Academia de Asesinos - 21
En el norte, entre Midosgard y Antares, se encuentran un archipiélago caracterizado por sus bajas temperaturas durante el día y en la noche bajan a niveles que ni siquiera la piel alcanzaría a soportar más allá de las dos horas de exposición. Se dice que en aquellas islas conocidas como las Islas del Norte o Svengers vive el dios del invierno y por eso es que otro de sus apodos es la del Refugio de Adgannor, nombre otorgado al dios nevado en Midosgard.
En el centro del conjunto se islas funciona un centro de lo que fue alguna vez el cuartel de las naciones que sofocaron y extinguieron al culto de Fiesmeros o es lo que muchos creen actualmente ya que allí funciona un centro donde los que siguen aún al culto viven, se desarrollan y entrenan para continuar con la labor. Ya sea prestar servicio a otras belicosas naciones o expandir la creencia del culto de las máscaras.
Durante las semanas previas, el culto no ha dejado de recorrer todo Antares en búsqueda de los niños aristócratas, no para obtener algo ya que se cree que este grupo los secuestra, sino lo contrario, a petición de los mismos cabezas de familia noble y aquel que lidera el consejo. Sus motivos son desconocidos pero los Fiesmeros han de resurgir con fuerza gracias a las ganancias obtenidas por ayuda a los nobles.
Las instalaciones no son más que ruinas de lo que se había dejado en la guerra, pero en el subsuelo estás nociones habían construido pequeñas ciudades de no más de diez cuadras subterráneas donde si ocurría algo durante la guerra podían ocultarse, pero al final Fiesmeros lo utiliza como su refugio.
Los pasillos ahora albergan a los jóvenes nobles y sus prepotentes egos:
—¡Ahhhh, maldita sea! ¡¿Cuánto tiempo tenemos que seguir este chiquero nauseabundo y frío?!— se queja uno de los jóvenes nobles—Llevamos una semana metidos aquí. ¡Exijo ver a mi padre!
El chico patea una y otra vez la aparatosa mesa donde comen ellos en la cocina. Una muy precaria, pero nadie puede, excepto esos niños, quejarse de la situación:
—La naturaleza les dio a los tigres un feroz instinto para capturar a su presa. Ojos para ver incluso en la noche, garras, músculos y colmillos poderosos. —llega un hombre de mediana edad, vestido con túnica banca y sombrero estilo boina blanca.
—¡Hey, viejo! ¡Quiero una respuesta con un demonio! —se dirige prepotente al hombre.
—Los tiburones con sus aletas y dientes fácilmente reemplazables. Son amos de los mares. — el hombre continúa leyendo su libro de filosofía evolutiva.
—¡No me ignores bastardo! —golpea el pecho del hombre con su dedo índice.
—Osos. Leones. Anacondas. Cocodrilos. Halcones. Incluso hormigas rojas. Todos estos animales son duros en su mundo, pero no sé los considera como depredadores supremos de este mundo. ¿Sabes quién es el depredador máximo? —lo mira hostilmente al chico.
—¡¿Y a mí que carajo me…?!
El rostro del chico noble se estampa contra la mesa que anteriormente fue pateada por él mismo con desprecio ahora su frente se abre levemente contra la madera fría:
—¡¿Que mierda estás haciendo?!—recrimina el chico—¡¿Sabes quién soy bastardo?! ¡Mi padre te matará!
—Veo que entendiste mí pregunta o quizás no captaste nada. El depredador máximo en este mundo no es otro que el ser humano. Habiéndole otorgado el don de la inteligencia al ser humano la naturaleza dejo en desventaja a los animales, pero ¿Qué crees? La naturaleza en toda su sabiduría no ha previsto que ese supuesto donde no sirve para todos. Lo interesante es que los animales tienen equilibrio. Si, la inmensa mayoría tiene esos atributos evolutivos pero los que nacen como incapaces son abandonados a su suerte.
—N-No entiendo.
