Academia de Asesinos - 42
A la semana siguiente, los preparativos para peleas amistosas entre los miembros del club de artes marciales ya están completas, siendo miembros impares ya que con la inclusión de Kaizer ahora son nueve miembros, Paul decide no formar parte directa, pero si como árbitro.
Por primera vez desde que es miembro del club, Kaizer recibe unas vendas para los dos pies y manos, además de pantaloncillos cortos usados por los deportistas de esa arte marcial. Paul se para en el medio del ring y anuncia las reglas oficiales:
—Muy bien, existen varias reglas por lo que solo usaremos cinco de ellas ¿de acuerdo? — dice en voz alta— La primera, cada peleador debe mantener una distancia, no se valen los agarres de cuerpo. Segunda regla, está completamente prohibido los golpes a la cabeza y parte baja. Tercera regla, cada golpe a los lugares legales cuenta como un punto. El primero que llegue a los cinco puntos es el ganador o haya rendición. La cuarta regla es que en ningún momento el peleador debe bajar los brazos o se contará como rendición y finalmente la regla cinco es que una vez se haya rendido, el peleador no podrá ser atacado. Si sucede lo contrario los árbitros podremos intervenir usando inmovilizadoras. ¿Entiendo las reglas? — mira a los miembros del club asentar con la cabeza— Entonces empecemos…
Uno tras otro los combate transcurren, usualmente duran dos minutos pero que resultan eternos cuando se está combatiendo. Kaizer intenta analizar todo lo que puede, así como estudiar movimientos que lo ayuden en su combate amistoso y secretamente para usarlo en defensa propia y de sus amigos cuando haya algún peligro. Al final su motivo de estar en ese club es el de adquirir habilidades para enfrentarse a cualquiera que amenace a su vida o amigos.
La tercera pelea se acaba y Kaizer entiende muy poco las reglas, pero no resulta algo extraño, muchos a la primera tampoco llegan a entenderlo por lo que nadie lo desalentaría por ello. Paul llama a Kaizer y Anthony hacia adentro del ring y les indica una vez más las reglas.
Anthony y Kaizer se saluda con sus puños y en cuanto suena la campana, el presidente del club le lanza un puñetazo que roza con el brazo. Kaizer responde con una patada que es bloqueada con el brazo de Anthony y rápidamente retrocede al menos un metro del chico:
—Una respuesta rápida, al instante. Interesante ¿huh? — siente el brazo izquierdo algo entumecido por la patada que le acaba de dar Kaizer— Esto no me lo esperaba.
Kaizer vuelve al taque con patadas que no llegan a impactar en el cuerpo de su rival. Mientras, Anthony mide cada movimiento del novato, encontrando sus debilidades y fortalezas, por lo que en cuenta ve una apertura lanza un puñetazo al hombro y deja sin poder usarlo debido al dolor que le ocasiona el golpe:
—¡Aaaaaghhh! — siente mucho dolor en el hueso del hombro.
—Medí mi fuerza para evitar romperte el hueso. Tranquilo, no tienes que ir tan fuerte en un combate amistoso. — le dice Anthony para que comprenda la diferencia entre ir a lastimar e ir a probar su fuerza de manera amistosa.
—Entiendo, pero yo no fui con toda mi fuerza. — dice Kaizer mientras agita sus dos brazos, sintiendo gran dolor en el izquierdo.
—¿Huh? — suelta Paul.
—¿Huh? — suelta Anthony.
—¡¿Huh?! — sueltan los miembros del club.
Anthony se pone en posición de combate serio y sonríe:
—Interesante. El mocoso de primer año resulta que no es un lobo sino un verdadero monstruo. Si no sabe del talento y capacidad física entonces podremos moldearlo para inscribirlo en el torneo. Me entusiasma esto sin duda. — piensa.
Anthony salta hacia Kaizer mientras este se defiende entrecruzando sus brazos, formando un escudo. El presidente del club ataca con varios puñetazos que se hunden en los brazos y en cuanto ve una apertura en sus piernas ataca con patadas.
Kaizer se tira a un lado y les da una patada a los pies de Anthony para tirarlo al suelo. Aprovechando que ya no está con apoyo para defenderse, Kaizer vuelve a atacar con puñetazos, pero inclusive en el suelo Anthony esquiva los ataques.
Paul mira horrorizado porque los puñetazos están rompiendo el suelo del club. Uno de los miembros le señala al vicepresidente que observe el marcado y cuando lo hace se queda boquiabierto:
—¡¿Kaizer 20-25 Anthony?! — se sorprende. Corre hacia la campana y hace sonarla varias veces hasta que ambos se detienen.
