Academia de Asesinos - 4
Horas después del accidentado examen de ingreso, Doncaster se reúne en su despacho con Olympico e Hiroshi de urgencia mientras escribe varias cartas dirigidas para el Norte, Sur y Este:
—¿Aun te duele? — pregunta Hiroshi, preocupado por la condición física de Olympico después de tremenda paliza por parte de Alexander.
—Bastante pero aún estoy molesto de no haber podido proteger a los aspirantes— se queja amargado.
—Hiciste un buen trabajo, no decaigas tu animo— alienta al enorme asesino. Luego mira a Doncaster, quien se encuentra en silencio escribiendo— Doncaster.
—¿Sí? — responde sin levantar la mirada.
—Creo que es un problema el hecho de que Alexander se haya aparecido aquí ¿no lo crees?
—No es algo que pudiera omitir. Además, será el tema de conversación de hoy, mañana, pasado y el mes que viene. De eso me estoy encargando ahora— responde y deja a un lado el bolígrafo.
—¿Qué haremos? ¿le daremos caza o qué? — pregunta Olympico, aun molesto con el orgullo herido.
—Por el momento alertaremos a las demás Academias y a la Ciudad Central— dice el director de la Academia.
—Doncaster…— Hiroshi nota que el director se encuentra muy confundido como para tomar cartas en el asunto— de acuerdo, vamos a confiar en tu juicio.
—Hiroshi ¿estás seguro de esto? — le pregunta Olympico en voz baja— no quiero dudar de las decisiones de Doncaster pero…— añade.
—Lo sé y estoy como él. No entiendo cómo es que se ha infiltrado tan fácilmente.
Doncaster se pone de pie y camina hacia la puerta para apoyar su cabeza y suspirar largamente:
—Solo díganlo. Esto fue mi culpa y siento que empeorará— dice decepcionado de sí mismo
—Nunca dijimos eso ni lo creemos, pero tenemos que empezar a actuar. Hemos estado quietos demasiado tiempo como para seguir permitiendo que hagan lo que quieran más tiempo. ¿Recuerdas hace meses el ataque a un buque en el Norte? ¿El secuestro de la familia rica de mercaderes en el Sur? ¿el atentado en el dojo de artes marciales en el Este? Es aterrador pensar que los estudiantes sean el próximo blanco— dice Hiroshi, preocupado por los jóvenes inocentes.
Doncaster permanece en silencio unos momentos, perdiéndose entre sus pensamientos. Él y su orgullo tan innegables como director y uno de los asesinos más fuertes del continente que se niega a admitir que debe tomar cartas en el asunto. Pero hay algo más, algo oscuro que lo obliga a no querer continuar con ese tema.
Entonces opta por no responder a eso y continuar con un tema en particular que lo tiene más que sorprendido:
—Hablando de los jóvenes prometedores que vimos hoy. ¿Qué piensan de ese chico Kaizer? Bueno, Hiroshi, tú lo recomendaste así que tendrás tu opinión formada.
—Es cierto, inclusive enfrentó a Alexander en un mano a mano. Ese chico, ¿de dónde salió? — pregunta Olympico.
—Lo encontré cuando buscaba a un mercenario fugitivo. Al comienzo no le di importancia ya que me parecía más a un típico chico de la calle. Por más que me hubiera gustado ayudarlo solo era un delgado niño, pero me sorprendió cuando uso su habilidad…premonición— admite Hiroshi.
—Premonición— se toma la barbilla y piensa.
—Oye, pero esa habilidad es demasiado oportuna. Además, que haya salido de la nada y a un día de los exámenes. Me parece demasiado conveniente. No es como si estuviera prejuzgando, no me malinterpreten, pero en la situación tan insegura del continente tendríamos que estar abiertos a toda clase de posibilidades— dice Olympico mientras se rasca la parte de atrás de la cabeza
—Si, eso mismo me estuve diciendo a mí mismo después de que le di un nombre y prometí recomendarlo— responde Hiroshi
—¿Le diste un nombre? Entonces tu…— se sorprende Doncaster
—Se que si un asesino le da nombre a un niño este pasa a convertirse en su hijo o ser apadrinado para entrenamiento. Sucede a menudo con niños huérfanos con potencial. Pero tiene algo más. Es especial si me lo preguntan— admite con una sonrisa
—Enfrentar a Alexander no es cosa ordinaria. Ni yo pude soportar un uno contra uno. ¿Eso tiene algún sentido? — Olympico mira a Doncaster
Doncaster vuelve a quedarse en silencio, pero esta vez con expresión de entusiasmo. Siente como si el día que estuvo esperando por fin ha llegado. Recuerda brevemente los ojos de Kaizer, tan furiosos, pero a la vez llenos de bondad y deseos de hacer el bien. Incluso el momento más terrible y lleno de tensión como lo fue enfrentarse a Alexander no perturbaron esa mirada. Doncaster piensa que algo ha comenzado y por fin el día es ese:
—Creo que estamos en presencia del líder de la próxima generación de posiblemente la mejor de todas. Hiroshi, quiero que vigiles a Kaizer. Espero no equivocarme, pero… ¡mierda! Ese chico ha logrado entusiasmar a este viejo— sonríe.
—Con todo respeto, Doncaster, creo que estas sobrevalorando al chico. Es cierto, tuvo mucho valor al enfrentar a Alexander y si, le debo el cuello, pero no quiere decir que a futuro sea alguien sorprendente. No tenemos que olvidar que la orden Asesina tiene una maldición con los prodigios — dice Olympico con total pesimismo.
