Academia de Asesinos - 5
Al día siguiente, Kaizer despierta muy temprano y desayuna comida preparada por el panadero que a pesar de haberlo criado más como un empleado que como si fuera su propio hijo, se emociona de verlo partir y cerrando la estrecha relación con el chico, sella con un abrazo la despedida y un consejo que por siempre ha de resonar en el corazón de él:
—Eres fuerte chico y a pesar de que el mundo sea oscuro y violento, tu luz interna resplandecerá en la penumbra del abismo. Ve y se el asesino más fuerte que jamás ha existido. A pesar de no ser tu familiar de sangre velaré por ti siempre.
Las palabras sobran y el gesto de hombre orgulloso hace que el chico se aleje caminando. Mientras que el panadero cierra la puerta de la casa y rompe en llanto, sintiendo como su polluelo por fin abre las alas luego de un breve tiempo pero que jamás olvidaran ambos.
En su caminata rumbo a la Academia, se encuentra con aquel callejón donde sufría tantos abusos, violencia y ataque a su condición de huérfano y sin habilidad. Cosa que tiempo después manifiesta con orgullo y mostrando ser fuerte. Se detiene un momento y siente como su cuerpo recuerda los golpes recibidos, entrando en pánico y con sensaciones de temor. Quizás el futuro no sea tan malo y le depare algo mejor. Algo más grande que sufrir golpes en un lugar oscuro, frio y recóndito.
Infla su pecho y continua su camino como un orgulloso estudiante de la Academia del Oeste.
Mientras se acerca a la entrada del lugar, repleta de guardias asesinos que protegen el frente y patrullan, la silueta de la ciudad se aleja en un camino sin retorno para bien. Al llegar, un hombre calvo y cicatriz que atraviesa su cabeza y llega hasta debajo de la barbilla, muchos quedan petrificados e intimidados solo para que el hombre les sonríe con una amabilidad tan dulce que los chicos sienten alivio y las chicas se enternecen. Ese hombre que ha cruzado los cuarenta años se llama Slaider, un asesino que se dedica a cuidar la puerta. Su poder no es para menos e inclusive Doncaster le guarda respeto al ser alguien de la misma generación, pero Slaider se recibió en la Academia del Norte, mostrando la fuerte dureza que caracteriza los fríos de aquel lugar.
El hombre los recibe uno a uno, entregándoles tarjetas de identificación con sus datos, nombre y apellido, edad y curso. Uno a uno los estudiantes de primer año son llamados por el hombre y este les entrega la tarjeta para que puedan seguir su camino hacia el edificio.
Slaider llama a Kaizer para entregar su tarjeta. El chico lo mira fijamente y por unos largos segundos se mantienen sin moverse hasta que el hombre empieza a reír:
—¡Eres interesante chico! ¿eres de primer año verdad? — pregunta mientras le entrega la tarjeta — Me llamo Slaider y soy lo que podría llamarse como el portero— se presenta con cierta gracia.
—Yo soy K-Kaizer y aprobé el examen de admisión — responde Kaizer, tímidamente.
—Si, eso parece sino ¿Por qué estarías aquí? Jajaja. — dice Slaider de manera irónica mientras palmea la espalda del chico para calmarle los nervios— Tranquilo chico, ten tu tarjeta. Que tengas mucha suerte.
—M-Muchas gracias — dice Kaizer y asienta con la cabeza. Pero se mantiene inmóvil.
—Chico ¿Qué esperas? Entra ya o llegarás tarde— lo empuja levemente.
Ansioso por la cálida bienvenida, cruza la puerta rumbo al salón donde se reúnen sus compañeros de curso. En el camino escucha una voz familiar lo cual llena de alivio al saber de qué se trata de Lucian, su primer amigo.
Lucian es recibido por un grato choque de puño:
—¡Oye, novato de oro! ¡que escándalo el del otro día! — dice Lucian con una sonrisa.
—¡Jajaja, cállate! — le responde Kaizer con gran alegría — ¿Cómo estás? — le pregunta.
—Muy bien. Demasiado nervioso pero feliz de haber logrado mi primer meta. ¿Y tú? ¿estas bien? Estuviste increíble la otra vez — dice Lucian con sorpresa por lo sucedido cuando Kaizer se enfrentó a Alexander.