—¿Ya se terminó? — pregunta Anthony, exhausto.
—E-Estoy…—Kaizer cae al suelo— muy cansado.
—Si, yo igual. —dice Anthony— Chicos ¿nos traen un poco de agua?
Kaizer bebe toda el agua que le entregaron en botella y descansa fuera del ring mientras los demás lo arreglan.
El presidente le toca el hombro y felicita con el pulgar arriba:
—Fue sorprendente. En todos mis años como practicante juvenil nunca he peleado contra alguien de este nivel. Tienes mucho futuro ¿sabes?
—Te lo agradezco. Siento mucho lo de tu brazo, aún no se me tanto las reglas. —dice Kaizer.
—Descuida, las lesiones suelen ocurrir inclusive en deportes que se suponen deben cuidarte con las reglas. Lo tuyo fue fenomenal. —lo anima al chico.
Después de eso, Paul y Anthony terminan las actividades un par de minutos antes para poder limpiar, arreglar el ring y lavar ropa.
Paul deja lavando las vendas y pantaloncillos cortos de los miembros, mientras Anthony trapea el ringa donde se derramó sudor y apenas sangre que requirió ir a la enfermería. Todo lo que resulte violento es por el impacto de golpes, pero lejos de eso es una disciplina que hace ganar confianza y camaradería entre los miembros. Anthony y Paul defienden la filosofía de dicha disciplina.
Tras la exhibición amistosa, Anthony le pregunta intrigado por Kaizer.
—Paul.
—¿Sí?
—Dime ¿Qué opinas sobre Kaizer?
—¿Otra vez?
—Esta vez pudimos verlo mejor que la vez pasada. — dice Anthony.
—¿Qué puedo decir? Es curioso, pero nada nuevo excepto por algo en particular…su fuerza es monstruosa. — reconoce Paul al recordar como dejó Kaizer el ring.
—Eso pensé. Tal capacidad física y talento para adecuarse a una situación límite o al menos donde no tenga de otra más que defenderse. Estoy seguro que esa capacidad no es normal. — dice Anthony.
—¿Lo vamos a incorporar al equipo para el torneo en noviembre? — pregunta Paul.
Anthony no responde y se siente inquieto por el talento de Kaizer además duda de si sea una buena idea permitirle entrar al equipo ya que a pesar de la fuerza que tiene, sigue siendo tosco en termino de técnica y no es un arte marcial que se tenga que lanzar golpes así por que sí.
Paul le deja en claro a Anthony si postura por dejarle o no entrar al equipo:
—Mira Anthony, el chico es explosivamente fuerte y lo note con un par de sus golpes contra ti y es por eso que no creo que deba entrar al equipo.
—Explícate. —dice Anthony, serio.
—Puede que en un futuro sea muy experimentado y fuerte, pero si un golpe así sin que fuera oficial te dejó temblando con ese brazo entonces en el torneo posiblemente deje malherido a alguien. Además, no lleva un mes aún, medirlo por arriba de chicos que llevan más de un año es demasiado. — dice Paul, discretamente para que Anthony sepa que está equivocado con incorporarlo al equipo.
—Si, puede que tengas razón, pero quizás haya venido con la ilusión de probarse a si mismo en un torneo. Se sentirá decepcionado…—dice Anthony.
***PARTE II***
En la cafetería, Megumi se reúne con dos compañeras y ahora amigas del club de artesanías, Rose, una joven de la clase compuesta por estudiantes sin habilidades y Maia, quien curiosamente es del mismo curso, pero nunca se han hablado. Ahora, gracias a Megumi lograron poder formar una amistad a base de la misma pasión que es el crear artesanías muy interesantes.
Siendo la primera reunión de ellas juntas, piden pizza de queso de cabra y rico jamón, ambos productos muy distintos ya que el primero proviene del Norte y el otro del Sur pero que ambos se vuelven extremamente deliciosos juntos.
Entre charlas y charlas sobre las actividades del club a la espera de la comida, Megumi lanza una inquietante propuesta que acapara la atención de las otras dos chicas:
—¿Que opinan de los chicos de su curso?
Maia y Rose se le quedan mirando, al principio confundidas por la repentina pregunta, pero luego entran en el juego de hablar cosas de chicas entre ellas, el amor o quien les gusta:
—Ya saben de qué hablo. —dice Megumi.
—Eso suena muy interesante. —reconoce Rose.
—¿Verdad? —se siente orgullosa Megumi por su propuesta.
