan que yo tengo mis propias fuentes. —se defiende Lucy con una expresión inmadura en el rostro.
—Eres macabra. —dice Maia.
—Muy, sí, sí. —refuerza Megumi a lo que dice su amiga.
—¡Chicas, en verdad ustedes sin que tienen agallas! —se molesta cómicamente la mujer. —Haaaa, bueno ¿vamos o no a la playa? Tenemos un día por delante muy divertido. —Lucy saca musculo de su brazo. Las chicas la siguen con entusiasmo.
—Maia, luego nos cuentas sobre eso. —le dice Rose.
—Ara, ¿conversaciones sobre chicos? Hay algo en lo que pueda ayudar…quizás, pero eso es para más tarde. —dice Lucy.
—Lo dudo profesora, aún sigue solte…—dice Rose.
Sobre la chica, la sombra de Lucy opaca su figura. Choca sus puños y esboza una expresión de perro rabioso:
—Termina la oración…si es que lo crees convenientes o no aprobarás mi materia este año. —la interrumpe amenazante.
—V-Vamos a almorzar. —cambia bruscamente de tema la chica.
Mientras que Lucy corre por la calle a Rose, Megumi piensa en él. Como se encuentra, si la extraña o si en verdad siente algo por ella. La sola presencia de él es suficiente como para alegrarle el día, aunque hay una sombra sobre ella que la inhibe con tal fuerza y crudeza que no podrá vivir una vida juvenil plena hasta no contárselo a alguien. Murmura cabizbaja:
—Quisiera estar contigo en estos momentos.
Las cuatro demás son llevadas por un carruaje, si, Lucy vuelve a cambiar el plan como una suerte de desorganización característica de su persona. Radiante, la mujer es observada por los hombres que ven al carruaje con la ventana abierta y Lucy disfrutando del aire costero. Sin embargo, se enfrasca con peleas verbales con halagadores que dedican palabras a las más jóvenes. Algunas de esas palabras son demasiado osadas y causa que la mujer se enfurezca y exija disculpas a las adolescentes:
—¡Tsk! Ya no hay decencia entre estas personas. —dice por lo bajo Lucy.
Después de casi veinte minutos recorriendo las calles animadas de la ciudad ven lo lejos alcanzan a ver un bello edificio compuesto por una fachada de roca similar a un castillo usado en una época antigua, banderas rojas y muchas personas entrando y saliendo cada cierto tiempo. Un hombre de traje negro, piel oscura y sonrisa prominente se le acerca. Las chicas se ponen nerviosas porque no están vestidas para la ocasión, además sienten que es un lugar como para ir con vestidos. Lo cierto es que es un restaurante abierto a los turistas que van a la playa por lo que es muy normal que vaya gente en bikini o shorts. Por la noche es obligatorio ir más formal ya que el ambiente se transforma en elegancia pura.
El mozo las guía con la mayor de las delicadezas y educación. El nombre del restaurante es “El castillo de White Beard” en honor a un antiguo almirante que vivió hace 300 años y fue importante en la unificación de las fuerzas navales del territorio Oeste. El joven de tes morena las lleva a una mesa para cuatro personas y tras el pedido de ellas se retira con la petición de esperar unos 15 minutos. Mientras tanto, las demás se quedan boquiabierta tras escuchar la cantidad de cosas que Megumi pidió para comer. Si bien el restaurante dispones para el almuerzo de pescado, mariscos y otras delicias de mar, Megumi no se contiene al pedir inclusive pan y pastas:
—M-Megumi, nunca te he visto pedir tanta comida y por lo general es porque tienes ese impulso. ¿Te sucede algo? —pregunta Lucy con ligera preocupación ya que no es una situación de tensión o nerviosismo para la joven.
—N-No, no, solo quiero disfrutar de la comida. —responde, aunque es evidente que oculta un malestar. Sin embargo, Lucy desiste de indagar más y las demás chicas comprenden que guarde silencio. Quizás no es el momento de decirlo, no aún.
