Academia de Asesinos - 64
Unos días más tarde, casi dos semanas para ser preciso, la academia permanece con una paz entusiasta para los más jóvenes pero preocupante para los profesionales, que como cada momento de calma transcurriendo en clima de tormenta no es muy buen augurio.
La patrulla de la academia se mantiene en constante vigilancia para evitar otro ataque como el ocurrido hace menos de dos meses y el que Alexander intento ejecutar a principio del año.
Después de los últimos sucesos es más que obvio que la seguridad de los estudiantes resulta ser la mayor prioridad para la orden asesina y esto no solo había repercutido en el oeste sino en los demás territorios y provincias.
En la madrugada se escuchan explosiones en cada uno de los salones, pequeños como para destruir el lugar, pero con enorme potencial nocivo para los pulmones de quienes se encuentran cerca, y la estructura se daña un poco. Las columnas que adornan los pasillos empiezan a agrietarse, así como el fuego incrementa su presencia e incluso llega a los clubes estudiantiles.
El dojo de kendo es adornado con feroces llamaradas que van consumiendo la madera que da forma al edificio en su totalidad.
Las continuas explosiones, que además de iniciar un incendio masivo en toda la academia, también se llevan consigo a los profesionales que vigilan los pasillos ahora con sus cuerpos siendo calcinados por el fuego y las altas temperaturas. Los pocos que siguen con vida corren a través de la zona residencial para sacar a los jóvenes de sus dormitorios:
—¡¿Qué demonios está sucediendo?!— pregunta Olympico.
—La academia está siendo atacada. — responde Hiroshi mientras guía a un gran grupo para el lugar de las residencias a pocos metros de la academia.
—¿Pero también la zona residencial? — se desespera Lucy.
—Eso parece. Este ataque seguramente es premeditado. – sospecha Hiroshi.
Uno de los asesinos se apresura a subirse a la torre, donde cuelga una cuerda y a su vez está amarrada a la campana. Toma la cuerda y tira de la campana, la cual comienza a sonar con fuerza. Esta es usada, generalmente, para anunciar los descansos o fin de clases, pero tiene un significado que solo sabe quiénes se encuentran en el edificio y es alarma de ataque enemigo. Después del ataque fiesmero, Doncaster había anunciado que la campana podía sonar en esos casos y si sucedía en horarios extraños es porque había ataque de grupo enemigo.
Los profesionales logran sacar a estudiantes de sus dormitorios, y como residen dos estudiantes por sitio lo vuelve más ágil en esos casos de evacuación.
Los estudiantes de años superiores, como los que casi se gradúan de la academia, ofrecen su ayuda para ayudar a los novatos y junto a los profesores guían a cada alma hacia la salida. Sin embargo, la zona residencial no está alejada de la academia por lo un largo pasillo une ambos edificios, entonces una enorme y larga columna de estudiantes intentan avanzar.
Por orden de los profesores, cada uno tiene que inclinarse y avanzar de esa forma, ya que el humo se hacía más visible y dificulta respirar. Muchos empiezan a toser, otros no pueden respirar y caen desmayados. Estos son llevados por alguien mayor a cuestas.
Doncaster acude también a escoltarlos y pide a los mayores que despierten a aquellos que aún no lo han hecho:
—¡Hiroshi! ¡busca a los alumnos del piso B, rápido! —le pide al espadachín.
—¡Entendido! — responde a Doncaster.
—¡Olympico, busca el origen de todo esto. Necesito reporte de daños.
—Está bien Doncaster.
—Lucy, necesito que vengas aquí y vigiles las entradas. El profesor Oromu irá contigo.
—¡Si!
—¡Tenemos que impedir que el fuego se extienda más allá y protejan a los jóvenes con su vida! —les dice a los adultos responsables por la seguridad de los jóvenes.
El fuego se extiende hasta el campo de tiro, donde su intensa vegetación y estructura también de madera es consumida sin piedad y el humo cubre el salón donde estudiantes dedicaban horas para mejorar sus habilidades en el manejo de armas a larga distancia.
En su cuarto, Megumi y Maia se despiertan y encuentran con toda la habitación llena de humo tan oscuro como toxico para sus pulmones. El impacto de ver arder a la puerta y los gritos de afuera hacen que entre en pánico. Entonces corre a despertar a Maia:
—¡Maia, Maia! — zamarrea a su amiga en busca de una respuesta mientras que le grita desesperada.
