Academia de Asesinos - 48
Después de un considerable tiempo fuera de sus funciones en la academia como profesor, Hiroshi regresa con la sorpresa de que Doncaster fue llamado a una reunión de urgencia y solo Olympico y Lucy lo acompañaron como medida de seguridad para que el instituto no queda desprotegido. Mas aún es la sorpresa cuando una de sus compañeras llamada Skye le informa que el director lo ha nombrado como su reemplazo temporal hasta que llegue y con ello una serie de instrucciones que tan solo cuatro personas saben y se vincula estrictamente al proyecto para la nueva generación de asesinos.
Dichas instrucciones son claras respecto al proyecto, los artefactos o, mejor dicho, las armas traídas por las leyes serán elegidas por los azares del destino y esos estudiantes podrán liderar a la nueva generación o bueno, eso es lo que se tiene como creencia. Lo que justamente se busca es que ese mismo destino ilumine a los novatos que en el día de mañana puedan poner según los adultos, patas para arriba al mundo entero.
El inicio del proyecto también concuerda con una clase más de “manejo de armas y teoría de su uso” impartido por uno de los profesores llamado Trevor.
***PARTE II***
Unas horas más tarde después del almuerzo, los estudiantes se reúnen a las afuera del salón de armas donde vigilan dos asesinos a la espera del profesor Trevor.
Megumi espera junto a Kaizer y junto a ellos el tumulto de estudiantes que, entusiasmados por la clase de armas, se acumulan a las afueras del salón. Ella no está para nada contenta con tener que portar arma, aunque fuera parte de la orden y una joven estudiantes, no desea lastimar a nadie. Piensa en elegir un arma que no ocasione daño por lo que para ella obtener algún bastón seria lo indicado.
Mientras tanto, Kaizer se siente nervioso producto de otros pensamientos y sentimientos que lo hacen dudar últimamente de sí mismo. A varios metros de ellos, Kamata está como siempre muy serio pero rodeado de jóvenes entusiastas del club de kendo, hablándole y riendo. Algo que contrasta perfectamente con el serio aspirante a espadachín.
Los ojos de Kaizer se desvían hacia las manos de su compañero de curso, observando las cicatrices y ampollas que registran el esfuerzo del duro y diario entrenamiento en el kendo y durante todo el tiempo que dispone para hacerlo.
De repente, Megumi interrumpe sus pensamientos:
—¿Es cierto que te inscribiste al club de panadería y pastelería? —pregunta Megumi.
—¿Huh? — la mira, confundido.
—Tienes las manos con harina como si hubieras estado hasta hace un rato cocinando algo en el club.
—¿Qué? ¿Cómo lo sabes? — pregunta Kaizer.
—¿Además de que se nota a simple vista? — sonríe la joven.
Inmediatamente piensa en Lucian, que pudo haberle dicho sobre su repentina inscripción al club de panadería y pastelería:
—Si, jejeje. — responde Kaizer con sonrisa incomoda— Decidí que puede ayudarme un poco a mantener la mente ocupada además de las artes marciales.
—Quien diría que alguien tan talentoso como tu acabase en un club tan… ¿aburrido? — dice Lucian, bromeando.
—No es tan fácil como parece. — recuerda cuando era regañado por el panadero cuando no realizaba bien una simple masa para pan o los complejos pasteles de chocolate— A decir verdad, me recuerda bastante a cuando era instruido por el hombre que me crio. — reconoce con cierta vergüenza.
—Lo importante es que te diviertas. Los clubes son para eso también. —dice Megumi.
—Aun así, voy a esforzarme para superar al panadero. Quiero volver algún día y llevarle algo que preparé con mis propias manos. Bueno, al menos quiero devolver un poco por tanto tiempo que me cuidó. — dice Kaizer y frente a ellos la puerta del salón de armas se abre, dejando pasar a los estudiantes.
