Academia de Asesinos - 37
El resultado no es el previsto por Alex, niños hijos de abinues y niños esclavizados alejados de sus madres y vida en los pueblos fronterizos y adentrados más al sur. Sus ojos despilfarran odio e intercambian miradas entre ambos grupos, queriendo pelear y matar en venganza.
Alex mira hacia atrás y ve al pequeño Riyu, quien se encuentra observando el cuerpo de sus padres y demás miembros del grupo para luego posar su mirada en el mercenario:
—“¿Vas a dejarlo con vida?” — pregunta Theo por el niño.
—Déjalo. — responde y retoma su camino.
—“Podríamos eliminarlo y sacarnos de encima un problema” — insiste el arquero.
—No mato a niños y él no es una excepción. —responde tajante.
—“¿Y a mujeres sí?” — vuelve a preguntar Abinush.
—Ninguna mujer actuaria sin pensarlo. Ellas tomaron su decisión y así acabaron. Los niños no y jamás deben sufrir por los pecados de los adultos. Esa es mi filosofía y lo que dicto. — responde Alex.
Alex espera sentado al lado de otra pila de cuerpos y Theo acompaña con sus flechas listas para ser disparadas si el joven mercenario lo ordena:
—¿Vas a quedarte en esa posición de hombre cazador?
Theo señala a los niños y luego a Alex, aprieta sus manos y sacude con fuerza, algo que en el lenguaje de los desposeídos de su voz simboliza unión o en ese caso, paz.
El joven llega a comprender, un poco, lo que Theo explica, pero por lo que llegan a observar es casi imposible que esos chicos puedan tener paz, al menos hasta regresar a sus lugares de origen por lo que el conflicto es muy seguro.
Uno de los chicos mira fijamente a Alex, con desprecio, con desdén, deseando matarlo sin piedad y de la forma más horrible posible. Al principio también se queda mirándolo, durante varios segundos, desconociendo los motivos hasta que Theo interrumpe con un palito escrito:
—“¿A quién miras tanto?”
—¿Sabes quién es ese chico? —señala al niño.
—“¿Te refieres a Kakiwa?”
—Seguramente. ¿Quién es?
—“Es el décimo quinto hijo de Qumash y el único que estaba siendo entrenado para ser líder”
—¿Sí? Ya puedo imaginarme lo que está pasando. Es una pena, pero no voy a preocuparme por un mocoso.
—“Creí que lo entenderías o algo así. Al final desea también venganza”
—Eso es cierto. Pero por alguna razón no siento empatía por que haya perdido a sus padres. Los maté yo mismo así no hay disculpa de mí parte ni ánimos de relacionarme con él.
—“¿Y si busca venganza? ¿Sabes que si lo mantienes con vida puede que regrese con más personas a matarte”
—Para cuando ocurra yo no estaré más en este asqueroso continente.
—“Tienes muchas esperanzas de que vayan a admitirte en Ophiros siendo extranjero”
—Seré admitido porque mis méritos no dejan de incrementarse. —responde molesto.
—“Ya, ya, no te enojes. Solo decía”
Alex, habiendo dicho eso se siente consternado, no por haber matado a Qumash, sino haber dejado sin familia al niño que ahora es posible recorra un camino vengativo sin retorno. Si, es por un contexto oscuro y que merece el repudio como lo es la práctica de la esclavitud, pero el niño es una víctima de eso.
Toma un bolso y llena de suministros para varias personas y se lo entrega a los niños esclavizados. Estos miran al mercenario y desconfiando lo reciben solo para corroborar que no sea nada malo. Por su parte y por elección del joven, Theo entrega a los abinues los suministros, siempre con la mirada atenta y colérica de Kikawa. Una sabía decisión de Alex:
—“¿Ahora qué?”
—Lo mejor es irnos ahora.
—“¿Los dejaras aquí entonces”
—Les di indicaciones a los chicos esclavos que vayan al sur y allí encontrarán a los asesinos que patrullan la frontera. Imagino que los abinue sabrán regresar con sus conocimientos del terreno. Es decir, sus padres debieron enseñarles algo además de maltratar personas y venderlas.
Alex confronta a Theo, después de todo lo que ha pasado sigue pareciéndole extraño la traición contra los abinue. Permitir que Qumash y su gente sean asesinados con Alex en un estado aún limitado y la poca seguridad ofrecida después de escapar, son muchas dudas para él y ahora teniéndolo frente a frente es el momento adecuado:
—Theo, dime una cosa. ¿Hace cuanto que dejaste la orden mercenaria?
—“¿Cómo lo supiste?”
—¿Saber que eres mercenario? —pregunta y Theo asienta—No es fácil averiguarlo pero con solo ver tu entrenamiento y justamente la marca en tu mano es de los miembros exiliados o…¿Tienes carácter especial?
Theo admite la dura realidad y que Alex sea el primero en descubrir la situación que lo agobia desde hace tiempo:
—Bueno, no es como si me importase toda tu maldita vida porque al final…—se pone de pie y levanta el pulgar—no soy quién para juzgar. Mis subordinados a quienes debemos rescatar, ellos tienen sus historias y pecados, pero para mi lo que vale es la capacidad, lealtad y compromiso. Lo demás es pura y única estupidez.