De repente, tanto Megumi como Rose miran a Maia, quien no se siente segura porque muy en lo profundo tiene sentimientos entremezclados con una poderosa curiosidad que no desea revelar:
—Yo…no se…—responde tímidamente Maia.
—Vamos, es un gran tema de chicas. Todo de lo que se hable quedará entre nosotras. —promete Megumi y a lo lejos la pizza se acerca.
—De acuerdo. —responde Maia con una leve sonrisa.
—Entonces…Rose…—Megumi desvía la mirada hacia su amigo y sonríe—¿Quién te gusta del curso?
Sin poder para escapar de la pregunta, Rose toma una porción de pizza y da un mordisco. Saborea el delicioso queso, su favorito, y bebe agua tibia para calmar lo salado:
—Muy rico. —dice la joven y retoma la conversación—No es precisamente un compañero sino más…alguien de…—murmura.
—¿Huh? —dejan escapar tanto Maia como Megumi.
—Es un chico…de…último año…—repite con vergüenza, mostrando un cambio brusco a comparación de la elegancia de hace momentos.
—Oh, no sabía que eras de esas chicas. Te gustan los mayores entonces. —dice Megumi, tomándola de ambas manos.
—¿Huh? ¿Megumi? —pregunta Rose.
—Te apoyaremos siempre ¿Sabes? —le dice llena de motivación y apoyo para su amiga.
Rose no entiende esa grata y positiva personalidad de Megumi pero sin duda la llena de paz y tranquilidad, por lo que asienta con su cabeza y también toma las manos de su amiga:
—Muchas gracias, Megumi. —responde con amabilidad.
—Sigues tu Maia…—Megumi gira su cabeza como si fuera una historia de terror, entusiasmada por saber más.
—¿Y-Yo?
—Vamos, te toca a ti. —dice Rose—Creo que el otro día te encontré mirando a un chico del mismo curso tuyo. Si no me equivoco su nombre es… ¿Lucian?
Un silencio incómodo se siente cuando se menciona al joven divertido e inteligente, no porque sea algo malo, más bien Lucían tiene muchas chicas que destacan lo apuesto que es, pero pocas se anima a dejar en claro que desean salir con él. Aun así, el silencio también es porque tanto Rose como Megumi ya sabían de antes y querían que Maia lo deje en claro:
—Entonces ¿Es cierto? —dice Megumi.
—Si, hace un par de meses que tengo curiosidad por él y desde que me defendió de los nobles siento como si hay algo más. —reconoce Maia.
—¡Cuéntame, cuéntame! —dicen al unísono Rose y Megumi.
—Me gustaría…salir un rato con él a tomar algo y charlar.
—Tierna…—piensa Megumi.
—Demasiado tierna. —piensa Rose.
Rose y Maia beben su gaseosa al mismo tiempo, la apoyan violentamente contra la mesa y miran a Megumi, quien disfruta de la rebanada de pizza enamorada del sabor tan suave y a la vez salado del queso de leche de cabra. Se da cuenta de que sus amigas la miran, esto hace que pare de comer y deje la pizza a un lado:
—¿Sucede algo chicas? — pregunta Megumi.
—Tú sabes que sucede. — dice Rose tan directa como siempre.
—Te toca decirnos quien te gusta. —dice Maia.
Megumi escupe su bebida al darse cuenta de que por fin ha llegado su turno y no se siente preparada para ello:
—B-Bueno, pues…yo…— se pone nerviosa.
—Tu misma lo dijiste, te apoyaremos y es una conversación de chicas. No creo que tengas nada serio que ocultar o quizás ¿te da vergüenza revelar su nombre? — dice Rose.
—Oye Rose, no seas así. Quizás ella…no quiera decirlo aún. — dice Maia apelando a la empatía por los secretos de su amiga.
—No…no es eso…—dice Megumi.
—Megumi. — dice Rose.
—¿Huh? — la mira a Rose.
—¿Te gusta Kaizer? — pregunta Rose.
***PARTE III***
En el puerto de Pumbakar a la medianoche, un misterioso encapuchado con mascara puesta y cuyos símbolos están grabados se dirige entre los callejones hasta el muelle número “9” donde lo espera otra persona, acompañada por otras cuatro:
—Te tardaste demasiado. ¿Entonces, tienes la mercancía o hay que esperar más aún? — pregunta el misterioso hombre que también porta una máscara.
—Mi señor, ruego que me disculpe, pero me temo que llevará un poco más de tiempo. — dice el hombre, que se hace llamar en la Academia del oeste como Slaider pero su verdadera identidad es aún misteriosa, solo que resulta ser un fiesmero.
