Academia de Asesinos - 68
La noticia del incidente en la academia del oeste llega a todas partes de Antares en cuestión de horas. Estudiantes como profesionales son enviados a diferentes hospitales del oeste, aquellos con heridas graves o más comprometidos por el humo del incendio son enviados al centro médico de Pumbakar uno de los complejos más grandes del territorio con rápidos carruajes tirados por los caballos más adiestrados para tales casos de vida o muerte.
En ese mismo hospital es que envían a Kamata y Kaizer, mientras que Lucian, Maia y Megumi reciben un tratamiento para el humo inhalado. Gracias a que Lucian las llevó usando toda su fuerza posible pudieron escapar de las llamas y salvar sus vidas, pero la mayor preocupación se encuentra en el espadachín y Kaizer. Sus heridas son graves y Kaizer es quien se encuentra con su vida comprometida mientras que Kamata yace dormido en su habitación y con Olympico haciendo guardia en la puerta junto con varios asesinos más.
Para sorpresa de los médicos, Kamata se recupera con facilidad a pesar de que tiene varios huesos rotos y una ligera contusión. Tras un par de horas despierta y ve a Olympico a su lado:
—¡¿Kamata?! —se exalta el asesino y rápidamente corre en busca del médico.
Olympico y Doncaster hablan con el doctor Herver Riyuok sobre el estado de ambos estudiantes, destacando al espadachín y su enorme capacidad para recuperarse de tal brutal batalla:
—En verdad estoy muy sorprendido director Doncaster. Desde hace muchos años ejerzo como doctor y es la primera vez que presencio que un chico de su edad recupere la consciencia.
—¿Sus heridas como se encuentran? —pregunta Doncaster.
—Ese es otro asunto. El joven Kamata tiene dos costillas rotas, el hombro dislocado, una contusión leve contusión en la cadera y nariz rota. Sus heridas siguen ahí pero su capacidad para ignorar el dolor y despertar es lo que sorprende.
—Entonces estará un tiempo aquí. No creo que se lo tome para bien. Es un adicto a entrenar ¿sabes? —dice Olympico en tono de broma.
—Pues según parece no creo que vaya a estar mucho tiempo aquí. —responde el doctor.
—¿A qué se refiere doctor? —pregunta.
El doctor duda por un momento de contar sobre que sucede, pero tras intercambiar sinceras miradas y que merecen saber que sucede, decide entregarles los análisis tomados hace momentos.
Doncaster toma los papeles y empieza a leerlos sin éxito debido a su desconocimiento sobre términos médicos. Trata de buscar la segunda opinión y ayuda de Olympico pero este se encuentra en la misma situación, ambos no saben los términos usados en los estudios hechos a Kamata y Kaizer por lo que le devuelven los papeles y niegan con la cabeza en señal de que no comprenden nada:
—Ya veo, bueno, déjenme explicarles. —dice el doctor.
—Se lo agradecemos.
Entonces, unas voces femeninas y juveniles que retumban por los pasillos se acercan a pasos veloces. Maia y Megumi corren entre lágrimas de desesperación y Lucian las sigue por detrás.
Para darles calma, Lucy les había contado sobre el estado de Kamata y Kaizer pero cuando lo hace, Megumi rompe en llanto y entra en un estado de nervios completamente fuera de sí. Esa furia se traslada a su histeria y frenesí por autoflagelarse con las propias uñas y buscaba dañar sus brazos mientras gritaba por Kaizer y cuan inútil se siente por haber permitido que él esté en tal condición crítica.
Si no se hubiera quedado dormida no habría sido una carga para ellos, eso es lo que piensa echándose la culpa, pero nada de eso importa puesto que son horas críticas para ver cómo evoluciona el chico o decretar un coma.
Sus ojos están muy abiertos e hinchados por el llanto sin cesar:
—¡Por favor, dígannos donde están Kamata y Kaizer! ¡por favor! —suplica la joven.
—Chicas…—exclama Olympico.
—Me disculpo, pero ellas insistían en que querían saber cómo se encuentran. —dice Lucy.
—No, está bien Lucy. Son amigos y merecen saber la situación. No nos daría la cara como para ocultarles tal cosa. Sin embargo, creo que era necesario para evitarles la pena. —dice Doncaster.
—¡No me importa, quiero…quiero saber cómo está Kamata…y…! — lagrimas salen de sus ojos una vez más y con gran ímpetu— ¡quiero saber cómo está Kaizer!
Herver recibe la aprobación del director para que les cuente como se encuentra Kamata. En un principio sus reacciones son de alivio porque ya está consciente y tras haber comido fruta descansa bajo vigilancia y protección. Sin embargo, cuando explica la situación de Kaizer es cuando las cosas se ponen completamente difícil ya que el doctor cierra sus ojos y rasca su cabeza:
—Como decirlo…
—¿Doctor? —pregunta Lucy al verlo tan serio y desanimado.
—Desde hace unos minutos, de hecho, vengo de la habitación.
—Tranquilícese y díganos. —dice Doncaster.
—El estado del joven Kaizer es crítico y si no hay respuesta para unas horas decretaremos que ha entrado a un coma.
La expresión de Megumi se distorsiona como nunca antes se había visto. Las lágrimas siguen saliendo, pero su rostro es lo que preocupa a los presentes, quienes siempre la vieron con gran positividad y desbordante de buenos deseos para los demás ahora es pura amargura y tristeza, desazón y cuantos sentimientos destrozan su corazón. Maia y Lucian la socorren con un acogedor abrazo, pero no es suficiente para aplacar el dolor que la agobia por dentro.
