Academia de Asesinos - 107
Durante la madrugada en el hotel donde las chicas se hospedan, Megumi observa por la ventana la repentina lluvia torrencial que se impone en ese lado del territorio del oeste. Ella centra la mirada nostálgica y ambos brazos rodeando sus piernas levantadas y el mentón apoyado sobre ambas rodillas. Piensa en muchas cosas y parece que la lluvia potencia ese sentimiento abrazador que la entristece muy a menudo y nunca se lo puede sacar de la mente.
Las lágrimas rebosan de las mejillas de la joven y contempla con vacío en los ojos mientras siente como desearía que muchas cosas no hubieran pasado. Lucy despierta con ganas de orinar, debido a que ha estado bebiendo demasiado últimamente. Allí ve mirando la ventana desde su cama a la joven y escucha como llora desconsolada. Al mismo tiempo, Rose y Maia también se despiertan por sus llantos. La tristeza no logra ser expulsada del todo.
Lucy sea cerca silenciosa y la envuelve con sus brazos por detrás y consuela. La chica no desea que la vieran llorar, pero es alguien muy emocional y de un corazón tan inocente que agradece abrazando a la mercenaria. La vergüenza que siente es apartada a un lado.
La mercenaria, sin dar vuelta a la chica, le seca las lágrimas y besa la parte de arriba de la cabeza y luego acaricia sus cabellos plateados. Rose y Maia se sientan en la punta de la cama frente a Megumi y Lucy para contener a su amiga.
Las tres se sienten consternadas por el largo silencio de ella ya que solo llora y la mirada no se despega de la ventana. La mercenaria, impulsada por la preocupación e instinto maternal le pregunta al verla así tan vulnerable:
—¿Qué aflige a tu corazón, Megumi?
—No…es nada…solo…—intenta decirlo, pero las palabras cuestan demasiado y la pesadez en su corazón es demasiado. Le duele.
—Vamos Megumi, siempre lloras a esta hora. Incluso en nuestra habitación tratas de cubrirte con toda la sabana para que no te escuche. —dice Maia.
—Maia…yo…
—Puedes contarnos. Somos mejores amigas, las tres ¿verdad? —pregunta Rose.
Megumi toma una fuerte bocanada de aire, pero el remolino oscuro en su pecho hace liberar un descontrolado llanto y así busca consuelo de sus amigas quienes no dudan en dar unos pocos pasos y abrazarla. Tras unos breves segundos, Megumi llora ahora de manera sonara. El llanto es tal que cae al suelo y golpea con su puño mientras maldice.
Luego de unos instantes, Megumi se calma y se sienta junto a la cama, pero en el suelo. Allí les cuenta su historia, detalles que no sabían, su infancia y jamás haber conocido a sus padres. Lo único que recuerda son los rostros de decenas de hombres pasando por la pequeña habitación donde era mantenida cautiva y con grilletes en sus piernas. A veces le colocaban grilletes en sus brazos para evitar que hiciera un escándalo como querer huir. Los continuos abusos que la hicieron pensar en querer morir en más de una ocasión y más hechos terribles en su historia hacen que Rose y Maia se tomen del rostro, incapaces de digerir todo lo que la chica les está contando.
Lucy la toma de la mano para evitar que continue contando tal experiencia traumática, pero Megumi niega con su cabeza demostrando que quiere contarles todo y liberarse sabiendo que jamás será juzgada.
Megumi explica con dificultad porqué despierta durante la madrugada, observa el horizonte y llora mientras se pierda en el cielo:
—Durante mi cautiverio cuando no había ningún hombre que me ultrajase, dedicaba mucho tiempo a mirar a través de un agujero de mi habitación. Se podía ver el cielo estrellado y hacía que mi imaginación volase sin restricción. A veces deseaba que me crecieran alas para poder volar, añorando la libertad. Era lo que me sostenía de usar los grilletes para ahogarme. No había un solo día en que no desease partir de este mundo. Inclusive hoy en día sigo aprisionada en esas sensaciones de hombres tocándome…haciéndome…cosas horribles. Me siento demasiado sucia…— recordar las sensaciones y contar esos hechos paraliza de temor a Megumi y se envuelve con sus propios brazos y tiembla, tratando de controlarse para evitar gritar del shock con solo recordarlo. Las chicas vuelven a abrazarla.