—Si, jejeje. — sonríe nervioso el chico mientras los estudiantes que pasan por al lado lo miran y murmuran con admiración por la gran hazaña que había logrado — No me creí capaz de hacer esas cosas. Solo me moví al ver que esa injusticia estaba ocurriendo, pero también sentí mucho miedo. Cuando volví a casa cae de rodillas y comencé a llorar. Creo que fue muy tonto ¿ver…dad? — se queda mirando a una chica de cabello plateado y elegante caminar que se lleva las miradas de muchos chicos. Su cuerpo se nota frágil como una pieza de porcelana pero que a la vez se nota que es una chica con una gran fuerza de voluntad en su alma.
—Todos tuvimos miedo incluso los profesores, pero por suerte llegó el director a poner orden y… — se percata de que Kaizer no lo está escuchando. Entonces se interpone entre la mirada de su amigo y la chica que acaba de pasar — ¿a quién miras?
—No, no, nada. Tienes razón, pero es el camino que elegimos. Se que podremos lograr grandes cosas. — recuerda las palabras del panadero — Mientras creamos que podremos conseguir lo que nos propongamos — dice Kaizer con orgullo.
—Cielos, sí que sabes cómo alentar a las personas. Aunque fuera cliché — bromea Lucian.
—E-Eso fue lo primero que se me ocurrió — dice Kaizer.
—Aun así, no nos detendrá nada ni nadie. Espero poder verte en el descanso — Lucian extiende su puño.
—Lo mismo digo, amigo — golpea su puño con el de Lucian.
Separan sus caminos, pero no sus destinos pues ambos poseen características diferentes. Kaizer con su habilidad extremadamente rara y Lucian que a pesar de no poseer ninguna es un experto en armas y su funcionamiento se encuentra al nivel de un veterano.
Kaizer se reúne con los miembros de su curso. Como usualmente ocurre, la Academia del Oeste, así como las demás del continente solo poseen un curso por año según las características o habilidades de los alumnos. Por lo general aquellos que no poseen habilidades se distribuyen en tres cursos, el B donde se encuentra aquellos que pueden brindar apoyo logístico pero sus capacidades son débiles a la hora del combate. El A, donde se hayan los que organizan la defensa si están en grupos para las misiones o escoger su propia formación si como asesino individual o con un grupo propio. Y el Z, donde se educan los asesinos que se codean en el frente de batalla con los que poseen habilidades, pero también los más susceptibles a la hora de ser heridos. Lucian forma parte del curso Z al ver que puede ser efectivo en el combate.
En el caso de los asesinos con habilidades, no son muchos aquellos que poseen habilidades y menos considerados de la élite, por lo que acaban reunidos en un mismo curso y aun así no llegan a los veinte estudiantes. Sumándole a esto el hecho de que los exámenes son exigentes, no muchos llegan al segundo año sin abandonar y dedicarse a algo menos peligroso.
Kaizer recorre los pasillos en busca de su salón. En el camino ve las columnas de piedra talladas a mano con figuras de diferentes asesinos y personajes que han servido para construir la historia del continente, considerados como héroes. A lo lejos ve a aquella joven de cabello corto y plateado, una sonrisa muy agradable y uniforme compuesta por camisa y falda corta. Ella se acerca a la puerta y ve a Kaizer. Por un acto involuntario chocan sus miradas y en respuesta a esta acción, el chico deja escapar:
—H-H-H-Hola ¿e-este es el curso de asesinos de élite? — pregunta tímidamente.
Se queda perpleja y sin palabras. No es que no deseara responder, sino que siente pánico al estar frente a una persona desconocida y para peor, un chico. Por esa razón reúne muchas fuerzas para responderle:
—Ay, discúlpame. Si, este es el salón del curso de asesinos de élite. Mucho gusto, me llamo Megumi Hanimi ¿y tú eres? — le pregunta Megumi con mirada cálida y hermosa, con voz dulce, pero algo extraño, como si fuera alguien que guarda un gran dolor.
—M-Me llamo Kaizer — responde el chico.
—¿Solo Kaizer? ¿No tienes apellido o alias? — vuele a preguntar la chica.
