Apocalypse - 29
-Ella no parece opinar lo mismo- responde Iñaki.
-Ah, ¿Qué pasa? ¿es acaso tu mujer?
-Ella será lo que quiera ser, como yo.
Victorio está en una montaña rusa de emociones.
-Yo la salve, le ofrecí un lugar seguro, la cuidé, la protegí, yo…
-Sonas mas a un buen samaritano que a una pareja.
-Vos no sabes…
-No, hay muchas cosas que no se, solo se lo que te dije. Y para mi es suficiente.
-Y yo ya te di mi respuesta; Martina no se mueve de acá hasta que me lo pida personalmente.
-Martina se va a ir a vivir sola…
-Ah, ¿sí?
-Si.
– ¿Cómo exactamente?
-Va a agarrar todas sus cosas y yo se las voy a llevar hasta su nuevo departamento.
-No sabes lo que estás haciendo.
-Si te interpones, si le levantas la mano…
Victorio esquiva a Iñaki, camina hasta la puerta, la abre y lo mira desafiante.
-Esto no termino.
-Si, ya termino. Adiós.
BAM <<Hijo de puta>> se puede oír a ambos lados de la puerta.
-Y, ¿Qué te dijo?
Martina aparece en las escaleras.
-No importa lo que dijo, vos te vas a ir a vivir sola.
-No quiero causar problemas.
Iñaki agarra su mano y la mira fijamente.
-Victorio es sinónimo de problemas. No te preocupes, yo te voy a ayudar a mudarte.
-Gracias, Iñaki- el tacto de Martina le recuerda a sus labios.
La puerta se abre de repente e ilumina la escalera.
– ¿Martina?
-Estoy acá.
Victorio mira de la mujer a Iñaki.
– ¿Es cierto lo que me dijo?
-Si.
– ¿Podemos hablarlo al menos?
Martina mira a Iñaki, asiente y le suelta la mano.
-Si, Victorio, hablemos.
-Martina…
-Esta bien, tranquilo. Si te necesito te aviso.
Iñaki acepta a regañadientes y la figura de Martina desaparece tras la puerta de Victorio.
A la luz de una vela…
– ¿Por qué sonaba esa música? – pregunta Sofia mientras Iñaki le pone el pijama.
Iñaki se detiene, frunce el ceño, considera la pregunta y responde.
-Porque un musico estaba tocando el órgano.
– ¿Qué es un órgano? – pregunta desinteresada.
-Un instrumento musical.
– ¿Cómo una guitarra?
-Eso es.
– ¿Por qué dejo de tocar el órgano?
-No se…
La niña lo mira, mira al techo y luego sus pies.
– ¿Por qué no sabes?
-No se porque no se- responde Iñaki entre risas.
Sofia intenta preguntar una vez más << ¿Por qué? >> pero el bucle se volvió tan complejo que no consigue formular la pregunta.
-Bueno.
Iñaki ríe. Le da un beso en la frente.
– ¿Cómo te trata maría?
-Muy bien.
– ¡¿Lista para dormir?!
– ¿Vos no me vas a dejar solita?
– ¡No, Sofia, no te voy a dejar sola! – dice Iñaki mientras la abraza.
-Mama me dejo solita.
Iñaki busca palabras en su mente, pero todas están ahogadas bajo la marea de emociones.
– ¿Héctor? – pregunta Sofia elevando sus ojos.
– ¿Héctor?
-Mi hermanito.
-Esta con mama…
– ¿Podemos visitarlos?
– Algún día, Sofia, algún día.
– ¡Algún día!
La niña apoya la cabeza sobre la almohada y, con una sonrisa en los labios, cierra los ojos.
– ¿Cómo estás? – Mike se asoma a la habitación.
-Vivo.
Su amigo ríe, permanece un segundo en silencio y luego pregunta:
– ¿Crees que la música nos traerá problemas, que habrá mas infectados en la zona?
-Es probable…
-Tendremos que estar preparados.
-En esta mierda de mundo siempre tenes que estar preparado- responde Iñaki incrédulo.
– True. Y ¿Qué tal estuvo Eduardo? -pregunta entre risas- ¿mejor compañero de aventuras que yo?
– ¡Mucho mejor que vos, maldito gringo! – responde Iñaki también entre risas.
Mike le ofrece gentilmente un gesto obsceno e Iñaki le ofrece una reverencia.
-Bueno, ahora si que me voy a dormir.
Mike le da la mano fingiendo cara de enfadado.
-Anda a dormir con Eduardo si lo preferís.
-Mañana mismo me mudo.
Mike ríe.
-Buenas noches, bastardo.
-Buenas noches, maldito gringo.
Iñaki cierra la puerta y se encuentra una vez mas con sus pensamientos. Camina hasta el cuadro del castillo y lo contempla en busca de respuestas. El castillo se erige fuerte y orgulloso sobre el mar, pero este último fluye flexible adaptándose a todo. La luna, lejana, es indiferente a todo. Y por la mente de Iñaki transitan Roco, Sofia, Eduardo, Victorio, Martina, María, Mike y Valentina.
El nombre de Valentina se mezcla con el de Martina y lo deja aturdido, mareado y sintiéndose culpable.
-Valentina- le habla a la nada. La música de la iglesia insiste en quitarle el sueño. Las palabras del padre Manuel laten en su cerebro. Inhala, pone la mano sobre la figura de la luna y se pregunta << ¿Qué traerá la mañana? >>
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