—Pongámoslo de esta manera ¿Quieres? La naturaleza en su infinita sabiduría no ha podido prever que estúpidos como ustedes hayan nacido y crecido en familias tan destacadas. Incapaces de mostrar talento más que el otorgado por lo que se conoce como habilidad de clan. Creen ser genios con talento cuando en verdad son estúpidos niños mimados. Así que por favor te agradecería dejar de hacer tanto alboroto y se un buen mocoso inútil y vete a tu cuarto. —lo patea en el costado de torso y lo obliga a regresar con los demás—Malditos niños. —mira a un lado y ve a otro compañero del culto que permanece parado junto al horno de la cocina—Déjame adivinar, no tendría que haber hecho eso ¿Cierto?
El otro hombre asienta con su cabeza y regresa a sus deberes en la cocina sin decir una sola palabra:
—Que porquería. —enciende un cigarro y es varias pitadas—Ya no estoy para soportar a los estúpidos mocosos. A decir verdad, tuve suficiente con uno hace tiempo y no me causa gracia recordarlo.
***PARTE II***
Por la noche en la Academia, Olympico se reúne con Doncaster cómo últimamente vienen haciendo y muy seguido por las cosas que últimamente vienen pasando. Ante la ausencia de Hiroshi cómo mano derecha del director, momentáneamente ese papel lo cumple Olympico para mantener cierto orden en el Oeste:
—El culto de las máscaras se ha vuelto demasiado arrogante cómo para entrar a Antares. —dice Olympico.
—Ahora que sabemos que no parecen ser secuestros sino éxodo de los nobles no me queda la menor duda de que algo están tramando. —reconoce Doncaster, masajeándose los costados de la cabeza.
—¿Estás bien? —pregunta Lucy al verlo a Doncaster tan agotado y pálido.
—Si, no te preocupes Lucy. Continúa Olympico.
—Quiero saber si ahora vamos a actuar contra ellos de una buena vez. —dice Olympico.
Ante la presión de no solo Olympico sino del conjunto general por el malestar de que siguen existiendo los nobles y la falta de humanidad que muestran, Doncaster mira a los ojos al asesino desde su asiento:
—Se que quieren hacer algo al respecto, pero aún es apresurado y la orden está en un momento de gran debilidad. —responde Doncaster.
—¡Vamos Doncaster! ¡¿Cuántas pruebas más se necesitan?!—Olympico golpea la mesa con fuerza moderada.
—Cálmate Olympico. —le pide Lucy.
—La orden está atravesando un momento realmente pésimo. Lo entiendes mejor que nadie. —responde Doncaster ante las dudas.
—¡Tsk! —se muestra irritado—¿Y el culto de las máscaras?
—Eso es algo muy diferente. No te preocupes, hay alguien que va a eliminar a los que están en Antares.
Olympico malinterpreta de a quién se refiere, pero a pesar de ello los miembros del culto que se infiltraron en todo Antares es demasiado para una persona por lo que el asesino discrepa con el director de una manera más enérgica que antes. Y, por si fuera poco, Hiroshi continúa en búsqueda de Kazumayo. Sus manos se encuentran atadas frente a lo que dice Doncaster:
—No puedes sobre exigirle a una persona que haga todo eso. —dice Olympico, cuestionando a Doncaster.
—Un asesino debe estar dispuesto a todo con tal de mantener la efímera y débil paz. Es lo primero que te enseñan una vez entradas a la academia. Tu instruyes a los estudiantes por lo que sabes muy bien eso. Además, dije sobre alguien, pero nunca sobre Hiroshi.
—¿Que? Entonces ¿De quién hablas?
—Tengo pocas certezas de eso. — reconoce Doncaster.
—Debe ser una broma ¿dependemos de alguien que no sabemos quién es? — cuestiona Olympico en un claro tono de desapruebo y disconformidad.
—Cálmate Olympico. — le pide Lucy.
Haciendo caso a su amiga, Olympico se calma y piensa con mayor claridad lo que está sucediendo y aunque no encuentra conexión, tampoco lógica en lo que Doncaster le dijo, siente que debe confiar en el director, aunque la forma en la que últimamente actúa es demasiado contradictoria. El asunto de los nobles, el culto y las extrañas apariciones de flotes y actividad de mercenarios está causando pánico entre los dos poderes que mantienen el orden.