— N-No. Solo soy Kaizer — responde una vez más, pero con hombros encogidos al tener que presentarse ante la joven de belleza descomunal.
Apenas le logra sostener la mirada por los nervios. Por su parte a Megumi le ocurre lo mismo, pero mantiene su fortaleza mental en no ser tan evidente para que Kaizer no se sienta incomodo ni mal.
Con su tan dulce actitud, Megumi no hace más que sonrojar al chico:
—¿Quieres entrar? — se inclina y lo mira muy cerca.
—S-Si, claro — dice Kaizer, sonrojado.
—Oh, y-yo, discúlpame. No tenía la intención. Perdón, perdón — se disculpa Megumi al sentir que incomoda a su compañero. — ven, vamos — Abre la puerta y ve lugares vacíos — Mira, allí hay lugar en el fondo junto a las ventanas izquierdas. Hace unos momentos deje mis cosas en aquel sitio, así que si te agrada el lugar podrás sentarte detrás mío — señala los dos lugares.
—Eso haré.
—Entonces, espero que seamos buenos compañeros — le dice muy emocionada.
Después de las agradables palabras de Megumi, Kaizer deja sus pertenencias en la parte trasera de la silla y se sienta a la espera de que llegue el profesor que les impartirá la primera clase. Su mirada recorre a cada uno de sus compañeros, algunos son intimidantes y otros parecen agradables pero lo más inquietante para él es un chico que mira desde la otra esquina con resentimiento y ferocidad. Como un tigre que espera el momento para saltar sobre su presa.
Kaizer se percata de eso, sin una pizca de tonto, se acerca hacia el chico sin bajar la mirada sobre él. Su compañero no es nadie más que aquel joven que dejo atónitos a los evaluadores en los exámenes de para el ingreso a la academia con solo una espada de madera. Sin embargo, este saca su espada de madera de entre sus cosas e impide el avance de Kaizer al apoyarle la punta del arma sobre la base del cuello. Cualquier arma por más inofensiva que sea en manos indicada y expertas es mortal:
—Escúchame bien. No sé qué trampa hiciste para enfrentarte con ese mercenario pero que te quede bien en claro que, si te vuelves a mí, te degollaré ¿entendiste? — advierte en tono amenazante y mirada fría, casi inhumana.
—¡Kamata! ¡deja de intimidar a Kaizer! — le increpa Megumi mientras avanza hacia el espadachín.
—No puede ser. — se inquieta Kamata al verla acercarse a Megumi — Oye, no hablo contigo sino con…
—¡Llévate bien con el curso! — lo regaña, haciendo que el chico se encoja en hombros y deja su actitud. Se sienta de nuevo y mira al frente con mucho temor de mirar a su compañera a los ojos.
Sin embargo, Kamata desvía un poco la mirada hacia Kaizer para advertirle una cosa más:
—Quizás crees que somos amigos o compañeros. Me importa un bledo porque no lo somos. El que salga de aquí será un asesino y cada quien por su lado. No hay amistad ni nada por el estilo.
Los demás estudiantes del curso no mueven un solo musculo al notar que la tensión es inmensa y hostil:
—Lo siento mucho. Regresaré a mi pupitre — le responde nervioso e inclinándose una y otra vez mientras se disculpa.
—No lo sientas Kaizer. Él es alguien con el que es difícil tratar, pero no es malo — Megumi lo acompaña al pupitre.
—Es que yo… — se siente frustrado con la situación.
—Tranquilo. Ven siéntate a tu silla y cálmate. No te angusties. Él es así, no es alguien con quien puedas tener un dialogo sin que haya conflicto.
—Veo que lo conoces bastante.
—Podría decirse. Nos conocemos hace un año casi dos. Estuvimos en el orfanato — reconoce con una amable sonrisa.
Kaizer se pregunta si es correcto el camino que eligió, porque según las palabras de Kamata no hay amistad en la orden sino deber y ser más fuerte que los demás. Aun así no concibe la idea de tener de enemigos a sus compañeros y piensa otra manera de poder acercarse al feroz estudiante que a pesar de las duras advertencias de Megumi, continúa mirando a Kaizer de manera despectiva.
