ALKIMIS - 04
Al ver esa escena, Yuli colapsó en los brazos de Samir. Los policías rodearon el área, evacuando a los universitarios.
—Yul… —una voz en su oído se volvía más lejana y tenebrosa.
—Recuérdalo.
—No eres tú —la voz melodiosa se volvía ronca, alejándose.
—Las coincidencias no existen, niña. Creo que es hora de despertar de este sueño —una risa risueña resonaba.
Cuando abrió los ojos, se encontraba en una habitación oscura, con murmullos fantasmales a su alrededor.
—¿Quién eres? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué hicieron? —su voz apenas resonaba en la habitación.
Las risas y murmullos no cesaban; la frágil y apagada voz de Yuli simplemente desapareció en el cuarto.
Un conjunto de voces similares, al compás de una sola.
—¿Quiénes somos en realidad? —unos ojos azules se destacaron en una pared, haciendo que las voces se detuvieran.
Después de esa escena, despertó en los asientos traseros del auto de su padre.
DESPERTÓ.
—Conduce rápido, tenemos que llegar a casa… Se descompensó, puede ser peligroso, y esto se va al demonio —una voz exaltada sonaba.
—Hija… Todo está bien, estamos volviendo a casa —decía Harold con notable preocupación, los ojos llorosos.
—Sabía que no debía meterte en la escuela de nuevo. Es un lugar peligroso —mientras acariciaba la cabeza de su hija.
—Lo lamento mucho. Esta situación fue imprevista. Debí quedarme contigo para que no pases por esto.
—No te preocupes, papá. Solo me sorprendió ver a ese chico desangrado. Todo ese charco de sangre me impactó —mirando al conductor.
—¿Director Mario?
—Sí, Yuli. Apenas te desmayaste, fui a recogerte. Me preocupé mucho. Pensé que te golpeaste la cabeza y ningún compañero tuyo te ayudó a levantarte —haciendo énfasis en esas últimas palabras mientras le guiñaba el ojo a Yuli.
¿Acaso me estará cubriendo cuando me desmayé? Caí en los brazos de Samir. Mi padre me advirtió que no esté con ese chico. Si se entera de…
—Entonces llamé a tu padre para que viniera por ti, y acá estamos en camino al hospital central.
—No, no se preocupen. Solo fue la impresión. No me pasa nada, lo prometo —decía algo nerviosa mientras miraba al director.
Mario intercedió por Yuli, agarrándole el hombro a Harold.
—Hey, la niña está bien. Lo dijo solo fue por la impresión del momento. Vayamos a tu casa —decía con voz tranquila.
—¡NO! —Mirando a Mario, levantaba la voz y le quitaba la mano.
Esta reacción inesperada hizo que Yuli se asustara. La mirada horrorizada de su padre parecía haber visto un fantasma.
Esa mirada perturbadora que Harold vio lo hizo recordar un evento de su pasado sombrío. Dio a Mario la señal para regresar a casa.
—Es obstinada como su madre. Tiene su mismo carácter. Pero alejarla de sus amistades no cambiará nada en su manera de verte. ¿Lo sabes, verdad? —decía entre murmullos, mientras observaba a Harold intentando que Yuli volviera en sí.
Harold miraba de reojo a Mario mientras este seguía conduciendo. Resopló con frustración y le respondió:
—No, Mario. Todo esto está marchando viento en popa. No quiero que un joven universitario meta sus narices donde no le incumba y termine malogrando todo esto. Ella es lo único que me queda. No voy a permitir que un joven se la lleve como en una película ochentera y me abandone, igual que su madre —con una sonrisa falsa.
Una vez que llegaron a casa, llevaron a Yuli cargándola. En el camino, se había dormido.
En una esquina lejana de la casa de Harold, un hombre con capucha observaba apoyado en el poste. La oscuridad de la noche lo envolvía, y sus ojos, apenas visibles bajo la tela de la capucha, seguían cada movimiento en la vivienda.
Dentro de la casa, Mario, el amigo de Harold, sostenía a Yuli, la hija de este último, con delicadeza. La niña yacía en el sillón, sus ojos abiertos de par en par. La voz de Harold, soberbia y autoritaria, resonó en la habitación:
—Mario, deja a Yuli sobre el sillón. Ahora la voy a evaluar.
El hombre con capucha, oculto en las sombras, escuchaba cada palabra. Yuli, aún aturdida, susurró a Mario:
—¿Por qué no le dijiste la verdad?
Mario, con ojos cargados de compasión, le pasó un pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo de su camiseta. La niña sollozaba, abrazando una almohada. La situación era tensa, y Mario sabía que había más en juego de lo que parecía.
—Nunca entendí por qué mi padre estuvo tan sobreprotector en estos días. Ahora lo entiendo. Me preocupé tanto por recordar, que pasé por alto que él también estaba sufriendo… — Yuli lloraba desconsoladamente, ocultando su rostro en la almohada.
Harold, alertado por el llanto, entró rápidamente al cuarto con una bata y sus instrumentos médicos. Abrazó a su hija, compartiendo su dolor.
—¿Hija? ¿Qué pasó? ¿Estás bien, cariño?
La voz entrecortada de Yuli respondió:
—No es nada, papá. Solo que me siento mal. Nunca me preocupé por cómo te sentías. Fui egoísta.
Después de una larga noche, Mario se despidió de Harold y Yuli. La oscuridad lo envolvió mientras se marchaba a su hogar. Harold le agradeció y le deseó cuidado. Mario sonrió y se alejó en su auto.
Una vez dentro de la casa, Harold se dirigió a su habitación sin dirigirle la palabra a su hija. Yuli se sintió confundida. ¿Por qué su padre alternaba entre momentos cariñosos y momentos de indiferencia? Las palabras de Mario la hicieron reflexionar. Se sentía sola.
La noche avanzaba, y Yuli intentaba descifrar un sueño que la había perturbado. No parecía un simple sueño; más bien, era un recuerdo o una premonición. La sensación que le dejó era escalofriante.
De repente, escuchó pasos en el ático, un lugar prohibido al que no debía entrar. ¿Habían entrado a robar? Sin pensarlo demasiado, salió de su cuarto y se dirigió al ático en busca de respuestas. Allí, escuchó la voz de su padre en una llamada:
—Es mi papá. ¿Qué hace a estas horas en el ático?
—Sí señor, todo listo, una gran parte del proyecto ya está listo, pero inestable.
—No creo que esté listo para el fin del mes, pero paso un problema en la universidad de mi hija, y tuve que ir a recogerla, me atraso todo mis planes.
—No tranquilícese, se lo aseguro el fin de mes estará listo.
—Ok gracias, mañana mismo hablo con mi tío para que ese problema esté solucionado, le aseguro que habla con el hombre indicado.
Comments for chapter "04"
QUE TE PARECIÓ?
Hay una conspiración acá 👀
Con cada suceso, no se, si es premonición o sueño. Sólo Yuli debe descifrar el misterio jeje
Samir: Por fin caes a mis brazos! UPS, se desmayó :v . Ese Harold está metido en algo turbio