Academia de Asesinos - 16
A casi una semana para llegar a la frontera y en buen tiempo de viaje, Hiroshi se detiene en medio de un bosque denso y cuya atmosfera es muy pesada para soportarlo. Ni él sabe cuál es la razón por la que ese lugar es así, pero desde que entró allí no pudo dejar de sentir que algo anda mal como si los animales escapan al verlo. Inclusive se da cuenta de que no había visto a nadie en un largo rato por lo que decide ponerse en guardia y mantenerse en silencio y calmado.
Pisadas y movimientos extraños sobre las ramas en las alturas de los árboles que pocos podrían detectar sin usar una técnica especial para ello.
En los próximos segundos, Hiroshi respira muy hondo y con calma para no permitir que quien lo está vigilando pudiera darse cuenta de que fue detectado desde mucho antes. Mientras esto ocurre, Hiroshi se hace muchas preguntas sobre lo que ocurre ¿será él? ¿por qué está aquí? Sin embargo, nada parece seguro excepto el enfrentamiento inminente:
—Creía que era bastante ágil para moverme y evitar ser seguido. Veo que sigues igual de cobarde como siempre…Kazumayo. — se voltea y lo mira con mirada agresiva.
—Un placer volver a verte, Hiroshi. Parece que ya eres todo un hombre. ¿Cuánto ha pasado? Unos… ¿diez años casi? — dice Kazumayo.
—Eso no importa ahora. — responde Hiroshi. Desliza su mano hacia la espada que cuelga de su cintura.
—¡Hey, hey vamos! Solo vengo a charlar. — dice Kazumayo con ambas manos hacia arriba.
—¿Hablar? Recuerdo esas palabras. Fueron las que usaste para atraer a mis compañeros y luego masacrarlos. ¡Maldito hijo de puta! — se enfurece de tal manera que saca su arma y la apunta en dirección al enemigo.
—No vale la pena hablar de cosas del pasado. Vengo a proponerte algo interesante ¿Qué me dices?
—¿Qué no vale la pena? — al oír esas indiferentes palabras, Hiroshi aprieta sus dientes y se aferra a la espada. Mientras tanto su cuerpo es envuelto en una feroz aura e intensa sed de sangre.
—Hey, espera un segundo. — dice Kazumayo con mezquina sonrisa— Sabemos que yo no tendría ninguna oportunidad contra ti. Quizás en su momento por muy poco pero ahora lo dudo mucho. Quiero que me escuches y luego si quieres podemos enfrascarnos en un enfrentamiento sin un claro vencedor…— su sonrisa desaparece— Porque a nuestro alrededor hay múltiples mercenarios que vigilan que yo no muera.
—Eres un pésimo mentiroso. Hace exactamente treinta minutos estuve usando mi origen y nunca sentí alguna presencia. — responde Hiroshi— Di lo que quieres decir.
—Sabes que durante meses he estado en la academia del sur, trabajando como profesor de matemática. Se que tu gente de inteligencia tiene un ojo puesto sobre mí y en los nobles. No son tan estúpidos como para ignorar los secuestros, pero no pueden hacer nada por varios motivos…— explica Kazumayo.
—Las pocas pruebas que hay. El poco conocimiento sobre ti y quienes te respaldan además de los nobles. Y por sobre todas las cosas, quien está respaldando a los nobles. Puede ser la orden mercenaria u otra organización en quizás algún continente más alejado. — interrumpe Hiroshi.
—¡Braaaaaavooooo! — aplaude Kazumayo— Debo decir que no es para nada sorprendente que el mejor elemento de la división de inteligencia en toda su historia sea tan hábil en el manejo de la información. Supongo que sabrás mi propuesta. Necesito gente como tú que…
—No.
—¿Huh? Pero…
—No.
—Ahh. — suspira Kazumayo— No ves una buena oportunidad de frente ni, aunque la tuvieras a milímetros.
—¿Ya terminaste? — retrocede su pierna derecha para ponerse en posición de combate— Voy a terminaste con esto, pero no te mataré. Había olvidado que Doncaster te quiere con vida.
