Academia de Asesinos - 81
La carrera da comienzo con un sorpresivo y veloz inicio de Libia, aquella joven de gran porte muestra la velocidad con la que puede moverse a pesar de ello y sorprende a más de uno de los presentes incluyendo a Megumi.
Después de varios metros recorridos y sacándole a Megumi una gran distancia, ve como se acerca lentamente el terreno boscoso donde dará comienzo a la verdadera prueba al enfrentar a tal difícil y desconocido territorio. Allí deberán demostrar sus habilidades al recorrer varios kilómetros dentro y salir para permitir que sus compañeros puedan hacer su parte.
Al entrar al lugar, Libia baja su velocidad mientras que busca su arma, pero para su malestar no la encuentra en su espalda. Entonces, Megumi se asoma a su lado superándola en velocidad y con una sonrisa al saber dónde se encuentra tal arma:
—¡¿Dónde demonios está mi arma?! —exclama Libia, desconcertada por no encontrar su preciado objeto de batalla en tal momento importante.
—Cuando estuviste en el sector médico…—se detiene Megumi— guardaron tu arma. Deberías ir a buscarlo— continua casi en susurro y el cierto tono de broma.
—Oh, ¿eres graciosa no? ¡maldita! —responde entre jadeos, debido a su comienzo tan arrollador empieza a perder oxígeno.
En lugar de usar su tan preciada arma, Libia opta por levantar sus puños y ponerse en guardia. Se acerca hacia Megumi y lanza varios puñetazos que a diferencia de la pelea que tuvieron en la primera prueba, están medidos para no lastimarla. A pesar de que su nueva amistad pesa, Libia está decidida a ganar y en respuesta Megumi esquiva rápidamente y toma ventaja de lo lenta que se ha vuelto la chica del sur:
—¡Deja de moverte Megumi! —grita histéricamente.
—¡¿Estás loca?! ¡¿y dejar que me golpees?!
—¡No te voy a lastimar como el otro día, pero déjame ponerte fuera de combate al menos!
—¡Es casi lo mismo!
Megumi se aparta a un lado cuando Libia lanza otro puñetazo que impacta en el tronco de un gran pino, y de esta cae una rama que se encontraba casi resquebrajada por la acción del tiempo. La rama cae de lleno sobre la cabeza de Libia y esta se desploma sobre el suelo con un enorme chichón y mirada estrellada. Megumi apartó la mirada cuando se produjo la acción tan violenta.
Preocupada, se acerca a Libia para ver cómo se encuentra:
—Libia ¿Libia? ¿estás bien? —agita a la chica sin ser muy brusca.
—V-Veo…llas…—murmura con dificultad.
—¿Huh? ¿Qué dices? —pregunta la albina.
—Es…llas…—repite.
—No entiendo libia. —acerca su oído a la boca de Libia.
—Veo…estrellas…
—¡Pfff, jajaja!
—N-No te rías…tonta…
—Veo que estás mejor.
—Ese fue un golpe…de verdad duro…
—Es verdad. ¿Qué quieres hacer?
—Rendirme está fuera de discusión ¿sabes?
—Si, no lo conté como opción. ¿Continuamos?
—Conoces la respuesta.
Megumi respeta la decisión de Libia y se pone en guardia. Un fino hilo de sangre cae desde la frente que curiosamente Megumi le había propinado esa herida hace unos días y que con el impacto de la rama en esa zona hizo que se abriera. No se da cuenta y disfruta del combate.
En ese momento, Megumi se da cuenta de que su pierna derecha le duele y es que cuando se aparta a un lado para evitar el puñetazo de Libia, se dobla el tobillo y además golpea la rodilla por lo que está muy limitada para moverse y teme no poder vencer a su amiga en combate ni en velocidad para el regreso hacia Lucian.
Libia nota que Megumi no ha tocado sus abanicos de batalla, prohibiéndose de una gran ventaja para el combate, entonces baja sus puños y pregunta:
—¿Por qué no usas los abanicos de batalla?
