Apocalypse - 14
Mike camina hasta una puerta de acero reforzado y saca una llave de su bolsillo.
– ¿No hay garaje? – pregunta Iñaki mientras intenta cubrir a Sofia de la lluvia.
-Ahora verás- responde pronunciando ligeramente las erres.
Entonces lo ve. Detrás de la puerta se alza un paisaje de coches, chatarra, muebles y escombros que se fusionan en una especie de barricada. A su izquierda un bloque gris forma una de las <<patas>> de la “U” urbanística, a su derecha la otra y enfrente de él está el edificio que forma la base.
El camino que conduce a la pileta está despejado en una línea recta. Esta continua hasta dar con la puerta del bloque central. A los costados el paso está bloqueado por la “barricada”. La única forma de entrar es a través de la pileta.
Mientras Iñaki se empapa bajo la lluvia, y sin dejar de tiritar por el frío que le llega hasta los huesos, Mike lo mira con una semi sonrisa.
-Hora de nadar.
Las gotas de lluvia impactan contra la barricada alrededor de la pileta componiendo una sinfonía macabra. El cuerpo de Sofia es una roca fría entre los brazos de Iñaki. Roco no se despega de sus talones.
Aun con el frío y el cansancio Iñaki disfruta del momento. La lluvia lo baña por dentro y por fuera. No recuerda cuándo fue la última vez que se ducho; la mugre se había convertido en parte de él.
Iñaki cubre los 50 metros que separan la puerta de la pileta y se detiene frente a ella. Mike se cubre el rostro y mira de Sofia a Iñaki repetidamente.
– ¡Baja a la niña y agarra su mano derecha! – le grita a Iñaki bajo la lluvia.
Iñaki pone a Sofia en el suelo y agarra su mano, Mike agarra la otra y -sin esperar un segundo- comienza a correr…
El sonido se extingue cuando desaparecen bajo el agua. Mike comienza a patalear y nadar con su mano libre. Iñaki lo imita. En ese momento Iñaki mira sobre su hombro y se encuentra con el hocico de Roco que avanza a la par.
Tras llegar al otro extremo, Iñaki sale de la pileta con todos los miembros entumecidos. Una vez fuera Sofia empieza a toser.
Iñaki está a punto de hablar cuando escucha a Mike. No entiende lo que dice, pero sabe que no se dirige a él. Iñaki voltea en la dirección en la que habla Mike, pero no ve nada. La lluvia oculta todo, apenas puede distinguir el edificio que tiene delante.
Iñaki frunce el ceño y logra distinguir a un hombre vistiendo un abrigo negro. Se aproxima a paso lento.
– ¡Encontré personas! – dice Mike.
– ¿Cuántos? – Iñaki escucha una voz masculina en el viento.
– ¡Dos…tres!- corrige al instante.
– ¿Sanos?- cada vez está más cerca.
-Si.
El hombre se detiene a 15 metros de Iñaki. Puede sentir su mirada.
De repente, se da la vuelta y les indica con la mano que lo sigan.
-Vamos- dice Mike cruzándose de brazos con la intención de cubrirse del frío.
– ¿A dónde vamos? – pregunta Iñaki.
-Vamos a ver a los otros.
– ¿Cuántos son?
-Cinco.
Cada escalón arde en los muslos de Iñaki. Sofia en sus brazos mira a un punto fijo sin pestañear. Roco tras de él, mueve las orejas con cada paso. Una luz ilumina los escalones superiores, escucha voces.
-Es aquí- anuncia Mike tras llegar al primer piso.
Una puerta se abre y de pronto una luz proveniente de dentro ilumina los pies de Iñaki.
-Bienvenidos.
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