—Tranquila, tranquila, estamos aquí para cuidarte Megumi. —Lucy la consuela.
—Estamos aquí para lo que necesites, siempre. —dice Maia.
—Si deseas llorar, hazlo, no te contengas. —exclama Rose.
—Lo sé, pero aún quedan secuelas y hasta no sacarme esto de mi corazón jamás seré libre. —Megumi se levanta la remera, revelando su torso desnudo y a la altura de los pechos hay marcas de pequeños cortes y mordidas y en su espalda marcas de azotes, así como la de piel y carne quemada. Es la marca de la esclavitud mercenaria a la que mujeres antarienses están sujetas adherida con fuego y hierro a la carne viva de ella como recordatorio de que vivió tal cosa en su tierna y triste infancia. El horror en el rostro de las tres es evidente. Apenas era una bebé cuando le insertaron la marca en la espalda, pero sigue tan vigente y doloroso.
Completamente indignada, Lucy la consuela colocando su mano derecha sobre el hombro de la adolescente:
—No sabía que el peso que sientes en tu corazón y alma fueran tan grandes incluso en este punto de tu vida. Comprendo que no te sientas libre, no aún, pero esos años de sufrir ya no existen, tienes amigas, tienes amigos, no estás sola. Sin embargo, solo tú puedes buscar la respuesta a tus sentimientos y temores. Hay heridas que no sanan del todo y con el correr del tiempo las tendremos de recordatorio cuando miremos hacia adelante y haya un gran cambio para nuestras vidas. Quien sabe, en el futuro quizás formes una hermosa familia con un esposo que ames, hijos, amigos. Solo debes avanzar sin mirar hacia atrás.
—¿Crees que pueda…sanar esta angustia que siento? —pregunta inocentemente con expresión de una niña herida.
—Claro que sí. Te lo dije, tienes amigos que te aman y ya no eres cautiva. Puedes ser muy fuerte y así nadie podrá hacerte daño. —sonríe y guiña un ojo. —Las mujeres podemos ser muy fuerte sin ponemos nuestro corazón en ello ¿Qué me dices?
—Supongo que sí. —responde Megumi.
—Ánimo, tú puedes. Siempre podrás contar con nosotras. — interviene Maia, y junto con Rose unen sus manos con las de la joven. —Quien quiera hacerte algo se las verá con nosotros. —añade la pelo azul y enamorada de Lucian.
Maia y Rose saltan sobre ella, abrazándola y acariciándole el rostro, además de tirarle de las mejillas muy dulcemente mientras le reclaman no volver a decir de acabar con su vida porque si no se sentirían muy tristes. Lucy las observa con una sonrisa de compasión y amor maternal.
La noche transita de forma extraña, pero con carcajadas, momentos bellos y fraternidad de por medio entre las chicas. Eso fortalece sus lazos de amistad. Sin embargo, la incertidumbre lleva a Megumi a mirar hacia la ventana y pensar en Kaizer. Las palabras pueden calmar momentáneamente pero el dolor persistirá quien sabe hasta cuándo.
***PARTE II***
Al día siguiente, los chicos despiertan muy temprano, ansiosos por explorar el bosque debajo de las montañas. Después de un breve desayuno que consiste en pescado, verduras y algunas especias que afortunadamente Olympico trajo consigo, emprenden el camino hacia las aguas termales que se encuentran a unos pocos kilómetros. Recogen las tiendas de campaña y caminan a paso lento y entusiasta hacia ese lugar.
El sol no ha alcanzado su punto álgido pero cada bocanada de aire es tan fresca como revitalizante.
Al llegar al lugar, se encuentran con un lago del cual sale de su superficie vapores producto de las temperaturas deliciosas de sus aguas. Aguas cálidas y cristalinas. Estas se extienden en un lago rodeado por rocas negras, debido a los minerales concentrados y arboles de pino que parecen custodiar a las aguas termales.
En el camino, notaron otro campamento donde ubicaron a varias familias. Sin embargo, continuaron sin darle importancia ya que lo encontraron vacío así que decidieron aprovecha al máximo que están solo los cinco.
