Academia de Asesinos - 53
Corriendo entre los pasillos y llevando no solo a Megumi y Maia arrastras sino a varios estudiantes que depende su seguridad de quien está el frente, Kaizer mira hacia todos los rincones que no aparezca ninguna de esas personas misteriosas.
Se oyen sonidos metálicos por los pasillos de una espada, dagas y cuchillas saliendo de su vaina. Esto hace que el avance de los estudiantes se detenga y mantengan en alerta:
—¿Que sucede? —pregunta Maia.
Inmediatamente Kaizer la calla con el sonido de su dedo índice cubriendo la boca:
—Parece que se acercan. —dice Kaizer y mira hacia atrás como la fila de estudiantes ha aumentado drásticamente—Somos demasiados. Hay que salir de a grupos pequeños.
—¿Cuánto falta para llegar a la salida? —pregunte Megumi y manifiesta su pequeña aura detectora pero lo suficiente como para abarcar el frente en la esquina que no alcanzan a ver.
—No tengo idea. Supongo que estamos a solo diez metros, pero sigue oscuro y no es recomendable movernos sin saber quién está por ahí.
Entre los estudiantes que siguen a Kaizer, uno de ellos sale para ofrecerse como señuelo y que los demás puedan escapar sanos y salvo, pero inmediatamente es regañado por Megumi, acentuando lo importante que es cada vida aún en tiempos de crisis sea pequeña o de magnitudes trágicas. Kaizer le da la razón a su amiga y anima a su compañero de la clase de asesinos sin habilidades que proteja la retaguardia, que es necesario para poder escapar.
Aun así, Kaizer se muestra preocupado ante los numerosos pasos que se aproximan a su posición. Entonces y sin pensarlo demasiado le suelta la mano a Megumi y sonríe mientras corre hacia el origen del sonido mientras da un vistazo hacia atrás a Maia para que lidere a los estudiantes para que escapen a la salida.
El chico se saca un calzado de uno de los pies y arroja contra una silueta que se acerca junto a otras tres, logrando asestárselo en la cabeza.
Entre las quejas de esa silueta, Kaizer alcanza a escuchar voces y distingue la distancia para poder atacar con gran velocidad. De repente, uno de los hombres cae al suelo de un modo violento y el otro al que Kaizer apunta, es aventado contra la pared de una patada al costado de la cabeza. Demasiado sospecho lo que ocurre cuando Kamata aparece entre las sombras y se queda mirando fijamente a Kaizer:
—K-Kamata ¿Qué está pasando? —pregunta a su compañero.
—…—se da media vuelta y señala a la joven que rescató que se encuentra desmayada contra la pared—Cuida a Megumi y no olvides llevar a esta chica.
—D-De acuerdo. —levanta a la chica—¡Espera! ¿A dónde vas?
—Tengo a unas personas importantes que necesitan de mi ayuda. Sigan derecho que la salida está cerca. —responde mientras se aleja de su vista.
Megumi corre hacia Kaizer, preocupada por la locura que intenta hacer sin importarle su propia vida:
—Kaizer ¿Por qué haces esto? Tenemos que permanecer juntos. —lo regaña.
—Yo…—se da media vuelta y ve a Megumi, asustada y temerosa por su amigo—sí, perdón que hayas tenido que venir corriendo para detenerme. Vamos, tenemos que salir de aquí. —la toma de la mano y corren con el resto de los alumnos rumbo.
Alrededor de veinte estudiantes han escapado gracias a Kaizer y su rapidez para analizar la situación y gracias a que Megumi tuvo la sabiduría de no dejarlo ir solo, ambos lograron regresar y liderar para que escapasen del peligro. Incluso para Kaizer hacer tal hazaña es imposible sin el apoyo de su querida amiga y por supuesto Maia, que a pesar de no parecerlo es alguien que lentamente va demostrando en las clases de fortaleza física que está en gran forma y es muy fuerte.
