Academia de Asesinos - 20
En el norte de Antares, pasando las aguas heladas y llegando hasta el continente conocido como «Midosgard» se encuentra una nación en constante guerra y levantamientos la cual perdió su nombre ante tantos cambios políticos por lo que es tan seguro que nunca se sabrá nada de la historia de su fundación o lo social.
Allí se formó un culto que también funcionaba como una antigua religión entre los primeros colonos que llegaron al territorio.
Se los conoce como el culto a las máscaras y a su alrededor existen historias místicas y misteriosas donde se dice que las máscaras que portan sus miembros y seguidores es su alma materializada en un bello artículo. Dentro de este culto existen grupos que siguen las ideas de una manera pacífica y llevan la palabra de sus enseñanzas a través de escritos sagrados a lo largo de todo Midosgard pero también los hay quienes llevan a un extremo radical y salvaje. Solo aquellos de voluntad fuerte y apatía pueden lograr llevar más allá del continente ese culto y el nombre que lleva ese grupo es de «Fiesmeros». Peligrosos hombres y mujeres llevan con salvajismo esas enseñanzas y también venden sus servicios como agentes de muertes, matando, secuestrando y hasta desestabilizando naciones pequeñas. Muchas veces son reclutados por otras naciones para no ensuciarse las manos.
De cualquier manera, hace quinientos años una acción en conjunto por parte de varias naciones optó por eliminar a la gran nación que dio origen a los Fiesmeros y todos sus miembros que se contaban de a miles. El saldo fue peligrosamente alto dejando a la población diezmada y dando origen a un nuevo país libre de ese culto, pero con conflictos internos igual de desestabilizantes que la que dio hogar los Fiesmeros.
En la actualidad el culto sobrevive gracias a supervivientes que consiguieron escapar a otros continentes, pero quienes más siguen el camino de las máscaras sin aquellos que prestan servicios de terrorismo ya sea ataques a funcionarios o personas importantes para los gobiernos, secuestro y asesinato de nobles, trata de personas, así como tratos con otros territorios en los cuales fundaron sus sedes y actualmente cuentan con varios cientos de miembros de naciones en las que escaparon. Enemigo o aliado de los mercenarios, eso es algo que no se está seguro.
***PARTE II***
Durante los siguientes días en que los alumnos disfrutan las vacaciones de invierno, Kaizer, Lucían y Megumi pasean por Pumbakar entre las calles comerciales, observando vitrina con artículos, comida y ropa, deseando poder comprar algo de eso. En particular Kaizer, quien se imagina comprando una pulsera y entregándose lo a Megumi. Ella esbozando una gran sonrisa y envolviéndolo entre sus delgados y dulces brazos. La voz de la chica lo despierta de su inocente sueño:
—¿Kaizer? —lo agita un poco del hombro—¿Kaizer?
—Ah, perdón es que yo pensaba. —dice Kaizer con una sonrisa vergonzosa. Mira a un lado y hacia el otro— ¿Lucían?
Megumi le señala dentro de una tienda de panes y tortas:
—Dijo que quiere comprar. —Megumi baja el dedo índice y mira las tortas con mucho interés.
—¿Huh? Bueno. —responde Kaizer.
Lucían sale del local con una bolsa de madera y dentro de allí saca tres pedazos de pan de queso con corteza amarilla y nueces en su interior. Se lo entrega a cada uno:
—Ten Kaizer. —le es en la mano el pan. Se acerca a Megumi y le dice—Para que sepas, Kaizer me envió a comprar esto y en especial este para ti. Creo que hace tiempo querías este pan de queso así que me pidió que te trajera el más grande. —guiña el ojo a su amigo.
—¡¿Qué?! ¡¿qué?!—Megumi mira a Kaizer— M-Muchas gracias. — mueve sus ojos y su rostro queda en color rojo.
—Lucian ¿qué acabas de decir? —Kaizer se queda mirando a Lucian en un estado de confusión.
—Tranquilo amigo yo te ayudaré.
—No tengo dinero. —piensa Kaizer.
—Te dije que yo me encargo. No te preocupes por el dinero. —le sonríe y asienta con la cabeza.
Intercambian miradas como si estuvieran conectados telepáticamente frente a Megumi, que se queda en silencio comiendo su pan y pensando:
—Chicos, no los entiendo no muchas veces.
—Ahora ¿Dónde quieren ir? — pregunta Lucian.
—Hay un local nuevo que es cafetería. ¿Quieren ir? — propone Kaizer.
—¡Oye, oye! No traje tanto dinero. — lo mira Lucian en silencio.
—Ya sé, pero…—sonríe malicioso— como dijiste que ibas a invitar.
—Bastardo tramposo. — sonríe incómodamente, pero dándose por vencido al ver que sus palabras se dieron vuelta en su contra.
Megumi vuelve a quedarse mirándolos, confundida y tomándose la cabeza:
—Estos dos. — se queja en silencio.
