Academia de Asesinos - 38
Lucy se reúne con Doncaster y Olympico en la oficina para hablar sobre los posibles problemas de seguridad en la academia, ya no deben preocuparse por los nobles sino de personas que trabajan dentro lo cual significa gran peligro para los estudiantes:
—Sabes que necesitamos reforzar la seguridad de la academia. Nuestros estudiantes siguen siendo la máxima prioridad. — insiste Olympico como en cada reunión.
—¿Crees que no estoy al tanto? Sé que debemos priorizar la seguridad, pero…—se detiene Doncaster.
—Pero ¿Qué? — dice Olympico.
—No es el momento aún de eso. — dice Doncaster.
—¿Cómo que no es el momento? ¡No estamos hablando de caprichos nuestros sino de algo serio por amor de dios! — Olympico se siente frustrado de que la muralla puesta por Doncaster al no querer revelar nada sigue manteniéndose. La confianza empieza a mermar.
—¡Maldición Doncaster! ¡maldito seas! — Olympico se pone furioso.
—¡Olympico! — se levanta de su asiento y mira fijamente a los ojos del profesor con feroces desprendimientos de aura color azul— No tienes ninguna idea de cómo me siento en estos momentos como para dudar de mi capacidad o lealtad así que mejor tranquilízate.
Lucy acerca dos tazas de café, una para Doncaster y la otra para Olympico, calmarlos es por el momento la mejor opción para que no siga escalando la tensión entre ambos. Como ella sospecha, la amenaza actual es desconocida, pero se encuentra entre los empleados de la academia y su misión no es clara sin una investigación:
—Lo único que sabemos es por lo que Megumi sufrió. Su sinestesia es demasiado fuerte como para ignorarla. Además, tengo fuertes sospechas sobre Slaider. Ese tipo no es nuestro colega. — dice Lucy.
—¿Se sabe algo de él? —pregunta Olympico.
—Lleva trabajando unos diez años, pero nunca fue alguien que se haya acercado al salón de profesores o dedique tiempo a sociabilizar. Por eso no lo conocen o muy poco. Es alguien sombrío, pero también sirvió mucho tiempo como parte de una subdivisión de las leyes. No fue un miembro en sí mismo sino más bien alguien que se ofreció. —explica Doncaster— Lo curioso es que llegó hace un año de una misión larga en el extranjero fuera del continente, y su regreso lo devolvió diferente.
—Genial, el tipo volvió trastornado. — dice Olympico.
—No, es mucho más que eso y no sé cómo explicarlo. — dice Lucy, atrayendo la mirada de los demás.
De hecho, ningún asesino que haya cometido crímenes contra la humanidad podría liberar tal desagradable aura que aquellos sensibles terminan por sucumbir violentamente:
—Doncaster. — dice ella.
—¿Sí?
—Quiero investigarlo y para ello…—pide Lucy.
—Lo sé, pero necesito algo más que solo una sospecha. Te entiendo la inquietud, pero con sospechas no puedo hacer nada salvo vigilarlo. ¿Recuerdas el proceso burocrático? Sospechar, vigilar, investigar y actuar según el caso. Es algo que todos debemos seguir para mantenernos al margen de la ley. — le recuerda Doncaster.
—Por eso no estoy de acuerdo contigo…en lo absoluto. — Olympico se retira de la oficina y da un portazo, enojado por no encontrar respuesta en el director.
Doncaster suspira y bebe la taza de café casi frio. Por el malestar de la discusión siente fuerte dolor de cabeza y cuello.
Lucy se queda plenamente callada, pero con la ligera sensación de que Doncaster oculta algo más que no quiere que los profesionales saben y que involucra a posibles infiltrados y la respuesta de ese indeseable sujeto que no es quien creen.
Mientras se bebe lo último de café, Lucy se sienta frente al escritorio y dice:
—Se que puedo sonar repetitiva como Olympico pero necesitamos evitar como lo de hace unos meses. No imagino los motivos por los que deseas tanto que nadie sepa lo que sucede y no se cuan profundo es el asunto, pero…
—Antares siempre fue un lugar bello con hábitat para toda clase de animales y personas. Bosques, selvas, ríos, desiertos, montañas, un sinfín de ecosistemas que embellecen nuestro hogar. Este continente siempre fue hermoso, pero también violento. El perdón para con las personas, sean hombres, mujeres y hasta niños, nunca ha existido. Diría que este mundo se ha forjado a base del sufrimiento de aquellos que son más débiles. Muchos han nacido y crecido con ese pensamiento y hasta nuestros días sigue así. Eso es algo que no deseo ni yo, ni los cuatro grandes, pero parece que encontramos partidarios opositores para ello. — dice Doncaster.