El joven mozo llega con un grupo de cinco compañeros de cocina llevando mesas, cada una con cuatro platos. Lucy se agarra la cabeza porque sabe el gasto que tendrá gracias a la cena, pero ver las caras de felicidad de las chicas es suficiente como para soportarlo.
El almuerzo transcurre felizmente comiendo y disfrutando de la comida fresca que les traen. Como Lucy es un miembro de la orden y profesora de la academia del oeste recibe descuento y agradecimiento por parte de no solo los empleados sino también del dueño del local.
Lucy termina sus mariscos y reposa su cabeza en su mano apoyada con el codo. Mira a las chicas como conversan y se ríen a carcajadas. Eso es todo lo que necesita ver, que las nuevas generaciones abandonen por un momento los malos momentos y disfruten de su época durada.
Después de comer, Rose se dispone a llamar al mozo y pedirle un postre de helado, lo mismo hacen Megumi y Maia. Las tres piden bolas heladas de frutilla. Lucy solo un café y una porción de torta frutal. Sin embargo, cuando llega la mesa con los postres y en su torpeza, Rose se va hacia atrás golpeando la mesa y los platos caen sobre las chicas, pero no solo eso, sino que se produce una serie de accidentes donde los comensales se resbalan gracias a los platos y alimentos embarrados sobre el suelo. Al ver lo que Rose acaba de ocasionar, las chicas se intentan escabullir hacia la entrada para poder evitar algún inconveniente.
Sin embargo, el dueño las espera en la entrada con dos mozos y este las señala con expresión furiosa y gritando dice:
—¡Así que ustedes iniciaron esto! ¡¿verdad?! Mejor piensen en pagarme por todo lo ocurrido.
—Claro…por supuesto…yo…tengo…—busca en su bolsillo la billetera, pero al encontrarla nota que ha llevado lo justo y necesario. Se da cuenta que se había llevado la billetera de Hiroshi, quien le pidió hace unos días si se lo podía cuidar cuando salieron a beber los dos con Olympico inclusive. —Lo siento Hiroshi…—reza por lo que hará a continuación.
Mientras tanto en el bosque, un breve pero intenso escalofrío recorre el cuerpo de Hiroshi:
—¿Qué carajo? —se exalta entre temblores corporales y espasmos mientras su rostro se torna pálido.
—¿Pasa algo, Hiroshi? —pregunta Olympico.
—No lo sé, siento que alguien está hablando de mí y pronto habrá un peligro muy grande sobre mí.
—Es preocupante lo que dices. Necesitas una pareja mi amigo, ya te estás volviendo loco.
—Cállate.
Como Lucy no pudo pagar debido a que tampoco alcanzaba lo que Hiroshi tenía en su billetera, Alphor, dueño del local, les ofrece trabajar solo hasta lo que resta del día. Con todo el pesar, Lucy acepta y se disculpa con las chicas, sintiéndose muy mal por haberles arruinado el día al no haber podido prever que la mayor parte del dinero se encuentra en el hotel. Rose la detiene, siendo ella la que se disculpa por todo.
El mozo lleva a las cuatro a la cocina para trabajar solo en limpieza. A pesar de lo ocurrido, Alphor sigue siendo agradecido por la labor de Lucy y ofrece un par de horas de trabajo. Maia ve los uniformes y en un acto de rebeldía se niega a ponerse esa ropa:
—Ni loca me pondré esto.
—Es lo correcto. Si no hubiera sido por mi torpeza…no habría arruinado nuestro día. —exclama Rose.
—Tienes razón. —dice Maia.
—Ya, ya, solo hay que trabajar diligentemente un par de horas hasta poder pagar por los destrozos. —dice Megumi.
