Academia Fantasma - 05
Will y Annerose junto al profesor Marcelo, decidieron aventurarse por lo que es toda la primera planta.
Las gemelas y la maestra Elizabeth volvieron al segundo piso.
El grupo de tres amigos avanzaba sin un lugar en específico, solo veían todo a su alrededor.
A veces se encontraban con animales muertos, tales como aves, ardillas, e incluso un ciervo el cual estaba en medio del jardín principal siendo comida de hormigas y moscas.
Mientras observaban los casilleros que aun tenían cosas personales dentro escucharon una leve melodía. Una melodía totalmente desafinada y que les puso los pelos de punta.
—¿qué diablos fue eso? —
—Vino de más al fondo, vamos—
—No es esta la típica escena en las películas de terror donde sienten un sonido extraño, todos van a investigar y acaban corriendo por sus vidas—
—Este edificio lleva años abandonado, de lo único que podríamos salir corriendo son de las ratas o algún animal del bosque—
Siguiendo la melodía lo que solía ser el gimnasio de la academia, o al menos aparentaba serlo pues su techo estaba derrumbado, a diferencia de la infraestructura del edifico principal, la cual estaba casi en perfecto estado, el gimnasio estaba más deteriorado, el pasto ya había llegado al interior creciendo y ocultando los escombros de lo que parecía ser el colapsado techo y ventanales.
Los jóvenes se hicieron camino a través de todos aquellos escombros, donde si no había pasto, había peligrosos fierros los cuales apuntaban directamente hacia arriba, y vidrios, así que en caso de que alguien llegase se tropezar, no saldría con un simple rasguño.
En las mesas, que aún permanecían en pie había muchas botellas de licor, la mayoría estaban cerradas, había algunas copas, y utensilios de plata. En el escenario estaban varios instrumentos, tales como una guitarra, un bajo, con una que otra cuerda cortada por el paso del tiempo, un piano, varios violines, que sorpresivamente mantenían todas sus cuerdas en perfecto estado, y una batería.
Los jóvenes comenzaron a tontear con los instrumentos sacando notas sin sentido, a pesar de los años y de la humedad que estos tenían aún permanecían dignos como refinados instrumentos de aquellos días.
Tras bambalinas había focos para luces de fiesta, máscaras junto con disfraces, entre otras cosas interesantes.
—Parece que nos perdimos de una fiesta infernal—
—Y de la resaca del diablo por lo que veo—
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Will y Annerose observaban las fotos de una estantería cubierta por solo partes de vidrio que quedaban, en la cual, se colocaban las fotos de los mejores estudiantes o de aquellos destacados en alguna actividad con el nombre del estudiante grabado en su placa
En una de las fotos aparecía una joven peliverde la cual sostenía un enorme trofeo.
Anastasia Suede, ese era su nombre.
A pesar de los años, los colores estaban aún notorios dejando ver su hermosa figura marcada por el uniforme de marinera que aparentaba estar ajustado.
—Vaya, vaya miren eso—
—Hum… así que te atrae, ¿eh? —
Annerose abandono su miedo por un instante y dejo entrar sus celos, que miraban fríamente a Will, quien al sentir la fría mirada recorrer su espalda, dejó la foto devuelta y actuó como si nada hubiera pasado. Pero tras abandonar y seguir avanzando por el edificio, justo detrás de ellos, la chica de la foto estaba parada observando a la pareja con una sonrisa y un leve sonrojo en sus mejillas.
Las gemelas se aventuraron en lo que era el sótano de la academia el cual era increíblemente grande, tres pisos de sótano se mostraban ante las pequeñas, en la mayoría de sus cuartos había pupitres sin usar, sillas destrozadas, algún que otro equipo deportivo y cientos de libros desparramados por todo el lugar.
La maestra Elizabeth se fue por su parte a uno de los salones mientras que las gemelas siguieron solas.
En uno de los muros había un enorme papel colgado el cual estaba escrito con lo que parecía ser tinta roja.
—“Confiamos en ella y nos traicionó, ella asesinó a mis amigos, y a sus familias, posiblemente también estaré muerto dentro de poco, su marca está en mi mano”—
—Eso da repelús—
—Creo que deberíamos llevarlo con el resto—
—Es verdad—
—Aunque no creo que se lo tomen de la mejor forma—
El pelinegro ingresó en la zona de piscina la cual aún estaba llena de agua, sin embargo, esta estaba negra y tan espesa como alquitrán, repleta de aves muertas, hojas secas, y también desprendía un olor horrible, a descompuesto.
Recorriendo con la vista los bordes del muro, se encontró con que estos estaban llenos de arañazos marcados con rojo. Este se acercó al lugar, y pasando sus uñas, que calzaban perfectamente con los arañazos, Yuki sintió un escalofrió.
Más al rincón había 10 cartuchos de escopeta regados en el suelo, además de que el mismo muro de la zona estaba repleto con pequeños agujeros.
En la mente de Yuki, el sonido de la escopeta retumbar saturó su cabeza, como si un disparo hubiera salido junto a él justo en ese momento.
Asustado el joven se alejó de aquel muro, pero al darse la vuelta vio a la misma chica que antes, esta vez estaban frente a frente y no había distancia entre ellos. Debido a la impresión este retrocedió sin percatarse que estaba en el borde de la piscina, el pelinegro perdió el equilibro cayendo en aquellas oscuras aguas, perdiendo nuevamente de vista a la joven.
En cuanto su cuerpo toco las aguas, Yuki sintió en sus oídos cientos de gritos que lo ensordecieron y desde el fondo unas destrozadas manos lo jalaban.
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Alex y Gen entraron a la zona en donde se ubicaba lo que una vez fue el club de natación de la academia.
Yuki se había separado de ellos y estaban en su búsqueda.
Gen en cuanto vio la piscina tuvo un presentimiento el cual le hizo correr hacia ella.
Su presentimiento fue real, aunque la piscina se encontrara vacía en su fondo el pelinegro yacía inconsciente.
—¡Alex, por aquí!—
En respuesta a su llamado Alex acudió en un instante a la zona, en donde ayudo a Gen a bajar hasta al fondo de la piscina pues la escalera que esta tenía estaba destruida.
Gen rápidamente se colocó al lado del pelinegro quien despertó de golpe al sentir como su amiga le zamarreaba.
—¿Qu-que paso? —Dijo frotándose la cabeza
—Pues fue un buen golpe el que te diste— dijo Gen mientras extendía su mano-
—Podría jurar que esta piscina tenía agua y…—
Por un leve segundo los perturbadores gritos sacudieron su cabeza, provocándole un gran dolor.
—Mejor salgamos de aquí y volvamos, debemos revisar tu cabeza—
De un costado de la cabeza de Yuki pequeños hilos de sangre comenzaron a bajar.
—Si, vámonos—
Con la gran ancla que generaba Alex, Gen y Yuki lograron salir y con paso lento volvían al autobús.
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