—Veo que no tienes el más mínimo interés. Entonces hagámoslo. Muéstrame porque te llamaron alguna vez la bestia gris. Quiero ver de qué estás hecho.
Sus pies se hunden con fuerza inhumana hasta romper el suelo al mismo tiempo que balancea la espada envuelta en una feroz aura que se expande lentamente.
Kazumayo retrocede al darse cuenta de que está en el rango de ataque de Hiroshi, pero no llega a tiempo y es confrontado cara a cara por el espadachín, quien se apresura con gran velocidad:
—¡Carajo, que rápido! — piensa Kazumayo al verlo acercarse tan velozmente.
—Esto se termina aquí…Kazumayo…—dice Hiroshi sin una porción de aprecio por la vida de su enemigo.
Sin embargo, en cuanto lanza el corte vertical contra el pecho de su enemigo este desaparece para escapar hacia la enorme rama de un árbol a varios metros de distancia. Antes de liberar el ataque, Hiroshi detiene su brazo y con ello el aura que envolvía el arma deja de manifestarse:
—Fiuuuu, eso sí que estuvo cerca. Debo admitir que eso se sintió nostálgico. El corte que me hiciste en aquel entonces no fue nada con lo que me ibas a hacer. — revela el corte que le hizo Hiroshi cuando apenas el asesino era un adolescente— Pero dime una cosa. ¿Sabías que yo iba a moverme? Por esa razón detuviste tu corte ¿cierto?
—Se que eres un maldito cobarde. No sigues ninguna regla ni código de honor. ¿Por qué no sacas tu arma y me enfrentas? ¿acaso tienes miedo?
—No, solo quería ver cuan fuerte te volviste y aun despuesta de rechazar mi oferta sigues sin inmutarte. Me recuerda a tus compañeros rogando por su vida. Inclusive tu estando empapado en su sangre y orina. ¡Vaya que…!
En un instante el pecho de Kazumayo se abre de un profundo y doloroso corte. Mientras el sanguinario sujeto se mofaba de los compañeros caído de Hiroshi, este se abalanzo a una velocidad casi imperceptible contra el desprevenido Kazumayo.
La sangre brota del pecho y la boca, cayendo al suelo desde varios metros. Sin poder mantenerse en la gruesa rama, Kazumayo cae debilitado al suelo, impactando con fuerza su cuerpo:
—No voy a repetirlo. Deja de hablar así de mis compañeros, asqueroso mercenario. ¡O no llegarás entero con Doncaster! — amenaza Hiroshi con una violencia inusitada. Su corazón se acelera y aprieta la espada con ganas de quitarle la vida en un instante mientras recuerda su adolescencia con aquellos que mancharon con su sangre las manos de Kazumayo.
—Esto…— vomita sangre por la profunda herida— Si que es una nostalgia oscura. ¿S-Sabes…que significa…nostalgia oscura? Es algo así…como…recordar con desprecio o tristeza…eventos pasados… ¡jajaja, diablos que te volviste muy fuerte!
Apoya sobre el cuello de Kazumayo la espada:
—Vendrás conmigo y nos vas a decir todo sobre los nobles y lo que planean. Quiero que escupas todo. No voy a permitir que sigas secuestrando a más inocentes. No lo pienso permitir.
—Je, si tienes tantas ganas ¿Por qué no lo haces? Estoy seguro que Doncaster lo reprobará, pero ¡qué diablos…es una oportunidad…única…! Auch auch…— se queja cuando Hiroshi le pisa el pecho— Si, esa es una…agradable…actitud…auch…— se agita al hablar.
—¿Huh? — mira a su alrededor cuando siente extraños movimientos.
—Lo siento, pero no…quiero morir…— dice Kazumayo en tono serio y tratando de recomponerse al ver que Hiroshi mueve su espada a un lado.
—¿Qué mierda está ocurriendo? — siente múltiples presencias que lo rodean de a decenas.
—¿Creíste…que tu origen…era lo bastante amplio abarcar varios cientos de metros?