Con la velocidad que solo chicos de su edad pueden hacer se desvisten quedando desnudos y de un brinco, los cuatro caen al agua, sumergiéndose con el cuerpo completo y luego emergiendo con sus cabezas liberando vapor de allí. El calor penetra en sus músculos. Kaizer y Kamata se relajan por demás ya que fueron los que recibieron mayor peso en sus entrenamientos por lo que sus cuerpos están muy agotado y tensionados:
—Haaaa, esto es vida. —deja escapar Lucian con un suspiro.
—Profesor. ¿Sabe a dónde se fue el profesor Hiroshi? —pregunta Haiser al no haber visto al espadachín en todo el día.
—Hiroshi se tuvo que ir a la academia por unos asuntos. No se preocupen, solo disfruten del descanso. —responde Olympico. —Se preocuparán si les digo que Hiroshi fue a escoltar a Vorex de regreso. Supongo que no podrá estar en el regreso. —piensa mientras rasca su cabeza.
Olympico vigila desde una de las enormes rocas que le permite ser vigía de una gran extensión de tierra para que no pase nada grave con los chicos.
A pocos metros de él, Kaizer llega escalando a la cima de las rocas a unos veinte metros y frente a la mirada de sus amigos salta intrépidamente, pero en su último paso resbala y cae golpeándose la cabeza contra las rocas, una tras otra.
El asesino, preocupado, se zambulle en el agua al ver la situación. Sin darse cuenta, pierde la parte debajo de su ropa y esta se aleja mientras flota sobre el agua. Kaizer emerge con un severo chichón en la cabeza y empieza a reírse de lo que ha pasado, aunque Olympico lo regaña por tal movimiento como si querer desafiar a la muerte fuera un juego.
En ese momento, Kamata y Lucian compiten por ver quien aguanta la respiración bajo el agua, aunque el espadachín acaba siendo el perdedor y cuando saca la cabeza hacia la superficie también se lleva consigo la ropa interior de Olympico. El rostro del chico es cubierto por los calzones del asesino, así que los toma y arroja al rostro de Lucian, quien se ríe del infortunio de su amigo. Olympico les ruega que no jueguen y le regresen la ropa interior.
Terminada la jornada, vuelven a la zona donde han acampado durante días. Kaizer recibe en el campamento primero auxilios, siendo vendado por Olympico. Al lado del chico está Lucian, también con vendas en la cabeza tras haber arrojado la ropa interior del asesino muy lejos y como si fuera poco, el tirador se acerca a las rocas y una de ellas se desprende, de donde Kaizer estaba trepándose, y le cayó en la cabeza. Fue un día accidentado.
Lucian, Kaizer y Olympico aprovechan que los peces están muy activos para cazarlos y usar en la cena. Mientras tanto, Kamata afila sus espadas dándole mantenimiento diario para evitar que el óxido tomase la hoja y la corroa. Haiser, por su parte, recoge ramas cecas y algunas raíces para el fuego.
Mientras pescan, Olympico nota raro a Kaizer así que le pregunta:
—¿Estás enojado porque te regañé?
—¿Eh? No, no ¿Por qué lo preguntas?
—Te veo muy intranquilo. ¿Qué sucede por tu mente? ¿quieres contarme?
—Desde la pelea en el bosque que me encuentro intranquilo. Eso es todo.
—¿Te sientes como que aún no estás al nivel de ellos?
—S-Si, ¿Cómo lo sabes?
—Al parecer es algo que les está ocurriendo a todos. Bueno, a los estudiantes involucrados. —reconoce angustiosamente. —Pero si lo piensas, estos días de entrenamiento ayudó mucho. Se ve cuanto han mejorado.
—Yo…quiero usar esta mejoría y proteger a mis amigos. —aprieta sus puños con gran sensación de impotencia. Necesita volverse más fuerte y no sabe que más hacer.
—Este chico no sabe el tremendo potencial que tiene y cuanto ha mejorado. —piensa Olympico. —Te entiendo, hay mucho temor en ti ¿no es verdad? Temes que esa gran diferencia que ahora tienes respecto a tu yo anterior no sea tanta. —dice al chico.