Después de dejar en claro lo que piensa, Alex toma sus cosas y abandona el lugar junto con Theo, dejando a los dos grupos que también se preparan para ir. Theo no evita preguntarse qué pasará con ellos por lo que vuelve a tocar el tema con Alex:
—“¿Estás seguro de dejarlos aquí en esta parte del desierto?”
—De nuevo con eso. Salvarlos de esta vida de mierda llamada esclavitud y de algún burgués demente y sádico fue parte de mí objetivo. Son niños al final y odio que sufran, pero no quiere decir que deba ser su niñera. Además, veo que son fuertes. Estarán bien y los abinues también.
—“Eso espero o de lo contrario tendríamos que deshacernos de ellos”—se lamenta por los abinues.
—Lo dudo. Para algo así como una venganza deben esperar mucho tiempo y no creo que vayan a apurarse.
—“Quien diría que resultase ser un tipo inteligente en lo que dices”
No es como si Alex supiera sobre la vida al igual que un adulto, pero el tiempo que lleva deambulando en solitario a través de un camino fangoso lo hace reflexionar cada instante. Porque para él, a pesar de tener un profundo odio y ser impulsivo cómo cualquier joven de dieciocho años de edad, las batallas son el resultado de ese camino. No importa si es una, diez, veinte o cien batallas, cada una se libra porque así es preciso que fuera.
—“Siento decirlo, pero me sigue sorprendiendo ¿Por qué los dejas con vida?”
—¿Qué debería hacer? ¿matarlos? Son niños, no deben pagar con los terribles pecados de sus padres. — responde el mercenario.
—“Pero los vas a dejar aquí en medio del desierto. Los dos grupos se odian y mataran entre sí. Es lo mismo que sentenciarlos a ser decapitados”
—No podríamos saberlo jamás. Si ocurre eso no es algo que debamos alterar. Es el destino al final. Yo solo liberé a los esclavos, lo demás no es algo que me daba involucrar.
—“Eres un sujeto demasiado extraño”
—Me tiene sin cuidado.
—“Que molesto”
***PARTE II***
Una semana después en la Academia del Oeste, un grupo de estudiantes de segundo año pasan por el salón de clase, aprovechando que no ha llegado el profesor que imparte su clase para darles un importante anuncio para el resto del año y la vida académica de los alumnos:
—Hola chicos ¿Cómo están? Mi nombre es Teressa y ellos son…
—Markos, un placer.
—Misa, espero que tengan un excelente año.
—Tenemos un anuncio muy importante para todos y espero que puedan tomarlo con esa magnitud, ya que puede decidir gran parte de su educación de ahora en más. — dice Teressa.
Teressa entrega a Rose unos papeles con la lista de diferentes actividades conocidas como Clubes Estudiantiles:
—Se preguntarán ¿Qué es esto? Bien el asunto es el siguiente. Durante este segundo semestre deberán unirse a ciertas actividades que tienen en sus manos. Se los conoce como club estudiantil. Los hay de toda clase y será su decisión a cuál unirse. — ve a Megumi levantar su mano— Si.
—¿Estos clubes estudiantiles tienen influencia en las notas y nuestro futuro académico?
—Buena pregunta y la respuesta es un si y un no. Verán, estos clubes lo que hacen es otorgar no solo la graduación como asesinos y todo lo que conlleva sino también una especialidad que organizaciones, políticos o lo que se les ocurra dentro de Antares y sea legal. Por ejemplo, si eligen al club de arquería, pueden ser llamados para ser guardias asesinos, así como protectores de la frontera y si obtienen logros y destacan, hasta pueden ser incluidos en la nómina de las leyes vivientes. Se podría decir que es un gran empuje para su futuro. — responde la chica.
Luego de la explicación, los estudiantes mayores se retiran y habiendo leído las listas de clubes, los de primer año empiezan a entusiasmarse por la enorme cantidad de opciones disponibles para el segundo semestre. Sin embargo, Megumi se da cuenta de un dato extra debajo de la lista:
—Kaizer, mira esto. —señala Megumi.
—¿Huh?
“El alumno que elija su club al cual pertenecer, no podrá cambiarlo en su estadía en la Academia sin excepciones”
—Esto significa que si tu elección es mala no podrás elegir cambiar de club. —dice Kaizer.
—¿No se excedieron en eso? Es decir, si no sirvo para el club textil ¿tengo que continuar allí? — dice Megumi, decepcionada.
—Quizás haya alguna razón oculta. Es posible que no sea tan así. Por lo que puedo notar, tampoco dice la cantidad precisa solo que te marca un límite, pero no obligatorio. — sospecha Kaizer.
—Eso es cierto. Entonces si eliges esos tres, solo el limite que te marcan es solo una especie de propuesta para no sobrecargar al alumno. — se sorprende de la deducción de Kaizer. Le hecha un pequeño vistazo y nota que está concentrado a lo cual sonríe ella, feliz.