—Mis…abanicos…—sonríe al pensar en lo que haría Kaizer— Simplemente quiero apostar a mis puños. Eso es todo.
—Ya veo, entonces me parece correcto, pero ¿estás preparada para esto?
—No.
—¡Ja, eso es lo que me agrada de ti Megumi! ¡eres grandiosa y parece que no te molesta demostrarlo con acciones!
—Igual tu.
—Si, gracias por eso.
Corre hacia Megumi con ambos puños en alza y cuando llega hasta ella lanza un derechazo que es esquivado otra vez. Después de agotarse al correr casi dos kilómetros sin detenerse y el golpe de la rama hicieron que sus movimientos sean lentos y mucho más torpes que antes. Además, la cantidad de obstáculos como árboles, arbustos y pequeñas elevaciones de terreno no son aptos para el combate cuerpo a cuerpo sino más bien un terreno lleno de trampas.
De igual manera, Megumi aprovecha la zona accidentada para esquivar, moverse y hasta esconderse entre los arbustos y ramas más cercanas. Su capacidad atlética es superior a la de Libia, aunque en fuerza es otra historia.
Tras varios ataques, que incapaces no llegaron a su objetivo, Megumi aprovecha el agotamiento extremo de su rival y corre con todas sus fuerzas hasta alejarse completamente de ella.
Su camino la lleva hasta un rio muy cerca de la salida del bosque que está señalizado con carteles que guían a los estudiantes y así evitar que se pierdan. En caso de que ocurra ya hay un grupo de profesionales dentro del bosque que monitorean a los estudiantes.
Megumi se acerca hacia el rio y con ambas manos debajo del agua extrae un poco y lo bebe para saciar su sed:
—Haaa…—dice aliviada— Entonces, así se ve el bosque por dentro. Se ve algo…tétrico incluso de día. —mira con más detalle el denso espesor del bosque y queda en cierta forma maravillada.
De pronto, entre los arbustos se escuchan como las hojas se mueven y atraen la atención de la asustada Megumi. Una sombra sale volando hacia una rama y se aleja saltando, una sobre otra:
—¿Qué fue eso? —pregunta dudosa de que fuera un animal— No, no puedo distraerme. —se golpea las mejillas con ambas manos y continua su camino.
Finalmente, y después de casi una hora corriendo sin parar, llega hasta la salida del boque y a unos quinientos metros ve a su compañero Lucian esperando junto con una multitud. A su derecha hay un profesional que le hace varias preguntas antes de continuar, tales como “¿te sientes bien?”, “¿te picó algo allí dentro?” cosas como para saber el nivel de supervivencia que posee cada estudiante, si saben usar los medios locales de manera adecuada.
Megumi responde correctamente todas sus preguntas, pero se siente preocupada por Libia al ver que ya pasaron más de quince minutos y no ha aparecido hasta que a lo lejos, dentro del bosque ve una silueta acercarse con gran velocidad mientras grita por Megumi y el adjetivo de “enana”:
—¿Enana? —murmura la albina— ¡¿Enana?! ¡¡Ahhh, Libia!
El tramo final es el más difícil para ambas. El cansancio y nerviosismo por llegar a la meta y darle la posta a su compañero las obliga a ir con todo lo que les queda. Megumi y Libia luchan palmo a palmo para vencer en los metros finales.
La primera en llegar es Megumi, y como dictan las reglas, no solo es a posta sino de eliminación por lo que los competidores se acumulan, aunque al final es una carrera más que define la prueba final a quien llega a la meta a pesar de que haya superioridad numérica de un equipo.
Lucian y Athorax corren hacia el bosque, mientras Megumi y Libia los siguen a pie y lentamente para recuperar fuerzas:
—Haaa…haaa…creo que gastamos energía muy innecesariamente.
—Si, haa…ha…no creo poder avanzar un metro más, pero ¿Qué podemos hacer? Hay que seguir.
Una vez adentrados al bosque, Athorax salta sobre Lucian con sus puños dentro de guantes con púas para causar el primer daño y borrarlo de la prueba final.