—Temo…no poder hacer nada y ver cómo les hacen daño. Quiero aprender más maneras de entrenar y volverme tan fuerte como ustedes y enfrentar a Alexander sin tener miedo de no poder vencerlo. Me siento tan frustrado.
—Esa es una buena actitud Kaizer y un sentimiento que debes dejar que te guíe. A veces la frustración es una buena manera de poder ir más allá de tus límites. —le acaricia la cabeza. —Muchas veces, la frustración intenta evitar que podamos dar pasos al frente por lo que tenemos que desafiarla y la mejor manera de volverte más fuerte es romper con ese muro.
—¿Crees que hay algo más allá de ese muro? —pregunta el chico.
—Todos nosotros tenemos un muro que nos impide sobrepasar nuestros límites. ¿Acaso nos detenemos y damos la vuelta para olvidarnos?
—No, lo derribamos. —responde Kaizer.
—¿Y con que o cómo?
—Con… ¿voluntad?
—Ahí tienes la respuesta. La fuerza, velocidad o tener buen manejo de armas son cosas materiales pero el verdadero limite es lo que se nos escapa de ello, lo que no podemos ver y aun así nos convierte en lo que somos. La verdadera pregunta es ¿Qué quieres ser a partir de ahora?
Mientras afila su espada, Kamata también oye las palabras del asesino e interrumpe la conversación:
—¿Cuándo dejarás de pensar de ese modo?
—Oye, ten mas tacto. —dice Lucian con ganas de insultarlo.
—El incendio y la aparición de Alexander junto con esos otros mercenarios, no fueron coincidencia y aun así nos hicieron ver que somos incapaces de pelear contra los peligros a futuro. Se notó demasiado que solo jugaron con nosotros. Esos bastardos, nos dejaron en ridículo. Será la última vez que ocurra y es por eso que no hay que dudar ni dejar que los fracasos nos venzan. —exclama el espadachín.
Olympico se voltea hacia Kamata y no le dice nada. Tiene todo el sentido del mundo que se sienta así te impotente, tratándose de alguien muy orgulloso de sus propias capacidades, no la ha pasado bien cuando enfrento a los peligrosos enemigos y mucho menos cuando sus amigos estaban en peligros de muerte. El sentimiento es compartido también por Lucian:
—Es evidente que no pudimos hacer nada. Fueron superiores en todo. Ahora tenemos más enemigos que nunca.
Kaizer deja que su corazón lleno de inseguridad hable por él:
—Chicos, discúlpenme, temo no poder protegerlos por culpa de mi debilidad. No sé qué hubiera pasado si…—se lamenta aun cuando ha pasado un tiempo y el entrenamiento hizo mejoras en sus habilidades.
—¡Ni se te ocurra continuar con eso Kaizer! ¡Aquella ocasión salvaste a Megumi y mucho antes a Maia, a ella y a mí y tuviste que enfrentar a Alex! —le grita Lucian para que entrase en razón de una buena vez y que no fue todo un fracaso su pelea ya que pudo proteger a alguien.
—El tirador tiene razón. Sin tu determinación jamás hubiéramos salido vivos de esos momentos. No te culpes por nada. Hay que entrenar más duro que nunca. Tu…puedes llegar a ser más fuerte que yo y estoy seguro que será así. Me lo demostraste en nuestro entrenamiento. —exclama Kamata con dificultad debido a su gran orgullo de espadachín. — Volver a lo mismo es una perdida de tiempo y lo sabes muy bien.
—Kamata…tu…me estás alentando a ser más fuerte ¿Qué tu? — se sorprende Kaizer.
—Tómalo como mi intento por seguir respaldándote. Te ayudaré a entrenar todo lo que pueda. Pero…lo harás…sé que lo harás. —el espadachín se sonroja y mira hacia otro lado, pero sus intenciones son claras.
—Vayas palabras de camaradería las que dijiste Kamata. Entonces, Kaizer, de ti depende mirar al futuro con optimismo. Ser más fuerte con una meta fija o seguir pensando en que no pudiste y quedarte así sin más. —dice Olympico.
