Academia de Asesinos - 22
Los hijos de nobles se reúnen en la mansión que utiliza la casa Carmesí, donde planifican su próximo movimiento y discuten sobre las últimas cosas que han pasado entre ellas que varios aristócratas abandonaron Antares gracias a la contratación de Fiesmeros y cuya participación en la trata de personas y esclavitud ha podido ayudar a la economía de las casas nobles.
En lo que respecta a la orden de parte de los demás cabezas de familia noble, cada niño y niña debe abandonar el continente en un plazo de al menos un año por lo que muchos se molestan al no poder dar por terminado ciertos asuntos:
—¡Ah, carajo! ¡No puedo creer que tengamos que irnos de aquí en un plazo de un año! —se queja uno de los nobles.
—¿De qué te quejas? Es un plazo bastante largo. Podríamos cumplir con lo que prometimos a esos cretinos.
—Eso es verdad. Después de matarlos podemos simplemente desaparecer.
—Oigan ¿No creen que es demasiado? —dice tímidamente Gloria, tercera hija de la casa Berserk.
—Para nada. Ellos se lo están buscando.
—¡Si! Parece que nunca entendieron con quién se han metido. Su falta de respeto constante hacia nosotros, los nobles, es inaudito. Vamos a enseñarles a agachar la cabeza y entender de que hablamos cuando decimos que estamos por arriba de cualquiera inclusive el incompetente del director.
Durante el resto del día, los nobles reunidos preparan una vez más su plan para demostrar de lo que son capaces, siendo poseedores de beneficios cuestionables al tener esa posición de intocables.
***PARTE II***
Días más tarde en el fin de semana, Kaizer se reúne con su amigo Lucian para almorzar en la cafetería que usualmente permanece abierta en los días que no hay clase. Esto es para que aquellos estudiantes sin familia ni dinero puedan disfrutar de algo más delicioso que solo la comida de los orfanatos. De paso conversan sobre lo sucedido en aquel callejón donde vio a esas extrañas personas y los nobles:
—Esta pizza está deliciosa. Me sorprende que la cafetería esté llena de estudiantes un sábado por la tarde. —Lucian mira asombrado a su alrededor como la cafetería está llena como si fuera un día de semana ordinario.
—Los días sábados traen por la mañana ingredientes frescos. —responde Kaizer y sabores el queso y salsa de tomate de la pizza.
—Veo que pasas mucho tiempo aquí. —dice Lucian.
—Como estoy aburrido los fines de semana vengo aquí y las personas de la cocina me enseñan como preparar platillos. —responde Kaizer.
—Desearía que vengan a mí casa. —murmura Lucian y sonríe desdichado.
—¿Porque dices eso? —pregunta Kaizer habiendo escuchado esas palabras en tono bajo.
—Ah, no, no, por nada. — disimula Lucian sus palabras.
—¿Seguro?
Lucian se queda en silencio a lo que Kaizer cambia rápidamente de tema para evitar incomodar a su amigo.
Sus manos chocan al querer agarrar la última porción de pizza, así como las miradas eléctricas por querer tal manjar:
—Tenemos un problema aquí. —dice Kaizer.
—Eso parece. ¿La quieres cierto? —pregunta Lucian.
—Sabes que sí. —responde Kaizer y no cede un milímetro.
—Por cierto, ¿dónde está Megumi? —pregunta Lucian.
—Según me dijo tenía una merienda con las amigas. — responde Kaizer—Después nos tenemos que reunir con ella en el parque aquí a unas cuadras. —añade.
—Pero que no sea tan tarde. Tengo que regresar a tiempo para la cena. —dice Lucian y aprovecha un descuido de Kaizer para tomar la última porción—¡Ja, perdiste! —se burla.
—Tonto. —lo mira Kaizer con desprecio.
—Ya, ya, en mí defensa…no tengo defensa. Está deliciosa sin dudas. —sonríe Lucian mientras come la porción.
En un instante, Kaizer se pone serio, su reciente experiencia con los Fiesmeros lo hace pensar en que algo más pasa en la academia y quizás Lucian no lo sabe:
—Estas muy serio y tenso. ¿Aún…? —dice Lucian refiriéndose a la marca del cuello que se va sanando rápido hasta no dejar casi rastros.
—Lo estarías si un tipo de casi dos metros te levanta del cuello con esa violencia. Dios, de recordar me pone terriblemente mal. Lucian, ten mucho cuidado. No sé qué está pasando, pero está involucrándonos a todos nosotros. —dice Kaizer, sintiéndose asustado y preocupado por sus amigos.
Por supuesto Lucian le da la razón y asienta con la cabeza la advertencia de su amigo. También se encuentra temeroso de que le toque a Megumi o a Lucian por lo que su cabeza se encuentra hecha un desastre sin poder concentrarse en los estudios más allá de leer unas pocas páginas de sus libros.