—Tenemos derecho. Los hay, no me pondré esta porquería…sino miren a la profesora. —Maia señala hacia afuera donde Lucy está repartiendo volantes en la calle vestida de un gran pescado y el dueño elogiando el talento mientras ella murmura que espera regresar al hotel lo más rápido posible.
—Esto es demasiado cliché. —exclama Megumi. Las tres se miran entre sí y lanzan una pequeña carcajada.
Al cabo de un par de horas son liberadas tras haber pagado su deuda. Lucy apura la marcha para salir de ese sitio de la que forman parten la lista negra de nunca concederles una mesa ni servicio. Entonces, la cocina empieza a incendiarse debido a la torpeza de Rose:
—Rose…quiero preguntarte algo ¿olvidaste el fuego encendido? —pregunta Lucy.
—Si…—exclama con sonrisa incomoda.
—Ah. —dice Lucy.
—Y lo reconoces así tan fácil ¡¿eres tonta?! —se exalta Maia.
—¡Tú eres la idiota por ponerte a discutir con el dueño por esa estúpida ropa!
—Esperen chicas, quizás debamos ayudar al dueño…—dice Megumi, siempre apelando a su buena voluntad.
—Megumi, hay cosas de las que uno debe escapar, aunque no fuera lo correcto. Este es uno de esos casos. —la toma de la mano y apura el paso de las cuatro. —Cuando la vida de una dama corre peligro entonces ¡hay que correr!
—Mejor así o podrían obligarnos a trabajar de por vida. —dice Rose.
—¡Pero si fue por tu culpa! —grita Maia mientras las cuatro corren lo más rápido que pueden.
De regreso al hotel en la noche, las chicas se turnan para tomar una ducha. Lucy acepta ser la última en hacerlo. Mientras tanto, las demás esperan en sus camas. Un total de cuatro camas distribuidas dos de cada lado enfrentadas con sábanas blancas y almohadas del mismo color con una gran ventana que da a la avenida principal y un baño con ducha incluida al lado de la puerta de salida.
Megumi sale del baño con short corto gris, camiseta rosa y una toalla enroscada en la cabeza. Frente a la ventana, Rose y Maia observan el bullicio de los adultos. Tabernas, ferias, casinos, la noche en la ciudad costera es ciertamente interesante:
—No creo que Lucy nos permita salir durante la noche. —exclama la albina.
—La profesora se siente responsable por nosotras por eso dudo que podamos salir de noche. —dice Rose.
—Solo hay gente vieja caminando o viciosa. Suena bastante aburrido salir si me lo pregunta. —dice Maia recostándose en la cama.
—Chicas, ustedes me preguntaron sobre…bueno…que ocurre con Kaizer…—dice Megumi.
Al instante Maia se reincorpora y Rose se acerca a la chica buscando absorber todo el chisme:
—¿Sí? Dinos, dinos. —pide Rose casi suplicando.
Megumi cuenta a sus amigas los momentos que han vivido desde que se conocieron. Los sentimientos que han atravesado su corazón. El apoyo y como el chico la defendió incluso de los nobles. Rose suspira enternecida y aunque Maia sabe todo eso, no duda que hay amor entre ellos. Entre lágrimas se abrazan Rose y Maia y piden por más relatos.
Megumi, con rostro sonrojado, no puede disimular lo bien que se siente al hablar de esa persona. Sin embargo, sus palabras no salen fácilmente como al principio, posiblemente al sentir temor de no ser correspondida si se confianza. Teme que hasta pueda perder su amistad. Odiaría que ocurriese tal cosa y por eso siente que lo mejor es reprimirse a si misma, aunque se destroce por dentro. En ese momento en que ella reconoce no ser fuerte para soportar la decepción, Rose se planta frente a ella y exclama:
—¡Eso es una tontería y lo sabes! No deberías temer a tal cosa. Aún hay cosas que tristemente no sabemos sobre ti, pero te quiero como a una hermana y a ti también Maia. Las dos son mis mejores amigas y sin duda quiero lo mejor para ustedes, pero escuchar decir eso hace que mi corazón se sienta desventurado. Por favor…no te rindas…
—Ojalá tuviera el valor muchas cosas, pero por el momento solo puedo esperar. —reconoce Megumi.
