Academia de Asesinos - 2
Antares, un enorme continente separado por cinco zonas con sus costumbres, poblaciones, recursos y academias para la formación de los llamados “asesinos”, ordenes establecidas hace milenios con la intención de luchar y eliminar a su contraparte más numerosa, los mercenarios.
El día está nublado en el Oeste del continente, como el resto de la semana donde las lluvias se hacen esperar, así como la necesidad de que se produzca un milagro para las largas semanas de sequía en los campos. Esta parte del continente es se caracteriza por los campos prósperos y enormes producciones de materia prima, así como también las grandes construcciones que rivaliza con las del Sur, tierra de ríos y ciudades hidráulicas con canales e importante comunidad extranjera, venida de otras zonas de Antares.
Las calles desiertas por los anuncios en el periódico por inminentes lluvias torrenciales, son prueba de una sociedad realmente conectada entre sí para evitar catástrofes, así como las de menor orden. Ningún alma se ve a la vista, excepto un niño, con ropa rasgadas, delgado producto de días sin comer, golpeado por la discriminación en la sociedad para con los huérfanos y aquellos desdichados sin nadie en la vida y mirada triste, con enormes ojeras y torpeza bastante anormal a pesar de su edad.
En este mundo, las personas favorecidas reciben habilidades especiales con las que hacen la diferencia, su voluntad y se destacan de entre una sociedad ya de por si desigual aun en la más noble intención de la gente por cambiar las cosas.
El niño, de apariencia maltrecha, se abalanza sobre una enorme pila de basura que yace en el puerto. En mal estado, mezclada o podrida, él no desprecia con tal de poder alimentarse y saciar la angustia que hace días que carga.
Su momento de gozo y éxtasis se ve interrumpida por un grupo de chicos al menos un año más grande que él y que durante semanas lo golpean, acosan, desprecian y humillan. Ellos se hacen llamar los Reyes de los Callejones. Un grupo de brabucones que disfrutan de su posición como rufianes numerosos.
Poco puede hacer contra ellos, quienes en un instante se le abalanzan y empiezan a golpear salvajemente, lo escupen y arrastran hacia lo profundo de un callejón para continuar con el disfrute constante del daño hacia él. Aquellos abusivos poseen habilidades y su entusiasmo agresivo por ir e inscribirse a la Academia de Asesinos en el territorio los enceguece al punto de causar daño irreparable a cualquier persona o animal que se le cruza, creyendo que la impunidad viene de la mano con el estatus de Asesino. Sin embargo, los corruptos pensamientos de esos chicos son tan intensos que hasta habían pensado en cruzar el Océano para llegar a Ophiros, territorio de los Mercenarios y unírseles.
De cualquier manera, su ego es demasiado enorme y fácilmente podrían convertirse en terribles y corruptos Asesinos, pues la decisión que tomen será debido a ellos y nadie más que ellos.
Entre las risas desalmadas del grupo y el llanto del niño, lo peor se asoma en la figura del líder:
—Eso te pasa por no ser más que una cucaracha frente a nuestro zapato — le dice cara a cara — Bueno, es hora ¿Qué quieres que te rompamos en el día de hoy? Tu escoges — le pregunta, chocando sus puños y una sonrisa que no es precisamente de alguien amable se dibuja en el rostro.
—Yo…no me siento…muy bien… — dice, muy asustado entre temblores.
—¡Jajaja, eres muy débil! ¡creo que hoy serán tus dedos! — dice muy emocionado — Levántelo, vamos — ordena a sus amigos, quienes comparten la misma actitud inhumana.
—¡No, por favor! — implora como puede el chico.
Dos de los chicos lo levantan a la fuerza mientras que el líder prepara su puño derecho y de un latigazo en el rostro, le rompe la nariz para desorbitarlo y así evitar que pueda resistirse.
