Academia de Asesinos - 50
Hace trece años en las arenas de oriente, donde las ciudades apenas tienen influencia y las caravanas de ronin son la vista constante en la costa, un pequeño pueblo que se asentó por el este más cercano al territorio norte convivía con las aguas que bañan esos páramos y la pesca como actividad principal.
Estos pueblos que cada seis meses deben pasar del sedentarismo a lo nómada, se componen por varias familias nucleares. Los ronin son por así decirlo la clase más importante y prestigiosa de este pueblo, datando su origen desde los tiempos más lejanos donde ni la orden asesina se había fundado siquiera.
Siendo un pueblo especialista en el uso de la espada y creencia en el dios de la espada, basa su forma de vida en un texto escrito por el legendario fundador de los espadachines llamado “Bushido”.
El Bushido es piedra fundamental para los pueblos ronin, para su conducta y a donde aspirar a llegar, sin embargo, no dejan de permitirse creencias que podrían considerar absurdas, pero son también parte de un grupo que no ha podido tener acceso a una firme educación para sus hijos y se mantienen aislados del mundo de la orden asesina pero aun así el contacto con las ciudades sucede cada tanto.
Una de esas creencias y también la más antigua es lo mal visto que es el fenómeno de la luna azul que ocurre cada mes de octubre y donde las mujeres embarazadas tienen absolutamente prohibido dar a luz en aquel mes. Como si se tratase de algo maldito, todo aquel niño que nace bajo esa estela brillante color azoláceo, queda marcado de por vida como un demonio e inclusive, de manera extraña, surge una marca en la piel del recién nacido con forma de luna creciente.
Todos los padres ansiosos que llegan a ese mes, ruegan que su hijo no fuera parte del fenómeno, así que recurren a los miembros más longevos del pueblo y que están unidos a rituales en el nombre del dios de la espada y entregan lo que pueden para recibir la bendición y así evitar la amargura de tener que pasar por eso. Aquellos padres que no pueden sortear la maldición y ver nacer a su hijo en dicho mes y con la marca, tienen que entregarlo al jefe para ser sacrificado en nombre de la espada.
Sin embargo, una pareja que no tiene la misma suerte y que forma parte de los marginados sin recursos y que no pueden entregar al menos algo mínimo a los ancianos, estos han tenido que ver nacer a su hijo bajo la luna azul.
Debido al inconmensurable amor por su pequeño hijo varón, la pareja toma la mayor decisión y un tabú entre los ronin, desobedecer los mandatos y creencia, así como no hablar sobre el nacimiento, yendo contra las autoridades del pueblo.
La sentencia es la muerte para toda la familia.
Si mantienen el silencio y su hijo pasa como alguien normal, jamás habría problemas y podrían criarlo con total seguridad y por eso transcurrieron tres años donde el niño pudo ser criado con total normalidad.
Asaka, el padre de aquel niño, pescador que participa en peligrosas pescas de tiburones y rayas, luchada cada día. Habiendo Siendo la cabeza de una familia tan pobre está obligado a trabajar sin descanso mientras que su esposa cuida al pequeño, quien poco a poco se pudo adaptar a una vida normal entre las personas del pueblo.
Por su parte Mikasa, no solo cuida del pequeño y trata de evitar que la marca se notase frente a los demás miembros, sino que lava la ropa en el rio, recolecta información de más allá del mar de dunas. La intención de la pareja es escapar hacia el Centro, donde pudieron escuchar información de que hay grandes bosques y un pueblo de samuráis, el opuesto y enemigo acérrimo de los ronin, donde si ocultan su identidad podrían vivir en paz. Les pesa demasiado las creencias tan retrogradas del pueblo y que su amado hijo estuviera en constante peligro.
Un día junto al rio mientras Mikasa lava la ropa y armas de los hombres con otras mujeres, el niño juega con varas de madera y persiguiendo a otros, se tropieza y rasga su kimono viejo. Al levantarse, se abre en su pecho, revelando una marca con las características de la maldición que tanto desprecian en el pueblo a la altura de su costilla derecha superior casi llegando al pecho. Una de las madres que lava allí se exalta al ver al tan temido tabú, crecido y corriendo libremente sin haber sido ajusticiado por los jefes.
Entonces, Mikasa mira a su alrededor para ver que no haya nada y con un cuchillo que siempre lleva en el muslo se abalanza sobre la mujer y le entierra el arma en el cuello mientras le cubre la boca, haciendo que se ahogue en su sangre. Aprovechando que el rio es bastante profundo como para arrojar algo grande y que nadie se entere de ello, tira el cuerpo y este se hunde, pero la sangre sigue en su ropa.
La mujer se acerca al rio e intenta quitarse la sangre con el agua, refregando con todas sus fuerzas y lastimándose en el proceso hasta desgarrarse la piel.