Como la conversación ha llegado a un punto explosivo, Lucy decide intervenir en la discusión con su propio punto de vista, sin llegar a ocasionar más asperezas entre ambos asesinos:
—Hay que hacer algo respecto a los secuestros o no. Esos nobles son nuestra responsabilidad y…
—Lucy. — interrumpe Olympico.
—¿Huh? ¿Qué pasa? — pregunta ella.
—Eso no es un secuestro. En más de un sentido. — le explica el asesino— Ellos no actúan de esa manera. Se los contrata para actuar según el cliente. Podría decirse que su credo es ser perros del mejor postor y no hay manera de que puedan cambiar a menos que se les entregue una mayor suma de dinero. No tienen honor ni dignidad. Si les das una bolsa extra de dinero son capaces de traicionarte a pesar de que hayas gastado toda tu fortuna en el proceso para contratarlos. Son peores que la escoria que intentamos luchar día tras día. — añade con sumo detalle mientras le sudan las manos, el cuello y el rostro como si recuerdos dolorosos golpeasen a su mente.
—Olympico ¿Cómo es que sabes tanto de ellos? — se queda perpleja.
Lucy le pregunta con su característica voz dulce y a la vez relajada para saber la verdad. Claro que conoce a Olympico durante muchos años, desde que eran adolescentes y hasta se podría decir que mucho tiempo más atrás, pero hay detalles de la vida del asesino que ella no conoce y llaman poderosamente su atención. Para empezar, no sabe o, mejor dicho, desconoce donde nació y cómo fue su niñez, algo que de Hiroshi conoce bastante o viceversa. Es de poco conocimiento, solo un círculo pequeño, pero no es algo que se tenga oculto, sobre el origen y pasado de Lucy como una niña nacida en Ophiros y proyectada como talentosa mercenaria que decidió escapar con tan solo diez años de edad y pudo llegar a Antares donde fue acogida por Doncaster. Pero Olympico y quien es en verdad es un misterio que parece ahondar ahora en la relación con Lucy.
Sin embargo, Lucy no está del todo segura sobre cómo encarar el tema por lo que espera un momento en silencio mientras Olympico y Doncaster siguen su discusión sin sentido ahora que se puede llegar a una solución tan fácilmente:
—Yo quiero…—dice Lucy, atrayendo la atención de ambos— saber quién eres Olympico. ¿Por qué ocultas tu pasado?
—¿Qué? — pregunta Olympico— Lucy, no es el momento para esto.
—¡No! — se acerca al asesino y le golpea el pecho con su dedo índice con una expresión de molestia que intimida al enorme hombre— Es el momento preciso. Este asunto del culto a las máscaras, tu actitud desde que supiste que son los causantes de los secuestros y cada vez que los menciones. ¡Somos amigos desde hace mucho tiempo, pero no sé nada de ti mucho antes de que nos conociéramos! ¡¿si quiera Hiroshi también sabe algo?!
—Creo que es mejor que se lo digas. — le recomienda Doncaster.
—Pero…— Olympico mira al director.
—No tienes por qué ocultárselo a tus amigos de toda la vida. — insiste Doncaster.
Olympico mira a Lucy una vez más a los ojos y suspira:
—De acuerdo. Dejaré de ocultarlo. — se sienta sobre el sofá y bebe un poco de agua— Yo al igual que tú no nací en Antares sino en las Islas del Norte conocidas como Svengers. Ese lugar, al que nadie quiere ir por su extremo frio y silencio porque no hay vida humana, es hogar del culto de las máscaras.
—E-Espera un momento. Tu… ¿naciste en esas islas? Entonces…— retrocede un paso en shock.