En el momento en que ve caer a su rival, Lucian lleva rápidamente su mano hacia la cintura y saca su arma que, para evitar daños graves en otros estudiantes, está cargada con balas de material menos dañino, aunque igualmente dolorosos. Con el arma en su mano izquierda apunta al costado del abdomen de Athorax y dispara una sola bala:
—¡Diablos, me acerqué demasiado! —baja su velocidad de caída al mover su cuerpo en el lado contrario de donde apunta Lucian con su arma.
La bala circula directo hasta un árbol. Athorax se quita uno de sus guantes y lleva su mano hacia el bolsillo derecho donde saca una bola tan pequeña que le cabe en la palma de la mano y arroja hacia arriba. Lucian se queda mirando ese objeto y permite a Athorax escapar.
En el proceso, explota la bola que a simple vista parecía de gran dureza y emana desde la altura humo para distraer:
—¡Cof, cof, maldición no tendría que haber apartado la mirada! —maldice Lucian.
El humo, en pequeñas cantidades, entra por los orificios nasales del tirador, tose y escupe saliva sin parar antes de buscar a Athorax y darle caza, en el mejor sentido posible, para poder quitarse a un rival de encima y acercarse a la victoria y con esto, la mejor calificación posible:
—Tengo que ubicarlo y… ¿huh? —escucha jadeos muy cerca de él en línea recta. Ve a Megumi acercarse a duras penas— ¡Megumi! — corre hacia ella— ¿estás bien?
—Si, logré una leve ventaja sobre Libia, pero eso me agotó.
—¿Crees poder seguir? —se siente preocupado por cómo está agotada su compañera.
—Ve por él. Tienes que ganar esta carrera para que entre Kamata.
—¿Segura?
—Si, confía en mí.
—De acuerdo. Solo…descansa unos momentos. Vendré por ti cuando logré vencerlo.
—Si, ahora ve rápido.
Lucian hace caso a su amiga y corre a toda velocidad para adentrarse al bosque y recorrer los kilómetros necesarios.
Megumi ve a Libia llegar y ambas intercambian miradas. Algo agotadas, se acercan para confrontarse. Libia se encuentra muy exhausta como para lidiar con Megumi, mientras que ella apenas se puede mantener de pie, pero los pies le pesan. Cualquier opción que surja queda fuera de discusión ya que no tienen la energía necesaria:
—No quiero pelear, es obvio que estamos cansadas para esto.
—¿Qué propones?
—Solo ríndete Megumi.
—Esa es una opción, pero tengo otra.
—¿Cuál es?
—Ríndete tú.
—¡Jajaja, si, eso quizás tampoco me sirva!
—Entonces…
Megumi cierra por unos instantes sus ojos y desliza ambas manos hacia los abanicos de batalla:
—Debo ganar para mis amigos. Lo siento. —abre los ojos y levanta sus manos con los abanicos en posesión.
—Si, ya lo imaginé.
—Espero que podamos ser amigas, aunque tengamos que pelear así.
—Solo muéstrame tus garras y dientes.
La albina retrocede para tener más visión de la zona y a la vez que necesita moverse con mayor libertad. Sin embargo, cuando da el tercer salto hacia atrás, apoya los pies sobre una soga que está en el suelo y con la estimulación involuntaria de ella es atada y colgada con fuerza desde una de las gruesas ramas de un pino alto:
—¡¿Qué diablos fue eso?! —grita la chica mientras trata de mantener su falda en su lugar y ve desde la altura como Libia se le queda mirando sorprendida.
—¿Eso fue una trampa? Athorax sí que se lució esta vez.
—¡Oya aún no terminamos!
—Pues yo creo que sí. Descuida, le avisaré a los profesores. No me tardaré mucho.
—¡Ven aquí Libia!
—Lo siento, pero no te escucho. —ríe a carcajadas.
Libia da un paso lejos de donde está colgada Megumi y así como ella acabó colgada, la chica del sur cae en la misma trampa y termina colgada para su sorpresa:
—¡Tiene que ser una maldita broma! —se queja Libia.
—Fu, fu, fu, veo que no soy la única capaz de caer en una trampa. — dice Megumi en tono de burla.