Megumi le acaricia la cabeza a Kaizer y este lo mira sin entender que hace:
—Pac…pac…— acaricia y palpa la cabeza de su amigo.
—¿Q-Que haces? —pregunta el joven.
—Nada. —responde ella.
—¿Okey? — vuelve a mirar el panfleto
—¿Qué hacemos? ¿a cuál club tendríamos que ir? — pregunta Megumi.
—Creo que en esta ocasión tendríamos que ir por separado a los clubes.
—Oh…—se siente triste ya que su mayor deseo es poder ir a cualquier club con su querido amigo.
—¿Estas bien? — le pregunta preocupado al notarla cabizbaja.
—N-No, no es nada. — sonríe— Entonces yo creo que iré al club de artesanía y pesca.
—¿Pesca, enserio?
—Si, aunque no lo creas la pesca me ayuda a mejorar mi capacidad de atención además de que soy bastante buena. —dice orgullosa.
Kaizer imagina a Megumi, pescando un enorme pez y ofreciéndolo para comer, así como si nada, sin especias, ni sal, ni siquiera cocido, lo que genera un gran temor en el chico. No puede disimular su rostro y voltea para evitarle la mirada.
Megumi lo toma con ambas manos en sus mejillas y se acerca a su rostro:
—Hummm…
—¿Fe faza? — responde como puede.
—Nada. — le suelta las mejillas y da dos palmadas a la cabeza de Kaizer— Vamos a la cafetería. El profesor llegará en media hora así que nos dará tiempo a comprar algo.
—Eres muy rara, vamos.
Cuando salen del salón de clases, Megumi golpea sin darse cuenta y con su hombro a un profesional que deambula por los pasillos, vigilando y observando. De repente se siente congelada por alguna extraña sensación que la domina y suprime por completo en un temor horrendo. Kaizer se voltea y la ve agachada, envuelta entre sus propios brazos, temblando con pánico y llanto en sus ojos:
—¡¿Megumi?! ¡¿Qué te pasa?! — se apresura a llevarla a la enfermería.
En la enfermería, Megumi es atendida por Dhaba, una asesina especialista en medicina oriental que proviene del Territorio del Este. Junto a Kaizer se encuentra Lucy, quien preocupada llegó muy velozmente a ver como se encuentra su alumna estrella. Dhaba empuja a ambos a las afuera del lugar para explicarles que sucedió o, mejor dicho, su pronóstico:
—No sabría cómo explicarlo, pero ella tuvo un episodio de sinestesia. Algo o alguien tuvo contacto con ella y derivó en esto.
—¿Sinestesia? ¿Qué es eso? — pregunta Kaizer.
—Sinestesia es la agudización de las sensaciones de una persona. Para decirlo en palabras mas sencilla, Megumi es sensible a las emociones oscuras que provienen del simple toque. — explica Dhaba.
—Ella pudo haber chocado con alguien demasiado siniestro y eso la pudo haber perjudicado bastante.
Kaizer se detiene a pensar en la situación y notó que ella estaba agachada y muy a lo lejos alguien se alejaba, y de repente se esfumó sin siquiera poder verle la cara o correr para encontrarlo:
—¿Kaizer? — pregunta Lucy.
—Ella empezó a sentirse mal en el pasillo de la academia.
—¿Qué dices? — deja escapar Lucy.
—Ocurrió en el pasillo de la academia afuera del salón. — repite Kaizer.
—¿Estás diciendo que pasó dentro? — le vuelve a preguntar Lucy.
—Disculpen, pero ¿de que hablan? — pregunta Dhaba.
—No, de nada. Por favor cuídela. — dice Lucy.
—Por supuesto, estará durmiendo así que en unas dos horas podrá pasar a buscarla.
—De acuerdo. Le agradezco.
Lucy regresa al salón de profesores, y junto a la puerta ve a Slaider que tímidamente espera a que alguien abra la puerta y pueda entrar para beber café y comer tostadas:
—Slaider ¿Qué haces afuera? — pregunta Lucy.
—Oh, Lucy. Nada, solo espero a que me abran la puerta. Sabes que no se me da esto de sociabilizar. — dice con una sonrisa amable.
—Claro, jajaja. —mira al asesino, que sospechosamente lo encuentra con una ropa diferente a la usual y la piel se le eriza con solo estar cerca.
En ese instante, Lucy siente que Slaider es peligroso y jamás lo había considerado de esa forma, pero algo es diferente en él que hace que no puede dejar de sentir peligrosidad:
—Este sujeto…— su mano izquierda tiembla al tocar la perilla y girarla para que Slaider entre. Intenta poner su mejor cara y disimula la incomodidad— no es Slaider. Es alguien más…
Slaider avanza hacia la sala de profesores y responde con una sonrisa que oculta la malicia y el maltrato a cualquiera que fuera más débil que él. Es innegable que puede ser más débil que ella, pero la mancha de sangre que alberga en su alma ennegrecida por crímenes terribles hace que aquellos sensibles como Megumi sufran heridas, náuseas y caigan enfermos.
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