—Al menos eres consciente de las cosas. —dice Maia. —Tienes que decirle lo que sientes en algún momento. —insiste.
—Maia ¿tú no estabas enamorada de Lucian? —pregunta Rose.
—¡¿Q-Que?! ¡¿Por qué soy yo ahora el centro de la escena?!
—Vamos, para mi es lindo Castlerscrawn y no puedo creer que esté soltero. —dice Rose casi suspirando.
—Jajaja. —ríen a carcajadas al unísono. La conversación se alarga bastante.
Detrás de la puerta del baño, Lucy escucha las conversaciones y carcajadas que se echan las chicas. La mercenaria sonríe satisfecha. No hay mejor cosa que saber que un grupo de jovencita disfrutan de lo que en verdad deberían, divertirse, hablar de chicos y no preocuparse por problemas de adultos:
—Haaaa, que bello es ser joven. —deja escapar con expresión nostálgica.
***PARTE II***
Horas antes en el bosque…
La segunda prueba llega a su instancia final, Kaizer se mueve ágilmente entre los árboles, deslizándose entre los troncos y aferrándose con sus manos desnudas, lastimándose en el proceso, para mantenerse fuera de las ramas. Salta entre los troncos y sobrepasa a todos. Kamata, por su parte, se mueve desde abajo, evitando así tocar los obstáculos.
La idea de sortear obstáculos viene de la intención, por parte de Hiroshi, de mejorar reflejos, agilidad, velocidad y sentido del espacio. Este tipo de sitios para entrenar es en un sentido para mejorar a aquellos que no luchan cuerpo a cuerpo ya que los que sí lo hacen tienden a tener un control corporal superior. Kaizer y Kamata son los ejemplos de eso. Lucian, por su parte, no es el mejor luchando a poca distancia tratándose de un especialista en tiros a distancia y Haiser lo mismo, su estilo de combate va con las cuchillas arrojadizas.
Los cuatro alcanzan una gran trayectoria. Kamata se acerca casi a la par de Kaizer. El espadachín mira hacia arriba, observando el ritmo con el que salta Kaizer, calculando cada segundo el momento justo:
—Te volviste muy veloz en tan poco tiempo. ¡Pero yo ganaré esta prueba! —exclama Kamata y de un solo movimiento corta en un tajo el árbol.
A Kaizer no le queda de otra mas que salta al árbol de enfrente, retrasándole y luego el espadachín vuelve a lanzar otro corte para derribarlo. Sin embargo, el chico usa su habilidad de premonición y se adelanta a cada movimiento de su amigo:
—¡¿Acaso quieres matarme maldito loco?! —le grita Kaizer.
—¡Esto es un entrenamiento para volvernos mas fuertes, deberías saberlo mejor que nadie! —responde Kamata.
Las palabras del espadachín son siempre crudas y con mucha verdad. Hiroshi los llevó a ese sitio para explotar sus habilidades porque sabe que a la larga necesitarán de eso para las luchas que se avecinan y no estarán los profesores para protegerlos siempre ni Doncaster.
Finalmente, la estrategia de Kamata surte efecto retrasando aún más a Kaizer y permitiendo que tanto Haiser como Lucian sobrepasen a ambos talentosos estudiantes. Uno de los troncos cae de lleno donde Kaizer y Kamata se encuentran. Hiroshi y Olympico se apresura para ver que estuvieran bien y al correr ramas, hojas y troncos sobre el suelo, ven a uno de los chicos sentado, exhausto y al otro de pie, pero con los ojos cerrados:
—Kaizer ¿estás bien? —pregunta Hiroshi.
