Academia de Asesinos - 66
La brutalidad con la que Alex ataca a novatos que hace apenas unos meses ingresaron a la academia es digna de ser recriminada con dureza.
En las afueras del edificio, Doncaster se encuentra preocupado por todo lo que está ocurriendo y que Alex sea el culpable real de todo lo hace aún peor. La culpa y remordimiento lo carcomen por dentro a tal punto que siente náuseas y mareos.
En su mente, algo más allá transita, un sentimiento de nostalgia, tristeza y culpabilidad sobre lo ocurrido en la infancia de aquel niño que lleno de dicha su vida junto con la mujer que amó por tantos años.
Mientras los asesinos profesionales corren de un lado al otro, intentando apagar el fuego que sale de la academia y buscan por todos los medios entrar y salvar a los que aún siguen con vida o al menos sacar sus cuerpos para darles una sepultura digna, Doncaster se pregunta a sí mismo:
—Alex ¿Qué te ha sucedido hijo mío? — se toma del rostro con expresión de pánico, preguntándose muchas más veces que ha hecho mal para que las cosas hayan sucedido de esa forma.
***PARTE II***
Lejos de lo que muchos lleguen a pensar, la infancia de Alexander fue completamente diferente a la de Kaizer, Kamata o Megumi. Su familia estaba conformada por un padre que buscaba lo mejor para él y una madre que sin duda alguna le daba todo el amor que podía ofrecerle.
Los primeros cuatro años de vida de Alexander fueron felices y llenos de amor. Su madre fue una asesina muy reconocida y considerada para formar parte de las leyes vivientes aun cuando habían pasado ya cinco años de su retiro de la orden y su padre, bueno, director de la academia aún en esa época, era el héroe de ese pequeño con mejillas rojizas y mirada inocente y llena de luz.
La época de paz del continente vino con una gran noticia para la familia Blayzer ya que Alex seria admitido en la academia cuando cumpla los doce años, una edad menor a la permitida que es a los trece, pero lo inusual en el chico es la manifestación tan temprana de sus habilidades y en su peculiar manejo de su físico.
Ya con seis años podía pelear de igual e igual con un recién ingresado a la academia, y a los diez años podía enfrentar y derrotar a un recién graduado. Lentamente las personas a su alrededor lo llenaban de elogio, asfixiando los oídos y mente del chico con la palabra “genio” o “Joya de la orden”, algo que fue suficiente como para llenarlo de ego.
Con ocho años Alex se encontraba muy por arriba en termino de habilidad sobre muchos estudiantes de primer año.
Años después, cuando por fin llega su primer dio de clases en la academia, prepara su mochila y pertenencias como cuadernos y bolígrafo, así como libros de sus diversas materias. Saluda a su madre y ella le devuelve con un gentil beso en la mejilla y abrazo en el que lo envuelve con ambos brazos. Mientras que palabras dulces lo sonrojan, pero también llenan de dicha.
Acompañado por su padre, quien le alienta para esforzarse y ser el mejor, caminan rumbo a la academia. Normalmente siendo el director podría ir a la academia con un carruaje, pero decide llevar a su hijo a pie para conversar y divertirse mientras ven como el sol sale y llena de luz el camino ya iluminado por faroles de vela a lo largo de la calle.
Ya en su primer día, Alex mostró un desempeño más que sobresaliente en superar con creces las actividades físicas y en clase una capacidad intelectual destacable. Sin embargo, un gran terror se acrecentaba entre los profesores por el veloz desarrollo del chico.
Un día, ese temor se volvió realidad cuando en un entrenamiento con Olympico como profesor, Alex le rompió el brazo a uno de los alumnos y entre risas amenazó con romperle el otro por lo que el profesor tendría que interceder junto con otros más.
Sin media palabras ni siquiera una disculpa, excepto una peculiar frase que horrorizaría a todos los presentes:
—Eso…le sucede por débil…no merece ser un asesino. — mira con indiferencia a su compañero quien yace en el suelo con el brazo roto y llorando sin control.
—¡Alexander! ¡¿Qué es lo que has hecho?!
Después de tal terrible hecho, el joven es acompañado por Olympico a donde se encontraba su padre que se encontraba extremadamente furioso. Al llegar, Doncaster se hallaba con rostro serio y mirada penetrante, casi intimidando a su hijo que apenas ve a su padre y empieza a temblar sin control debido a la extraña expresión.
Inmediatamente Doncaster se pone de pie y camina hacia Alex, quien extiende sus brazos para recibir un abrazo, pero en lugar de eso es abofeteado con tal violencia que acaba en el suelo y adolorido.