—¿Qué partidarios opositores?
—Contándolos a ti, Olympico e Hiroshi podría sumar a quienes nos igualan en poder. — responde observando el vacío de su taza.
—¿Las…leyes vivientes?
—Ellos creen que las generaciones deben de alguna manera servir como la fuerza protectora y volverse más poderosos que nosotros y ustedes. En resumen, las leyes creen que los chicos tienen que ser más fuertes que las generaciones pasadas.
Todo este tiempo Doncaster ha estado protegiendo a los estudiantes para que no tengan que pasar por el sufrimiento de una sociedad que cada vez es más violenta. Un acto erróneo o equivocación frente a un futuro incierto.
Sumado a ese pensamiento de que las nuevas generaciones sean más fuertes que la anterior, las leyes vivientes también sostienen que la sociedad debe de sustentarse y apoyarse sobre los nuevos grupos que aparezcan y manténganla seguridad de las personas más débiles, intentando abandonar ese pensamiento que tanto temen los cuatro grandes. Ambos grupos de poder inmensa como las leyes vivientes y los cuatro grandes se preocupan por lo mismo, pero tratan de solucionarlo de maneras distintas.
Tras varias décadas sin establecerse algo en común, por primera vez parece que las leyes lograron hacer que los cuatro grandes den inicio a un plan para reclutar a los supernovas de la próxima generación.
Los supernovas, para la sociedad asesina, es un grupo de asesinos considerados como los novatos más fuertes que inclusive se encuentran en la cúspide de la orden y se dice que surgen cada ciertos cientos de años. No es como si sea un grupo que aparezca muchas veces a lo largo de la historia ya que los últimos supernovas datan de hace más de dos mil años y hasta hay contradicciones de la datación por lo que se desconoce si en verdad hubo algún en esa época. Pero si es precisa la datación de los primeros y estos surgieron mucho antes de la creación de las órdenes y la fundación de pueblos civilizados en Antares.
Esa es parte de la historia que en parte se narra a los estudiantes, pero no al completo como la procedencia de ese grupo, sus nombres o quienes fueron.
De igual manera y a pesar de ceder un poco, Doncaster mantiene su postura de proteger a los estudiantes todo lo que pueda ya que piensa que es su deber como director y quien protege al territorio Oeste. Su instinto paterno lo dicta así:
—¿Cómo está ella? — pregunta Doncaster.
—¿Megumi? — pregunta Lucy y sonríe mientras se acerca a la puerta—Ya está mejor. A los veinte minutos despertó y Kaizer se fue con ella al orfanato. Creo que haré una petición para que él sea enviado al mismo lugar para que esté con Megumi y Kamata. Quizás se acaban llevando bien ellos dos.
—Espero que así sea. Son buenos chicos y sin saberlo se han apoyado mucho últimamente. Parece que la chica los ha unido bastante. — dice mientras observa a través de su ventana—Si, parece que no hará falta que los sigamos protegiendo. Bueno, otros asuntos tendrán que seguir en la oscuridad…—murmura sin que Lucy lo escuche.
—¿Qué cosa? — se voltea Lucy.
—Nada, solo cuídenlos mucho. — devuelve la sonrisa.
Afuera de la oficina la espera Olympico, junto a una de las columnas del pasillo y cruzado de brazos mientras la luna se encuentra en su pico máximo, decretando la medianoche. La conversación con Doncaster le dejó un sabor amargo que no se apacigua con nada:
—Es difícil hablar con él. Sigue siendo muy terco. — dice Olympico, inquieto.
—Se podría hacer algo más que solo privarlos de ser mejores.
—Si no escucha a Hiroshi, su mano derecha y alguien en quien confía demasiado, dudo que si a nosotros. — saca un cigarro del bolsillo y lo mete en su boca.