No tardó en curarse físicamente, sorprendiendo a los médicos de su rápida recuperación, pero mentalmente no está preparado para eso:
—Creo que es la hora de ir a ver a Megumi. ¿Vamos? —pregunta Kaizer.
—¡Maldición, me olvidé! —dice Lucian y tomándose la cabeza.
—¿Qué pasa? —pregunta Kaizer.
—Tengo que irme a casa. Olvidé que ceno con mi hermano. Hace tiempo no cenamos. Debo preparar todo. —se levanta y camina hacia la salida—Lo siento mucho. Luego organicemos para salir los tres. —se disculpa varias veces más.
La verdadera razón de que Lucian se haya ido no es aquella supuesta cena en la que usó a su hermano como excusa sino para dejar a solas a Kaizer y Megumi, teniendo la intuición de que hay sentimientos mutuos que pueden desarrollarse con el tiempo y es deseo del joven solitario el poder ayudar a sus amigos.
***PARTE III***
Ya avanzada la noche, los escuadrones de Fiesmeros recorren los callejones de Pumbakar, recogiendo a los estudiantes aristócratas y llevándolos hacia el norte donde son esperados por barcos de contrabando.
Esos hombres y mujeres con gabardina blanca y boina del mismo color degüellan sin piedad a los asesinos que montan guardia por la noche para proteger las calles. Uno de ellos saca del vientre de un asesino sin vida su espada y agita violentamente a un lado para quitar la sangre de su hoja. Esa sanguinaria persona es una mujer con pequeña cicatriz en la mejilla derecha:
—Asqueroso. ¿Todavía quedan nobles aquí? —pregunta ella.
—Si y trata de no elevar la voz. Eres demasiado escandalosa. —le dice su compañero.
—Mi voz está normal. Eres tú el sordo. En fin, ¿Cuántos nobles quedan? Ya quiero volver a la base y tomar mí ducha fría. — se queja la chica.
—Elaine, deja de quejarte. Ahora tenemos una misión y es buscar a los aristócratas de esta noche. —responde su compañero, asomándose por la avenida y encontrando la calle desierta.
—Como digas Ogsberg. Solo preguntaba. —dice Elaine y hace pucheros.
—Son al menos cuatrocientos nobles y de los cuales cincuenta son estos mocosos que tenemos que transportar. Entre sucesores y los que corresponden como segundo, tercer, cuarto hermano y hermana.
Una leve agitación en el ambiente los pone en alerta máxima. Elaine con su espada en alto y Ogsberg preparando su máscara al rasgar su rostro y deformándolo para firmar las capas que le otorgan mayor poder físico. Algo los pone nerviosos y no son guardias que patrullan las calles.
Elaine agita su cabeza hacia adelante para manifestar su máscara:
—Pensar que estaríamos acompañados por alguien más. —reconoce Elaine mirando al frente donde se oculta una figura oscura y encapuchada—¡Oye, tu!
—Los intrusos deben ser eliminados sin excepciones. Principalmente ustedes, Fiesmeros. —responde el enorme hombre misterioso.
Aquel sujeto de enorme porte y brazos musculosos saca de su espalda un mazo casi de su tamaño y se abalanza contra Elaine y Ogsberg a quienes ataca enterrando con fuerza el arma.
Los enmascarados esquivan sin poder hacer nada más. Cada impacto del mazo contra el suelo produce un leve temblor y pequeñas ráfagas sacuden las bolsas de basura, escombros y agua estancada.
Ogsberg es golpeado al costado y enviado contra una pared la cual atraviesa pasando hacia el otro lado donde se haya un negocio de lavandería.
Elaine ataca por detrás con su fina espada. El encapuchado, esquiva moviéndose a un lado y entierra su puño en el estómago de la joven, levantándola un poco y antes de que salga disparada hacia arriba la toma de la cabeza y lleva su rostro contra el suelo y de un rodillazo le rompe las costillas:
—¡Kyaaaaaaaaaaaaaaa! —grita Elaine de dolor.
—Les dije que voy a eliminarlos sin piedad. Que te quede bien en claro, yo no permitiré que sigan haciendo lo que quieran. —advierta en tono tosco.
—¿Q-Quién eres? —pregunta ella con dificultad para respirar y mantener el conocimiento.
El tremendo golpe a las costillas produce que una de ellas le atraviese un pulmón, así como debido al impacto del rostro contra el suelo una rotura en el cráneo. Las heridas son graves y perder más tiempo solo la lleva a una muerte más veloz. A duras penas Elaine se pone de pie, sostenida por la espada y la máscara invocada desaparece al ya no tener energía. Mira hacia el negocio y ve a Ogsberg contra el otro lado de la pared y atravesado por un mueble de metal que perforó su corazón. Sin haber tenido oportunidad, Elaine ni se inmuta al verlo muerto:
—E-Estúpido…d-debilucho…
—Antes de criticar a tu compañero deberías ver tu condición. Estás a punto de morir. —dice el misterioso.