—¿Huh? ¿Qué pasa? — apenas abre sus ojos y encuentra un panorama tétrico y peligroso— ¡se está quemando la academia!
—Si, hay que salir de aquí. ¡cof, cof, cof! — empieza a toser y a sentirse mareada.
—¡Megumi! — la sostiene y ambas se agachan para evitar respirar el humo— Tenemos que irnos. —dice y busca la manera de salir atravesando la puerta en llamas.
Lentamente el humo cubre todos los rincones de la habitación de las chicas hasta que pierden la consciencia y caen al suelo. Sin poder gritar ni mantenerse despiertas.
A escasos metros de la habitación, Kaizer y Kamata se encuentran en la multitud que huye del edificio, mientras que ambos recorren los pasillos para buscar a sus amigas en peligro de morir por humo y calcinadas.
Peligrosamente, el fuego sigue avanzando por la habitación. Megumi, en su afán de proteger a Maia, la cubre con una leve y débil capa de protección de su habilidad a excepción de ella.
En soledad lucha para que la protección, que con su habilidad le otorga a Maia, desaparezca y ocasione la muerte de su amada amiga.
Antes de que se desmaye por completo y sucumba, abre apenas sus ojos y se encuentra con una silueta que entra al lugar y parte en su camino la puerta a la mitad y una segunda figura que las socorre al alzarlas sobre sus hombros:
—¿Huh? Supongo que así acaba mi vida…y no pude probar el pie de manzana que han servido esta mañana. —piensa arrepentida, sin poder distinguir a quien pertenecen aquellas figuras que las socorren a ambas.
—¡Megumi! ¡Megumi! — grita Kaizer para que no se duerma, pero debido a que ambas respiraron mucho humo, es inevitable correr contra el tiempo para salvarlas.
Kamata se queda atrás para cubrir la retirada.
Momentos antes tiraron abajo muchas puertas, mientras buscaban a las chicas también procuraron que no se quedase nadie sin salvar.
Desde la retaguardia mira cómo lleva a las chicas sin problemas y por insistencias de él. Casi sin dificultades las transporta como si apenas pesasen:
—No es como si ambas fueran grandes trozos de concreto, pero ¿Cómo es posible que tenga la fortaleza de avanzar con ellas en sus hombros, inconscientes y entre el humo que es casi irrespirable? — piensa Kamata, muy sorprendido de la resistencia y fuerza que muestra Kaizer.
El incendio sigue destrozando cada metro de la academia. Una de las ventanas que se encuentra a su lado se agrieta y explota hacia Kaizer con esquirlas pequeñas pero filosas. Kamata se apresura para ayudarlo, interponiéndose entre las esquirlas y Kaizer. Varias de mayor tamaño se incrustan en la espalda de Kamata pero para evitar preocuparlo se voltea y sonríe:
—Continuemos. — dice el joven espadachín.
—Kamata…—dice preocupado.
—No te preocupes por mí. Ellas son la prioridad. — interrumpe.
La personalidad tan bondadosa y honeste de Kaizer para con sus amigos lo hace buscar siempre ayudarlos incluso cuando la situación es crítica. No alcanza a medir el sobreesfuerzo que hace.
Murmullos resuenan al frente de ellos y una silueta se acerca y cuyo tamaño es similar al de ellos. Lucian se apresura a socorrerlos con un abrigo mojado y un pañuelo que cubría su boca ahora apartada:
—¿Lucian? — se sorprende Kaizer.
—¿Qué demonios haces aquí? — pregunta Kamata.
—No es el momento. Solo puedo decirles que me mudé hace un par de días a pocas calles de aquí. — responde el tirador— ¿Cuál es la situación?
—¡Es Megumi y Maia, no respiran! ¡hay que sacarlas de aquí, rápido!
—Maldita sea, este humo no deja ver y mis pulmones se están llenado de esta mierda. — se queja mientras tose y escupe saliva a un lado, intentando que no se contamine su sistema respiratorio.
—¡Maia! — se exalta Lucian mientras la alza entre sus brazos— ¡Síganme, no estamos muy lejos de una de las salidas!
—¿Viste a los profesores o algún profesional? — pregunta Kaizer.
