Apocalypse - 12
El ascensor desciende y le brinda a Iñaki la oportunidad de oír los latidos de su corazón. El espejo a su derecha ofrece una imagen que no está dispuesto a ver. Iñaki cierra los ojos y siente el cuerpo tembloroso de Sofia en sus costillas.
Un pequeño sobresalto los vuelve a abrir. La puerta empieza a abrirse. Rugidos.
Iñaki no lo piensa dos veces. Sale disparado en la dirección de la puerta que da a la calle. Detrás de él resuena el himno de la muerte. Con Roco a sus talones agarra la manija de la puerta y, sintiendo unos dedos sobre su hombro, tira hacia adentro. Iñaki da un portazo tras de sí y un gemido infernal acompañado de un par de manos se estrellan contra el otro lado de la puerta.
El aire acaricia el rostro sudado de Iñaki. Los cristales de la puerta comienzan a romperse golpeados por sus difuntos vecinos. Cada cristal resquebrajado es una puñalada.
Iñaki corre hasta la calle mientras cada músculo de su cuerpo grita con agonía. El sudor le nubla la vista. Entonces la luz del sol -aquella que había eludido por tanto tiempo- quema su piel y lo relaja. Las uñas de Sofia clavadas en su espalda y los ladridos de Roco se tornan estímulos lejanos. Ahí, con la luz cegándolo, Iñaki se rinde.
Iñaki se sienta en la vereda y respira el aire diurno. Ya puede oír sus pasos detrás de él; la puerta ha cedido y los muertos vienen a reclamarlo.
Iñaki abraza fuertemente a Sofia y mira a Roco con una sonrisa en el rostro. <<Valentina>>, piensa Iñaki a medida que cierra los ojos.
Iñaki siente las vibraciones de sus pisadas y sus gemidos enmudeciendo todo. Relaja sus músculos. <<Ya es hora- escucha decir a una voz en su mente-, ya es hora>>.
-Ya lo sé- susurra Iñaki-, todo va a estar bien.
Pero de pronto un grito agudo rasga el aire, se adentra por los oídos de Iñaki y rompe su estado de ensueño.
Iñaki abre los ojos y se encuentra con Sofia zarandeándose y gritando en sus brazos. Iñaki mira atrás con resignación y ve una decena de rostros hambrientos. Con resignación se pone de pie. No hay más fuerzas en él. Roco lo mira con la lengua afuera.
En ese instante lo oye por encima de los gemidos; el motor de un coche. Iñaki lo busca con sus ojos. Ahí está, un vehículo rojo a una calle de distancia. Iñaki da un paso, sus tendones arden con el esfuerzo.
– ¡No puedo más! – grita Iñaki avanzando con lágrimas en los ojos.
Roco lo sigue igual de agotado. Sofia le clava aún más sus uñas diminutas.
Iñaki aumenta el ritmo y el conductor acelera. Los muertos siguen detrás de él. Los más lentos van quedando atrás mientras los más rápidos rugen y acortan la distancia.
– ¡Más rápido! – Iñaki arenga al conductor.
Es una carrera por la vida. El coche llega entonces acompañado por una ráfaga de viento. La puerta del copiloto se abre.
– ¡Entra!
Iñaki lanza a Sofia dentro del coche, agarra a Roco por el collar y salta dentro del vehículo. Cierra la puerta. El coche arranca. Iñaki cierra los ojos y abandona su cuerpo.
– ¡Estuvo cerca! – Iñaki cree oír a lo lejos-. Soy Mike.
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