A metros, el niño solo observa la desesperación de su madre que una y otra vez busca eliminar la evidencia hasta que llega Asaka. Él se horroriza al verla así, entonces su decisión es clara. Toma a su esposa, pequeño hijo y sus cosas rumbo hacia el centro.
Durante días corren a través de las arenas rojas, esquivando las peligrosas caravanas esclavistas de los abinues y los ronin que se dieron cuenta del asesinato de la mujer y el niño cuya marca es tabú entre esos pueblos creyentes de la maldición de la luna azul. Ahora son los conocidos “indeseados”.
Por casi treinta y cinco días, la pareja corre casi sin detenerse, hasta que les salen ampollas y una por una se revientan hasta sangrarles y casi no poder caminar.
Finalmente logran llegar al límite donde ven a lo lejos un frondoso bosque, tan verde y hermoso que deja a la pareja absorta en tal belleza. Se adentran al lugar y durante los próximos dos años viven felizmente, comiendo ardillas, siervos y otros animales, además de disfrutar de un pequeño rio.
Cada día el niño es entrenado por su padre con las artes de la espada, pero solo usando un pequeño bastón de madera ya que sigue siendo un niño y por mandato de su pueblo, tiene que cumplir los trece años para usar espadas de verdad:
—Querido, intenta no ser demasiado duro con él ¿sí? — le pide Mikasa.
—Si, si, ya se. Aunque esperar ocho años a que cumpla su mayoría de edad es demasiado. Tiene que aprender a defenderse solo. En nuestra posición es difícil mantener la calma. —responde Asaka.
—Pasaron dos años ¿no crees que tenemos que relajarnos? — dice Mikasa.
—Nunca se sabe. — se queda observando a los árboles y el viento fresco que se desliza de entre ellos.
Entonces el niño logra golpearle la cabeza a su padre y este cae desmayado. Mientras, la mujer lo socorre con una pequeña risa que sale de su boca.
Por la noche, comen felizmente en familia. Mikasa como siempre condimenta el caldo para su delicioso estofado de conejo y Asaka controla la fogata dentro de la cabaña improvisada con lo que pudieron conseguir:
—¿Se durmió tan temprano? — mira al niño que está acostado junto a hojas que lo cubren contra el frio.
—Estuvo entrenando mucho. Asaka ¿no crees que ya es momento de ir a otro lugar? — pregunta Mikasa.
—¿Irnos? ¿A dónde?
—Tengo entendido que yendo en línea recta desde aquí podremos llegar a una gran ciudad. Si llegamos podríamos iniciar de verdad una nueva vida.
—Deberías servir la comida antes de que se pase.
—Si.
En la madrugada, el cielo se oscurece por una feroz tormenta atípica que empieza con fuertes vientos y luego relámpagos. Varios de ellos golpean contra los árboles partiéndolos a la mitad. Asaka y Mikasa, se refugian con el niño dentro de su casa:
—Tráeme eso. — señala Asaka un martillo con el que cubre precariamente con maderas viejas el techo de la cabaña.
—Si querido. — le entrega a su esposo la herramienta.
—Mami. — llama el niño a su madre, extendiéndole sus pequeños brazos y buscando el calor materno.
La mujer toma al niño entre sus brazos y lo cubre con una manta mientras Asaka termina de reforzar el techo y todo agujero que se haya formado.
La lluvia empeora, así como los vientos no dan tregua. Los animales corren asustados cuando los relámpagos son constantes y golpean al suelo. Uno de ellos inicia un pequeño incendio en los árboles y que se expande con el viento.
Un árbol cae frente a la cabaña, cubierto por llamas y como si fuera efecto dominó, van cayendo uno tras otro por la furia natural:
—¡Asaka, tenemos que irnos! —dice Mikasa, alterada por la destrucción que trae el temporal.
—¡¿A dónde?! ¡no podemos salir o nos caerá un rayo! — responde mientras contienen con todas sus fuerzas la madera de la puerta para que esta no salga volando violentamente y lastime a su familia.
—¡Esta cabaña está por colapsar, Asaka! — grita preocupada por su hijo en brazo y asustado con lágrimas en los ojos.
— ¡Bien, vamos al monte!
Al salir de la cabaña, un pedazo de tronco separa al hombre de su esposa y detrás una sombra se le abalanza, atravesándole el pecho. Confundido, Asaka se da vuelta y ve que el portador del arma homicida, una katana, es un ronin del pueblo que abandonaron hace tiempo:
—¿T-Tu? — se sorprende y escupe sangre.
—Creía que ustedes sabían que abandonar a la caravana con un demonio no iba a ser fácil. Resultaron ser estúpidos. — dice el ronin y saca violentamente la katana del pecho de Asaka. Agita a un lado la espada para quitar la sangre— Ahora…—mira a Mikasa y extiende su mano— entrega al niño y no te mataré con dolor.