Lucy le quita el cigarro ni bien se lo coloca en la boca y lo tira a un sesto que se encuentra en la pared:
—¿Qué te he dicho sobre esto? Sabes que algún día te matará. — le reprocha a su amigo.
—Ya, ya, es que estoy demasiado estresado y no puedo controlarme sin eso.
Lucy suspira mientras piensa que hacer sin Hiroshi. Él es entre muchas cosas alguien que sabe mantener la cabeza en frio y puede hasta aconsejarle sabiamente a Doncaster, considerado que el director está en un momento crítico con la adicción al alcohol que lo agobia bastante y es secreto entre los cuatro grandes. Esto también arrastra las decisiones tan dramáticas para con los estudiantes más prometedores de la nueva generación. Muchos hasta dicen que su perdida personal condiciona su función como director y uno de los cuatro grandes. Vive sujeto a cuestionamientos y dudas por parte de la misma orden y colegas directores:
—Hiroshi no volverá hasta dentro de un mes y siento como si el peso de la situación me asfixiara. — dice con voz temblorosa.
—Tonto, tonto, tonto. —lo golpea varias veces en el brazo.
—¿Por qué me golpeas? — pregunta Olympico.
—Porque en este momento crítico debemos estar seguros de nosotros mismos. Los más jóvenes dependen de nuestro cuidado y guía.
—¿Qué propones?
—Tendremos que manejar el asunto del infiltrado aquí. Doncaster no tiene que saberlo. —propone Lucy, como una misión secreta muy importante.
Olympico lo piensa un rato y acepta como una medida vital para la seguridad de cada estudiante y persona de bien de la ciudad. Mantener a alguien tan peligroso rondando es un gran riesgo, aunque no se sepa de quien se trate.
La principal duda que enfrentarán es el cómo encontrarlo. Lucy tuvo si encuentro ese mismo día y al instante se dio cuenta de que Slaider, ese hombre no era el que cuidaba el portón y mucho peor, por la tarde buscó y buscó información sobre ese asesino, no pudo encontrar nada más que atrasos y más atrasos en su documentación:
—E-Eso es muy extraño ¿sabes? — deja escapar Lucy con un cambio notorio y repentino de su estado de ánimo.
—¿Lucy? ¿Qué sucede? ¿estas bien? — pregunta Olympico al verla pálida y preocupada.
—No pude encontrar nada referido a Slaider y según Doncaster llevaba trabajando aquí hace tiempo. Según lo que encontré de documentos, el Slaider que debería estar aquí lleva un año desaparecido, exactamente el mismo tiempo que mencionó el director sobre cuando regresó de una misión.
—Tienes que estar bromeando. ¿Será algún caso de robo de identidad e infiltración? — pregunta Olympico.
—No lo sé, pero hay que encontrarlo e interrogarlo. Sería muy grave si fueran varios.
—¿Por qué no le avisamos a la división de inteligencia de las leyes vivientes? — propone Olympico como mejor opción— Es decir, no tenemos las habilidades de recolección de información como Hiroshi y estoy seguro que si él estuviera aquí lo haría mejor que nosotros.
Ella no ve con tan buenos ojos la intervención del poderoso grupo asesino, no con los antecedentes de excesiva fuerza en las misiones. Pero hay otro motivo por el que no es conveniente según Lucy, ese grupo tiende a no compartir nada de la información obtenida y eso, según palabras de Hiroshi, fue lo que provocó que se fuera de la división y por ende, de las leyes vivientes. Información que solo las leyes podían saber y ni siquiera los cuatro grandes, ni el público tenía conocimiento. Tal información como la presencia de Fiesmeros en los archipiélagos helados del norte más recóndito o las redes de influencia de los nobles y la trata de personas.
Lucy aborrece a las leyes y sus divisiones, así como también lo que le han hecho a su mejor amigo, Hiroshi:
—Olympico.
—¿Si, que pasa? — dice Olympico y la mira a su rostro, ella desaprueba sin siquiera intercambiar miradas.
—Esto debemos hacerlo solos sin ayuda de nadie y sin que nadie lo sepa. — le dice más como petición que como exigencia.
Entonces Olympico no duda de ella y acepta con una sonrisa y unas alentadoras palabras que la ayudan a seguir:
—Vamos a llegar a la verdad de esto. Todo sea por protegerlos.
—Si.