—Al parecer siguen evacuando. Aún quedan estudiantes y profesionales atrapados entre escombros y fuego. — responde Lucian mientras los guía a través del humo.
De una de las habitaciones sale producto de un estallido violento una fuerte llamarada que los obliga a retroceder y moverse lentamente a la vez que lejos del fuego. Tanto Kaizer como Lucian llevan a las chicas hacia el lado opuesto al fuego y cada vez que una pequeña llama busca su cuerpo, anteponen el brazo, quemándose en el proceso, pero salvándolas de quemarse. Kamata hace lo que puede para ayudarlos anteponiendo un pedazo largo de tela que por cierto se quema en un instante.
En silencio, Kaizer siente una presencia que lo deja intrigado:
—Me estaré volviendo loco, pero acabo de sentir una presencia. —piensa preocupado.
—Miren allí está la salida. —señala Lucian.
Cuando llegan a donde se encuentra la puerta con dos columnas en ambos lados y un arco de madera que adorna la entrada, allí los espera alguien que al verlo sus corazones se llenan de pánico y miedo. Esa figura, acompañada por una inquietante voz que es envuelta en humo y llamas y luego surge con violencia:
—¿A dónde creen que van? ¡Díganme!
—N—No puede ser…—Kaizer se queda en shock mientras lo observa.
—¡Tu! — Kamata lo mira con ferocidad.
Mientras tanto, Lucian se queda en silencio porque en su imaginario ve a esa persona como un depredador, joven, pero con garras y colmillos afilados.
Esas llamadas, que tan peligrosas se han vuelto con el correr de las horas, se disipan revelando que aquella figura es Alexander el tan peligroso mercenario y uno de los criminales más buscados de Antares:
—Por la expresión en sus rostros veo que me recuerdan. Sobre todo, tu maldito bastardo. Me impediste mi gran golpe a comienzo de este año así que vine a devolverte el favor. —dice Alexander con mirada amenazante y emanando una peligrosa aura de su cuerpo.
El cuerpo de Kaizer y Lucian permanecen inmóviles ante la presencia tan peligrosa del mercenario. Su promesa para con el joven aspirante a mercenario se puede realizar sin intervención de nadie. Sus rodillas pierden fuerza y las manos tiemblan sin control. El temor a la muerte es un escollo difícil de sortear en ese momento:
—Mmm…—se detiene un momento y rasca su barbilla— aunque es irónico morir aquí carbonizado o morir por mi mano supongo que es lo que llaman…justicia poética, jejeje. —se burla al verlos tan asustadizos.
El único que decide confrontarlo es Kamata, que da un paso al costado y antes de sacar su espada intercambia miradas de cerca. Al principio no lo ve como amenaza, pero en ese intercambio de miradas empieza a verlo como peligroso, tanto que apenas esquiva la espada le golpea en el pecho y manda a volar contra la pared, dejando una grieta en el lugar del impacto:
—¡Kamata! — se voltea y mira a su amigo herido en el suelo—¡Mercenario! — se molesta Kaizer.
—Esa mirada no me agrada. Desearia que no te hagas el héroe y mueras como un cerdito listo para el matadero.
—Lucian. —le dice Kaizer.
Lucian se queda petrificado, sin poder responder y mira todo el tiempo al frente hasta que Kaizer vuelve a insistir, esta vez gritándole con fuerza para sacarlo del trance:
—¡Lucian!
—¿Q-Que?
—¿Puedes llevarlas a ambas? ¿tienes fuerza?
—C-Creo que sí.
—Entonces ten a Megumi. Por favor avisa a los profesionales. Diles que Alexander está aquí.
—¿Tu que harás?
—Trataré de hacer algo para retrasarlo. Las prioridades son ellas y en cuanto me lo saque de encima me llevaré a Kamata para salir rápidamente.
—E-Entiendo.
—Te lo agradezco. — le entrega a Megumi.
Sorprendentemente, Alex permite que Lucian se vaya de la pelea con ambas chicas en sus hombros, corriendo frenético por la supervivencia de sus amigas. Kaizer duda de que su intención fuera algo así como caballeresca, por eso le pregunta:
—¿Por qué dejaste que se vaya? Podrías haberlo atacado con esa gran velocidad tuya.