Ya con su vista borrosa y a punto de desmayarse, el abusivo niño toma la mano y empieza a doblarle los dedos. Con una macabra sonrisa, logra romperle el dedo índice. Sin embargo, el chico no llora y, es más, el dedo se acomoda cuando cierra la mano y obliga a los demás a ubicarse con normalidad. Acto seguido, el sádico líder del grupo intenta asestar un nuevo golpe al rostro, pero el solitario chico lo esquiva una, dos, tres hasta cuatro veces como si fuera algo natural, como si de verdad supiera a qué lado y en qué momento llegaría el impacto.
Indignado le recrimina al chico:
—Esto no tiene ningún sentido ¿Qué demonios es lo que haces? ¡Estas esquivando nuestros ataques! ¡¿acaso estas buscando que de verdad te mate?! ¡No eres nada comparado a nosotros! ¡Debiste haber recibido mis golpes, maldito huérfano inmundo!” — dice enfurecido mientras sus compañeros lo intentan calmar para que no cometa alguna locura.
—E-Esto no puede estar pasando. Su habilidad se ha manifestado — deja escapar preocupado.
—¿Qué? Eso es imposible — dice el atormentador.
Mientras que los abusivos se encuentran confundidos por la situación, el chico aprovecha el momento y corre hacia la calle para escapar del acoso tan brutal que sufre por parte de tan violentas personas.
***PARTE II***
Cuatros años más tarde.
El día está soleado, abriendo consigo el momento de la semana de inscripción para la Academia del Oeste, famoso instituto que alberga a la nueva generación de Asesinos para la orden.
Miles de candidatos se apresuran con sus padres o tutores para entregar los formularios y luego esperar a ser aceptados para la prueba práctica.
Entre las calles llenas de familias expectantes que caminan rumbo al famoso lugar de la Academia, aquel niño en desamparo, sin padres ni nadie que lo extrañe si algo le llegara a ocurrir, camina apresurado para trabajar en la panadería que le dio albergue desde hace unos pocos años bajo ciertas condiciones pero que al final es la única opción para él. Todo gracias al viejo panadero Tom, quien le dio pan en la barriga y un lugar donde poder sentir calor en los días de invierno y comodidad en el verano.
Como siempre, él chico reparte el pan a los diferentes negocios que esperan para poder desayudar los trabajadores. Cada año se asombra más y más al ver tanta cantidad de personas que concurren a la Academia para presenciar a aquellos que lideraran a la nueva generación de la orden. Cada pueblo en decenas y hasta cientos de kilómetros a la redonde se acerca con muchos ánimos para alentar a sus niños, puesto que cada alumno nuevo se convierte en celebridad para el lugar en el que vive.
En ocasiones se queda mirando y por dentro desea algo lo más parecido a tener una madre y un padre, sintiéndose algo desdichado de la vida que le ha tocado.
A pesar de esa sensación ingrata y triste de tener una habilidad, pero por su situación no puede siquiera pensar en acercarse con intención de inscribirse, el chico sigue con la entrega de pan para los negocios.
Después de dos horas de caminata incesante, regresa a la panadería donde es recibido por Tom y una hoja con una lista escrita que le explica mientras se quita la harina y masa de las manos:
—Chico, veo que has terminado. Espero que no haya habido ningún problema en el camino. Si ocurre algo solo avísame ¿está bien? — le pide con voz calma y paternal.
—No te preocupes, todo ha sido entregado sin problemas.
—Perfecto. Veras, necesito más harina ¿podrías ir aquí a tres calles por más? — le pide el panadero.
—Si, claro. No te preocupes — responde sonriente, siendo incapaz de decirle que no a quien le ha dado un lugar donde vivir.
—Muchas gracias niño. Es aquí cerca — dice Tom — Por cierto, estos días son algo caóticos y por lo general tendríamos que tener cuidado. Así que por favor regresa lo más rápido que puedas — le pide para su seguridad.
—Entendido, confía en mí.
El joven camina rumbo a la tienda para conseguir más harina.