Lentamente Hiroshi se ve rodeado por múltiples mercenarios de rango bajo, vestidos de negro y los rostros cubiertos por una tela del mismo color. Cada uno portando un arma diferente ajustada a sus habilidades:
—Ellos saben que no pueden vencerte ni siquiera yo. Pero evitarán que me persigas y captures. Para que sepas…ellos son llamados “Neblina Negra”. Te imaginaras por qué. — dice mientras desaparece entre la vegetación.
—¿Neblina negra? Conozco a ese grupo de mercenarios. Son mil de clase muy baja pero su estrategia es la que los hace inusuales. Se presentan de a diez o veinte y a medida que caen se van recomponiendo con los que esperan su turno. Esto va a ser molesto. — piensa Hiroshi.
Suspira mientras lleva su espada hacia el hombro izquierdo:
—Ahora veo que estoy en el camino correcto o quizás ustedes no se encontraban en esa ciudad sino más bien…ya estaban en el oeste desde hace tiempo. — mira de reojo, observando a los enemigos que lo rodean—Entonces ¿empezamos? — dice esto y de su cuerpo salen un aura gris con la que manifiesta su habilidad de copiado proveniente de sus ojos. Una habilidad ocular que puede confundir con el clan de Ojos Maestros, pero es algo que surgió en Hiroshi cuando era niño.
***PARTE II***
En ese mismo momento en la academia, Olympico se reúne en el salón con Kaizer.
Últimamente las acciones que comete el chico son tan llamativas que los profesionales se encuentran preocupados por la propia seguridad de ellos. Aún con los nobles manteniéndose calmos y sin tomar acción aparente, nadie les asegura que pueda seguir así. Una prueba concreta es que los nobles preparen estrategias tan terribles como intentar asesinar a otro alumno como es el caso de Kamata quien por suerte solo fue lastimado:
—Imagino que sabes porque te cité aquí. —dice Olympico.
—Francamente no. — responde con honestidad.
—Vamos Kaizer, esta absurda rivalidad con los nobles ya es demasiado. — se queja Olympico.
—¿Solo eso sabes? — pregunta Kaizer.
—¿Saber qué?
—Ese es el problema. Parece que buscan la verdad en esos chicos y aún no nos han preguntado nada a nosotros.
—Por eso estamos aquí. Quiero que me cuentes todo.
—¿Y Doncaster? ¿escuchará nuestra versión?
—No hace falta.
—¿Por qué? ¿no es el director? — cuestiona Kaizer.
—Si, pero en este caso es mejor que no sepa. — responde Olympico.
Kaizer inclina su cabeza a un lado dubitativamente. Su confusión es comprensible, pero Olympico no busca eso sino más bien que el chico pueda confiar en él y no se guarde los sentimientos. Se podría decir que busca cumplir el mismo papel que Hiroshi, alguien que sea una figura paterna para los alumnos abrumados por un poder peligroso como el que disponen los nobles:
—Solo quiero que te sinceres conmigo. Nada más que eso. — dice una vez más Olympico.
—¿Qué quieres que te diga?
—Quiero que me digas lo que en verdad pasó. Necesito saberlo para saber que hacer.
—El que sabe la verdad es Kamata. Yo solo lo encontré en ese salón, cubierto de heridas y un poco de sangre. A su alrededor los nobles. — Kaizer explica brevemente.
—Kamata por suerte está fuera de peligro y con una herida muscular. Hablando de Borka, bueno, tiene un par de costillas rotas y la clavícula casi rota. Tiene suerte de no llevar esto a una cirugía. Dime que fue lo que viste allí. — Olympico se pone serio mientras se sienta sobre la mesa de escritorio.
—Ellos…amenazaron con matar a Kamata, a mí, a Megumi y Lucian. Respondí de tal manera que no olvide que jamás debe meterse con mis amigos.
—Si ocurre algo así una vez más ¿vas a recurrir a lo mismo?
—Ajá…—Kaizer asienta con su cabeza y mirada decidida.
—Los nobles son peligrosos y tocar a sus sucesores es un pecado grave según ellos. Tienes que cuidarte…no solo tu sino también Kamata, Lucian y Megumi. — aconseja Olympico.
—¿Puedo preguntar algo profesor?