Irónicamente el director sabía que es en parte su culpa, lo presentía al ver que su hijo no tenía una pizca siquiera de remordimiento, pero su orgullo lo hizo culpar a su propio retoño:
—Me retiro Doncaster. — dice Olympico antes de cruzar la puerta y dejar a ambos dentro de la oficina.
—Espera afuera por favor. Creo que quieres decirme algo más.
—De acuerdo.
—Alex ¿Qué fue lo que hiciste? ¡¿Cómo pudiste hacer algo así?!— grita, furioso.
—Yo…no entiendo padre ¿Qué hice de mal?
—Dios santo. — se toma del rostro y vuelve a su asiento.
—Le rompiste el brazo a otro estudiante y preguntas ¿Qué hiciste de mal? No te criamos de esta forma.
—Es lo que merecen los débiles ¿o no?
—¿De qué estás hablando? Es un compañero, un aliado, un amigo y tú lo destrozaste…—le recrimina, pero todo lo que dice parece no llegarle— Vete, no quiero verte por ahora. Lo discutiremos en casa.
El chico se va de la oficina, tan molesto como su padre, y en su lugar entra Olympico y discute con Doncaster sobre la gravedad del asunto:
—¿Entiendes lo grave que es esto? Casi mata a su compañero.
—Lo entiendo, pero se paciente con él. No es así de violento.
—No será así como bien dices, pero lo que hizo…sabes que no es solo una acción aislada. No podemos aceptarlo, así como así sin consecuencias. Podría hacerse odiar y llevar una vida escolar muy difícil no solo para él sino para sus compañeros.
—Dale su tiempo, déjame hablarlo junto con mi esposa.
—Si ocurre de nuevo no seré capaz de verlo como estudiante sino como algo peor. —se da media vuelta y camina hacia la puerta.
—¿Es una amenaza Olympico? Estas hablando de mi hijo ¿sabes? — se pone de pie abruptamente.
—Sera tu hijo, pero ellos son mis estudiantes. —se va dando un ligero golpe con la puerta.
—Si…buen punto…—responde en voz baja.
A pesar de haber sido una acalorada discusión no sería la última porque con el correr de los meses las cosas no pararían de empeorar ya que la cantidad de estudiantes heridos por el mismo Alexander irían en aumento. Junto con el tiempo transcurrido también aumentaría el ego del joven que en su punto más alto llegaría a confrontar a profesores.
Sin embargo, Alex mostraba una gran afinidad con su madre a quien consideraba la única luz en su oscuridad ya que ella lo alentaba con la justa creencia de que su pequeño es muy bueno. Claro está, ignorando lo que ocurría en la academia ya que una enfermedad desconocida que hacía aparecer manchas rosadas en su cuerpo lentamente la doblegaba y Doncaster no quería darle un severo disgusto.
Un día como cualquier otro, la noticia más angustiante y difícil de sus vidas llegaría para dar vuelta el mundo de los Blayzer. Tanto Doncaster como Alexander corrieron hacia el hospital debido a que Kira se descompuso y necesitaba ser hospitalizada de urgencia. En el camino, Alex con toda su inocencia restante recogió flores, unas petunias que crecen en los campos cerca del hospital y que eran las favoritas de su madre. Cuando llegan a recepción, Alex es guiado por su instinto y algo más hacia donde se encuentra su madre mientras que Doncaster, sospechando que había despertado algo más en él chico, lo sigue.
El chico cruzó la puerta y vio a su querida madre sentada en la cama, mirando por la ventana como corren otros niños y las personas viven sus vidas con dicha y tranquilidad:
—Ara ¿Cómo estás mi pequeño? — sonríe con la calidez propia de una madre amorosa.
—¡Mama! — corre desesperado para abrazarla.
—Ya, ya, estoy bien. —le dice acariciándole la cabeza. Luego ve a su esposo— Hola querido.
—¿Cómo te sientes? — se acerca y besa la frente de su amada.
—Exhausta pero mejor. Solo fue un simple mareo, no te preocupes.
Kira había dicho eso, pero Doncaster notó cuan pronunciadas y numerosas se habían vuelto esas manchas. Una enfermedad misteriosa de la que nadie sabe nada a excepción de que se contagia por el agua y muy rara vez por genética.
Aun así y para quedarse tranquilos, tanto Doncaster como Alex se habían hecho todos los estudios para no portar esa enfermedad y para alivio de la misma Kira, ninguno de los dos la tiene. Sin embargo, por dentro sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida.
Los días y semanas transcurrieron, Olympico, Hiroshi y Lucy iban a visitar a la mujer y entregaban flores mientras se quedaban para conversar, siempre mintiendo sobre la conducta de Alex no solo por petición de Doncaster sino para salvaguardar la salud de ella.