Después de eso, Kaizer regresa a buscar más estudiantes pero lo primero que hace es ir a por su compañero de cuarto, Kamata, ya que no se lo veía en sus cabales. Siendo alguien que no se caracteriza por contenerse, el temor a que cometa una locura de la que puede arrepentirse va en aumento.
***PARTE II***
Mientras tanto, Hiroshi intercambia feroces ataques con espada, dominando durante gran tramo de la batalla Sadair:
—Dime una cosa ¿Qué fue entonces del verdadero…? —pregunta Hiroshi.
—¡Ja! No hace falta que lo menciones. Ese imbécil ya está bajo tierra desde mucho antes de iniciado este año. Ustedes en su algarabía nunca se dieron cuenta de lo que pasa frente a sus narices. —interrumpe el fiesmero.
—Ustedes no se mueven por sí mismos.
—¿Acaso es un insulto?
—Tómalo como quieras, pero si no hay un contrato y cliente es difícil que actúen sin algún interés.
—Bueno eso es cierto, pero ¿a qué viene esto?
—¿Quién es su cliente?
—¡Ja! ¡¿acaso crees que voy a romper el código de nuestra labor? Eres sorprendentemente ingenuo. —se burla del asesino.
—Si, reconozco que un poco lo soy.
—Bien, dejemos las habladurías y acabemos con esto. —levanta la espada que tomó antes del suelo junto al charco de sangre de sus aliados.
—Concuerdo contigo.
Hiroshi agita su espada contra el costado derecho de Sadair y este lo esquiva a duras penas. Pelear sin parar durante casi dos horas merma en sus habilidades físicas y el fiesmero mantiene como puede su mascara hasta que se vuelve casi invisible y desaparece:
—¿Q-Que? ¿Qué está pasando? —se sorprende al sentirse más débil que antes.
El asesino ve que la máscara, único motivo de que estuvieran casi igualados, ya no está activada. Entonces levanta su espada en dirección al fiesmero al mismo tiempo que un aura roja envuelva la hoja:
—Supongo que es el final. —sonríe Sadair, mostrándose completamente entregado a la muerte inminente.
—Dime algo, antes que nada.
—¿Preguntaras por tus queridos estudiantes? —vuelve a sonreír, pero esta vez con una gran decepción en su rostro— Si hasta ahora no se han comunicado mis hombres es porque han muerto. Al final…esos mocosos resultaron ser monstruos.
—Con eso me basta.
Se impulsa hacia el fiesmero y este cierra los ojos hasta que la cabeza se desprende del cuerpo, cayendo al suelo. Hiroshi agita a un lado su espada para quitarle la sangre y corre desesperadamente rumbo a la academia.
***PARTE III***
Kotomi sigue combatiendo valerosa a los fiesmeros, defendiendo la vida de los otros estudiantes, mientras esquiva, ataca, contraataca y analiza la situación para que puedan escapar. En ese momento, siente como su cuerpo se debilita y los brazos tiemblan. Su enfermedad, la que tanto la agobia, se empieza a manifestar con una violencia terrible pero no puede ni va a ceder.
Los mismos invasores quedan impresionados una y otra vez por la habilidad tan asombrosa de ella.
Uno de los ataques con espada corta transversalmente el do-gi, vestimenta para el kendo, dejando desde su vientre hasta el cuello a la vista. El que casi se le vean los pechos resulta en el menor de los problemas puesto que la seguridad de los demás miembros del club es lo principal.
Sin embargo, dos de los fiesmeros ven de manera lasciva a la joven y se acercan con deseos carnales de poseerla de la manera más atroz, soltando sus más bajos instintos en la locura de la batalla:
—Hey, mírate nomas. Tienes unas tetas deliciosas. —se relame el fiesmero.
—Es cierto. Oigan ¿no creen que sería una lástima que después de tanto trabajo para reducirlas no podamos tener algún momento de disfrute? —responde Oxshan.