Dentro del salón de armas, Trevor, el especialista en dichos artefactos espera sobre un escenario de madera y todo el lugar rodeado por cestos enormes con armas de acero, de fuego en las paredes, así como planos para crear las suyas propias y personalizarlas, además mapas colgados donde se puede ver donde hay fábricas y lugares artesanales que preparan artículos para mejorarlas. Todo a disposición de los jóvenes.
Por ser una clase que destina esfuerzos para explicar y desarrollar los conceptos de armas para cada estudiante, Trevo pidió que las clases de aquellos con habilidades y los que no tienen puedan compartir clase para no perder tiempo. Esto también es porque el mismo Hiroshi había discutido previamente con Trevor sobre aquellos estudiantes con talento y habilidad excepcional, por lo que muchas veces aquellos sin capacidad especial es hasta incluso mejor que la media:
—Sean todos bienvenidos jóvenes aspirantes a la verdadera clase de armas. En este salón, como podrán ver, hay más de mil armas de toda clase, así como instructivos, mapas y todo lo necesario para que descubran su verdadera especialidad…la de su alma. Durante esta hora deberán encontrar el arma que usarán por el resto de su vida y pulir absolutamente sus habilidades en ella. Dagas, espadas, hachas, mazos, ballestas, armas de fuego, rifles, pistolas etc. Descubran la que mejor se adecue a ustedes. —anuncia Trevor.
Tras decir esas palabras, los chicos se acoplan en busca de aquella arma que los va acompañar a cada misión, así como la especialidad, sea ataque directo como a corte o larga distancia.
Kamata recorre una esquina donde hay espadas de acero y madera. Cabe destacar que en su mayoría hay armas oxidadas las cuales no significa que son las que usarán de por vida, pero definiría el estilo de cada uno de ellos. Debido a que aún no se siente listo para usar una de verdad, Kamata se queda con una de kendo en buen estado:
—Si, es lo mejor. — dice Kamata mientras deja una de las espadas que tomó en el cesto con las demás.
Por petición de Hiroshi, el profesor Trevor vigila a cada estudiante y si alguno de ellos escoge un arma de las que las leyes dejaron a propósito a excepción de una cierta arma que no está entre las normales. Su peligrosidad no es para cualquiera y solo en su debido momento mostrará el porqué de eso.
Lucian escoge de entre una armería de armas de fuego una pistola con cañón corto y difícil de usar para un joven de primer año y para corroborarlo se acerca a un campo de tiro interno en el salón y dispara varias veces, logrando dar a la cabeza de al menos siete de diez. Trevor se queda sorprendido:
—El mango entorpece un poco el apuntar, pero es fácil de sostener con una sola mano. Me agrada. — dice Lucian y sonríe.
Con pequeños pasos, Megumi se acerca a Kaizer. Sus cortos pasos son lo suficientemente rápidos como para que él se diera cuenta que es ella y también el que se la notase muy emocionada:
—¡Kaizer, Lucian, miren esto! — les muestra dos abanicos de metal usados por mujeres de las lejanas aldeas de oriente— ¡¿No les parece hermosas?!
—¡Vaya! ¿Qué es? — dicen al unísono tanto Kaizer como Lucian.
—¡Tontos! — los golpea a ambos en el hombro.
Después de eso, Kaizer recorre en busca de su arma que lo acompañará si es lo suficientemente buena, pero si no es así, al menos podrá elegir la especialidad para toda la vida.
Llega a un sesto con armas peligrosamente viejas, y eso significa, oxidadas al punto de que cualquier corte podría derivar en una dolorosa infección que requeriría de un tratamiento veloz. Kaizer decide alejarse para evitar cortarse involuntariamente.