—Nuestros clientes estarán molestos si no les llevamos los productos. Recuerda que tenemos un tiempo para llevarle al menos diez de ellos. — se levanta de la caja en la que estaba sentado— Tenemos una reputación importante como para arruinarla. Cuidarla es vital para mantenernos de pie luego de que un mercenario imbécil asesinó a nuestro líder.
—Claro, mi señor. Le juro por sobre el altar de mis padres y nuestro dios de las máscaras que el cliente estará más que satisfecho.
—Sadair. —lo llama al falso Slaider por su verdadero nombre.
—Dígame, señor. —responde.
—Quiero ver la lista de los productos. Supongo que todo este tiempo infiltrado fue más que productivo.
—Claro, aquí lo tengo. —saca de su bolsillo varias hojas escritas y se lo entrega en la mano.
El joven nuevo líder de los Fiesmeros lee cada nombre compuesto por seis hombres y cuatro mujeres de entre 12 y 17 años, peso, estatura, capacidad física, habilidades especiales, etc.
Entre los nombres que figura se hayan los de Kaizer, Megumi, Kamata y Lucían:
—Interesantes los productos. Estos mocosos desafortunados serán aún más desafortunados, pero quiero decir que me siento algo decepcionado. No está el nombre del maldito bastardo que mató a mí padre.
—Mi señor, el asunto es que no pude contactar a nuestro contacto que fue a investigarlo. A decir verdad y con todo respeto, no creo que un grupo de nuestro culto pueda contra él. —dice el falso Slaider.
El líder fiesmero de nombre Weirck mira a su subordinado y no ve mentira alguna en sus ojos.
Una sombra amenazante se acerca entre las cajas del almacén del muelle:
—El mocoso de Alexander Blayzer es una amenaza que a futuro se volverá imparable. —dice el hombre mientras se acerca.
—¿Quién eres? —pregunta Sadair.
—Puedes llamarlo «el prodigio de la organización Mantícora» o también bajo el nombre de Tauro.
Su tamaño es de poco más de dos metros, un porte físico tan impactante que ninguno de los presentes quiere meterse en su camino. Las pupilas color blanca y cabello rojo adornan su apariencia abismalmente salvaje:
—Según mí opinión tendríamos que atraer al mercenario a nuestras filas. —dice Tauro.
—Esta fuera de discusión su destino. Él merece morir por matar a mí padre. Nuestro acuerdo es que yo me encargue de liquidarlo. —dice Weirck en total desacuerdo por la propuesta del enorme hombre.
—Entiendo que fue un acuerdo, pero tengo que decirlo simple y llanamente…—se acerca al líder del culto y los aliados se interponen en el medio—tu no vas a imponer lo que se te dé la gana ¿Está claro?
Tauro mira a los subordinados y lanza una pequeña carcajada:
—Muy valientes tengo que decirlo y sería tonto en desmerecerlos, pero no servirá de nada. Soy más poderoso que ustedes… — expulsa una porción pequeña de su poder y sacude a los fiesmeros de rango bajo que decidieron acompañar a su líder.
El líder Fiesmeros sonríe sin tenerle miedo a Tauro y le muestra un nombre concreto suele cambia el rostro al punto de volverlo serio y venas en la frente y cuello por la furia de esa lista:
—Vaya ¿Quién diría que esa maldita hija de perra está entre esos nombres?
—¿Tenemos un acuerdo de nuevo? —pregunta el fiesmero—Te entregaré toda la información posible y tu sigues ayudándome sin intervenir en mí venganza.
—Admito que me tienes interesado así que ¿Porque no? Yo también tengo una venganza con esa mocosa.
Después de que Sadair regresa a dónde vino, el líder Fiesmeros ordena a sus subordinados que esperen al transporte que se encuentran en el muelle 7. Mientras conversa un poco más con Tauro y le ofrece un poco de ron, pero niega con la cabeza:
—¿Qué pasaría si no conseguimos al grupo? Mejor dicho, esa mocosa que es tu prioridad máxima ¿Si no obtienes tu venganza ahora?
—Ve al grano fiesmero. —dice Tauro. Cambia de opinión respecto al rol y le arrebata la botella para beberla directamente.
—En dos semanas atacaremos a la academia del oeste para obtener los mejores productos. Es un hecho de que todo está arreglado para que eso no suponga un problema. — dice Weirck.
—¿Por qué estás tan seguro fiesmero? — pregunta Tauro, intrigado por la increíble cantidad de confianza.