Al día siguiente de esto, Alex recorrió por el mismo lugar, recogiendo flores y con pasos saltarines y sonriente llega al hospital, pero la realidad es tan dura que te golpeará tan fuerte como repentinamente. Al llegar a la habitación vería una cama vacía, su padre llorando desconsoladamente golpeando con una temible furia al suelo, que poco a poco se agrieta y el chico con rostro pálido se acercó a su padre para saber qué pasó con su madre:
—¿Dónde está mama?
Escucharlo fue lo suficientemente shockeante como para abrazarlo sin mediar palabras y entre llanto desconsolado dijo:
—Murió…mi amada…tu mama…ya no existe…esa maldita enfermedad se la llevó de nuestro lado…
Muchos no lo sabían, pero Kira Sakuza o como mayormente le decían sus más allegados “Sara”, esposa de Doncaster y madre de Alexander fue una poderosa asesina, conocida como “la asesina centellante”, y quien incentivo a una generación talentosa de mujeres para que formen parte de la orden. De esta generación forma parte Lucy, ex mercenaria y siguiente los pasos de Kira decidió convertirse en miembro de la orden.
Su influencia en la orden fue tal que las cuatro academias decretarían el Dia del Dolor, con principal énfasis en las mujeres que componen a la orden asesina.
La despedida transcurrió con los cuatro grandes y las leyes de la que aún formaba parte Hiroshi como parte de la divisó de inteligencia y varios grupos poderosos de asesinos que actuaban en aquella época de manera independiente. Kira fue respetada, amada e idolatrada.
Una gota, una simple gota cayó sobre la nariz de Alex proveniente del cielo nublado mientras que la despedida se realizó a campo abierto y cerca del cementerio. Sin embargo, sus restos fueron incinerados por lo que el sarcófago se encontraba vacío. Eso acrecentó aún más el resentimiento del chico, quien no pudo volver a verle el rostro a la única persona que amó.
Entristecido por todo lo ocurrido y a la vez que confundido, sin capacidad de reacción, se cayó de rodillas y empezó a arrancar césped mientras lloraba.
Los días pasaron y el joven seguía sin concurrir a la academia, acrecentando la preocupación de su padre. Tampoco comía ni salía de la casa, su vida se estancaba por la fuerte depresión que lo agobiaba. Por su parte, Doncaster no supo sobrellevar la situación y amargura, por lo que se refugió en la bebida cada vez en mayor cantidad.
Tras un día intenso en la academia, Doncaster llegó a su caso y encontró a su hijo llorando en el suelo y con la foto de su madre en sus manos y varios kilos menos. Esa actitud lo llevó a hartarse y tomar del brazo al chico y sentarlo en la silla de la cocina:
—Hijo, mírame por favor. — le dice amablemente.
—¿Qué? — desvía suavemente su mirada hacia los ojos de su padre.
—Mama…ella estaba sufriendo mucho. Esa maldita enfermedad la estaba lastimando y por fin pudo irse a un lugar mejor ¿no crees que es nuestro turno en superar esto y hacerlo en su nombre? Ella nos ve y sabe que dependerá de nosotros ser felices.
—¿Felices? ¿sin ella? ¡¿Qué mierda te pasa?!— se enfurece con esas palabras llenas de buenas intenciones.
—Si, yo se hijo, yo se. — lo abraza mientras el chico maldice y golpea con puño cerrado la espalda de su padre— He sido un padre terrible.
Después de calmarse, el chico se desploma y golpea al suelo lleno de impotencia y dolor por la pérdida de su madre:
—¡Fue mi culpa, esas flores…esas caminatas tan largas…tendría que haber restado más tiempo con ella…fue toda mi culpa! —se culpa a sí mismo por la muerte de su madre y no haber podido pasar más tiempo ella.
—No hijo, ella se fue porque su momento había llegado. Tú eras lo más preciado para ella y su mayor deseo era verte feliz. Si ella te viera ahora estaría destrozada. — intenta mantenerse fuerte sin derramar lágrimas ya que su hijo necesita verlo entero, aunque esté destruido por dentro.
Esas palabras quizás ayudarían a sobreponerse a tal depresión, pero fue notorio que el ego, la frialdad para con los demás y la violencia con la que se manejaba en entrenamiento iban en incremento feroz.
Un año y medio después durante el examen final de segundo año, Alex, quien llevó su habilidad de “gran velocidad” a una eficacia ya temida y observada por las leyes vivientes para un futuro cercano pedir entrenarlo, se encontraba realizando con enorme ventaja su segundo exitoso examen. De por sí el examen de primer año lo logró aprobar sin dificultades y en solitario desde el escrito hasta el práctico.
El examen de segundo año, así como en el primero consistió en supervivencia en un bosque donde debían estar al menos tres días en un equipo de cuatro, pero como se volvió costumbre, Alex permaneció solo y sin compañeros. Creía que era mejor no tener cargas extras y él solo era suficiente.
