Academia Fantasma - 03
Luego de unos metros, el bus dio vuelta en una ruta escondida por cientos de frondosos arbustos y dos manzanos muertos. El camino era de tierra, que con la lluvia se había vuelto lodoso y la visibilidad por la espesa lluvia era fatal, Bill no podía acelerar más allá de los 40 Km/h.
El grupo de estudiantes ya está totalmente despierto sujetándose de sus asientos pues el bus se movía mucho debido al desnivelado terreno.
Luego de los arbustos, se adentraron en un enorme bosque lleno de abedules y enormes robles, aparentemente de unos cientos de años.
Annerose quien era la más asustada, miraba por su ventana para tratar de calmarse, cosa que no logró, pues durante el destello provocado por un relámpago juró ver a un hombre joven observándola directamente a los ojos con una mirada penetrante desde arriba de un árbol.
—¡AHHHHH, HABIA ALGUIEN AFUERA! —
Luego del grito de Annerose todos sus compañeros se acercaron para ver por la ventana, al caer otro rayo no había nada, salvo un montón de ramas que se cruzaban entre sí.
—No hay nada, Anni— Dijo Will mientras acariciaba la cabeza de una muy asustada Annerose.
—Tal vez fue una ilusión provocada por las ramas— dijo uno de sus compañeros.
—Si, seguro fue eso, jeje—
La pobre peli-castaña sonreía nerviosamente, pero ella estaba segura de lo que había visto, esa imagen no se le quitaba de la cabeza.
El rostro de ese muchacho lleno de ira, sus ojos negros que solo dejaban ver un punto rojo en su centro, mientras derramaban sangre en lugar de lágrimas. Esos ojos la miraron fijamente mientras sonreía de manera anormal.
Cada vez más adentro del bosque se perdió la señal satelital, los teléfonos de todos quedaron sin servicio y sin internet.
Bill forzaba su visión para poder seguir avanzando, aún con las luces altas encendidas.
Yuki quien llevaba un audífono puesto en su oreja, estaba escuchando música mientras estaba reunido con el grupo completo en la parte trasera del bus.
Levemente la música comenzaba a realizar estática, el pelinegro pensó que podría tratarse de que sus audífonos estuvieran mal colocados, pero no fue al caso, pues revisó y estaban perfectamente colocados. Luego lo que comenzó a escuchar le dejó la piel de gallina, un centenar de gritos desgarradores se incrustaron en la melodía
—…..Alé…..jense…..no venga…..n…..—
Luego, todo terminó con un grito desgarrador proveniente de una mujer, Yuki se quitó el audífono y paro la música, decidió no comentar nada pues en el ambiente ya había un tanto de miedo y tensión.
De la nada y con el sonido de cuatro pequeñas explosiones el bus perdió el control y comenzó a derrapar, Bill desesperadamente trataba de enderezar la parte trasera, pero no lo lograba, el camino lleno de barro hacía que el bus simplemente se deslizara.
Bill al ver como un enorme portón se mostraba en frente a un par de metros, pisó fuertemente el freno en un vano intento de detener el bus, el vehículo derribó el portón y avanzo 5 metros más donde entró a una zona de concreto, los neumáticos reventados se despedazaron dejando el aro al descubierto, el cual rechinaba mientras derrapaba en el asfalto para finalmente colisionar de costado con una enorme viga deteniéndose por completo.
De entre la oscuridad de la noche y siendo solo iluminada por los rayos y los faros del bus, un enorme edificio crujía por el impacto recibido, el sonido del crujir del cemento, metal y madera era realmente espeluznante, casi parecían desgarradores gritos de una bestia.
El grupo quien afortunadamente estaba con heridas leves prendió el flash de sus celulares y apuntaron hacia el edificio.
Gen comenzó a iluminar más arriba del edificio viendo que aquel espeluznante edificio tenía nombre.
—Profesora Elizabeth, tiene que ver esto—
La maestra Elizabeth y los otros dos maestros miraron a donde Gen apuntaba con su Flash, los 3 tragaron saliva pues lo que vieron les espanto, el nombre que jamás debía ser pronunciado en el mundo de la educación, yacía frente a sus ojos.
————— ◊ Academia Cornelius ◊ ——————
—Esto no puede ser posible— dijo el profesor Matías con una expresión de terror en su rostro.
—Todos, quédense arriba del bus, la profesora Elizabeth, Matías y yo bajaremos a revisar—
Fue la primera vez que escucharon al profesor Marcelo con un tono preocupante.
—Si— respondió todo el curso.
El grupo enseguida volvió a sus asientos y comenzaron a guardar sus cosas y colocarse sus chaquetas de sus respectivas instituciones.
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Marcelo fue el primero en bajar del bus acompañado de una linterna, seguido de la maestra Elizabeth y el Maestro Matías quienes también llevaban linternas consigo, ellos apuntaban hacia el edifico en busca de si había signos de vida, cosa que no fue así.
En el bus el grupo se quedó con Bill, quien no pudo evitar hablar en cuanto le preguntaron.
—Señor Bill, ¿usted conoce que es este edificio? — pregunto Alex lleno de curiosidad.
—Solo he escuchado rumores y leyendas… La academia Cornelius fue la institución académica más reconocida y famosa del país. Sin embargo, el 14 de abril de 1962 se reportó su inactividad pues nadie se matriculaba aquí, lo curioso es que nunca se explicó el por qué, simplemente fue como si hubiera desaparecido del mapa. Algunos dicen que simplemente perdió su toque y la cerraron, pero la versión que más se rumorea… es sobre una gran masacre—
—¿Masacre? — todo el curso quedo perplejo.
—Señor Bill, es suficiente— la profesora Elizabeth estaba claramente disgustada. —Está asustando a los jóvenes—
—Lo lamento, profesora—
Los jóvenes volvieron a sus asientos un poco perturbados por lo que escucharon.
—Las ruedas se reventaron, no tenemos repuestos, así que ya no podremos continuar— dijo el profesor Marcelo, quien subía al bus completamente empapado.
—¿Estamos atrapados en medio de la nada? — Annerose tenía buenos motivos para asustarse.
—No te preocupes, en cuanto amanezca iremos a la carretera a pedir ayuda, por ahora no hay más opción que quedarnos aquí, no se puede ver nada con esta tormenta—
Mientras los jóvenes trataban de aceptar que estaban varados en medio de la nada, sin señal y sin la posibilidad de hacer algo antes la mañana, se juntaron y trataron de recostarse juntos para relajarse y quedarse dormidos.
El bus apagó sus luces y quedaron a merced de la oscuridad, rodeados de los espeluznantes sonidos al crujir del edifico, el rugir del viento, y los rayos que caían de vez en cuando.
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Yuki fue el último en dormirse, pues aún se sentía incómodo en ese lugar y no era de extrañar pues, aunque él y ninguno de los presentes se diera cuenta, cientos de ojos rojos estaban mirando el bus con sonrisas dementes en sus rostros. Sin embargo, en una de las ventanas del edificio había una chica de pelo negro quien, aunque también tenía los ojos rojos estos no demostraban maldad, su rostro en cambio era el de alguien feliz, como si volviera a ver a alguien a quien hace mucho tiempo que no veía.
La chica se alejó de la ventana, no sin antes escribir un mensaje en un sucio y deteriorado pizarrón.
“Bienvenidos a la academia Cornelius”
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