Apocalypse - 07
Las sombras son testigo de la desaparición del último sonido de la casa. Con las pilas del reloj de pared sobre la mesa, Iñaki da la tarea por concluida. La casa es ahora un cementerio.
El reloj en su muñeca marca la 20:35 pero podrían ser las 3 de la madrugada. La gente marcaba el paso del tiempo con sus rutinas…hoy en día lo hacen ellos y siempre es la hora de la cena. El día comienza y están preparados para desgarrar la piel de los vivos. El día termina y aún siguen allí; con sus ojos vacíos, sus mandíbulas abiertas…<<No, ellos no marcan el tiempo- concluye Iñaki-. Ellos son el tiempo>>.
Allí a oscuras Iñaki escucha como alguien es despedazado por una horda de infectados. Es el sonido de todas las noches. Algún iluso piensa que la oscuridad jugará en su favor y no el de ellos. Se aventura hacia el Buenos Aires muerto en busca de lo que sea y descubre que los infectados no distinguen entre el día y la noche.
Encerrado en esas cuatro paredes Iñaki aprende de los errores de los demás. No hay nada que pueda hacer por esos desafortunados…pero hay algo que ellos pueden enseñarle: que es lo que no debe hacer.
Iñaki se dirige a su habitación, deja caer su cuerpo sobre la cama y se duerme al instante.
De repente, un sonido que proviene dentro del edificio los despierta. El ladrido de un perro. Roco, el perro de los del tercero -un matrimonio, sus dos hijos y Roco-, el pastor alemán. Iñaki no los vio salir en semanas. ¿Tal vez está intentando proteger a sus dueños? O, quizás, ¿Defenderse de ellos?
Un golpe en la puerta que da a la calle hace que Iñaki abra sus párpados de par en par. Golpes enfurecidos descienden una y otra vez sobre la puerta de hierro y cristal. Los ladridos del animal parecen arengarlo.
La mente cansada de Iñaki toma nota y llega a la conclusión de que los infectados se guían por los sonidos.
La ventana de la cocina se encuentra en la fachada del edificio, cinco pisos arriba de la puerta de la entrada, por lo que Iñaki decide ir a la cocina y mirar por la ventana para ver qué es lo que sucede.
Iñaki navega por la casa tratando de no tropezar con ningún objeto. Al entrar a la cocina choca con un haz de luz….el poste de luz al otro lado de la calle se enciende y se apaga, inundándolo todo de amarillo por un segundo para luego desaparecer. Iñaki traga saliva y continúa. Está a tres pasos de la ventana. El ruido no cesa. Dos pasos. Oye un rugido. un paso. oye cristal rompiéndose. Iñaki abre la ventana, se apoya sobre el borde y mira hacia abajo.
El cadáver de un hombre calvo golpea la puerta. La luz artificial se refleja intermitentemente en su cabeza grasosa, mientras el infectado golpea una y otra vez con los puños. Si continua así puede que atraiga a más de ellos. Después de sus enfrentamientos con Buzo negro y José, Iñaki aprendió que la lucha cuerpo a cuerpo es demasiado peligrosa. <<Si tan solo pudiera deshacerme de él desde acá>>.
<<No tengo un arma con la que pueda disparar desde la ventana…además no he disparado un arma de fuego en mi vida>>.
<<Podría bajar hasta la entrada y encargarme de él ahí mismo>>, pero Iñaki descarta la idea tan rápido como se le ocurrió.
<<La gravedad de la situación me supera…gravedad>>.
Gravedad, repite Iñaki mirando el viejo microondas que tiene a su derecha. En ese instante el poste de luz ilumina la sonrisa en el rostro de Iñaki.
Tras desenchufar el aparato, Iñaki lo apoya en el borde de la ventana. El infectado se mueve hacia adelante y hacia atrás con cada golpe pero lo hace en un espacio reducido. Iñaki levanta el electrodoméstico una vez más, extiende sus brazos hacia adelante y apunta al mismo tiempo que una brisa helada golpea su rostro.
Iñaki suelta el microondas. Se hace el silencio. Durante unos pocos segundos Iñaki observa cómo el microondas desciende furioso, a escasos centímetros de la fachada del edificio.
El sonido retorna con un estruendo al impactar el aparato de lleno contra el cráneo del zombie, para luego anunciar con su campanita que la cocción ha terminado.
Tras el incidente con el infectado, Iñaki se dispone a silenciar al perro. El animal se ha callado de repente. Aun así, es solo cuestión de tiempo hasta que atraiga a una legión de cadáveres hasta la puerta de su refugio….
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