—Si, solo cansado. —responde el chico.
—¿Tu Kamata? —Hiroshi mira al joven espadachín que tiene sus ojos entrecerrados. Escucha sonoros ronquidos proveniente de Kamata —¡¿Qué, que?! ¡¿está durmiendo?! — se exalta al ver como un globo de moco sale de su nariz y sus ronquidos son cada vez mas sonoros. Olympico empieza a reír a carcajadas.
—Este mocoso, jajaja, es demasiado gracioso. —exclama Olympico entre risas.
—Vaya, supongo que no hay nada que hacer. Olympico, llévalo a la meta y luego vamos a descansar todos. —dice Hiroshi.
—Dalo por hecho. No me tomará mucho. —alza al chico entre sus brazos y lo lleva hacia la tienda de campaña de los chicos.
Después de un entrenamiento tan feroz que requiero de mucho esfuerzo por parte de los cuatro chicos donde trabajaron su agilidad, velocidad, reflejos y fuerza, así como comprensión del entorno, caen rendidos en el suelo con dificultad para respirar. Unos minutos después, llega Hiroshi con una gran cuchara en su mano preparado para cocinar.
El menú del día, según les explica Hiroshi, es un estofado de caracoles agridulce con salsa que trajeron desde la academia y unos frutos recolectados, así como hierbas comestibles. Sin embargo, resta la ultima parte del entrenamiento.
—Habrán descansando lo suficiente. La situación es la siguiente, van a ser dos equipos, Lucian y Kamata por un lado, Haiser y Kaizer por el otro en un combate simulado por eliminación. Quien no pueda continuar queda fuera. Gana el equipo que venza al otro. Muy simple. —explica Hiroshi.
Volver a escuchar que estarán en un mismo equipo hace hervir la sangre de enojo a Kamata y Lucian pero todo tiene un sentido lógico para Hiroshi. Los equipos mas disfuncionales suelen compenetrarse mucho mas que aquellos consolidados. A veces:
—¡Tsk, no puedo creer que vaya hacer equipo contigo! —se queja Kamata.
—El sentimiento es mutuo. Mediocre. —le responde Lucian con una burla al sacar la lengua.
—Oh ¿te refieres a ti mediocre de mierda? —contraataca con otro insulto.
—Sabes a que me refiero maldito espadachín.
—¿Qué? ¿quieres morder el polvo? —le pregunta amenazante.
—Kaizer…—murmura Haiser.
—Si, lo sé. ¡Vamos!
—Kaizer y Haiser se empiezan a mover en formación de pinza. Para que sea equilibrado, Kaizer irá por Kamata y Haiser por Lucian. —piensa Hiroshi mientras observa el desempeño de ellos. —Veamos cómo se maneja Kamata y Lucian. —añade. Ver a los chicos pelearse y no compenetrarse como pensaba le resulta vergonzoso. —Esos dos…será un problema si están en el mismo equipo.
Haiser y Kaizer intercambian miradas y asientan al mismo tiempo. Se mueven atacando por el costado de Kamata y Lucian aprovechando que están discutiendo sin prestar mucha atención a su alrededor:
—¡Ya cierra la boca tirador de poca clase! —el espadachín levanta varias veces su espada lejos de la vaina. Claramente está molesto.
—¡¿Quieres probar mis disparos?! ¡haberlo dicho antes imbécil! —agita su arma. Para el entrenamiento, Olympico le entregó a él una honda que puede colocarse en el antebrazo y disparar pequeñas rocas.
—¡Ahora idiota! —grita Kamata.
—¡No me des ordenes! ¡se lo que tengo que hacer!