—Haaaaa, hagan lo que quiera. —dice Oyuma, tomándose la cabeza.
—Conmigo no cuenten. No tengo esos gustos. —dice la única fiesmera de ese grupo.
—Si, si, espera afuera. No te gustará.
Una práctica que algunos fiesmeros realizan en cada misión de secuestro es si se dicta que solo sea llevado el producto para investigaciones, pueden ejercer cualquier tipo de violencia. En este caso, la violencia sexual es la practica más común incluso entre las mujeres donde violan hasta a los niños.
Kotomi sigue mirando desafiante mientras los dos enemigos se le acercan y bajan sus pantalones. Esa es la oportunidad que tiene para que en un movimiento con la espada de madera golpea sus muslos y grita con el rostro sangrando y la posición de kendo característico:
—¡Si quieren venir, vengan, pero no se los haré fácil! — con ciertas dudas da un vistazo a la espada que está en la pared.
—¡Maldita perra! —la maldice Herrak.
—Eso les pasa por descuidarse. —regaña Oyuma.
—No puedo dejar que me venzan. No cuando tengo a varios compañeros que dependen de mi…ellos no merecen que sufran…no lo permitiré…—piensa con la mirada serena buscando para atacarlos.
Después de todo, el sentido del deber que posee es muy grande y proteger a los demás es algo que ella desea con todo su corazón. Esto significa que no abandonará a quien necesite ayuda ni a los más vulnerables. Ese es el código de un verdadero espadachín:
—¿Por qué te resistes a esto? Puedes escapar y abandonarlos. Tienes tiempo. —dice Oyuma para bajar la moral de la joven y destruir también su autoestima.
—E-Eso jamás…—responde Kotomi con gran dolor en su cuerpo—no es el camino de un espadachín.
—Hablas mucho de eso, pero morir en vano por alguien va contra el pulir las mismas habilidades ¿no te parece?
—Puede ser…pero mi camino es diferente. —esquiva el ataque de la fiesmero, quien ataca por un costado, y la golpea con la espada de madera en el hombro.
—¿Sí? ¿Cuál es tu camino? —pregunta Oyuma mientras observa la determinación de la aspirante a asesina.
Siente como si su cabeza fuera a girar a una velocidad dramática. Las heridas no hacen más que mermar sus reflejos y capacidades motoras hasta hacerla caer de rodillas y perder fuerzas en las piernas. Aun así sostiene la espada con ambas manos:
—Estoy perdiendo todas mis fuerzas. Maldición. —piensa y cada segundo que pasa va perdiendo la consciencia.
—No me respondiste la pregunta ¿Cuál es tu camino entonces?
—Es verdad. Hay personas que dependen de mí y no puedo perder. Además…—sonríe—hay alguien a quien le fallaría si me rindo así.
—¿Y bien?
—¡Mi verdadero camino es el camino del guerrero! —se levanta como puede y sostiene la espada de kendo con firmeza— ¡el código del Bushido!
Cuando esas palabras resuenan en el dojo, Oyuma sonríe nervioso pues no es común encontrar a alguien tan comprometido con el código de ética y honor muy famoso en el oriente y tener frente a alguien que lo sigue a raja tabla lleva a ponerlo de muy mal humor. Entre los fiesmeros existe una enemistad inusual con aquellos que siguen al bushido porque chocan los ideales y las formas de combatir.
Oyuma se toma el rostro con la mano izquierda y empieza a reír a carcajadas:
—¡Esto no me lo esperaba! ¡ahora sabré lo que es asesinar a un samurái, aunque fuera una maldita mocosa! —apunta con su gladius a la joven—Prepárate.
Oyuma la ataca apenas sus hombres se apartan del camino. A partir de ese momento, una serie de ataques feroces se ciernen sobre la persona de la adolescente. Incapaz de mantener el ritmo, su espada se parte por la mitad y cae al suelo una vez más, pero sin la fuerza necesaria para seguir plantando batalla.