—Según mi informante al que intimidaste hace momentos, los cuatro grandes de Antares se reunirán en dos semanas y un día antes, pues, vendrán a buscar a Doncaster junto con varios profesores asesinos de altísimo rango, solo dejarán a un puñado como seguridad, pero son demasiado débiles para ti o para mí.
—Interesante, no pareces ser tan inútil como imaginaba. — se entusiasma Tauro.
La infame actitud tan desafiante peor confiable de Weirck le da mucha seguridad a Tauro de que podrá obtener su tan ansiada venganza que desde hace años desea y no pudo hasta ese momento. No ha transcurrido ni tres meses desde la muerte de su padre y ha logrado más cosas que su predecesor. Pero lo que más inquieta a su persona son dos nombres en específico del cual llegaron informes crudos y perturbadores respecto a sus capacidades:
—Me pregunto si esos dos mocosos nos darán problemas cuando los traigamos a rastras para ser llevados a “la isla”. — piensa Weirck— Mi mayor problema será ese maldito Tauro, se atreve a pasar por arriba de mis decisiones. No sé cuánto dure este trato, pero espero se acabe lo más rápido posible.
***PARTE IV***
Al mismo tiempo en la academia del oeste, Olympico recibe una gran noticia y es que desde hace tiempo que pide el traslado de los estudiantes hacia el edificio al lado de la institución para poder proteger a los estudiantes, debido a los hechos de inseguridad que están sufriendo es necesario sin duda.
La noticia se la da Doncaster y a continuación le entrega formularios para cada profesor que en su defecto tendrá que repartirlo entre los estudiantes:
—¿Por qué tendríamos que entregar esto entre los alumnos? — pregunta Lucy.
—Pues, cada estudiante tiene su circunstancia o motivo para venir a la academia. Algunos huyen, otros son obligados y otros sin nada en su vida como familia, lo hacen para luchar por algo y eso lo encuentran aquí. La realidad es que es decisión de cada chico y chica. —explica Doncaster.
—Ya veo, no es solo el trasladarlos sino hacerlo con el consentimiento de cada uno. — dice Lucy.
—Exacto. — mira a Olympico— Es una estupenda idea, pero todo dependerá de ellos.
—Lo comprendo director. Déjelo en mis manos. — dice Olympico.
Después de que Olympico y Lucy se retiran de la oficina, una brisa leve sale de la ventana e inmediatamente Doncaster siente una presencia colosal frente a su oficina sin que este pudiera hacer algo.
La presencia de una persona por sí misma no podría entrar a la academia sin que nadie lo sepa y menos poner tan nervioso al director de la academia del oeste, uno de los hombres más poderosos junto a sus pares y a las leyes vivientes en Antares. Lejos de preocuparse suspira y camina hacia sus estantes con licor, donde llena dos vasos y extiende su mano con uno bien lleno del líquido:
—Fue un camino difícil pero no imaginé que vinieras hasta aquí y a estas horas de la noche. ¿Se te ofrece un poco de licor? Es de manzana.
—¿Reemplazaste el alcohol por uno menos nocivo? Me impresionas. Te lo aceptaría en otra ocasión, pero en estos momentos estos ocupado. — responde esa persona misteriosa.
—Debí imaginar que tu presencia aquí no es algo usual. — suelta Doncaster y bebe todo el licor de su vaso— Y bien ¿a qué se debe tu visita tan tarde en mi oficina? — pregunta.
—Sé que te parecerá cruel lo que te diré, pero…— le explica la situación en Antares y lo que les deparará a las cuatro academias si no se hace algo para fortalecer a la nueva generación.
El vaso con apenas licor se desliza de entre los dedos de Doncaster y cae al suelo, producto del shock no cae en lo que ese hombre misterioso le acaba de decir y a continuación su petición es aún más perturbadora. Doncaster toma el bastón y quitándole la parte larga, saca una espada y apunta contra el hombre en cuestión con mirada amenazante:
—Me pides algo de lo cual me arrepentiría para siempre y me volvería alguien detestable para mis alumnos. — dice enfurecido.
—Es por el bien de los jóvenes que liderarán a la próxima generación. Lento pero seguro…ellos van a madurar este año, pero falta para que logren ese algo que ponga patas para arriba al mundo. Confía en mí, ellos van a lograr lo que nosotros nunca…—desaparece frente al director.
—Lo que dices es cierto pero el costo para los jóvenes seria atroz también…Glover… ¿Quién eres en realidad? ¿Por qué tanto interés en ellos? — se pregunta Doncaster.
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