Entre la vegetación se ocultó y por breves momentos escuchó ruidos extraños que al acercarse ve a un hombre asomado y encontrándose cara a cara con el chico:
—Vaya ¿Qué es esto? ¿un joven asesino? ¿Qué haces aquí tan…abandonado? — pregunta el sujeto.
—¡T—Tu…eres un mercenario! — se pone en guardia para defenderse de un posible ataque.
—Preferiría que me llames Jason y descuida no tengo intenciones de hacerte daño. Me han comentado que hay un joven extremadamente hábil y peligroso a la vez y que concurre a la academia del oeste. ¿Sabes quién es?
—¡Ja, ese soy yo! — se señala con su dedo, mostrándose orgulloso y confiado.
—Oh, que interesante. — dice el mercenario— Es muy egocéntrico el mocoso, pero desprende un aura tan peligrosa que me hace creer que es posible fuera él.
—¿Quieres enfrentarme? Te aconsejo que no lo hagas, correrás un gran riesgo.
—No lo dudo, aunque tengo otras cosas que hacer, pero antes vengo a contarte algo y proponerte algo. Luego me iré. — lo mira con aparente expresión de buenas intenciones.
—¿Verdad? ¿Qué verdad dices? —se siente atraído por la curiosidad digna de su edad tan corta.
Alex se sentó sobre el pasto húmedo y escuchó con mucha atención todo lo que el mercenario le contó, dejando enorme huella y resentimiento dentro de su corazón para con la orden. Tras hablar por casi una hora, Jason desaparece y dejando al chico solo con sus pensamientos muere lejos sabiendo que ha corrompido a una joya para la orden enemiga.
Después de aprobar el segundo examen con notas muy altas decidió quedarse encerrado en su casa pensando en aquello que el mercenario le reveló acerca de la propia naturaleza de los asesinos que para nada es tan bondadosa con muchos claros y oscuros en cantidad. Pensó y pensó sobre lo que le dijo:
—Te lo dejo para que piensas esto porque es verdad, es la única verdad que existe. — dice Jason.
¿Piensas que te voy a creer? Suena difícil. — responde Alex.
—Esta absurda guerra ¿crees que nosotros la vemos necesario? ¿Qué nosotros cometemos locuras para ganar? Esto es un juego de tablero entre los cuatro grandes y los poderosos de mi nación. Solo piénsalo.
—Corrupción, muerte…por ser más nobles que muchos de ellos…imposible…
—En favor de una paz invisible muchos hacen lo que sea y ambas ordenes no son diferentes excepto en una sola cosa.
—¿Qué cosa?
—Nosotros sí somos transparentes y no somos tan hipócritas como los asesinos. Creerlo o no, será tu trabajo. Un placer niño prodigio. – se aleja del lugar.
Por la noche, escribió una carta la cual dejaría sobre la mesa con un mensaje para su padre antes de desaparecer para siempre:
“Creer en la orden ¿justifica siglos de imperdonable corrupción? Mi madre creyó en que hacían lo correcto, que tú lo hacías. Mama lo siento, perdóname por no ser como tú, una luz en un mundo tan oscuro. La joven mujer con nobleza superior, este continente no te ha merecido jamás. Solo espero que tú me perdones desde donde te encuentras. Ojalá me encuentra en el día de mañana contigo y pueda abrazarte una vez más, porque me encuentro desamparado sin ti. Porque tú, padre, no has hecho más que alejarme de tu lado y aún más triste haberme mentido. Tengo que traicionar las expectativas y la enseñanza depositada en mi porque la verdad de todo me fue revelada. Dejaré de ser asesino para convertirme en mercenario. No lo comprendas padre, solo no trates de detenerme ni tampoco entrometerte en mi camino. Alex”
Luego de leer la carta que su hijo entre lágrimas le dejó escrita en puño y letra, se inició una carrera contra el tiempo en todo el oeste para localizar al chico, pero sin éxito y durante los meses siguiente no hubo noticias acerca de su paradero hasta que una mañana Doncaster leyó un a noticia sobre asesinos de clase baja muertos en las islas pequeñas del sur y que menciona acerca de un chico, un adolescente considerado como el futuro de la orden mercenaria.
Al leer esa nota y ver que hay una foto de Alex entre los enemigos de los asesinos, no hizo más que hacerlo derramar lágrimas y mucha impotencia desbordaba en su corazón. Con su maño derecha toma del cuello de la botella con fuerte alcohol y lo avienta contra la pared. A pesar de todo, se siente aliviado de verlo sano y con buen estado físico pero horrorizado de que su amado hijo ahora es alguien peligroso, un criminal que nunca deseó que se convirtiera.
Inmediatamente pidió perdón de rodillas a la foto de su esposa.
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