Evidentemente Kaizer no es un chico que salga fácilmente del circo vicioso donde los fracasos en lugar de superarse, quedan adheridos con fuerza por un largo tiempo. Sin embargo, cuenta con la ayuda de sus amigos quienes desean apoyarlo para superar sus propios límites.
Una sonrisa se muestra en Kaizer, quien acepta con total hombría el desafío que se le puso en medio del camino y seguir hacia adelante mientras que los demás no pretenden quedarse atrás y también sonríen en respuesta a ello.
Pero el viaje apenas comienza…
***PARTE III***
En los terrenos de la mansión de Don Leopold, los subordinados a este preparan los carruajes para transportar todo lo necesario sean armas, herramientas y fuerzas humanas con las que ejecutar el tan ambicioso plan. El destino del corto viaje será un sitio muy cerca del coliseo donde se dará la mayor parte del evento.
Don Leopold reúne a sus aliados y subordinados para darles unas palabras y desearles la mejor de las suertes. Siendo un hombre de pocas, pero poderosas palabras, el hombre de la facción mas fuerte del bajo mundo enuncia un discurso breve que llena de euforia a los demás hombres y mujeres con traje:
—Odio decirlo, pero es bastante hábil para dar confianza a los suyos. —le dice Ehirazu a Alex por lo bajo.
—Si, ya me di cuenta. —responde sin bajar la mirada sobre Leopold. Decide acercársele para hacerle una pregunta respecto a la seguridad. —Leopold, ¿cuántos carruajes movilizaremos?
—Diría que una docena ¿Por qué?
—En el camino habrá demasiada seguridad. Están los peajes. Se supone que no tenemos que dejar que sospechen, pero verán a doce carruajes moverse con personas y equipaje. Sospecharán. —dice Alex, desconfiando de que puedan lograr pasar frente a una seguridad que, tras lo acontecido en el oeste, pudiera perjudicar el desarrollo del evento aun cuando falta un tiempo.
—Niño ¿Por qué quien me tomas? Eso ya está arreglado ¿sabías?
—¿A qué te refieres? —deja escapar el joven mercenario.
—Digamos que Antares es un sitio para gente como nosotros. Tu me entiendes. Además, hay que llegar lo mas pronto posible. El instante en que esos cuatro bastardos estén juntos ahí ejecutaremos el plan. —sonríe rebosante de confianza.
—Que exceso de confianza. —piensa Alex. —Tan infalible será su plan ¿o hay algo mas que no nos ha dicho?
—Tu plan a esta altura me importa un carajo…—dice Tauro despreciando lo que su aliado había planeado con tanto cuidado y esbozando un tono egocéntrico cargado de resentimiento, pero también una ligera sonrisa en el rostro.
—¡Tsk, bastardo irrespetuoso, yo te enseñaré…! —exclama Martiny al escuchar como Tauro habla a Leopold. Desenfunda amenazante una de sus espadas.
—Martiny guarda tu arma por favor. Tenemos que mantener una actitud serena…hasta que el plan haya sido ejecutado. —le pide Leopold.
—Lo siento…me dejé llevar…—responde avergonzado.
—¡Tan solo me interesa vengarme de esa maldita mocos! Ya sabrán ustedes lo que es mejor. Ya se los dije, tienen mi fuerza y recursos, pero solo hasta que tenga la cabeza de esa perra.
—Puedes estar muy seguro que tendrás tu venganza. Solo esperen, podrán saborear las mieles de la victoria. En cuanto se den cuenta, vamos a estar bebiendo vino sobre las ruinas de la orden asesina. —exclama de forma gloriosa Don Leopold.
Alex encuentra interesante la personalidad del hombre, pero también le inquieta algo en todo el asunto sobre la venganza de Tauro, como si el líder de la facción mas fuerte en el bajo mundo fuera tan complaciente con el maniático. Puede ser porque la fuerza de Tauro es considerable, sus recursos importantes o porque es conveniente deshacerse de un poderoso rival. Quien sabe, todo puede pasar en el “Underworld” de Antares.
El torneo está cada vez mas cerca y el destino monta el escenario para una nueva batalla en la que muchos bandos lucharán para preservar algo.
Comments for chapter "107"
QUE TE PARECIÓ?