Academia de Asesinos - 27
En la densidad del bosque, Hiroshi persigue a Kazumayo, moviéndose por la preocupación de que el pueblo más próximo se vea involucrado en la batalla frente a un enemigo que por el fruto devorado hace momentos se encuentra sin raciocinio. Si bien, Kazumayo supera con creces el tamaño de un hombre común y fácilmente pudo sacar varias decenas de metros de distancia, Hiroshi ve desde atrás como un vapor sale del cuerpo y como se ralentiza.
De alguna manera el cuerpo va pesando cada vez más hasta que se detiene en el medio del bosque. No hay duda de que el efecto secundario de esa droga con forma de fruta es la causante de los estragos en el cuerpo de Kazumayo, que empieza a adoptar una grotesca transformación cuyo brazo derecho se vuelve delgado y frágil y el izquierdo se hincha con venas visibles así:
—Parece que ese es el efecto secundario de lo que comió. — observa en silencio Hiroshi— Aun así, no parece como si quisiera rendirse. — ve como Kazumayo lo mira y da un paso para confrontarlo de frente.
—Tan solo…espera…voy…voy a…matarte…con mis manos…—dice Kazumayo y muestra sus puños a Hiroshi.
—Si eso hará que no se acerque a donde haya inocentes, mejor. — piensa Hiroshi.
—¿Crees…que me he…olvidado…de mi contrato? — dice Kazumayo, creyendo que Hiroshi le dijo algo.
—¿Huh?
—Eso…eso…pensé… ¡aaaaaaaaaaaaaagggggggghhhhhhhh! — de su cuerpo salen toneladas de vapor color rojo que lentamente lo deshinchan y permiten volver a su forma original. Sin embargo, los estragos de tal efecto se vuelven aún más tétricos ya que de sus ojos sale sangre, las venas de sus extremidades estallan y tanto brazos como piernas se vuelen en un rojo carmesí producto de la sangre que lentamente se va coagulando— Tal parece que no me queda mucho de vida. Cielos, no debí aceptar esa maldita droga defectuosa. Sabía que esos malditos iban a querer deshacerse de mí. — se queja con dolor en su cuerpo.
—¿Droga defectuosa? ¿de qué hablas? ¿Dónde la conseguiste? ¿Dónde las produces? — pregunta Hiroshi, preocupado por lo que está diciendo Kazumayo.
Después de todo, Hiroshi es alguien con una amplia gama de redes de comunicación y espionaje que permite una mayor seguridad en el continente. Eso es su más grande orgullo pero que por cómo están las cosas, hay algo más que ignora o, mejor dicho, nunca ha podido descubrir y son los movimientos que en los últimos meses han sucedido en las narices de los asesinos.
No solo debe desconfiar de los nobles o mercenarios, sino que ahora se suman los fiesmeros y traficantes. Su temor crece con ver los efectos secundarios de la droga que Kazumayo comió para enfrentarlo con excesiva confianza y ventaja.
Las venas se van despedazando dentro de la piel y la carne, cubriendo el interior con un intenso rojo. La muerte lo espera, pero con tal de llevarse al asesino con él, Kazumayo no piensa en nada más que derrotarlo de la forma más brutal posible. Hiroshi, por su parte, pretende buscar más información para tomar acción y evitar que esas drogas lleguen a las calles y en particular a los rechazados por la sociedad. Toma su espada por el mango y la desenvaina de manera elegante sin apartar la mirada sobre su enemigo:
—Quiero saber dónde conseguiste esas drogas. Mejor dicho, ¿Quién te la dio y de donde la obtuvo ese alguien?
—¡Jajaja! ¿aún lo ignoras? Me decepcionas. Eres el antiguo líder y quien dirigía las redes de inteligencia y hay cosas que no sabes. Eso no me lo esperaba. —se burla Kazumayo entre respiros de agonía.
—De ninguna manera. La información abarca todo el continente, es imposible que algo así se esté esparciendo. —dice Hiroshi indignado.
—Tú mismo…lo dijiste…haaaaa.haaaa…—jadea adolorido—Es imposible…si no tienes a alguien infiltrado. — sonríe.
—No…puede ser. — se sorprende Hiroshi.
—Tan limpia no es la orden que tanto defiendes ¿no lo crees? Están podridos hasta la medula y aun así actúan como un faro de luz y esperanza para estos mocosos que desean proteger para que fuera la generación que los reemplace. Me dan asco. No conocen nada del bajo mundo o quizás pretenden ignorarlo porque muchos de ustedes tienen las manos manchadas con sangre inclusive tú.
—¡Cállate, no entiendes nada! — se enfurece Hiroshi.