—Ven, te invito un trago. — le dice Olympico.
—Es muy tarde y mañana trabajamos. Recuerda que es un día muy importante.
—Oh, es verdad. Bueno, será para cuando Hiroshi esté de vuelta. — cruza la calle en la dirección opuesta a la que se dirige Lucy— Por cierto—se voltea— piensa cuando se lo dirás.
—…—lentamente se sonrojada y estalla de vergüenza— ¡Eres un tonto, tonto, tonto, tonto! — se agacha— ¿Cómo podría decírselo y arruinar tantos años de amistad?
***PARTE II***
En su casa de dos pisos estilo cabaña de madera de pino que durante el invierno ayuda a la comodidad ubicado junto a un rio, que corta el paisaje urbano en el sur de los terrenos de la academia, en el cual entrena regularmente antes de ir a trabajar a la academia, Olympico prepara su cama con mucho cuidado sin dejar pliegues al azar y todo lisamente colocado. Les tira agua a sus plantas tan queridas y se queda leyendo un capítulo de la famosa obra literaria del norte conocida como “La Retórica del Norte”, donde lo complejo de su narración ayuda también a la inmersión, pero de repente algo lo hace levantar de su cama y mirar por la ventana, allí observa una figura negra encapuchada que deambula por su frente y luego desaparece:
—Con que ahora pretendes vigilarnos hasta en nuestra casa ¿huh? Maldito hijo de perra. — maldice sin moverse de su sitio ya que no lo ve como amenaza sino hubiera recibido un ataque sorpresa lo cual deja preocupado aún más. No sabe el propósito de aquella persona desconocida.
Regresa a su cama sin preocuparse de los extraños movimientos afuera de su casa. Su mayor preocupación en estos momentos es por los estudiantes y ahora saber que es mucho más oscuro el asunto. El espionaje cae sobre los profesores y confirma aún más que quien sea que trate de reunir información es de alguna organización bien estructurada.
El comunicador que usa ondas de radio de dos kilómetros de alcance empieza a sonar sobre la mesa de la cocina e inmediatamente se acerca a recogerlo:
—Olympico, soy yo.
—¿Lucy? ¿Qué pasó? — pregunta Olympico.
—Por ahora nada, pero de casualidad ¿no observas movimientos extraños afuera de tu casa?
—Con que a ti también te vigilan. — dice Olympico.
—Entonces no soy la única. ¿Será la organización que preside al infiltrado?
—Seguramente. — se acerca a la ventana y corre un poco la cortina donde observa a esa figura humana moverse de un lado hacia el otro— No parece que intenten atacarnos. Solo se mueven como si estuvieran esperando a encontrar movimientos dentro. — desliza su mano a pocos centímetros donde está la luz de su velador y apaga el interruptor, quedándose a oscuras en la habitación.
—No negaré que esto es extraño, pero no me sorprende. Tenemos que hablar con Doncaster. — dice Lucy.
—Será lo más seguro, pero si pasa eso y se toman medidas no podremos encontrar a los infiltrados. Podrían irse sin dejar rastro o puede que regresen y tomen medidas extras para evitar que ocurra ser descubiertos. Cualquier cosa puede pasar si no actuamos con cautela.
Unas horas más tarde y con la venida del sol que decreta el inicio de un nuevo día, Olympico, quien había estado vigilando durante mucho tiempo y apenas pudo pegar un ojo, se da cuenta de que la sombra se aleja con los rayos del sol posándose sobre su figura.
Esa persona, si es que puede considerarse así, lo hace sospechar que es alguien conocido por él. Saca el comunicar e intenta llamar a Lucy:
—Lucy ¿sigues despierta? Disculpa la llamada si estás dormida.
—No, no, estoy aquí con varias tazas de café encima. — responde con voz ronca.
—Creo saber que ocurre, pero necesito reunir información para ello.
—¿En qué piensas Olympico? — pregunta ella
—Tengo que hacer un viaje muy corto. — dice Olympico.
—¿A dónde?
—Es un viaje que tenía previsto para dentro de unos meses o un año, pero no hay que perder más tiempo. Tengo que viajar al archipiélago del norte, las islas Svengers. — dice Olympico completamente serio y apretando el borde de su mesa de madera que se encuentra en la cocina y la revienta por la presión de su fuerza.
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