Academia de Asesinos - 82
Athorax empuja a su compañero Velbarc para avanzar hacia dentro del bosque donde los espera Kamata y el inusual estilo “ittoryu”. Los dos se adentran con cautela. Ignoran por completo su alrededor, solo priorizan la posible trampa del espadachín, sin embargo, allí al frente a pocos metros los espera Kamata con la mirada fija en ellos.
Lo primero que piensan es que está lo suficientemente loco como para confrontarlos tan abiertamente en un sitio que para la especialidad del espadachín es muy difícil moverse.
En ese instante, Athorax desvía su mirada hacia un costado cercano a Kamata y encuentra una tercera trampa que pudo colocar en su combate contra Lucian. Luego mira hacia arriba que ya no estaban ni Libia ni, Megumi, por lo que cuenta con que él no se haya percatado de sus trampas. Disimuladamente golpea con su hombro el brazo de Velbarc y le señala con leves movimientos de su cabeza la trampa escondida.
Inmediatamente Velbarc decide hacer su primer movimiento para atraer al espadachín a la trampa mientras Athorax se mueve al otro lado en un movimiento de pinzas con la que podrían sofocar en continuos ataques a Kamata.
La brisa se filtra entre los árboles mientras que Kamata se queda observándolos acercarse lentamente.
Sonríe mientras levanta su mano extendida y pega todos sus dedos uno al lado del otro para darle forma de espada a su mano. Ese es el famoso estilo “Ittoryu”, conocido por ser usado por maestros de la espada ya que requiere de enorme concentración, así como una dureza y destreza inusual en quien lo usa.
Para el espadachín novato es la primera vez que usa ese estilo.
Velberc espera el momento indicado para usar su habilidad especial, pero antes de que pueda hacerlo Kamata está sobre él como un feroz tigre abalanzándose de frente con su mano. Con sus piernas lo golpea en el pecho y envía un par de metros lejos y golpee el cuerpo contra un árbol:
—Así que esa peligrosa técnica fue solo una finta. Entonces tiene miedo de usar su arma. Es el momento adecuado. —piensa Athorax mientras aprovecha el arriesgado movimiento del espadachín para acercarse por detrás y usar sus guantes de batalla.
—¿No crees que te estás confundiendo?
—¿Huh? —retrocede al sentirse en peligro.
—La única razón por la que no use mi espada es porque no son dignos de probar el acero.
—¡Ja! Entonces dime algo ¿Por qué ese itto…que se yo no lo usaste contra mi compañero?
—Muy simple. Él no es digno tampoco de eso. Muy cobarde y débil. —extiende su mano con la que usa el ittoryu y fija l mirada sobre Athorax— Por otro lado, tú eres el gran problema. Eliminaste de la carrera a ese idiota de Lucian y también a Megumi pero te tuviste que topar conmigo. Vaya mala suerte la tuya.
—¡Ja! No creas que me das miedo. —responde con sonrisa forzada.
En su mente, Abbadon intenta dominarlo con palabras para que use el arma:
—Vamos mocoso, sé que quieres destrozarlo. Es el gran momento de usarme como cuando los fiesmeros atacaron la academia.
—Cierra la boca. —responde en voz baja.
—No seas tonto. Cualquier querría eliminar sus problemas de raíz. Tienes demasiadas oportunidades para hacerlo. Confía en mí.
—¡Cierra la puta boca! —grita con tal fuerza que llega a oídos de Athorax.
—¿Qué mierda fue eso? —pregunta Athorax.
—Nada de lo que deberías preocuparte.
Kamata respira hondo y libera de su boca, así repetidas veces para reducir la intensidad de sus latidos y calcular bien su ataque. Siente como no solo su mano sino toda la extensión del brazo se convierte en una espada. Entonces, impulsa con fuerza su cuerpo hacia Athorax.
El ataque pierde intensidad debido a que sigue siendo un prospecto, algo que sigue costándole a Kamata y no es para menos, son pocos los espadachines que alcanzan a dominar ese estilo sin espada, pero convirtiendo su cuerpo, a base de disciplina, en una feroz arma. A pesar de eso, logra asestar un puñetazo improvisado en el rostro de Athorax que lo lleva contra el suelo con la nariz rota:
—E-Es un monstruo… como para vencerlo…—piensa con sus ojos en blanco y desmayándose mientras cae al suelo.
Por un breve instante se preocupa de haberle dejado secuelas a ambos estudiantes por lo que se detiene a ver el estado en que se encuentran. Los nota vivos pero inconscientes:
—Creo que me excedí. —deja escapar antes de continuar con su trayecto en soledad y calma.