Un destello subconsciente alerta a Kaizer, muy distinto a cuando usa su habilidad de premonición. Lucian usa su arma para dispararle a Kaizer y Kamata da unos breves pasos y sin sacar la espada de la vaina, repele el ataque de Haiser, empujándolo varios metros lejos. Luego de eso, Kamata retrocede hacia Kaizer para confrontarlo luego de que la roca hiciera desestabilizarlo y se tropezase contra el suelo:
—Ellos…esto no parece una simulación mas bien…se están divirtiendo. Sonríen mientras se atacan. Creo que al final de esto se trata el campamento. Supongo que en parte necesita sonreír y pasarla bien. —piensa Hiroshi y sonríe satisfecho por el éxito del campamento.
Haiser saca unas cuchillas hechas con madera las cuales lanza hacia Lucian mientras que recarga y dispara rocas pequeñas que porta en su bolsa. El terreno es accidentado. Hiroshi había elegido la zona donde hicieron la carrera de obstáculos por lo que ninguno está cómodo en esa situación.
Lucian intenta usar cada obstáculo a su alrededor para lograr vencerlo, pero sin darse cuenta, Haiser aprovecha la mínima distracción del tirador y golpea a puño limpio obligándolo a saltar hacia atrás. Tanto Lucian como Haiser abandonan sus armas para centrarse en mejorar en el combate físico. Saben que no están el nivel de fuerza y resistencia como Kaizer o en términos de eficacia como Kamata pero darán lo mejor para no quedarse atrás.
Entonces, los dos se asestan un golpe al rostro en el mismo instante. De repente, Kaizer cae al suelo desde varios metros sobre Lucian y Haiser.
Haiser a duras penas se pone de pie y ve a Lucian tirado, sin poder continuar. Levanta su puño en señal de victoria, sintiéndose ahora muy seguro de si mismo que puede mejorar hasta que Kamata baja desde la rama de un árbol y lo golpea con fuerza arrojándolo varios metros. El rostro del muchacho está hinchado por el tremendo golpe.
Quedan Kaizer y Kamata para terminar el combate simulado. Intercambian miradas haciendo que la tensión en la atmosfera sea brutal. Hiroshi es consciente de que la orden tiene a dos talentos impresionantes. Dos futuros lideres de la orden asesina. Quizás sea algo que no se vea todos los días.
Kamata y su honor hacen que desista de seguir usando su arma y levanta sus puños. Kaizer hace lo mismo y se pone en posición de combate.
Se impulsan hacia el otro y se golpean con tal fuerza en el rostro que la onda expansiva generada fuerza a hojas y ramas ser arrastradas y el agua a metros de ellos genera pequeñas olas:
—Nada mal. —dice Kamata.
—Lo mismo digo. —sonríe Kaizer.
El combate dura casi dos horas sin un claro ganador. Y aunque intentan vencer a su contrincante, se nota que no hay intención de ir con toda la fuerza ni habilidades por lo que en el ataque final ambos erran y caen rendidos. Kaizer impacta primero sobre el suelo y luego Kamata cae sobre la espalda de su amigo. Completamente exhaustos y con mucho apetito desisten en continuar.
Hiroshi termina la pelea sin un claro ganador, aunque para los chicos y su nivel de detallismo hace que piensen que el espadachín volvió a vencerlo. Inmediatamente el aroma de la comida reanima sus cuerpos y corren los cuatro mientras sus estómagos crujen:
—Veo que les abrió el apetito entrenar de esta forma. —dice Olympico.
Hiroshi y Olympico notan que los chicos desarrollaron un gran cambio desde que comenzaron el entrenamiento. Sus habilidades y compenetración. Es increíble como el dueto de Lucian y Kamata funcione tan bien que, aunque se lleven complicado, no dejan de ser amigos y compañeros por lo que indudablemente tienen futuro si se apoyan el uno sobre el otro. Haiser es otro que ha mejorado en su totalidad.
Sin embargo, sigue notando que Kaizer mejoró, pero también nota que algo no está del todo bien en el chico. Algo muy interno. Sus sentimientos llenos de confusión y angustia al no saber que hacer con lo que siente por alguien.
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