—¿O qué? ¿crees que digo cosas incoherentes?
De hecho, Hiroshi es consciente de que hay algo más oscuro en Antares, las lealtades ya son cosas del pasado que por intereses efímeros se quiebran. Eso es en parte algo que el asesino conoce porque muchos conocidos se han visto dubitativo a la hora de definirse y finalmente acababan por elegir el bando erróneo. Hiroshi se queda en silencio sin saber que responder porque en verdad Kazumayo sabe más de lo que aparenta y no es solo por trabajo de espionaje y recolección de información durante muchos años:
—Los navíos del Este…—Hiroshi se queda boquiabierto al recordar los extraños movimientos en los últimos meses.
—Para ser más precisos son barcos de transporte de los productos. —añade Kazumayo.
—Creía que eras parte de la orden mercenaria. Ellos no trabajan de esa manera. —sospecha Hiroshi.
—Tienes razón, no es la manera en la que trabajan. —responde Kazumayo.
—Los nobles, ellos carecen de toda ética y moral. No sería de extrañar que fueran los productores y trajeran esos frutos. —dice Hiroshi mientras entre sus ropajes yace un aparato que permite grabar la voz y así incriminar a los nobles. Con todas las pruebas sería más sencillo que los cuatro grandes y las leyes encarcelen y enjuicien a los nobles.
—Ja, no los sobreestimes. Ellos se preocupan por recuperar un poder que tenían en antaño pero que jamás regresará.
Kazumayo conoce muy bien a los nobles, no por algo es alguien que se ha codeado con muchas clases y costumbres de seres humanos. Fiesmeros, mercenarios, asesinos y nobles, por el bien de su trabajo y forma de vida tiene que conocer los lugares donde sus clientes viven. Es curioso pensar que alguien tan versátil y conocedor haya caído tan fácil en la trampa del fruto como si nunca hubiera sospechado en cuanto se la dieron. De igual manera Hiroshi y sus conocimientos a lo largo y ancho de Antares gracias a las redes de información, no haya podido ver más allá de la simpleza en la corrupción que se encuentra pudriendo a la orden y la gente que deben proteger:
—Curioso. Me he dedicado a esto tantos años que la sensación no cambiar nunca. Ver a esos mocosos alejarse con grilletes y encadenados en barcos. Pero ¿sabes? Hay algo que nunca he podido siquiera disfrutar y es mi único fracaso. Imaginaras que hablo. — dice Kazumayo.
—Eres un maldito monstruo. — dice Hiroshi apretando sus puños llenos de impotencia al pensar en los que sufren.
—¡Ja! Que cosas tan divertidas dices. Yo no soy quien enseña en un curso que tiene a un monstruo entre monstruos de alumno. — responde con una sonrisa— Además me parece muy gracioso que te indignes de esa manera cuando perteneciste a las leyes vivientes y eras el jefe principal de las redes de inteligencia.
—¿Monstruo? ¿alumno? Se más claro Kazumayo y deja de perder el maldito tiempo conmigo. — mira fijamente a Kazumayo, empuñando su larga espada con una ira fuera de lo normal.
—Eso es algo que no voy a decirte ya que hay alguien más interesado en ese mocoso, bueno al menos es lo que tengo entendido y pensándolo mejor ni siquiera el más temido mercenario quisiera llevarle la contraria. Mejor acabemos de una buena vez. — dice Kazumayo mientras siente como el dolor en el cuerpo aumenta y siente migrañas. Lentamente la sangre se acumula en los ojos.
Con la espada al frente y la hoja apuntando al cuello del mercenario, Hiroshi acumula todo el aire posible y lo libera con aliento fresco debido a las altas temperaturas. A su espalda los fiesmeros se van alejando, previniendo el final del viaje con Kazumayo y este, ya suponiéndolo incluso antes de comer el fruto, por primera vez manifiesta la máscara que obtuvo cuando asesino al miembro del culto. Sin embargo, la forma en que manifiesta la habilidad del culto es de lo más grotesca ya que se rasga con tal violencia el rostro que no le importa destrozar su ojo en el proceso. Además, no usa una sola mano sino ambas desde la barbilla hasta la frente, desencadenando una cascada de sangre, piel y carne desgarrada. A su alrededor una ventisca empuja a todos alrededor incluyendo a Hiroshi y los fiesmeros que escapan cobardemente hasta hacerlos golpear contra el tronco de muchos árboles y matando a varios en el proceso:
—Es inútil escapar de mi poder. Soy lo que llaman…un verdadero versátil. Mercenario…fiesmero…infiltrado en la orden asesina como profesor y contratado por nobles. ¿Quieres saber mi motivo en este patético mundo? ¡jajaja! Volverme una amenaza tan peligrosa que el mundo nunca olvide mi nombre. Es por eso que también me he dedicado a reunir todas las habilidades, conocimientos y experiencias posibles no solo para dejar mi sello sino para que él…me reconozca. — dice Kazumayo, orgullosamente.