Al cabo de un rato, el ambiente se torna silencioso y solemne, junto a la puerta se encuentra parado el profesor y asesino profesional llamado Hiroshi Tibasha, uno de los más importantes miembros de la academia y espadachín reconocido que forma parte del selecto top diez del mundo. Se acerca a su mesa y deja unos cuadernos, bolígrafos y varias carpetas con información de los estudiantes del curso. También deja a un lado su preciada katana y cuyo nombre es “Tifón Gris”, llevándose la admiración y sorpresa de Kamata, quien considera al profesor como un verdadero héroe digno de respeto. Su expresión de emoción como si fuera un niño presenciando un espectáculo único en la vida es demasiado evidente pero no le importa que piensen o digan.
Hiroshi observa cada rostro en el salón, reencontrándose con varios conocidos y otros más gratos como lo es encontrarse con Kaizer de brillante futuro por su tremendo potencial como asesino:
—Bienvenidos sean al primer año de la academia de asesinos. Soy su profesor Hiroshi Tibasha y junto con Olympico, responsable de ustedes. Para empezar, hoy haremos lo siguiente. Cada uno se irá presentando con su nombre, edad y habilidad. Luego les explicaré que materias habrá este año y lo que más destacaremos. Entonces ¿Quién quiere comenzar? — anuncia el asesino con gran entusiasmo por el gran talento de este año.
Megumi es la primera en ponerse de pie y presentarse:
—Hola a todos. Soy Megumi Hanimi, tengo catorce años y mi habilidad consiste en usar mi aura para detectar enemigos. Puedo expandirla hasta al menos cinco metros. Aunque me debilito a los pocos segundos creo firmemente que puedo apoyar a quien sea — dice de manera alegre y amistosa frente al curso. Todos queda maravillados con esa actitud.
—Excelente Megumi. Mucha suerte este año. ¿Quién sigue?
Kamata se pone de pie y hace reverencia a su héroe:
—¡Buenos días! ¡soy Kamata y tengo catorce años de edad! ¡mi habilidad consiste en aplicar un aura cortante a mi espada con la que ni los huesos ni troncos de los árboles pueden contra mi poder! ¡además soy espadachín novato que está en el camino de la espada! ¡es un honor conocerte! — se presenta enérgico.
—I-Impresionante… — dice Hiroshi con una sonrisa incomoda — Nos llevaremos muy bien como espadachines. ¿Quién más quiere presentarse? Adelante, no tenga vergüenza. — los anima.
—M-Mi nombre es…Kaizer…tengo catorce años y mi habilidad es la premonición. Esta habilidad consiste en saber los movimientos de las personas unos segundos antes de que lo hagan — se presenta con nervios.
Hiroshi sonríe al ver cuan determinado se encuentra el chico a pesar de que le cuesta sociabilizar por su difícil vida. De hecho, es la misma determinación que puso al chico en la academia y convencido al espadachín de que tiene un algo especial:
—Mucho gusto Kaizer. Jóvenes, sin importar lo que los demás digan un asesino ya sea ordinario o de la élite sigue siendo un asesino y con él la responsabilidad de mantener la estabilidad en esta sociedad. Nunca olviden que tienen que velar por las personas y no los deseos personales. Ser fuerte es válido si es en favor de Antares y para protegerse, pero si es para ser más fuertes e intimidar eso no se puede tolerar. Sean críticos con sus habilidades y sentimientos. Bien, continuemos — aconseja a través de su experiencia como alguien que en el pasado fue vanidoso y creciendo entre profesionales y amigos, sus intenciones pasaron a ser la seguridad de los más débiles a costa de su propia vida si es necesario.
—¿Qué tal compañeros? Mi nombre es Shock y tengo quince años. El año pasado fracasé en los exámenes así que decidí esforzarme mucho más y aquí estoy. Mi habilidad consiste en resistencia a la tensión electromagnética y también absorberla para luego usarla como arma con esto. — muestra la palma de sus manos. No se ve nada sobrenatural pero el encanto de esa habilidad es poder verla en acción — Cool ¿verdad?
—Ciertamente es muy…cool. Un placer Shock espero que ese esfuerzo continue este año y puedas alcanzar tus metas.