En el trayecto, camina junto a un callejón donde logra observa a una sombra que vigila celosamente entre la basura:
—¡¿Q-Que es eso?! — se pregunta asustado — S-Siento una inmensa sed de sangre allí — piensa, incapaz de continuar su camino — T-Tengo que escapar…yo…
La sombra se le abalanza y envuelve con sus brazos el pequeño cuerpo del chico, cubriendo la boca para que no emitiera un solo sonido y lo arrastra hasta el callejón:
—¡Cierra la boca, maldito mocoso! ¡Si dices una palabra, te corto la garganta! ¿Soy lo suficientemente claro? — dice amenazante al oído. El chico asienta con la cabeza y retira la mano de su boca — Perfecto. Soy Bartolow, mercenario espía. Tu vendrás conmigo y me ayudaras a entrar a la Academia ¿entendido? — agrega con nervios y mirando hacia todos los rincones.
—¡No, no, no puede estar pasándome esto! Sea cual sea la situación, al final me matará — entra en pánico el chico — ¿Por qué me está pasando esto a mí? — se pregunta entre lágrimas.
Sin darse cuenta, el chico es amenazado de muerte una y otra vez por el sádico Mercenario. Ya nada puede empeorar más su situación que ser el escudo humano perfecto. Pero al no tener nada es el impulso más grande para actuar egoístamente frente a los peligros.
Entonces golpea la pierna del peligroso criminal con intenciones de huir a toda prisa, pero el esfuerzo no rinde frutos y es capturado una vez más:
—Eres estúpido, mocoso. No vale la pena tener a un bastardo como tú, que puede mostrar sus pequeños colmillos aun en esta situación — dice molesto, mientras saca sus armas de entre los ropajes sucios y rotos — Da igual, voy a matarte aquí y encontrar otro rehén.
Sin embargo, una voz dentro del silencio atroz para la vida pone nervioso al cruel Bartolow:
—Oh, con que aquí estas Bartolow. Suelta al niño.
Al mirar hacia arriba, el rostro del Mercenario cambia a pánico absoluto. En lo alto del techo de un edificio, una persona llamada Hiroshi, posiblemente de los espadachines más famosos del Oeste, observa con imponente presencia la situación.
Da un salto hacia el vacío, a casi veinte metros de altura y sin mediar palabra con Bartolow, desenvaina su característica y fina espada para cortar la mitad del brazo y con otro veloz movimiento corta la garganta de la amenaza, quien se desploma sobre el suelo y muere desangrado:
—Haaa, cielos. Creo que me excedí — dice preocupado Hiroshi — T-Tengo que limpiar a toda costa o me regañaran — toma un pedazo de su capa e intenta quitar la sangre.
—¡¿Qué demonios está pasando?! — Hiroshi se exalta ante la actitud del espadachín.
—Oh, perdón. Ya está muy limpio el suelo ¿no lo crees? — le pregunta, observando al joven que se encuentra nervioso, pero sin rasguño, por lo que se siente aliviado.
—¡¿Y a mí que me cuentas?! ¡Saltaste como si nada y mataste al mercenario! — vuelve a gritar asustado el chico.
—Si, lo siento mucho si te asusté. ¿Estas bien? ¿no te lastimó verdad?
—No, estoy muy bien gracias — asegura con la mejor actitud posible pero no logra ocultar los temblores en sus manos por el miedo.
—Eso es bueno. En verdad discúlpame por la situación. Estuve siguiéndolo desde que llegó al continente y al perderlo de vista tuviste que pasar por esto — se inclina hacia adelante mientras se disculpa.
El chico no responde, quedándose sin palabras y una duda lo carcome por dentro desde hace mucho tiempo. Hiroshi levanta la mirada y nota que quiere decir algo, pero algo se lo impide, y el solo hecho de la diferencia social tan innegable en Antares, es solo un motivo más del porque no desea preguntarle al consumado Asesino:
—Disculpa ¿te comieron la lengua las ratas? — pregunta algo preocupado.
—Yo…emmm… — el chico tartamudea sin lograr coordinar sus palabras — Vamos, tengo que hacerlo, no puedo retractarme ahora. Si no lo hago, nunca podré cambiar mi vida ni mi destino…vamos…hazlo… — se anima a sí mismo.