En el camino rumbo hacia esa cafetería tan simpática con osos que dan la bienvenida a los clientes, Kaizer siente una extraña presencia entre los peligrosos callejones donde abundan alimañas como ratas o animales que buscaban desesperadamente su alimento como perros. Esa presencia lo lleva a desviarse del camino y dejar que Megumi y Lucian caminen a salvo hacia el local mientras el chico se adentra al húmedo y oscuro callejón aún en pleno día, el cual está abarrotado de basura y algún que otro borracho tirado con una botella casi vacía y vomito en sus ropajes.
A medida que camina más y más hacia dentro de los pasillos laberinticos, la sensación de calidez disminuye hasta volverse frio e inhóspito:
—Creo que no debí entrar a este lugar. Mejor vuelvo con… ¿huh? — escucha unos violentos sonidos provenientes de la vuelta de la esquina. Al comienzo duda de continuar, pero el ruido es cada vez más intenso y se agregan voces de insulto por lo que de manera impulsiva Kaizer avanza pensando que alguien necesita ayuda y él es el único. Su moralidad es intensa.
De a poco y lento camina hacia la esquina y dobla por ella, encontrándose con varias personas rodeando a unos chicos de su misma edad y que reconoce por ser aristócratas que concurren a la academia.
Por la distancia de casi quince metros se le hace difícil distinguir de que hablan solo alcanza a ver la expresión calmada de los nobles al ser ¿agredidos? No lo parecen puesto que no parecen nerviosos sino más bien esperaban algo así y no actúan como lo que son y eso es aún más extraño para Kaizer.
Las personas misteriosas usan gabardinas y portan mascarás extrañas con expresiones vacías, pero eso en algunos porque en otros son expresiones horrende y perturbadoras. Kaizer se arrodilla y oculta contra una enorme pila de bolsas de basura al darse cuenta de que uno de esos sujetos se voltea y mira con desconfianza su espalda.
Después de observar cuidadosamente vuelve su mirada hacia los nobles. El chico suspira silencioso y trata de asomarse para escuchar y observar mejor:
—¿Qué está pasando? ¿Quiénes son esas personas? — mira fijamente pero no alcanza a escuchar bien— Maldición, tengo que acercarme, pero me van a ver. — piensa.
El misterioso grupo desaparece ante la vista del chico, así como también los nobles que estaban con ellos. Se podría considerar un secuestro, pero la expresión que los nobles no eran las de alguien nervioso o asustado sino al contrario, de alguien que esperaba ese momento por lo que las dudas no dejan de crecer para Kaizer.
Cuando se levanta para regresar a la calle principal, se voltea y tropieza contra alguien que se encuentra detrás y cubierto con ropajes blancos con botones dorados y un porte similar al de Olympico. Kaizer cae al suelo y por instinto mira hacia arriba, intercambiando miradas con ojos vacíos de una mascaras tan siniestra que el chico empieza a temblar y sentir pánico:
—¿Qué fue lo que escuchaste, mocoso? — pregunta el enorme hombre.
—N-Nada…yo solo…— Kaizer se asusta.
—¡¿Eres sordo?! ¡¿retardado?! — su paciencia llega a su fin rápidamente y lo toma del cuello— ¡Mas te vale que me digas que mierda hacías aquí o te romperé el cuello maldito bastardo!
—¡Aaaaggghhh! — Kaizer patalea al no poder respirar. Sus ojos lagrimean y de su boca se escurre saliva.
Sin embargo y antes de que pierda el conocimiento, una voz que le resulta familiar se escucha amenazante con su arma arrastrándose y generando de su mismo un aura tan feroz y violenta que sacude todo el callejón:
—Déjalo en el suelo o voy a ensuciar el suelo con tu sangre.
—¿Si no quiero? — pregunta, irónico— Tu debes ser Olympico. Mejor que te quede bien en claro que nosotros no haremos lo que ustedes digan.
—No te estoy consultando. — Olympico apoya con violencia su arma contra el suelo y mira al hombre.
—Oh, así que a eso vamos aquí y ahora. Veo que tienes agallas, asesino, pero nosotros no nos movemos solos ¿sabes? — al decir eso muchos de sus compañeros regresan con las armas desenvainadas y las máscaras emanando energía áurica— Tienes agallas, pero no te servirá de nada si estás aquí solo.
—Si, las leyendas son ciertas. El culto de Fiesmeros sigue vivo y no es para menos. Se que no tendría que venir solo, pero…— sonríe— esta no es la ocasión.
Detrás de Olympico aparece Lucy y varios asesinos profesionales más entre ellos profesores y algunos miembros de la guardia que protege las calles durante las noches en que las actividades delictivas aumentan:
—Suéltalo con cuidado y ríndanse. — advierta Olympico.
—¿Crees que te haré caso? Debes pensar mal. — desafía el hombre.
—Volkorf, has lo que dice. No estamos en situación para enfrentarnos con ellos. Tenemos que cumplir la misión aún. — le recomienda uno de sus compañeros.