—Soy un mercenario, pero no olvido a quien debo matar. Esas malditas mocosas no son mi prioridad sino tú.
—Vaya, que caballeroso. —dice sarcástico, pero con clara muestra de temor.
—Solo necesito que alguien haga circular mi gran hazaña, incinerar la academia del oeste hasta los cimientos con prometedores estudiantes dentro.
—Eres un maldito monstruo.
—Y deseo que mi nombre llegue a alturas más allá de toda imaginación. — sonríe esbozando la locura por ascender dentro de la orden mercenaria y extiende sus brazos de lado a lado.
En un instante acorta la distancia y le propina un puñetazo en el rostro que le rompe la nariz a Kaizer y luego da una patada tan violenta que lo manda a volar varios metros hasta impactar contra la puerta de la cafetería:
—Débil, muy débil. —dice Alex mientras siente dolor en el puño.
Kaizer se pone de pie y siente mucho dolor en la zona de la nariz. Se toca aquella zona de la que emana sangre y cuando siente que se encuentra rota, grita con todas sus fuerzas lleno de dolor:
—¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaagggggggggghhhhh! ¡mi nariz! ¡duele, duele, duele! — cae de rodillas.
—Eso es solo una pequeña muestra de lo que se avecina para ti.
—Es fuerte…demasiado fuerte…pero no como aquella vez sino mucho más que antes. —piensa con una feroz crisis nerviosa.
—Te debes de preguntar ¿Cómo es que soy tan fuerte? Sucedieron cosas…muchas cosas…
El luchar contra el líder fiesmero y la experiencia obtenida en el este hicieron que Alex cambiase su forma de luchar a una más brutal, eficaz y sin temor, pero también se siente tan superior respecto a quien tiene frente que puede resultar en un arma de doble filo. Detrás de él salta Kamata con la espada desenvainada y expresión iracunda.
Entre el peso que conlleva sostener la hostil espada y que Alex esquiva con naturalidad los ataques, Kamata es agotado velozmente hasta que pasado un rato de puros ataques cortantes recibe una patada al rostro y luego lo toma de la parte de atrás de la cabeza y lleva al rostro contra una de las mesas de madera hasta partirla:
—¡Kamata, aaaghhh!
—Tranquilo, sigues tu.
—No pienso huir, estate tranquilo. —se para firma y pone en guardia como lo hace normalmente en el club de artes marciales.
—Bien, al menos no chillarás como los idiotas que murieron afuera.
—¿Afuera?
—¿Qué? ¿creíste que no habría muertos para entrar aquí? Jajajaj, ¿Qué fueron? Cinco o diez asesinos muertos.
Kaizer aprieta sus dientes y cierra la mano con fuerza. Alexander observa como las dudas en el chico se convierten en una intensa furia que lejos de entorpecerlo, lo vuelven más fuerte. Entonces se impulsa con un gran salto hacia el frente y su puño cerrado.
En un instante el sagaz aspirante a estudiante se encuentra cara a cara con Alex, reduciéndose la distancia entre ambos, y a punto de soltar varios puñetazos:
—¡Si, lo haces mucho más interesante! — se siente muy feliz por matar a alguien que está dispuesto a luchar por su vida y darle esperanza.
Sin embargo y para sorpresa del mercenario, el chico logra asestarle un puñetazo en el rostro y luego retrocede dando varios saltos hacia atrás.
El impacto se escucha y Alex siente como ese ataque lo ha dañado un poco. La fuerza desmedida liberada por Kaizer lo sorprende y vuelve su rostro un pedazo de roca seria:
—¡No dejaré que hagas lo que quieras! ¡voy a detenerte!
—Haces que me hierva la sangre maldito bastardo. ¡Te mataré!
—Escúchame…por favor…
—¿Huh?
—Déjame apartarlo lejos de esta pelea y las llamas. Podremos empezar cuando saque a mi amigo del camino.
—¿Si digo que no?
—El asunto es conmigo, no con mis amigos. No pierdes nada, al final voy a morir aquí.
—Tienes un punto…un maldito y buen punto. — acepta con sus brazos cruzados y golpeando levemente el suelo con su pie, esperando pacientemente. Extrañamente no está desesperado por atacarlo ni cuando está vulnerable con su amigo en hombros.