Su piel se eriza al rozar su mano con una caja de madera en la cual alberga varias armas oxidadas, viejas y olvidadas al no servirle a nadie. Kaizer da un vistazo sutil y al no poder encontrar nada extraño se adentran un poco más, llevando su mano hasta el fondo y con la punta de su dedo índice alcanza a tocar un filo que no lo corta, pero por alguna razón lo atrae. Entonces, toma esa arma del mango y con fuerza la saca por completo. Si, su mano acaba herida por los filos oxidados de espadas y cuchillas, pero por su fisiología rara no recibe mucho daño, en su lugar el arma que acaba de sacar es una daga color rojiza con una forma curvilínea extraña en la que su base, la que conecta con el mango, tiene acabados con forma de diente. Curiosamente también nota ruidos dentro del mismo mango que al agitarlo hace que se separe de la hoja y salga una cadena:
—¡¿Qué…es esto?! — se asusta Kaizer— No solo la hoja sigue siendo filosa, sino que también puedo sentirla ligera, aunque dentro tiene esas cadenas. Tengo…tengo que ir con un profesor para saber de qué arma se trata.
El chico se asusta en un principio, porque no sabe que arma es ni porque está ubicada allí por lo que busca al profesor para que le responda su duda.
Los ojos de Trevor se abren por la sorprende de encontrar una tremenda reliquia. Sin embargo, más llamativo es lo que Hiroshi habló hace días cuando dejó armas de carácter semi legendario en las sestas y cajas de madera:
—Trevor, estas armas son artículos de importancia histórica. Es preciso que las ocultes en el Salón de armas. Estoy seguro que los jóvenes más prometedores serán elegidos por el destino para portarlas.
—¿De qué estás hablando? ¿de dónde sacaste esas armas Hiroshi? — pregunta Trevor, cuestionando de donde las consiguió.
—No puedo decirte mucho, pero quiero que hagas eso por mí. Esta semana tendrás la clase de especialidades por eso necesito que hagas eso.
—Dudar de ti en estos momentos sería ilógico, pero quiero que me expliques solo una cosa.
—Te escucho.
—¿Ese proyecto para crear a la mejor generación de asesinos está ocurriendo ahora?
—…—Hiroshi asienta con la cabeza.
—No hay más que decir entonces. Ordenaré que dejen estas armas en el salón. — entre las armas que yacen entre trapos se encuentra con una espada envuelta. Cuando la intenta tomar, siente como la sangre se le congela y una fuerte presión lo hace retroceder— Hiroshi ¿es lo que creo que es? —lo mira serio.
—Esta arma y esta—toma esa espada y la pequeña daga oxidada de color rojizo— son demasiado especiales. Te encargo que a esta la ocultes muy bien. — le entrega la daga.
—¿Y esa espada?
—La entregaré al club de kendo.
—Espero que sepas lo que haces porque es muy peligroso que estas armas estén aquí. Sobre todo, esa espada maldita.
Trevor toma la daga y observa con milimétrico detalle hasta que llega a una inevitable verdad, esa no es una daga ordinaria sino es la que se considera como el arma fundadora de la orden asesina. Un arma de antaño que formó parte de aquellos que se asentaron en Antares y forjaron la sociedad asesina moderna.
Los registros lo catalogan como un artículo moderno para su época y que en su hoja yace toda la historia de la orden. Siguiendo a la petición de Hiroshi, deja que todo fluya de manera natural:
—Esta es una daga antigua, pero con la suficiente dureza y estabilidad como para continuar acompañando en batalla al afortunado que la porte. Felicitaciones, elegiste una grandiosa arma.
—Muchas gracias, profesor.
—Hiroshi ¿esto es lo que querías al final? — mira desde lo lejos a Kaizer, Megumi, y Lucian— Los grandes de la orden sí que tienen planes extraños.
***PARTE III***
Al final de las clases, todos los estudiantes salen de los salones y caminan en grandes grupos hacia sus cuartos a solo unos pocos metros de la academia.
En el camino, se encuentra con Hiroshi a quien hacía tiempo no veía y siente curiosidad el profesional por saber que tal le ha ido junto con los chicos.