—Lo que dices es una superstición Olympico. Nada dice que Kaizer vaya a traicionar a la orden. Él quiere hacer justicia y tiene tantos deseos de hacer el bien como cualquier chico de su edad y grandes asesinos que han pasado por la orden — contradice Hiroshi.
—Ambos tienen un buen punto, pero no podemos depender de incertidumbres. Tenemos que comenzar a entrenarlos pensando en el futuro y no las malas decisiones pasadas. Inclusive este viejo tonto ha cometido errores con la generación de ustedes y nunca he pagado por ellos y aun hoy en día sigo lamentándome — dice, tomándose de la cabeza el director.
—Eso pasó hace mucho tiempo así que deja de mortificarte — le aconseja Hiroshi — sobre todo por algo que nosotros podríamos haber impedido y fracasamos — añade.
—Ya, ya, la pregunta es ¿Qué debemos hacer ahora? ¿estamos en condiciones de empezar un nuevo año escolar? Siendo honesto, si ese chico Kaizer no hubiera llegado quizás hubiera muerto. Nunca podría haber peleado en igualdad de condiciones, no después de la última misión donde tuve que vencer y meter en prisión a esos criminales. Hiroshi, tu podrías ser de los pocos que si lo podrían confrontar, pero Kaizer, eso es una historia diferente. Apenas tiene trece años y meterle tanta presión me parece innecesario — dice Olympico.
—Hiroshi, ¿qué opinas? — pregunta Doncaster.
—Huumm… —piensa unos segundos — Nada es coincidencia y en nuestro mundo el talento es un bien preciado para cualquier bando. Estoy con ambas partes, pienso que darle esa presión es demasiado y a la vez podría ser una oportunidad inédita — admite Hiroshi.
—No creo que iniciar una primera clase diciéndoles que son el futuro brillante para la orden asesina sea la mejor idea. Hay que darles tiempo. Son chicos aun y tienen que vivir sus vidas como tales al menos hasta descubrir por sí mismos lo que el mundo es — dice Olympico.
—Entonces no hay más que decir. Tenemos que hacer todo lo posible por dar apoyo a estos jóvenes sin que sospechen. ¿Están de acuerdo? —propone Doncaster.
Después de la reunión, Olympico e Hiroshi regresan a sus hogares mientras la medianoche se acerca con su imponente luna en el pináculo del cielo estrellado. Doncaster se recuesta con una copa de vino tinto en plena oscuridad de la oficina sobre uno sofá de color rojo en una esquina junto a los estantes de libros y donde hay una alfombra enfrenta.
La mirada del director sobre esa alfombra detiene sus pensamientos por varios segundos hasta quedarse dormido y tener pesadillas de hechos pasados que aún lo perturban en sus ya casi cincuenta años de edad y con la soledad de llevar una carga inmensa que nadie se esperaría.
De repente su pesadilla lo obliga a despertar abruptamente, exhausto y sudando en pleno otoño:
—Cielos, de nuevo esa pesadilla. — murmura mientras rasca el costado de su cabeza y se agita al respirar
***PARTE II***
A varios kilómetros de la Academia del Oeste, Alexander se escabulle como puede, sorteando los puestos de vigilancia ya que con su irrupción toda la fuerza asesina de la zona había sido alertadas para encontrar y capturar al mercenario. Alexander avanza a sigilosos pasos, desviándose hacia el bosque que costea el territorio marcando el límite entre la parte civilizada con ciudades e industrias, y la zona virgen y boscosa.
Sin saber si lo esperan para sacarlo de continente como muestra de apoyo a su audaz ataque, se detiene junto a un árbol y lo escala hasta la primera rama gruesa donde descansa unas horas luego de correr sin parar con su habilidad:
—¡Maldito viejo! ¡¿Cómo se atreve a enfrentarme?! ¡desgraciado! ¡lo mataré, lo mataré! — se queja el joven mercenario, sintiendo como se le hierve la sangre al pensar que pudo haber matado a Olympico si no fuera por la interrupción de Doncaster pero en particular su ira aumenta cuando recuerda a Kaizer — Ese mocoso. Si, si, lo mataré. Será el primero en sentir la agonía de la muerte con mis manos. Bastardo hijo de perra, insultaste a la persona equivocada — aprieta sus dientes y mantiene los puños cerrados hasta que sale sangre de la palma de las manos.
Levanta su mano y lanza varios puñetazos al aire a una velocidad casi inhumana. Su habilidad de super velocidad es muy conocida entre los altos mandos de la orden, siendo Alexander uno de los agentes más peligrosos de los mercenarios y que curiosamente mantiene una actitud independiente, es decir, no acata las ordenes de los mandos del continente de Ophiros, continente madre de la orden mercenaria.
En ese momento siente como el agotamiento lo obliga a cerrar los ojos en pleno bosque y temperatura baja mientras espera con esperanza al salvoconducto.
Un brillo impacta a los ojos del joven y luego todo el rostro, despertándolo en el acto:
—¿Huh? ¿ya es de día? — mira hacia abajo para ver si alguien lo ha ido a buscar — Maldición, ¿nadie ha venido? — observa que no hay nadie, solo ciervos que pasan y ardillas dejando su alimento en agujeros del árbol — ¡Tsk! Estúpidos viejos inútiles — se queja, arañando la enorme rama que lo sostiene — ¡¿Cuántas veces más van a impedir mi ascenso?! ¡basuras!
Da un vistazo a su alrededor por las profundidades del bosque, encontrándose a la luz del sol y sin aliados:
—Este sol de otoño sí que es molesto pero cálido. Lo mejor es descansar un poco más — se acurruca y cierra los ojos — se siente desafortunado y solo en el mundo lleno de enemigos.
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