Después de dejar a Kamata a una distancia prudente, Kaizer regresa y pone en posición de combate como bien le han enseñado en el club de artes marciales. Su pie de apoyo ayuda a mantenerse con fuerza en el suelo y con el otro espera por la oportunidad de darle una patada.
Sus dos puños en alza cubren el rostro en antebrazo protegen el pecho y costados.
Alexander se acerca usando su habilidad de velocidad sobrehumana y de un puñetazo al estómago lo hace doblar de dolor. Luego toma del cabello al chico y da un rodillazo al rostro que es bloqueado a duras penas por las manos desnudas.
Mientras las llamas consumen todo a su paso y en algunos sectores de la academia se empieza a derrumbar el techo, la cafetería es lugar de una feroz pelea entre una promesa de la orden mercenaria y un chico que lucha por sobrevivir frente a un enemigo que lo supera en todo.
Cada golpe lleva a Kaizer a perder gran cantidad de sangre de su boca. Uno de esos ataques que le propina Alex rompe varias costillas y lo hacen caer de rodillas. Incapaz de mantenerse de pie se aferra al pantalón del mercenario:
—¿Qué haces? ¿Qué mierda haces? ¡explícame maldito insecto! —lo mira y siente aversión por la lucha por sobrevivir del chico.
—Mi amigo…depende…de mi…
Toma del cuello al estudiante y arroja contra la pared más cercana.
En ese momento recuerda que tiene su arma colgando en la cintura. Mientras Alex se acerca tronando los puños, Kaizer toma del mango la daga y en un movimiento hacia el frente sale la hoja con una cadena que la une.
La esquiva con facilidad al mover su cabeza a un lado, pero detrás vuelve al ataque Kamata con su espada en mano:
—Un ataque verdaderamente inútil. —aparta de una patada al pecho a Kamata pero en un instante logra cortarle un poco la mejilla— ¡Pedazo de mierda! — dice al ver que fue cortado y sangre brota de su mejilla.
—¡No vas a librarte de mí, mercenario de mierda!
—¡Jajaja, voy a romperte el cuello!
—¡Esto no ha terminado! — grita con el rostro sangrando y su cuerpo maltrecho por los sádicos golpes.
—¡Vengan malditos mocosos!
En un acto desesperado para vencerlo, Kamata se aferra al pie de Alex para entorpecerlo:
—¡¿Qué mierda haces?! ¡quítate parásito! —lo patea en el rostro y la espalda.
Cuando se da cuenta, Kaizer aprovecha la situación y con su puño cerrado lo golpea una vez más en el rostro. Fuego y humo, los puños de Kaizer se hinchan y cubren con la sangre del mercenario, quien se corre el líquido carmesí de la boca. La hostilidad en el mercenario aumenta a nivel preocupante y ya no está dispuesto a matar solo a Kaizer sino que ahora tiene intensa, muy intensas ganas de matar brutalmente a Kamata.
Gotas rojas siguen cayendo y salpicando el suelo.
A diferencia de lo ocurrido con el líder fiesmero, la intensa llama en los ojos del estudiante se muestra como su forma de luchar cambia a una más especializada con bloqueos y fuertes patadas, puñetazos y esquivos. Al mismo tiempo, Kamata intenta herir como puede con la espada que sigue mermando su físico y desgastándole la mente.
***PARTE II***
En las afueras de la inmensa estructura envuelta en llamas que representa el incendio en la academia del oeste, multitudes de estudiantes y profesionales por igual inundan la calle con claras muestras de intoxicación por monóxido de carbono emanado del humo.
Los bomberos van llegando y desesperados intentan apagar el fuego, que voraz consume todo lo que queda de los edificios correspondientes a los clubes estudiantiles.
Los rescatistas se aproximan desde el otro extremo de una calle que corre peligro en alcanzar varias casas cercanas. El tiempo es vital.
Doncaster ordena a los asesinos disponibles, que recién salieron de la academia, que apoyen a los bomberos y rescatistas para evitar cualquier catástrofe. No obstante, el director se encuentra preocupado por lo que en verdad ocurrió.
Cuando observa con más atención los alrededores nota que hay múltiples sabanas cubriendo cuerpos calcinados y otros sin vida debido al poco oxígeno. Aquellos estudiantes que cayeron desmayados o los asesinos que fueron llegando a las habitaciones pegadas a las explosiones son las primeras víctimas de tal monstruoso atentado.