Recorren los pasillos hasta la cafetería y piden en la cafetería unas gaseosas para beber y hablar sobre muchas cosas que ocurrieron en el último tiempo:
—¿Cómo van las clases? —Hiroshi lo toma por sorpresa cuando el chico estaba absorto mirando la daga que obtuvo en la clase.
—Profesor, no lo vi. Las cosas están. Bastante calmadas. —responde Kaizer.
—Sin los nobles era muy seguro que iba a pasar, pero no era eso a lo que me refería.
—No entiendo.
Hiroshi no evita sentirse intrigado por lo que ocurrió con los nobles, pero también duda de tocar ese tema por lo que inmediatamente pregunta otra cosa:
—¿Sientes que estás cómodo? ¿Te cuesta algo? ¿Como estas con tus amigos?
—Son muchas preguntas, profesor Hiroshi.
—Me siento realmente bien y afortunado de tener buenos amigos.
—Eso me da mucha tranquilidad, aunque…
—¿Aunque…?
—Como decirlo…usualmente veo que tienes días en que estás aislado y en ocasiones a la noche te vemos con Doncaster, metiéndote en la academia y entrenar.
—Me vieron entonces. Creí fui lo suficientemente sigiloso.
—Lo fuiste, pero nosotros no somos tontos.
—¿Me van a castigar?
—¿Por qué? Mi preocupación no es esa sino saber que te sucede. No es normal ver qué hagas esas cosas y tengas esa gran depresión. Si sientes la necesidad de hablar con alguien, dímelo. Te ayudaré en todo lo que pueda.
—De verdad te agradezco, pero estoy bien.
Se queda unos momentos en silencio, hasta que recuerda las palabras justas para decirle al chico:
—¿Sabes? A tu edad estuve siempre rodeado de buenos amigos y aunque mi familia seguía viviendo, no la sentía para nada cerca. Mas bien, dejaron de recibirme cuando supieron que golpee a un compañero que resultaba ser un noble. En aquel entonces el solo atacarlos equivalía a ser regañado y hasta suspendido. La expulsión jamás estuvo en los planes así que no se llevó nunca a cabo. La cosa es que me refugié en mis estudios y fundamentalmente en mis amigos. Fue la mejor decisión que tomé ya que siempre estuvieron para mí, Olympico, Lucy…Silver…ellos se han convertido en mi verdadera familia. —le cuenta en tono nostálgico— Te preguntaras ¿Por qué te cuento esto? Verás, a pesar de contar con personas muy queridas y cercanas, un sentimiento negativo llegó a alejarme de ellos como si en verdad algo sintiera que estuviera mal.
—¿Supiste que fue? — pregunta el chico, interesado en la historia.
—Mucho tiempo después, casi al fin de mi cursada. Era el sentimiento más primitivo del ser humano. — explica Hiroshi.
—¿Qué?
—El miedo, pero un miedo diferente. Miedo a la pérdida de lo que pude lograr, no a nivel de cosas como estudiantes sino perder a mis queridos amigos. Ocurrieron cosas durante mi adolescencia en la que me sentí tan impotente que temía perderlos. No sé si te ocurre, pero vivieron muchas cosas estos meses y siendo honesto, quizás necesites hablar con alguien, pero todo a su debido tiempo. Solo un consejo. No dejes que te depriman, tan mas confianza en tus amigos y verás que las cosas podrán mejorar.
—El miedo…yo lo tengo…todo el tiempo…—reconoce Kaizer.
—Déjame decirte algo. Es algo que en su momento impactó mucho en mi porque estaba perdido, desorientado. Fue un profesor que llegó a ser como un padre para mí. Él me decía que “los tiempos difíciles hacen mejores hombres”. Supongo que es lo que hace la vida. Nos golpea muy duramente solo para forjarnos como seres humanos realmente de bien.
—Tiempos difíciles…—murmura— hacen mejores hombres…
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