—Ya veo. La situación es difícil. Debes volver con tus padres, ellos estarán muy preocupados. Si quieres puedo escoltarte — le dice mientras apoya su mano en la cabeza del chico.
—No…no tengo padres, ni familia. Soy un huérfano — el joven responde mientras mantiene la cabeza gacha y sus hombros encogidos.
—Lo siento, niño. ¿Vives en la calle o hay alguien que te esté dando un techo? — le pregunta Hiroshi.
—Si, vivo en la panadería que está a unas calles de aquí.
—Y ¿tienes nombre?
—A decir verdad, no — responde avergonzado.
—¿No tienes nombre? ¿y esa persona que te permite vivir contigo no te dio uno? — pregunta, sorprendido.
—Él solo quiere mantener distancia emocional y considera que darme un nombre es cruzar una línea que no desea.
—Y lo dice tan natural ¿acaso es un perro para ese panadero? — piensa intrigado.
—No tengo nombre y tampoco supe cual es — se lamente — Aun así, estoy profundamente agradecido con el viejo. Él me dio un lugar para vivir y comer, no podría sentirme más agradecido.
—Que buen niño. Es un alivio que pude llegar para salvarlo — piensa aliviado y con una sonrisa — Entonces ve a casa, debe estar preocupado — se da vuelta y prepara su posición para dar un salto considerado inhumano.
—E-Espere… ¿usted es un asesino, cierto? — pregunta tímidamente.
—¿Huh? Si, lo soy ¿Por qué? — se voltea y mira al chico.
—Yo… —vuelve a dudar — Vamos, no te arrepientas, debes decírselo o nunca podrás cambiar tu vida…vamos…hazlo…tú puedes…tú puedes…tú puedes — mira a los ojos de Hiroshi e infla su pecho con valor — Deseo ser un Asesino, por favor ¿Qué debo hacer? — pregunta mientras cierra su puño, negándose a seguir viviendo de la manera en que lo hace, tan triste y miserable.
Hiroshi se queda perplejo al ver la petición por parte de él, lamentablemente su experiencia en el mundo de la orden no es para nada fácil y ocurren tragedias que dejan dolorosas heridas para toda la vida. En parte es conmovido por la petición, pero siente que es un chico débil y que merece vivir en un mundo blanco, por fuera de los matices grises que gobiernan al mundo:
—Chico, me caes muy bien y te diré que honestamente no veo cualidades en ti para poder ingresar a la orden — responde con voz calma.
—T-Tengo una habilidad ¡por favor! — ruega de rodillas, impresionando a Hiroshi por la humildad o, mejor dicho, insistencia del joven.
Hiroshi decide probar que clase de habilidad tiene el joven. Al final y a pesar de carecer según él, las cualidades para entrar a la orden, una habilidad es una habilidad y debe ser evaluada para que en un futuro no sea peligroso tanto para el niño como las personas y la orden:
—Veamos — se acerca al chico y da su observación — Tienes buena musculatura. Debe ser por cargar bolsas de harina, pero es solo algo básico en tu anatomía como adolescente. Tienes determinación, lo admito. ¿Qué clase de habilidad tienes? — pregunta mientras continua con la revisión
—¿Puedo pedirle un favor?
—¿Qué, ya te rindes? ¿huh? — mira una intensa llama de valor en el chico y se lo toma muy enserio — Dime ¿Qué quieres?
—Golpéeme, sin dudarlo — pide el chico.
—¿Huh? ¡¿Niño, estás loco?! ¡Podría matarte si lo hago! — responde ante tal absurda petición
—No, no lo hará — responde el joven, confiando en su habilidad.
Hiroshi no deja de sorprenderse de la actitud de él casi el punto de pensar que se había vuelto loco por pedir algo así, pero como es alguien que odia dudar de los demás y no acepta que se menosprecie a quien parece débil, decide hacer caso a la petición y con su puño derecho lo golpea en el rostro, haciéndolo caer en el suelo y su boca sangrando:
—¡Maldición, chico! ¡Por eso te dije que no…! — dice consternado — Vete a casa, pagaré todo lo que sea tratamiento médico. En verdad siento mucho, no medí mi fuerza — dice avergonzado — Mira tu rostro. Lo siento mucho pero no podrás venir a la Academia. Ve con el panadero y vayan al hospital. Yo pagaré todas las facturas. No te preocupes.
