ALKIMIS - 17
NOTA: No me gusta hacer medios capítulos pero tómenlo como un cap. entero espero que les guste <3
Antes de los hechos, Hospital de Trabajadores, 2012.
En una oficina desprovista de luz solar, el sonido de un celular interrumpía el silencio. Un gran escritorio antiguo dominaba la estancia, su presencia subrayaba el estatus del ocupante. El suelo, tallado en madera oscura, contrastaba con el techo en forma de cúpula, donde colgaba un hermoso candelabro de los años 50.
Una mano, marcada por el paso del tiempo, se apresuró a contestar la llamada.
—Hola, Harold. Qué sorpresa que me llames después de tanto tiempo. Espero que sea algo importante.
—Uhmmm, lo imagino. Pero mi hospital es muy concurrido por gente de la ciudad, tenemos una alta reputación. Si llevas a tu “hija”, que no tiene registros ni identificación, te meterás en problemas, sobrino.
Tras estas palabras, un silencio inundó la sala. En el rostro del tío se dibujaba una expresión de duda e incertidumbre. Entre balbuceos, asentía con la cabeza ante las palabras que emitía el celular.
—E-Espera, si es así, intentaré hacer todo lo posible para que seas el único en el hospital ese día. No puedo asegurarte nada, ya que mis trabajadores son independientes en sus acciones, pero si llega a mí, yo te cubriré. Pero, por favor, me encantaría verla de nuevo, Harold.
—Llévala esta semana. Yo cerraré las puertas de mi hospital mientras tú la estabilizas.
Hospital de Trabajadores, 2012:
En una sala con múltiples cámaras de seguridad, un hombre de aproximadamente 80 años observaba la llegada de Harold al hospital con la niña en brazos. Esto dibujó en su rostro una sonrisa acompañada de lágrimas de felicidad. Se sentó en la única silla que había en la sala, sus piernas temblorosas.
—Siempre lo supe. Pequeño Harold, mi hermano no estaba equivocado, eres muy ingenioso… —entre lágrimas, sus pensamientos lo invadían. Esa sonrisa de emoción desapareció, helando su sangre cuando vio al doctor encargado ese día.
Los doctores en el Hospital de Trabajadores están sujetos a una norma de rotación interdiaria, manteniendo un estricto código de moralidad y ética. Son traídos de diferentes lugares, de países con altos estándares de educación en medicina, así evitando corrupción o negligencias. Estos médicos son contratados por años o por meses. Durante su estancia se les brinda casa, comida y un sueldo promedio de 3000 dólares mensuales. Los doctores más antiguos, como el que le tocó atender a Harold, son aquellos que ganan un aproximado de 10,000 dólares mensuales. Por lo general, se puede comprar a uno nuevo por sus bajos ingresos. Pero el doctor Travis es uno de los doctores más antiguos y minuciosos. No podía haber sido la peor persona que le pudo tocar…
Por suerte, tomé precauciones ante esta situación. Aparte de cerrar el hospital por mantenimiento y cerrar habitaciones de personas internadas, di la orden a los guardias de que no informen nada de lo sucedido ese día. Además, les di una compensación monetaria para que sigan cualquier orden, pero no llegue a la policía.
Espero que sea suficiente.
Después de una larga espera viendo las cámaras de seguridad, vio cómo Harold salía corriendo de la habitación con su hija en brazos.
El nerviosismo del tío era evidente. A pesar de tomar todas las precauciones del caso, no podía evitar inconvenientes como la ética o moral humana. Optó por prender un puro, mientras observaba la persecución. Cada segundo que pasaba parecían eternos, hasta que el sueño le ganó al terminarse el puro que estaba fumando.
LABORATORIO DE HAROLD:
Una luz tenue iluminaba una mesa de química con múltiples equipos: microscopios, pipetas, tubos de ensayo, incubadora, placa petri. Al fondo de esta habitación, había dos esferas del porte de un auto pequeño.
De allí hacía aparición Harold con el celular en la mano, preocupado, llamando. Después de intentar unas cuantas veces, respondió el tío con una voz nerviosa.
—Discúlpame, sobrino, de verdad. Tú sabes bien que esto no está bajo mi control. No sabía qué doctor iba a atenderte…
Entre suspiros de Harold de decepción, respondió:
—No te preocupes, tío Bruno. Me di cuenta de que el hospital estuvo vacío cuando llegué. Cumpliste tu palabra, ahora yo cumpliré mi parte de lo prometido.
—Solo dame este mes para acabar con este trabajo.
—Gracias, Harold. Igualmente, te pasaré el número del doctor que te atendió para que hables con él. Estoy seguro de que tú sabrás qué decirle para callarlo.
—Gracias, tío. No será problema tenerlo en la mira durante unos meses mientras decide elegir.
—Aunque igualmente me gustaría que borres todos los datos de mis anteriores visitas dentro del Hospital de Trabajadores. Esto, debido a futuras investigaciones, nos vinculen como familia directa.
Entre pensamientos, Bruno afirmó con una voz firme. Entre la llamada, se escuchó el sonido de un encendedor antiguo.
—Vaya, tío, aún sigues con la manía de fumar puros. A ese paso, no llegarás a los 90. Te agradezco por permitirme usar tu hospital —una pequeña sonrisa se hacía notar entre la poca luz que había en el laboratorio.
—No te preocupes, sobrino. Con este avance, confío en que me hagas vivir más…
La luz entraba por una ventana en una habitación descuidada. Solo un colchón con una caja de ropa se hacía notar en el cuarto. El humo de un incienso de buganvillas era muy fuerte.
Un chico con un cuerpo atlético y cabellera negra, con unas cejas prominentes y ojos color verdes, se reflejaban en un pequeño espejo de suelo.
—Qué porquería, un día más de trabajo. Pero, de cierta manera, hoy amanecí con un presentimiento en mi pecho…
—Es como si algo hubiera aparecido de la nada. No, solo debe ser mi imaginación. ¿En qué estoy pensando? —se alistaba para ir a la tienda más cercana a su hogar con una sudadera negra con una capucha.
Justo cuando estaba por entrar a la tienda, vio a una chica muy hermosa saliendo de esta con una bolsa de compras. Optó por esconderse, agarrándose el pecho.
—¿Quién es ella? Se parece… pero no, no puede ser ella. ¿Por qué siento esta conexión? ¿Por qué siento que debo… permanecer a su lado? Quizás me estoy precipitando, pero esos lunares en los mismos lugares, ese cabello y ojos perfectos… ¿El destino me estará jugando una mala jugada? No, no creo…
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