—Si, Lucy, yo fui parte del Culto a las Máscaras. Fui un Fiesmeros desde mi nacimiento. Sumido en el cruel entrenamiento, abandonado por padres que jamás me quisieron. Y observé como aquellos que consideraba amigos, hermanos, primos, vecinos iban pereciendo por el entrenamiento inhumano para formar parte de manera obligada a la fuerza del culto. No se podía cuestionar nada. Si nos pedían matar lo hacíamos. Si nos pedían traicionar lo hacíamos. Si debíamos abandonar a los nuestros para salvarnos a nosotros mismo lo hacíamos. Éramos rehenes de un credo oscuro y retorcido con siglos de historia y resentimiento hacia todas las naciones menos el dinero que se le otorgaba al culto. —levanta su mano y con la punta de sus dedos desde el costado superior de su rostro va bajando hasta debajo de la mandíbula opuesta. A medida que baja sus dedos se forma una capa color negra con marcas de rasguños color rojo. Esta capa se endurece, revelando líneas de ojos blancos sin más marcas que humanicen a la mascaras— Esta es la máscara, la cual es el resultado de mi entrenamiento al dejar morir y asesinar a mis amigos con solo nueve años.
Lucy jamás había imaginado tal revelación, ni su propio pasado podría haber sido tan oscuro como el de Olympico. Ella nunca podría imaginar lo que él pasó de niño:
—Un día, durante mi entrenamiento con mis dos hermanos mayores, el invierno fue realmente crudo y los evaluadores no permitían retroceder a nadie. Nos hicieron correr desnudos desde una isla hasta la otra con solo las máscaras activadas. Para llegar a la otra isla teníamos que nadar y mantener la máscara para lograr mayor concentración. Dios sabe cuántos han muerto ese día. No sé cómo, pero yo pude sobrevivir, pero al ver atrás después de llegar a la meta noté los cuerpos de mis hermanos flotando en el agua. Ese fue el último día que padecí el entrenamiento cuando un asesino llamado Hanonnei y un equipo me rescató, matando a seis evaluadores en el proceso. El resto es solo historia. Me uní a la orden y manifesté habilidades ya que, al ser medio asesino, gracias a mi madre, pude olvidarme de mis raíces en el culto y seguir mi vida. Ahora estos bastardos volvieron y se están atreviendo a atacar a los chicos. — aprieta su puño y dientes. Expulsa ligeramente su aura y destruye con su mano el vaso de vidrio con agua dentro— Juro que los mataré.
Lucy le acaricia la cabeza y sonríe:
—No sabía que algo así te había pasado. Discúlpame por insistir tanto con algo que te hace tanto mal. Soy una estúpida. — se lamenta.
—N-No te disculpes. Yo fui quien no quiso contártelo para que no pienses mal de mí. Inclusive Hiroshi desconoce eso…
La voz de Hiroshi resuena en respuesta a las palabras de Olympico desde el escritorio de Doncaster a través del comunicador con el que se contactan:
—En realidad lo sabía también.
—¿Heh? — Olympico y Lucy voltean.
—Parece que tenemos comunicación de Hiroshi. — dice Doncaster en tono bromista.
—¿Cómo es que lo sabes? — pregunta Olympico.
—Soy el ex líder de la división de inteligencia de las Leyes Vivientes. Mis redes de información son extensas y el culto de las máscaras tiene gran conexión con ex miembros. Pero no es por lo que me estoy comunicando. Tengo información realmente compleja.
—Espera un momento. — le pide Doncaster y mira a Lucy— Contacta a los demás profesionales. Esta es una reunión importante.
—Entendido.
Lucy sale de la oficina en busca de los demás profesores para escuchar lo que Hiroshi pudo averiguar sobre los movimientos del enemigo en el Sur.
Ya con todos en la oficina, Doncaster da permiso a Hiroshi para continuar con su reporte:
—Hace un par de días pude encontrar una pequeña base de lo que pensaba eran mercenarios, pero es más de lo que creía.
—¿De qué hablas? — pregunta Doncaster.
—Nuestro temor no es tan errado. Me enfrenté en esta base a un grupo de hombres armados que estaban custodiando a niños en jaulas. — responde en un claro tono molesto— Además estos tipos tenían tatuajes con un extraño símbolo. — añade.
—¿Puedes describirlo? — pregunta Doncaster.