Da igual lo que le ocurriese, ella desea por todos los medios que no sea verdad y él estuviera bien, pero según la explicación del doctor:
—Kaizer tiene varias costillas rotas, una perforó uno de sus pulmones. Creíamos que Kamata era el que estaba más comprometido, pero en verdad era Kaizer, además sufrir una conmoción cerebral, brazo derecho roto, lesión en su clavícula, mandíbula dislocada, hemorragia interna, vaso comprometido y espero fuera solo eso. Lesiones de esta naturaleza no son nada bueno y menos para un chico de su edad, tan joven y que no está en su pico de desarrollo.
—Dios mío. —Lucy se cubre la boca en señal de estar en shock.
—¿Cómo es que permitimos que pase esto? —dice Olympico, apretando su puño lleno de enojo.
—Fue mi culpa… ¡mierda, fui tan negligente! —exclama Doncaster en voz baja.
***PARTE II***
En algún lugar de Pumbakar, la recientemente creada legión de mercenarios se esconde en unos viejos almacenes en la zona comercial abandonada. Ehirazu ve llegar a Alexander y alerta a los demás para vigilar que no lo sigan y así recibirlo acorde a su posición como líder.
Una vez elevan las cortinas de hierro, el joven mercenario entra y Ehirazu nota una cierta molestia en el rostro por lo que le pregunta:
—¿Lograste tu cometido? —pregunta Ehirazu.
—A medias.
—¿A medias? ¿Cómo es eso? Es un caos allá afuera.
—Mi maldito padre se aparece para arrebatarme mi venganza. —responde Alex.
—Dijiste que tu padre era el objetivo principal. —cuestiona Tyrakus.
—Pues lo era…lo es…—dice con dudas en el tono de voz.
—No suenas convincente…líder…—lo mira fijamente Baligra.
—¿Qué mierda te interesa? Es problema mío. —responde furioso.
—¡Oye, oye! ¡¿Qué demonios te sucede maldito bastardo?! —lo confronta Baligra.
—Ya, ya. No necesitamos pelear entre nosotros. Alex, queremos saber que pasó allí. Estuvimos escuchando cosas interesantes como que la academia del oeste quedó enterrada en cenizas y varios muertos. ¿Fuiste tú? —pregunta Ehirazu.
Alex se siente asfixiado por las reclamaciones de su escuadrón. Para que dejen de molestarlo sube por unas escaleras al costado del almacén donde se encuentran sus habitaciones improvisadas con colchones viejos y sábanas que pudieron obtener muy cerca de allí. Se recuesta sobre uno de los colchones y piensa calmado sobre lo sucedido. No hay nada que lo haga enfurecer que esas palabras de buen padre de Doncaster. Al recordar eso deja escapar a modo de cuestionamiento:
—¿Buen padre? Tiene que ser una maldita broma.
Mientras tanto en el almacén, Ehirazu conversa con los demás miembros de la legión. El malestar es general, ya que son liderados por un mercenario tan joven e inexperto, pero también orgulloso e irascible.
Dentro de la orden mercenaria y su sociedad, los lideres no deben ser orgullosos jóvenes sino veteranos con experiencia en liderazgo. No está bien visto que alguien tan joven lidere, porque en el paso ocurrió eso y constantemente los fracasos iban llegando sin control por lo que se decidió impedir que pueda ser capitanes de sus propios escuadrones. Sin embargo, Alex optó por fundar su propio equipo sin permiso de la orden, aunque ciertos sectores dentro de los mercenarios apoyaron esa idea. Idea que solo fue aceptada porque Alex es muy bien conocido como una “superestrella” en ascenso y mostrar su valía es lo que le hace falta para dar el gran golpe en Antares.
Ahora, las noticias de la caída de la academia del oeste debido al incendio llegan hasta Ophiros y aunque se celebra como si fuera el fin de una guerra, consideran que fue puro golpe de suerte y no dejarán de vigilar a Alexander. Quizás por su pasado en la orden asesina o que sea tan irracional como brillante en ocasiones, no confían en él del todo. Además de ser un gran recurso para moverse dentro de Antares:
—¿Qué piensas Ehirazu? — pregunta Tyrakus.
—Si bien fue una hazaña lo de la academia no podemos confiar del todo en él. Algo ocurrió y no quiere decirnos.
—Vamos a tener que sacarles la información a golpes. —propone Brutallio, guiado por su clásico instinto de pelea.
—Eso sería imprudente. —niega con la cabeza Ehirazu.
—Tendríamos que cortar sus miembros uno por uno, tal vez así nos diga la verdad. —al igual que Brutallio, Riurik propone puro sadismo mientras choca las hojas de sus afilados cuchillos.
—¿Tu que propones Baligra? —pregunta Ehirazu.
—Sigo sin confiar en él, pero por lo que veo no parece ser alguien que falte a su palabra. Creo que tenemos que creer que tuvo éxito. Eso creo.
Su sincero punto de vista aplaca la desconfianza en el joven mercenario. El solo hecho de haberlos liberado y reclutado es una gran muestra de que desea que ellos sean sus aliados y convertirse en una potencia que ni la orden asesina misma pueda confrontar tan abiertamente:
—Concuerdo con Baligra. Si no nos hubiera tenido en cuenta estaríamos en el Sur siendo torturados o muriendo en alguna celda subterránea. Alex nos está dando una segunda oportunidad. —reconoce Tyrakus.
—Por mí no hay problema. Pensándolo de esa forma le debemos mucho. —dice Brutallio.
—Cielos, tendré que esperar a cortar a otra persona, pero me parece bien. Creo que es confiable. —agrega Riurik.
—Entonces no hay más que decir. Descansen que por la mañana nos vamos de aquí si es que se calma todo.
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