—Dime.
—¿Por qué…debe ser así esto? No es justo que debamos dejar que hagan lo que quiera solo por su posición. Hiroshi me dijo lo mismo y yo sigo sin comprenderlo. No es justo y yo no permitiré que eso siga pasando. —dice cabizbajo— Si se meten con mis amigos…— levanta su rostro y clava la mirada a los ojos distantes de Olympico con tal ferocidad que deja perplejo al asesino profesional— ¡los golpearé aún peor! — advierte.
Después de decir eso, Olympico permite regresar a Kaizer con Lucian y Megumi rumbo a las clases de matemática. Lucy se desliza cuidadosamente por la puerta para agarrar desprevenido a Olympico, que se agarra de la cabeza y sus pensamientos con las palabras de Kaizer resonándole una y otra vez:
—Pareces preocupado. — dice la mujer.
—¿Te parece que no lo esté? El chico lesionó a un noble al punto de que lo dejó knock out. Lo peor es que fue de un solo golpe. He conocido a estudiantes y asesinos fuertes, pero a tan corta edad y sin saberlo. Kaizer definitivamente es un excelente chico, pero su ira lo vuelve una amenaza.
—¿Estas preocupado por él? — pregunta Lucy.
—Muchísimo.
—No es de extrañar. Tratándose de los estudiantes eres uno de los profesores que siempre se pone en la línea de fuego para defenderlos. No seas tan duro contigo mismo. — lo consuela al hombre de más de metro noventa, que porta un armadura y expresión seria casi intimidante pero que dedica grandes cantidades de tiempo para vigilar los pasillos de la academia antes de que habrá sus puertas e inclusive es el primero que llega a la enfermería cuando hay heridos o estudiantes enfermos. Su instinto paternal es muy grande como para ocultárselo a su amiga.
—Lucy ¿está mal sentirme así? Lleno de culpa por no haber podido hacer algo para evitarlo.
—Mal o no, yo no puedo decírtelo Olympico. Si lo sientes así puedes mejorar, pero nunca olvides que eres el que más lucha por la educación de ellos. Por lo demás, bueno, saber que piensa Doncaster es algo que ni siquiera nosotros los adultos podríamos saber. — se apoya contra la pared y medita.
—Él solo quiere lo mejor de eso no hay duda, pero últimamente…desde que Alexander volvió aparecer es como si no fuera el mismo Doncaster de siempre. Ese asunto lo tiene a mal traer. — dice Olympico.
—Cualquiera diría que la misma presión de eso hizo que el director perdiera la confianza de años en su puesto, pero es mucho más complicado que eso. No hay de otra que seguir con la frente en alto y mantener la fortaleza ¿no lo crees? — sonríe Lucy.
Olympico sonríe y camina hacia la puerta, acompañado por Lucy quien le golpea el brazo tal cual una niña juguetona con sus amigos. Sin embargo, el asesino sigue intranquilo con lo que sucederá en la academia sin Hiroshi, el único con suficiente poder como para mantener la calma en el instituto.
***PARTE III***
Tras varias horas masacrando al grupo mercenario, Hiroshi decapita al último que aún queda y lanza un largo suspiro acompañado por grito de frustración ante el baño de sangre que lo empapó. Muchos cuerpos mutilados, apuñalados, decapitados descuartizados, todos ellos desparramados a lo largo del bosque. Arbustos, arboles, suelo han sido cubiertos de sangre:
—Haaaa…haaaa…haaa…esto…ha sido duro…— jadea del agotamiento— Nunca…imaginé que…los mercenarios haya…llegado hasta esta zona…y en tanta cantidad. — se preocupa por la sospechosa situación— Tengo…que apresurarme y llegar a la frontera, pero antes…debo…— desliza su mano temblorosa hacia el bolsillo trasero de su pantalón y saca un comunicador. El aparato cae de entre sus dedos ante sus ojos— ¡¿huh?! ¿Qué demonios? — intenta alcanzarlo y lo consigue, pero su mano no deja de temblar— ¿Qué me está pasando?
Comments for chapter "16"
QUE TE PARECIÓ?