Apocalypse - 26

Iñaki desciende por las escaleras y con cada paso siente los ojos de Mike sobre su espalda. Roco, por su parte, baja con su lengua fuera.

Cuando Iñaki entra al departamento de Eduardo Sofia alza la mirada y lo saluda con la mano. Iñaki la imita sonriente. Roco se acerca a la niña, le lame una pierna y se acuesta junto a su silla.

-Buenos días.

-Buenos días- responde María.

Mike se sienta en la mesa e Iñaki intuye su imagen y la de Martina repitiéndose en su cabeza. Eduardo contempla un mapa en la mesa.

– ¿Ya estamos todos? – pregunta Eduardo.

-Falta Martina- la figura de Victorio con una taza en la mano sale de la cocina-, pero podemos empezar.

-Muy bien, esta es la iglesia- Eduardo señala un punto en el mapa- y acá estamos nosotros.

-Son unas 10 calles- acota Victorio.

-11 exactamente. La zona esta rodeada por urbanizaciones como esta en su mayoría.

– ¿Pero?

-Pero a un kilometro y medio de ahí, como bien saben, hay un centro comercial.

– ¿Y no estás seguro de si el padre…?

-Manuel.

– ¿El padre Manuel estará ahí o si siquiera tienen provisiones?

-No.

– ¿Vos qué opinas?

La pregunta de Victorio agarra a Iñaki desprevenido.

– ¿Qué otra opción tenemos? – responde Iñaki.

-Exactamente- acota Mike.

Eduardo asiente y Victorio se resigna.

-Si no hubieran fallado en el supermercado no estaríamos en esta situación ahora. En fin, ¿pensas ir vos Eduardo?

-Si, soy el que mejor conoce la zona.

-Ok, Mike, vos te quedas conmigo. Iñaki, vas a ir con Eduardo. Quédate con la pistola.

– ¿Tenes más balas?

-No.

-Genial…

-Agarren todo lo que les haga falta, salen ahora.

– ¿Para qué esperar? – pregunta Eduardo retóricamente y dobla el mapa.

-Ok, cualquier cosa estoy arriba. Por cierto- dice dándose la vuelta-, ¿alguno vio a Martina?

-No, no la vi- Responde Iñaki.

-Ok, no tiene importancia. Buena suerte y no fallen esta vez.

Victorio abandona el departamento y Eduardo menea la cabeza.

-Da igual…

– ¿Eh?

-Si obedecemos o no da igual. El no ira y alguien tiene que ir. En fin, hora de prepararnos. Acompáñame.

– ¿Todavía tenes el hacha que te dio Mike?

-Si.

-Ok. Mike, ¿podes darme la tuya?

-Podría ir con ustedes.

-Puede que te parezca extraño, pero estoy de acuerdo con Victorio, creo que es mejor que te quedes acá.

-Ok, conta con mi hacha.

– ¿A ninguno de los dos les quedan balas?

-No- responde Mike.

-A mí me queda una.

-ok, toma este cuchillo de caza. Viene con cinturón. A ver… una mochila para cada uno…armas…linternas… Ok, ¿estas listo?

-Estoy listo, vamos.