—S-Solo fue mala suerte…no tienes idea de cuan excelente es Athorax cuando se trata de trampas. Aunque a veces caemos mucho en ellas. Además ¿Qué no eras la más inteligente de la academia? ¿Cómo es que terminaste cayendo en la trampa?
—Fue un error de cálculo…no contaba con algo así…
—Mierda.
—¿Ahora que hacemos? ¿esperamos?
—Supongo que si…
Ya con Megumi y Libia eliminadas, la acción se traslada cerca del rio dentro del bosque. Lucian avanza sigilosamente y observando a todo su alrededor. Por momentos escucha a los animales y en otros un silencio sospechoso que no lo deja tranquilo.
Lucian no es de los que puedan pelear en un terreno muy hostil para su especialidad, es como Kamata, ambos usan armas destinadas para zonas abiertas y darles libertad de movimiento. Detrás se asoma una silueta y de un golpazo a la espalda, Lucian acaba en el suelo. Athorax logró escabullirse y emboscarlo sigilosamente para golpearlo con una rama tan dura como una roca:
—Te lo dije. No vas a poder vencerme. —dice Athorax con una sonrisa de oreja a oreja y arroja la rama a un lado ya que no la ve necesaria para lo que queda del trayecto— Mucha suerte. —añade irónico.
—Auch, auch, duele. —se toma de la espalda mientras ve alejarse a Athorax. Sin embargo, se pone de pie— Esto no ha terminado aún.
—¿Seguro? —se detiene— Si no estas preparado físicamente mejor ni lo pienses. —advierte debido a su poder físico que parece ser mayor al del tirador.
—No soy tan tonto como para no estar listo para enfrentarte.
—¿De qué hablas? —se da cuenta de que Lucian preparó algo previamente, luego siente que uno de sus bolsillos tiene un agujero— Oh, así que de eso se trataba. No erraste el disparo más bien lo hiciste apropósito.
—Y para que sepas. —le muestra la última esfera— Nunca me tuviste…fui yo el que siempre te tuve en la palma de la mano…—arroja la esfera y al impactar contra el suelo desprende un fuerte humo que afecta a ambos, pero Lucian es el primero en escapar para continuar con el trayecto rumbo a la salida del bosque.
—¡Maldito hijo de…cof, cof!
—¡Mierda, mierda, mierda eso fue inesperado, pero no lo detendrá mucho! —corre todo lo que puede.
Athorax logra salir airoso del espeso humo y corre agresivo con ojos rojos hacia Lucian.
El tirador respira hondo e impulsa hacia el frente, pero lo físico no es su fuerte y es alcanzado pero el estudiante del sur:
—¡Maldito bastardo, quítate maldito estorbo! ¡solo…quítate! —exclama molesto por lo que le acaba de suceder. Inesperadamente siente frustración al perder en lo que él considera como su fuerte.
—¡No debiste atacar de esa manera!
Llegan a una cascada y el primero en escalarlo es Lucian mientras Athorax lo sigue muy de cerca. Cada momento trata de tomarlo de la pierna y tirarlo, pero el joven del oeste se resiste a caer:
—¡Deja de hacer eso! —aparta su pierna para que no se la tome. Sin embargo, Athorax se da un impulso hacia arriba para superar a Lucian y quedarse a pocos metros de la cima.
— ¡Oye!
—Jajaja, veo que no te quieres rendir. No quería usarlo, pero ¡sabrás que habilidad poseo! —advierte sin opción, pero con una sonrisa en el rostro. No te sorprendas, pero el nivel de nosotros es muy diferente. Piénsalo bien antes de enfrentarme.
—Si, por cierto ¿no notaste algo importante?
—¿Huh? ¿Qué cosa?
—Desde hace unos momentos ¿no te sientes pesado? ¿no sientes que no avanzas?
—¿De qué mierda hablas? ¿huh? —baja su mirada y encuentra las agujetas de su calzado atadas a la parte baja y desprendida de una roca— Oh, maldita sea.