Lucy corre hacia él junto con Olympico e Hiroshi por detrás para informarle sobre un hecho terrible:
—¡Doncaster! ¡Doncaster!
—¡Lucy! ¡¿Qué ocurre?!
—¡Tenemos un grave problema!
—¿Qué cosa?
—¡No están! ¡Kaizer, Kamata, Lucian, Megumi y Maia no están!
—¿Q-Que dices?
Sumándose a la ya preocupada cara de Doncaster se suma una expresión tan dura como la piedra e inmediatamente una simple imagen mental lo hace moverse hacia la academia mientras varios rescatistas tratan detenerlo para que no se exponga al fuego.
De la entrada sale Lucian cargando tanto a Maia como Megumi y con su espalda en llamas. Rápidamente los bomberos y rescatistas, así como profesores se acercan para socorrerlo, levantando a las chicas para tratarlas y a Lucian le apagan el fuego y llevan con los médicos.
Doncaster y el grupo de profesores más cercanos corren para ver cómo se encuentra el chico. Entre sus ojos entrecerrados y dificultad para hablar debido a las medicinas que actúan como calmantes le dice una frase que alcanza para llenarlo de enojo:
—Kaizer…Kamata…luchan contra…Alexander…
—Doncaster ¿Qué fue lo que dijo Lucian? — pregunta Hiroshi.
—N-No, no, no, no ¡nooooooooo! — se enfurece al punto de expulsar una fuerte ráfaga de aire a su alrededor— No es posible, estoy seguro que no podría y aun así…esto se ha ido de las manos. —murmura una y otra vez.
—Sabes que no puedes ir allá, es muy peligroso. Iremos nosotros tres. — se interpone en su camino, evitando que aquella idea de avanzar se detenga.
—Hiroshi…—lo mira con intensa sed de sangre— apártate por favor. Tengo que remediar mi error.
—Hagas lo que hagas a partir de ahora no hará que cambie el pasado. — dice Hiroshi.
Las venas de su rostro se hinchan y la expresión es de alguien dispuesto a acabar con quien para él resulta ser un error en la vida. No hay vuelta atrás. Entre el sufrir por tal decisión y proteger al futuro de los asesinos, claramente es esta segunda la que tiene su mayor peso y ese momento luchará para lograrlo.
Hiroshi se aparta en silencio del camino del director y mientras este avanza, posa la mano sobre su hombro y agradece por el gesto de permitirle ir a cumplir con su cometido:
—Se que quieres…quieren ayudarme, pero debo hacer esto solo. Por mi cuenta ¿entiendes?
—Lleva esa carga tu solo. — responde Hiroshi con indiferencia.
—Por eso debo resolver este problema. Mi error.
—Sálvalos Doncaster, por favor, sálvalos. — ruega Lucy.
—Vayan con los jóvenes, seguramente estarán en shock y aquellos heridos merecen atención. Procuren darles atención.
—Entendido. Vamos. — le dice a Lucy y Olympico.
Se apresura a entrar y cuando llega a la entrada, una violenta explosión que expulsa peligrosas llamaradas hacia el exterior hace que fuera difícil entrar como desea el director. La onda expansiva del siniestro empuja a muchos estudiantes contra el suelo, causándoles heridas leves y el pánico se adueña de ellos:
—¡Socorran a los estudiantes! — ordena a gritos Lucy— Hiroshi tenemos que ir a salvar a los chicos. No podemos dejar a Doncaster hacerlo solo.
—Tienes razón, pero… ¿Cómo podríamos ignorar su determinación de esta manera?
—Se cómo te sientes, pero a este paso sufriremos perdidas más graves.
—Concuerdo con Lucy. —interrumpe Olympico.
Doncaster empieza a dudar, muchas cosas corren por su mente y ni aun así es suficiente como para que sea impulsado para entrar a la academia. El director de la academia del oeste, una eminencia junto con los otros tres y prácticamente sentado junto con las leyes vivientes en lo más alto de la orden asesina, siente como el horror lo desborda y hace caer en la desesperación.
Un sentimiento nostálgico lo obliga a querer evitar entrar a la vez que no encuentra las palabras para poder pedir ayuda y salvar a los jóvenes atrapados en ese infierno de roca, acero, vidrio y fuego.
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