—Por favor…una vez más — le pide con el rostro hinchado pero determinado a demostrar su valía.
—Discúlpame, pero debo retirarme. Esto no es un juego así que no insistas más — le responde Hiroshi, mientras da unos pasos lejos del chico.
—¡Vamos, idiota, bastardo! — le grita sin otra opción más que llamar su atención de esa manera tan brusca e irrespetuosa.
Aquellas palabras, faltas de respeto, llenan de ganas de golpear al chico. Hiroshi no es un Asesino fácil de manejar cuando se enfurece y eso ocurre cuando alguien es descortés con él, claro está por su educación tan estricta y de respeto a los mayores, así como también el sentido de la hospitalidad.
Siguiendo los deseos del joven, Hiroshi se impulsa hacia él y prepara su puño, pero esta vez con menos fuerza solo para darle un susto y quitarle el entusiasmo por ser miembro de la orden. No obstante, el ataque es esquivado fácilmente. Una serie de veinte golpes en total son esquivados y esto genera en Hiroshi un interés muy grande por él:
—¿Tu habilidad es la de esquivar? — pregunta Hiroshi.
—Eso no lo se. Cuando lo activo siento como si un dejá vu llegase a mi mente y a los pocos segundos logro esquivar los ataques — responde confundido por su propia habilidad.
—Curioso, tu habilidad entonces es la metanesia cronos. Una rama muy interesante de habilidades que consiste en la distorsión en tu caso es el tiempo. Aunque no es el control en sí mismo sino mas bien en la prevención. En todo caso es muy rara tu habilidad ¿Cuándo se ha manifestado? — pregunta
—Pues, cuando tenia diez años, estaba en un callejón cuando unos chicos vinieron y comenzaron a golpearme. Sin darme cuenta para cuando me lanzan el golpe numero 30 fue demasiado rápido como si supiera la velocidad y el tiempo que tardaba en llegar a mí y comencé a esquivar sin problemas — explica el chico
—Sabia que los abusos por parte de chicos con habilidades eran constantes, pero jamás imaginé que estuvieran en alza — piensa mientras escucha al chico y sus lamentables circunstancias — ¿sabes algo chico? Las habilidades clase metanesicas son muy raras y por lo general los asesinos que la poseen son extremadamente hábiles en combate. Ven mañana a la Academia del Oeste. Te recomendaré para los exámenes de admisión. No llegues tarde y humm… — lo mira fijamente — me dijiste que no tienes nombre. ¿Qué te parece llamarte Kaizer? Va perfecto con tu fuerte determinación. Confío en que lograras hacer lo que te propongas.
—Y-Yo… — encoge sus hombros y agacha la cabeza
—E-Espera chico, quizás ya tenias nombre o no te gusta el que te di. D-Discúlpame — se preocupa por haber ofendido al chico
—Ese nombre ¡es genial, muchas gracias señor! — salta de felicidad y abraza a Hiroshi. Sus ojos deslumbran de ilusión y lagrimas brotan de estos por la dicha de tener un nombre
—Ya, ya — le acaricia la cabeza — estoy seguro que ayudarás a muchas personas. En fin, se puntual. Debo irme ya que las inscripciones han comenzado y tengo que presentarme para mi informe — le dice muy emocionado ante tal descubrimiento del talento en el chico
Kaizer se despide del hombre que ha aparecido a su vida con una oportunidad única de dejar de ser un donnadie y por fin darle sentido a su vida. Posiblemente su camino será aun mas duro de lo que se imagina y el destino que le depare sea incierto, pero sin duda alguna dejará su impronta en la historia para siempre, mostrándole al mundo quien es.
Comments for chapter "2"
QUE TE PARECIÓ?