Athorax intenta zafarse, pero acaba perdiendo fuerza en las manos y cae al no poder mantenerse estable. Afortunadamente los arbustos y ramas amortiguan su caiga de varios largos metros.
Sin embargo, Athorax había preparado una última trampa. Una esfera incrustada en una pequeña abertura entre las rocas le explota en el rostro y todo el humo golpea hasta dejarlo sin respirar.
Lucian se cae y así como Athorax lo hizo, golpea vegetación y ramas que evitan graves lesiones.
Athorax se reincorpora como puede al ver que su oponente ya no está en carrera, así que vuelve a escalar hasta que finalmente llega a la cima:
—Las trampas…nunca serán menospreciadas por un tonto sin talento. —dice Athorax.
Después de sacarse a su rival de encima, Athorax avanza los kilómetros restantes y sale del bosque, donde su compañero Velbarc espera entre risas:
—¿Qué pasa? —pregunta Athorax.
—¡Pues mira a este sujeto tan idiota! ¡se quedó dormido! — se burla Velbarc de la enfermedad de Kamata.
—¡Oigan, dejen de burlarse de él! —los detiene Kaizer.
—Si tu compañero es tan inútil, entonces tendrá que enfrentarse a nosotros dos. Tus dos compañeros no fueron nada, aunque, Libia no pudo con su poca inteligencia. Vamos Velbarc, tenemos una carrera que ganar.
—No nos rendiremos…—dice Kaizer con mirada feroz.
—Mejor preocúpate de quedar solo contra tres porque tienes a Accard y él es mucho más fuerte que nosotros.
Los dos se alejan con risas sonoras y burlonas ahora hacia Kaizer. De repente, una voz y una simple pregunta les arrebata el aire y una presión asfixiante los hace voltear:
—Eres Velbarc ¿no?
Casi sin esfuerzo, Kamata sobrepasa a los dos jóvenes de la academia del sur. Velbarc, ahora riendo incomodo, no puede creer lo que ve:
—¿Q-Quien es ese monstruo? —deja escapar Velbarc.
—Creo que nos metimos con el tipo equivocado. —responde Athorax.
—¡Mierda, no lo dejemos escapar o perderemos paso! —grita Velbarc.
—Maldita sea, no conseguimos seguirle el paso a este bardo. Se supone que estaba dormido, pero en un instante nos superó en velocidad casi sin esfuerzo. ¿Nos habremos equivocado? Quizás él sea el más peligroso de este equipo y no supimos calcular las variables. —piensa Athorax.
Antes de continuar, Kamata se detiene y mira hacia sus rivales, a quien ve como simples cucarachas sin valor. Velbarc siente un escalofrío que se apodera de su mente y cuerpo que lo obliga a no continuar corriendo. El fuerte impacto psicológico del espadachín en ambos estudiantes es tan grande que ninguno se mueve, temiendo ser cortados de la existencia por él.
Si bien Velbarc está afectado, su compañero Athorax da una lucha interna para continuar y dar pelea, aunque no se confía frente a quien está frente a él.
Recibe un poco de realidad.
Desde el lado del espadachín, se siente algo decepcionado porque ninguno de sus rivales es portador de una espada así que opta por no usar su arma sino ambas manos como parte de su entrenamiento en el uso del estilo “ittoryu” o “estilo de una espada”. Dicho estilo es de uso complejo ya que solo los más experimentados puede usarlo. Su propio desafío es aprender a no usar armas sino el propio cuerpo como una:
—Es normal tenerme miedo. Deberían aprender que los hombres de verdad con honor y dignidad no conoce el miedo.
—¿De qué mierda hablas? —dice Athorax.
—Los espero en el bosque. —responde Kamata.
A medida que se aleja, un humo oscuro lo envuelve con forma demoníaca y que sale de la espada en su cintura:
—No nos vencerás maldito. —exclama Athorax— ¡Ven Velbarc, tenemos que derrotarlo o no podríamos ver a los ojos a los demás!
—¿Seremos capaces?
—De eso…no estoy nada seguro…
Comments for chapter "81"
QUE TE PARECIÓ?