—Claro. — dice Hiroshi.
—E-Esperen un momento. — Lucy busca un bolígrafo y se predispone a dibujar los detalles otorgados por el asesino.
—Bien Hiroshi, descríbelo. — le dice Doncaster.
—Por lo que veo es la figura de un león, rodeado por espinas y una espada clavada en su cabeza. Sin duda es de la peligrosa organización que lleva moviéndose a lo largo de Antares durante varios años, secuestrando y ejerciendo la trata de personas. — dice Hiroshi.
—Recuerdo algo de eso. Es uno de los tantos casos de las redes de espionaje, pero no sé nada más. — reconoce Doncaster ante la poca información que dispone frente a la abundancia que si tiene Hiroshi.
De entre los demás asesinos se acerca uno en particular, con parche en su ojo derecho, expresión seria pero amigable y un físico similar al de Olympico en tamaño y masa muscular. El profesor Guthron, aquel hombre que salvó a Megumi del infierno de la prostitución, observa el símbolo que Hiroshi le describió a Lucy y que tan perfectamente pudo ilustrar con sus grandes dotes en el arte:
—Espera un momento. — se queda perplejo— Conozco ese símbolo. — dice con voz temblorosa.
—¿Estás seguro? ¿de dónde? — pregunta Lucy.
—Aunque es un tanto diferente. Sin duda es ese símbolo. Es la marca de la esclavitud. — dice sorprendido.
—Eso es lo que estamos diciendo. — dice Olymmpico.
—No, no lo entienden. Este símbolo es de una organización llamada Mantícora y se dedicaba a la esclavitud, prostitución y venta de órganos de niños. Es la organización que esclavizó a Megumi durante muchos años. — dice Guthron.
—Dios mio. — Lucy se horroriza al escuchar sobre lo que Megumi sufrió de niña.
—Lo mejor es mantenerlo en secreto. —propone Doncaster con su mirada preocupada sobre el símbolo de la organización y un claro desacuerdo por parte de varios de los presentes entre ellos Olympico, Guthron y Lucy. — Esa chica no tiene que enterarse sobre la organización. Al menos no por ahora.
—¿A qué te refieres con por ahora? — Lucy mira desconfiada al director.
—No me mires así Lucy. Dudo que hagan algo aquí. A decir verdad, sus movimientos solo se están limitando al Este y el Sur. En unos días llegarán los directores para la reunión. Después de eso será cuestión tiempo.
—Ese es el problema, Doncaster. Creíamos que estaban solos o en el peor de los casos, financiados por los nobles. Nos equivocamos. — dice Hiroshi. —El culto de las máscaras tiene miembros entre los esclavistas.
Doncaster mira hacia Olympico y nota que este intenta cruzar por la puerta y arrastrando su arma desenfundada por los suelos:
—¿Qué crees que haces? — pregunta Doncaster.
—¡Ir a esas islas de mierda y destruir a ese culto! — vocifera Olympico sin miedo a confrontar y desobedecer al director.
—¡Olympico, no actúes por ti mismo! — lo regaña Lucy— Entiendo lo que sientes cuando se trata de ese culto, pero tienes que comprender…
—¡Lucy! ¡¿tú también te sientes así?! — se detiene y voltea a mirar a su mejor amiga— A pesar de que aún no los conociste como nosotros has visto de cuan maravillosos son esos chicos. Para mí es imposible no hacer algo y llegar al final del día con la consciencia tranquila de saber que ese culto sigue haciendo miserable la vida de niños y niñas por sus creencias de mierda.
—Olympico. — dice Doncaster— Voltéate. — le pide.
—¿Qué? — se voltea y mira a los ojos a Doncaster. Nota que las palabras son serias y para nada alejadas de la realidad.
—Nunca dije que vayamos a dejar al culto hacer lo que quisieran a costa de vidas inocentes. Te conozco desde hace tiempo y tu no dejarás que las injusticias abunden. Así que voy a pedírtelo una vez más. Confía en mí. — se levanta de su silla y extiende su mano con total firmeza y promesa sincera.
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