—No hace falta que lo digas. — arroja a Kaizer hacia Olympico y señala al asesino con el dedo— No olvides mis palabras asesino. Todo esto que han creado no va a durar por siempre. Sepan que esto se desmoronará como una torre de naipes. Nosotros no lo veremos, créanme, pero esos mocosos si y pesará en sus corazones.
Después de la confrontación, Kaizer abre sus ojos, mareado y adolorido en la zona de la garganta. A su lado ve a Megumi y Lucian, quienes saltan sobre él para abrazarlo entre llantos de preocupación, sobre todo su amiga. Ella no se ha despegado ni por un segundo de su lado por lo que los profesores no tuvieron necesidad de cuidarlo:
—Hey, hola. ¿Cómo te sientes? —pregunta Megumi con una manzana en su mano y un cuchillo en la otra.
—Yo…auch. —al intentar levantarse siente dolor en su cuello.
—Trata de no moverte. El doctor dijo que sufriste un shock nervioso, pero nada grave. —le dice Megumi— Me alegro mucho de que estés bien…si te hubiera pasado algo yo…—empieza a llorar desconsolada al pensar que algo tan terrible le haya pasado a su querido amigo.
—No recuerdo mucho. ¿Qué fue lo que me pasó? —pregunta Kaizer.
—¿No lo recuerdas? —le pregunta Lucian.
Kaizer niega con su cabeza por no recordar nada. Muchos que sufren el impacto de una agresión o algo que excede sus capacidades para poder soportar tales cosas tienen a olvidarlas o solo tener en su memoria pequeños fragmentos. En el caso de Kaizer olvidó ese momento en que aquel desalmado y sádico Fiesmeros intento matarlo al apretarle el cuello y dejarlo sin aire. De no ser por la intervención de los profesores, Kaizer nunca podría haber salido vivo de allí:
—Estoy bastante confundido realmente. Solo recuerdo haberme adentrado a un callejón porque escuché voces y vi a unos nobles entrar por ahí… ¿Huh? —abre enorme sus ojos y se da cuenta de todo, acompañado por los recuerdos con forma de fragmento—Recuerdo también que…—el recordar esas cosas provoca temblores en sus manos. Para calmarse traga saliva y mira a los ojos de Megumi. El shock vuelve con menos intensidad, pero no logra evitar que su cuerpo se retraiga—Perdón por haberlos preocupado. Discul…
Megumi lo envuelve con sus brazos y acaricia su cabeza. Sea por intento maternal o por cariño hacia su amigo, pero androfobia que ella siempre ha sufrido con una desgarradora intensidad, es casi nula cuando se trata de Kaizer. Ni siquiera ella misma lo comprende, pero le hace bien, le hace mucho bien:
—Tranquilo, estamos aquí contigo. — Ella lo consuela con una amabilidad que calma el corazón del chico.
En los pasillos del hospital, Olympico conversar con Lucy sobre lo que acaba de suceder con los Fiesmeros. Resulta casi sorprendente que un culto tan misterioso como el de las Máscaras aún existiera y para los profesionales resulta en un problema a corto plazo con todos los problemas que están teniendo para mantener la paz y la estabilidad social en un continente que poco a poco se hace difícil de mantener:
—No puedo creer que el culto de las máscaras aún exista. — deja escapar Lucy sentada en una silla junto a la puerta de la habitación de Kaizer.
—Un problema más para solucionar. Parece que este año no será para nada tranquilo. — se queja Olympico— Por lo pronto nuestra preocupación deben ser los chicos. Mas aún que sabemos el motivo de los secuestros, aunque…
—¿Aunque?
—Seguimos en el mismo punto en que no tenemos nada para inculpar a los nobles. Seguirá pareciendo secuestros, pero parece que es más un contrato para sacar a los estudiantes aristócratas de Antares.
—¿Cómo es que sabes eso?
Saca de su bolsillo una carta escrita en letra prolija con tinta oscura vegetal sobre una hoja de madera. Curiosamente esa carta fue escrita en Runometrica por lo que para Olympico descifrarlo fue innecesario:
—¿Quién te dio esto? — pregunta Lucy.
—Llegó hace unos días a la oficina de Doncaster y me lo dio a mí. Quien quiera que sea nos está proporcionando información vital y al final nos advierta con esa frase. — le indica a Lucy.
—“Tengan cuidado con el Sur. Se aproxima una guerra”. ¿Qué significa? ¿una guerra? ¿Cuándo? ¿Dónde? Es demasiado ambiguo.
—Nada más que lo que está escrito. De cualquier manera, hay problemas más importantes como para mirar al Sur de Antares. Los Nobles se están moviendo aún en nuestras narices. Las organizaciones criminales están ganando poder y las incursiones mercenarias son cada vez más osadas.
—¿Qué haremos entonces?
—Esperar.
—Esperar ¿Qué? — pregunta Lucy.
—Dentro de poco los cuatro grandes se van a reunir. Ellos van a decidir qué posición tomar frente a todos los problemas.
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