—¡Ustedes y sus tradiciones son lo que nos provoca mas dolor! — responde desafiante.
—No podrán escapar. Tu esposo está desangrándose y tu seguirás sus mismos pasos mujer.
Sin mediar más palabras, Mikasa se aferra a su niño y escapa a toda velocidad mientras lleva su mano hacia el muslo y saca aquel cuchillo con el que asesinó a esa mujer tras descubrir de la maldición de su hijo amado:
—Estos malditos desertores. — se queja el ronin y empieza a perseguir a la mujer.
Mikasa es rápida aun con el niño en brazos, pero el ronin logra alcanzarla y corta con su espada los tobillos y la hace caer. El niño se desliza de sus manos varios metros delante:
—Los niños son niños, pero aquellos nacidos en el día de la maldición solo traerán sufrimiento no solo para sus seres amados sino desdicha para sus propias vidas. Los mismos ancianos han previsto lo que le espera.
—Puedes decir lo que quieras, pero solo nos ha traído paz y felicidad. ¡Su nacimiento es una bendición que ustedes nunca podrán comprender!
—Ya veo, entonces serán enterrados los tres juntos en este sitio alejado de sus ancestros y la protección eterna del dios de la espada. — se acerca con la espada en su mano derecha y atraviesa el pecho de Mikasa, haciendo que escupa sangre y dejándola en estado crítico.
—No se juega con el tabú de la luna azul. — mira al niño, quien se escapa corriendo sin mirar atrás como muchas veces le ha pedido su padre para no enfrentar problemas que son difíciles de solucionar con violencia o palabras— Es rápido el mocoso.
El niño corre mientras llora desconsolado, buscando ayuda y con el corazón roto por la perdida de sus padres. Sin embargo, es atacado por la espalda de una patada al hombro y enviado contra el tronco de un árbol:
—Casi te escapas, pequeño demonio. En teoría los bebes son considerados como seres incompletos destinados a ser demonios si no se los purifica por el filo de la espada. En tu caso eres peligroso como para seguir con vida. No te resistas y muere de la manera que nuestra gente acostumbra.
—Una declaración muy osada para alguien que se adentró en territorio que no pertenece al Este. —dice una figura que se aproxima por detrás.
—Esto no te incumbe extranjero ¡vete de aquí!
Cuando el ronin se voltea, la figura se aproxima rápidamente y de un corte le arranca los cinco dedos de la mano que sostiene el arma filosa:
—¡Aaaaaaagghhh, maldito hijo de perra! — grita de dolor.
—Sus creencias no sirven aquí. —se acerca entre la lluvia y un relámpago que ilumina el cielo revela que el hombre es Hiroshi—Atacar a un niño en territorio neutral es un hecho que permite actuar sin consecuencias. Los ronin son famosos por evitarse el problema de chocar espadas con enemigos que puedan considerar problemáticos. Al menos es lo que se dice, pero sí que se tomaron la molestia de cruzar esta frontera y asesinar a un hombre, dejar grave a una mujer y atacar a un niño. —explica Hiroshi con rostro muy molesto.
—¡E-Ese niño es una amenaza! ¡hay que erradicarlo!
—Podrá serlo, pero no es una decisión que te incumba ni a ti ni a los ancianos ni a los jefes. Él chico tiene que decidir por si mismo que hará y eso…es un hecho…
Hiroshi rebasa la línea de visión del ronin y corta la cabeza de este. Nunca se dio cuenta de que el filo de la espada atravesó su piel, carne, nervios y huesos.
Despues de eso, Hiroshi corre hacia el niño y ve que está vivo luego de tal brutal castigo, pero con el hombro comprometido. Lo levanta en brazos y corre hacia la madre a quien encuentra aún con vida:
—En cualquier momento llegará un grupo de asesinos. Entre ellos hay un médico, te podrán tratar si aguantas… ¿huh?
La mujer lo tira de la manga y con sus brazos extendidos hacia el niño le pide:
—P-Por…favor…quisiera…poder sostener…lo una…ultima vez…—dice con la boca emanando mucha sangre y sus ojos alejándose lentamente de la vida.
—Si. —le da el niño.
—Mi…niño…que en tus años…venideros sean de dicha…y puedas ser feliz…con otros niños…a quien puedas llamar…amigos…—le devuelve a Hiroshi el niño y vuelve a tironear de la manga— cuídelo por…favor…
—Seguro, para eso es la orden. —promete.
—Su nombre…el que…junto a mi esposo…le dimos…es…Kamata…significa… “El Sabio de la Espada” — su respiración se detiene y la mano que tiraba de la manga cae al suelo.
—Prometo protegerlo. Ningún niño es culpable de las tradiciones retrogradas de su pueblo.
Comments for chapter "50"
QUE TE PARECIÓ?