—¿Y tú…que…? —cuestiona la chica.
—¿Yo que? —pregunta el sujeto.
—V-Vienes y.… atacas… ¿Quién…eres? —la vista de Elaine se tambalea y lentamente va nublándose.
—De nada le sirve a una muerte de Fiesmeros el saber quién soy. —toma su mazo y lo levanta sobre sus hombres—Descuida, hay más de ustedes por la zona y varios deben estar llegando aquí. Se van a reunir contigo. Por lo pronto…
Por un breve instante, uno solo, la luz de la luna se vuelve intensa y bajo está el rostro misterioso del hombre se vuelve visible y deja ver a Elaine de quién se trata aquel hombre que está a punto de asesinarla:
—¿Que? I-Imposible ¿Tu? —Elaine se queda en shock.
—Hicieron un terrible mal y voy a eliminarlo sin arrepentimiento. —dice mientras baja con fuerza el mazo contra la cabeza de Elaine y matándola en el acto, explotándole el cráneo como si fuera una sandía.
Ogsberg, de ahora caminata torpe y arrastrándose por la agonía de la herida en su pecho y desparramando sangre en su camino, se acerca por detrás del encapuchado. Su sed de venganza y el hilo que lo separa de la muerte es fino y fácil de quebrar, pero se lanza al ataque y en pleno aire su cabeza se separa del cuello y rueda hasta el cadáver de Elaine.
Lucy, con una capa y capucha puesta, pero sin querer cubrirse el rostro mira fijamente al hombre frente a ella:
—Doncaster fue claro con lo que dijo. ¿Tan fuertes son tus ganas de vengarte…Olympico?
—Ellos arruinaron mí vida. No les debo pleitesía ni piedad. Si pudiera los alquilaría de raíz. —responde y quitándose la capucha suspira. Deja el mazo en el suelo y mira al cielo nublado.
—Soy tu amiga al igual que Hiroshi. Deberías confiar más en nosotros y no hacer las cosas solo. — Lucy lo consuela.
—Odio esto. En verdad lo odio. Pensar en que estos animales siguen sueltos y ahora trabajan para el enemigo. Dime Lucy ¿Haber sido parte del culto le ha vuelto como ellos? —pregunta Olympico.
—No, no, para nada. Eres un hombre bueno. —responde Lucy y acaricia la cabeza de Olympico—Es posible que el saber de nuevo sobre ellos haya alterado tus sentimientos, pero para nada eres como esa gente. —finaliza con mayor convicción.
Olympico, de mejor ánimo, toma el comunicador y habla con Doncaster para informarle sobre la situación y que hay muchos miembros del Culto desparramados en la ciudad. Al termina la comunicación se asoma junto a Lucy hacia la avenida principal y apresuran su marcha en busca de los enemigos:
—Te ayudaré esta noche ahora que Doncaster acepta está cacería. —dice Lucy.
—Hubiera preferido no molestarte. —dice Olympico.
—Sabes que no te habría hecho caso, tonto. —le dice Lucy con su amable sonrisa y una mirada asesina.
A lo lejos entre la oscuridad de la noche, varias figuras observan a Olympico y Lucy alejarse del sitio de la batalla:
—York. —exclama uno de los capitanes con rostro severo y siempre portando medallas en su atuendo.
—Capitán Moskovich. —se hace presente con postura firme y el puño cerrado en su pecho.
—Informa a la base que uno de los polluelos perdidos fue encontrado y de la manera que menos esperábamos. De paso informa que ya tenemos a otros cuatro aristócratas. Los llevaremos por la madrugada. —dice Moskovich.
—Somos más que ellos ¿no sería mejor acabarlos ahora? — propone York sin saber a quién desea enfrentar.
—Eres estúpido York. Por más que seamos capaces de superarlo de manera numérica hay dos factores que nos llevaría al fracaso. El primer es que Doncaster, uno d ellos cuatro grandes, se encuentra en el territorio. Y el otro factor es que Olympico es uno de los mocosos más fuertes que ha creado el culto. Nuestras bajas serian enormes. Así que has lo que te pedí. — le explica a Moskovich con toda la paciencia posible.
—¿Señor? ¿No deberíamos esperar al amanecer? —contradice York.
—Nuestros planes han cambiado. Si quieres seguir el plan viejo hazlo, pero acabarás muerto por los Asesinos. —Moskovich arrastra sus dedos a través del rostro desde la punta superior hasta debajo de la mandíbula para manifestar su máscara con forma de demonio, cuernos y ojos grandes color negro—Los que no me cuestionen síganme. Tenemos un largo camino hasta el norte y será casi un mes y medio de viaje. Si muere algún noble en el camino será problema de los asesinos.
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