Su expresión se vuelve aún más seria que de costumbre al sentir que algo o alguien lo observa desde algún lado:
—No puedo verlo claramente, pero hay alguien por ahí. Como sea, si quiere enfrentarme o algo estaré esperando con ansias. —lleva su mano al mango de la espada mientras se aleja de donde están los estudiantes.
El anuncio de que los dos estudiantes del sur fueron derrotados llegan a la zona donde está la multitud. Irónicamente nadie se sorprende debido a los antecedentes de Kamata de ser un monstruo peleador y con la espada mucho más.
Suspira y se dirige en dirección a la salida del bosque.
De pronto, oye un ligero sonido que viene por su espalda. Se da media vuelta a toda velocidad y ve a Velbarc acercarse y con un cabezazo al rostro lo tumba contra el suelo:
—Haaa…haaa…no dejaré que ganes ¿me oíste? —dice Velbarc.
—Eso dolió. —se levanta y toma la frente.
—Te venceré aquí con mi habilidad. —choca las palmas de sus manos y cierra los ojos. Respira hondo y abre lentamente los ojos.
El cuerpo de Velbarc se funde con el ambiente, y es que la habilidad especial de ese estudiante es de poder camuflar su cuerpo gracias a que los atributos de su piel son realmente inusuales. Se podría decir que la primera capa de piel que posee le otorga la habilidad. Siempre y cuando no suceda nada como quemaduras graves, su habilidad de camuflaje es sinónimo de victoria.
Kamata mira a todos los rincones sin encontrar a su objetivo. Se altera al mismo tiempo que no puede ubicar a Velbarc:
—Que fastidio. Ahora será más complicado poder vencerlo. —piensa.
—Veamos como lo resuelves solo mocoso. Conmigo al mando podríamos averiguar fácilmente donde se mueve. —intenta convencer Abbadon.
—Se lo que tengo que hacer, no hace falta que intentes hablarme. —exclama para detener las palabras de Abbadon.
Kamata se sienta y cierra los ojos para meditar, una técnica de relajación y mantener la mente en un estado de concentración muy alta y difícil para él. Un aura color gris emana de su cuerpo y como si fuera un sonar, siente muchas presencias activas a su alrededor, animales pequeños y medianos, aves, insectos, mamíferos y también una presencia de mayor tamaño que se mueve entre las ramas de los árboles que busca a toda costa evitar el suelo.
Gracias a la técnica de meditación que Kotomi le enseñó, logra ubicar a Velbarc por arriba de él sobre los árboles. Entonces abre los ojos e hincándose de rodillas se impulsa hacia arriba hasta encontrarse con el camuflado estudiante. La sorpresa para Velbard es tan impactante cuando Kamata dice:
—No escaparás…—saca su espada dentro de la vaina y de un golpazo en el hombro es que baja al estudiante del sur y cae al suelo acolchonado con hojas— eso fue complicado, pero…gracias a la meditación que me enseñó ello es que pude vencer. Como siempre me sigue ayudando, aunque sea su ausencia. —sonríe amargamente mientras piensa en ella. Rápidamente se golpea las mejillas y continua con la carrera— Vamos, no flojees. Tienes una carrera que ganar…—siente sus parpados pesados— no puede ser…tengo que lograr antes de que mi enfermedad me doblegue…
Respira hondo, guarda su espada y una vez mas prepara su cuerpo para correr lo que resta de los kilómetros mientras que lucha contra su propia enfermedad que lo hace dormir en cualquier sitio.
Sus ojos se cierran lentamente:
—Maldición, estoy perdiendo el sentido. Tendré menos de veinte minutos antes de sucumbir y me quedan al menos dos kilómetros.
En el bosque suena una explosión que desencadena columnas de polvo y tierra.
Corre con todas sus fuerzas a través del bosque, sorteando árboles, arbustos, pequeños ríos y la sospechosa figura que lo sigue y acecha, pero sin hacer nada, solo de curioso.
Casi como un endemoniado ser del averno, Kamata sale del bosque e ignora en el camino a los profesionales que quieren verificar su estado, sin embargo, notan que está a punto de colapsar, pero lo que lo impulsa es una determinación increíble para alguien de su edad.
Detrás de él a mucha más distancia, Athorax se acerca cojeando, pero con buen ritmo para seguirlo.
A lo lejos, Kaizer ve como Kamata tiene un ojo cerrado por completo y el otro a punto de hacerlo. Entonces, el chico da un pequeño salto hacia atrás y el espadachín hace lo propio hacia adelante y ambos chocan las manos para dar relevo:
—Ve…tonto…—dice Kamata antes de quedar dormido en el suelo y le deja la última carrera de eliminación a su amigo.
—Seguro…lo haré…—responde Kaizer y una vez toma la posta corre rumbo al bosque, por detrás lo sigue el confiado Accard.
—¿Acaso crees que te dejaré ganar? —pregunta el chico del sur.
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