A medida que los estudiantes se presentan, Hiroshi los alienta e incentiva a aceptar con honor y sin vergüenza sus habilidades. No importa que tan extraño o inútil se vean, nadie será discriminado por eso ya que al fin y al cabo ese concepto de prejuicios o existe en la academia. Solo sucede en las afueras y por parte de muchas familias de nobles que sigue con la ideología supremacista:
— Todas sus habilidades son excepcionales y a futuro van a ayudar a muchas personas y combatir a mercenarios. ¿Quién quiere continuar? — dice Hiroshi.
— Castlerscraw, tengo catorce años. Mi habilidad es endurecimiento. Puedo endurecer ciertas partes de mi cuerpo en peligro de ser cortado. Para ser más preciso, es como si al sentir un objeto filoso impactando en mi piel automáticamente esa zona se endurece de tal manera que no puede ser cortado — explica el estudiante.
—Leon X. Quince años y mi habilidad consiste en mover mi cuerpo sin que mi mente intervenga.
—Ya veo. Podría decirse que es una habilidad que fuerza a usar la mente en blanco. Ese es un concepto de las artes marciales en oriente, pero tú tienes esa habilidad para forzarlo. Interesante — exclama Hiroshi.
—Me llamo Haiser y tengo catorce años. Mi habilidad se llama imagen residual. Puedo moverme dejando imágenes de mí mismo. Esto me permite confundir al enemigo.
—Eso es muy interesante Haiser.
La presentación continua durante varios minutos. Cada uno de los estudiantes muestra mucha emoción de demostrar que puede ser un gran asesino y ayudar a la orden.
Uno de los estudiantes, Mace Hofe, pregunta a Hiroshi por su habilidad que ya provoca mucha intriga entre los presentes:
—Profesor y usted ¿Qué habilidad posee?
—Vaya, buena pregunta. Mi habilidad consiste en copiar habilidades. Aunque parezca una habilidad muy poderosa también tiene sus problemas — cuenta Hiroshi.
— ¿Cómo cuáles? —pregunta Mace.
—Cantidad de habilidades y el tiempo de uso. Lo importante y es un gran consejo para ustedes, sepan reconocer no solo las fortalezas de sus habilidades sino también las debilidades. Es un error tener orgullo desmedido. Tómenlo como un consejo a futuro. — mira la hora — Fue una gran presentación. Creo que deben de estar agotados así que hagamos esto, vayan a descansar y en treinta minutos nos vemos.
Una vez dicho eso, los alumnos se levantan y salen del salón para ir al baño o comer a la cafetería el menú del día que consiste en albóndigas y papas con aderezo de tomate. Kaizer es de los pocos que se queda en el salón, mirando por la ventana el frente de la academia a las personas que transitan por las calles y los carros que recorren los caminos de roca.
Kamata sale del salón con su espada de madera apoyada en su hombro y emanando una fuerte actitud que ahuyenta incluso a los de años superior avanza entre los pasillos sin preocuparse por su propia imagen hacia la cafetería para descansar en la plena soledad de una mesa que queda vacía.
Megumi se acerca a Kaizer y pregunta:
—¿En qué piensas?
—No lo se. Tengo muchos pensamientos en mi cabeza y dudas. Aun no estoy seguro de que hago aquí. Quizás Kamata tenga razón y soy alguien débil — responde preocupado.
—Sabes que no todos somos iguales. Posiblemente te encuentras así por las diferentes personalidades de cada alumno y profeso. Kamata es un idiota, pero en el fondo ha sufrido como tu o yo. La vida puede ser cruel con cada persona y seguramente sea por algún motivo.
—¿Puedo saber un poco de ti? — Kaizer pregunta espontáneamente.
—¿Huh? —se sorprende Megumi — ¡¿huh?! — se exalta sonrojada — B-Bueno, no es algo que una chica deba decirte a la primera — lo toma de la mano y lleva hacia la cafetería — pero creo que tener algo en el estómago pueda relajarnos ¿sí?
Megumi no se da cuenta, pero Kaizer sí. La mano de la chica tiembla con solo el contacto de la del chico como si un temor irracional la estuviera dominando. Algo muy oscuro y trágico oculta Megumi y que solo aquellos profesores cercanos a ella saben.
Sin embargo, ve algo en Kaizer que la impulsa a ser tan imprudente como para no guardarse lo que tiene en su corazón.
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