—¿Quién es ese él? ¡responde! — grita Hiroshi mientras cruza sus brazos para defenderse de los violentos vientos— Este tipo está diciendo cosas sin sentido y para colmo su poder no deja de aumentar. Aun así, entre tantas cosas extrañas que dice hay algo que me intriga. Tengo que sacarle más información o… ¿huh? — piensa y mira a un lado a dos niños que se ven arrastrado por la fuerza desprendida de la transformación descontrolada de Kazumayo.
El trayecto entre Hiroshi y los niños es largo a comparación con la de Kazumayo por lo que el riesgo de que ellos sufran heridas es muy alto aún si el mercenario no los vio aún. Mientras más tiempo transcurre, más poder libera y más violento es el viento al punto de que acaba cortando la mejilla de Hiroshi y un poco la manga del niño quien intenta proteger a su pequeña hermana.
Hiroshi mira una vez más a los niños y trata de decidir qué hacer. Es riesgo, sí, pero permitir que Kazumayo acometa una masacre contra niños inocentes y permitir que suceda para solo obtener información es algo que nunca permitiría ni, aunque Doncaster se lo ordenase como tantas veces se vio obligado por el deber. Por un momento la duda lo doblega en favor de la información y su reputación, pero finalmente acaba decidiéndose a termina la batalla.
Gracias a la breve batalla que tuvo con Kazumayo donde pudo tocarlo y su habilidad de copia donde por un tiempo prolongado y sin haberla usado, esta se almacena y puede darle uso posterior. Hiroshi rasga su rostro, permitiendo adquirir una máscara imperfecta, pero le otorgar una ventaja extra de que potencia su cuerpo y al mismo tiempo una extraña aura imbuye a la hoja de la espada en un tono rojo:
—Oh, así que pudiste tocarme mientras peleábamos el otro día. Por eso es que puedes usar mi habilidad de mascara, pero ¿Por cuánto tiempo podrás mantenerla? — dice Kazumayo.
—El suficiente para acabar con tu vida. —responde Hiroshi— Dije eso, pero es la primera vez que uso esta habilidad del culto de las máscaras. Siento como esta mascara hace arder mi cuerpo, sobre todo mi rostro. Me duele. Me quema. Pero…—piensa y mira a los niños— Tengo que hacerlo para evitar que inocentes sean heridos.
—Veamos si es que puedes…contra alguien…con la máscara en su poder… ¡durante más tiempo! — rasga el ultimo centímetro de su frente— Esos niños que están cerca serán los que paguen por tus acciones ¿o qué? ¿creíste que no me había dado cuenta de que estaban unos mocosos curiosos? — sonríe.
La máscara de Kazumayo es mucho más precaria ya que al no pertenecer al culto y ser un rechazado por el dios de las máscaras, no puede manifestar completamente la forma original que podría tener, incluso su potencial es disminuido y para colmo, provoca efectos secundarios como el uso máximo de apenas un minuto. Kazumayo ha olvidado ese detalle debido a que el uso no se lo da desde hace mucho tiempo.
Hiroshi está en la misma situación, pero por su parte es una versión falsa y que solo usa para llevar su cuerpo más allá para impedir que los niños reciban daño. Es a todo o nada en un ataque:
—Tengo que hacerlo ahora o no servirá si completa su transformación en esa forma imperfecta. — piensa y se impulsa hacia Kazumayo.
—¡Si, ven aquí mocoso! ¡te voy a aplastar aquí y ahora!
—¡Corte del escudero! — de un corte limpio al cuello decapita a Kazumayo así como varios árboles detrás. Luego de eso corre hacia los niños al ver que varios vientos cortantes que liberó Kazumayo antes de morir se les acercan, interponiéndose en el camino y sufriendo cortes en la espalda. Levanta su rostro y ve que ambos niños están a salvo. Se alivia por ello— Q-Que bueno…que estén bien…—se cae de rodillas debido a los cortes que casi perforan sus huesos y el desgaste de ese breve uso de la máscara. Al ver los rostros lagrimosos de los niños, les acaricia la cabeza y consuela con dulces palabras— Ya, ya, tranquilos. Ya todo acabó.
Los niños socorren a su salvador y en la desesperación y gritos, varias personas de las cercanías corren a socorrerlos y llevarlos al pueblo más cercano.
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