Apocalypse - 23
-Empecemos por electrónica, no queremos quedarnos sin pilas para las linternas- Dice Iñaki.
Los pasos de Iñaki levantan partículas de polvo que la linterna ilumina a sus pies. Después de unos segundos encuentra el pasillo que busca y se adentra en él. Mike lo sigue detrás.
-Tengo las pilas- dice Mike de pronto.
-Ok- responde Iñaki mientras agarra dos linternas mas por si hiciesen falta.
-Volvamos.
-Vamos para la farmacia ahora.
-Ok.
Iñaki y Mike navegan por los pasillos como dos sombras más. La linterna y el hacha ya son parte de los huesos de la mano de Iñaki.
– ¿Escuchaste algo? – pregunta Mike a la espalda de Iñaki.
Iñaki se detiene y mira en todas las direcciones.
-No, ¿vos?
-Olvídalo.
-Ok.
Iñaki sigue la dirección de la flecha como si fuera el único camino posible.
-Es acá.
-What?
-Acá- Repite Iñaki mientras alumbra una hilera de complementos vitamínicos.
Mike asiente y tras unos segundos comienza a guardar antibióticos en sus bolsillos.
-Voy a buscar las gasas y el alcohol- dice Iñaki.
El haz de luz guía los pies de Iñaki y continúa adentrándose en el pasillo. El sonido que emite Mike al guardar los medicamentos lo exaspera. Otro paso más. La linterna ilumina una bota. Iñaki lleva zapatillas.
Iñaki flexiona las rodillas y se prepara para el ataque. El haz de luz sigue subiendo y encuentra el final de la bota, pero no el principio de una pierna. Es solo eso; una bota.
– ¿Iñaki?
Iñaki se da la vuelta.
– ¿Todo ok?
Iñaki asiente.
– ¿Gasas y alcohol?
Iñaki ilumina la estantería a su derecha.
-Acá están- dice Iñaki mientras llena la mochila-. Vamos.
Iñaki le echa un ultimo vistazo a la bota y se reúne con Mike.
– ¿Dónde buscamos ahora?
-Vayamos al apartado de mascotas, es el más cercano.
-Buena idea, vamos.
Iñaki sigue la dirección de la flecha y se adentra en el laberinto de productos. El viento sopla fuera e Iñaki oye los restos de vidrio de la entrada esparciéndose.
-Creo que es acá.
Mike se detiene y gira a la izquierda en un pasillo. Iñaki lo sigue. Iñaki siente los expositores a sus costados, pero sus ojos no distinguen los productos.
Mike ilumina la estantería y agarra la bolsa con mas kilos y con la foto del perro más feliz.
-Vamos.
Se dan la vuelta y ahora es Iñaki quien guía el camino. La bolsa de pienso cruje en los brazos del gringo. Iñaki se detiene. << ¿Eso fue un gemido?>>
– ¿Escuchaste algo?
-No.
-Ok, vamos.
Llegan a las cajas de nuevo y Mike deposita la bolsa en el carrito mientras Iñaki actúa de campana. La linterna de Iñaki perturba la oscuridad en todas las direcciones.
-Bien, ¿Qué buscamos ahora?
-Creo que va a ser mejor que busquemos separados, vamos a ir mas rápido-. Dice Iñaki-. Yo voy por la comida y la bebida, vos busca lo que necesitamos en el apartado de limpieza.
-Ok.
Tras unos minutos Mike e Iñaki vuelven a encontrarse en las cajas depositando en el carrito el resto del botín.
Iñaki mira la lista de cosas que necesitaban.
-Esta todo- dice Iñaki iluminando el carro.
Mike pasea su linterna entre los víveres y asiente.
-Ok, vamos.
Iñaki empuja el carro hacia adelante, las ruedas chirrían.
CRIIC Un eco se expande a su alrededor y muere al final de la tienda. Iñaki se congela. Mike lo mira igual de inmóvil. << ¿Eso fue un gruñido?>>
Los segundos pasan y ningún sonido vuelve a vibrar en el aire.
-Ok, sigamos.
Iñaki mueve el carro un poco más rápido y el sonido desaparece. Mike camina por delante, su luz busca la puerta de salida. Los ojos de Iñaki vuelven al carro. Ve una pequeña abertura en la parte de atrás. Una lata de comida rueda en su dirección…
Iñaki estira la mano. Intenta agarrar la lata. Sus dedos rozan el metal. El recipiente cae y rueda por el suelo. Otra lata mas cae por el hueco. Iñaki lo tapa.
Iñaki oye las dos latas rodando, alejándose de él.
CLAC CLAC CLAC Suena como si estuvieran cayendo por una escalera. Mike ilumina en dicha dirección. Una <<E>> azul de estacionamiento brilla en la tienda. Las latas siguen descendiendo.
…Se detienen. Silencio. Iñaki agudiza el oído y mira las escaleras que conducen al estacionamiento subterráneo del supermercado.
Un gemido infernal asciende por los escalones. Y luego otro y otro y otro…La tienda se llena de lamentos moribundos. Se oyen cientos de pasos subiendo desde el inframundo. Gruñidos rasgan el aire nocturno. La escalera vomita su olor a muerte.
Iñaki mira del carro a Mike y de Mike a la salida. La primera cabeza asoma por los escalones. El ejército de cadáveres ha llegado.
– ¡Iñaki!
Cuatro zombis, cual jinetes del apocalipsis, aparecen entonces arrastrando sus pies en la puerta de salida.
Iñaki mira a Mike y a la oscuridad de la tienda. El gringo asiente y se adentran en las penumbras.
Los gruñidos no permiten a Iñaki oír sus pensamientos. El suelo vibra y el aire se vuelve pesado. Las linternas disparan figuras en todas direcciones. Iñaki siente una mano tirando de su buzo verde. Mike continúa avanzando.
Iñaki se da la vuelta, alza el hacha y golpea…la mano de Iñaki se entumece…algo salpica su rostro…la mano lo suelta.
– ¡Mike!
– ¡Acá!
La linterna de Mike brilla sobre una estantería a su izquierda. La linterna de Iñaki yace en el suelo destruida. A su derecha tiene un mueble más cerca para trepar.
– ¡Iñaki! – la voz de Mike apenas se escucha sobre el himno de los muertos.
Un aliento cálido congela la piel de Iñaki. Asegura el hacha en su cinturón y trepa el mueble. Decenas de productos caen tras de él. Iñaki mira hacia abajo. Un océano de ojos blancos oculta el suelo.
– ¡Mike!
El haz de luz oscila e Iñaki encuentra a su amigo sobre el expositor enfrente de él. Un mar de tiburones hambrientos los separa. El mueble se mece bajo los pies de Iñaki. El movimiento de Mike confirma que esta en la misma situación.
De la oscuridad nacen cientos de manos. Iñaki mira a Mike. Mike lo mira a él. Los gruñidos siguen aumentando.
– ¿¡Y ahora que hacemos!?
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