—M-Mi cabeza…me duele… ¿huh? ¿Qué me ocurre? —siente como la levantan de una pierna y manosean sus pechos a lo que ella opone apenas resistencia y ve borroso como a los demás también los atacan—Al final…he fracasado…—cierra sus ojos, implorando morir antes que sufrir lo que desean los fiesmeros.
De repente, la parte trasera del dojo explota en pedazos y la extraña espada sale volando por los aires junto con otro fiesmero que acabó atravesando la estructura y Kamata salta sobre el cuerpo del enemigo. En pleno aire el chico toma la espada y desenvaina justo en el momento en que el abuso de Kotomi empeora.
En ese instante, la mirada de Oyuma y Kamata chocan con fuerza siendo la del chico, mucho más intimidante de lo que jamás haya imaginado. Entonces agita la espada con tanta fuerza que las venas de su brazo se hinchan y del acero oxidado sale un poderoso corte rojizo que acaba por partir a la mitad a Oxshan y frente a Oyuma un baño de sangre empapa su rostro, incapaz de comprender que acaba de suceder.
Kamata cae al suelo al mismo tiempo que el corte sale e impacta contra una pared del edificio:
—¿Q-Quien es ese mocoso y porque su presencia es tan intimidante? —piensa Oyuma con un inexplicable temor al chico frente a él.
Kamata ve el panorama y la condición de su amiga. La expresión en su rostro, a diferencia del enemigo, es iracunda y desalmada. Se acerca a ella y revisa que no haya pasado lo peor y por suerte no ocurrió, dejando escapar un suspiro de alivio:
—Está inconsciente. Menos mal. —murmura y mira a los demás estudiantes— ¿Estan bien ustedes? —al ver que asientan a pesar de las leves heridas, se siente impotente y con tal intención de matar a los fiesmeros que de la misma espada brota una siniestra aura diferente a todo lo demás. Mientras que una voz siniestra resuena mucho más intensa que la primera vez, repitiéndole “mata…mata…mata…ellos no sirven…solo…mátalos a todos”.
Hay algo más en esa espada de lo que puede aparentar y en su instante de ira siente como ese algo intenta poseerlo hasta que obliga al arma a calmarse para que haga lo que el chico quiera. Entonces mira a Oyuma con intensidad:
—Hey, pedazo de mierda invasora. ¿Qué carajo les hicieron a mis compañeros…a mi dojo…y a mi amiga?
Los temblores, que al sostener una espada de verdad dominan su pulso, se detienen y desafiante apunta contra el enemigo.
Oyuma suelta sin darse cuenta la espada y con sus piernas temblorosas retrocede al mismo tiempo que los demás:
—E-Este mocoso no parece humano…
Después de la bestial batalla donde Kamata, portando tal siniestra y sofocante espada, enfrenta a tres fiesmeros al mismo tiempo. A la fiesmera le corta un brazo y rompe de una patada su pierna derecha, mientras que a su compañero lo decapita y finalmente, Oyuma recibe la peor paliza posible. Este sujeto sufre corte de sus cuatro extremidades y en el sueño dice débilmente:
—Venir…a…este…—vomita sangre desde el suelo—lugar…fue…aagghhh…un error…
Los estudiantes levantan del suelo a Kotomi, quien permanece inconsciente en un estado delicado, y ven a un Kamata bañado en sangre de los invasores con los ojos cerrados, manos temblando y sosteniendo la espada. Sus ojos derraman lágrimas y su yukata, cortada hasta dejarle la parte superior del cuerpo desnudo, da muestra del duro entrenamiento y resultado de esa batalla con cicatrices cubiertas de la sangre enemiga.
A lo lejos, Kaizer lo observa y opuesto a creerlo un monstruo, corre para ayudarlo a él y a los del club de kendo.
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