Asoid (Novela Ligera) - 03
Capítulo 3
Después de cinco años y medio de la llegada de Senoch, Rick estaba a punto de llegar al cuarto piso de la torre central, la ansiedad por alcanzar el nuevo nivel era inmensa, él sabía que el tercer piso era un cuello de botella y que al superarlo el camino hasta el sexto sería extremadamente sencillo.
La sabiduría que había estado absorbiendo le funcionaría para crear una de las píldoras de más baja calidad «Descanso elemental» la misma sirve para cuando un alma está exhausta de cultivar y pueda seguir haciéndolo sin necesidad de tomar descansos, simple pero efectiva para las almas de bajo nivel; los materiales para crear la píldora costaban alrededor de tres tokens, claro está que no lo logró al primer intento y por supuesto Rick no tenía el poder adquisitivo necesario para lograr tal hazaña. Senoch sabía todo esto y lo necesaria que era la píldora para su maestro, así que no lo pensó ni un segundo para ofrecerle parte de sus tokens.
Se podía escuchar un chasquido que provenía de la mano del discípulo – aquí tienes maestro, toma tres tokens para que puedas seguir cultivando sin problemas – decía el pequeño mirando al adolescente con lágrimas en los ojos siendo esta la quinta vez que lo repetía; dentro del Reino la única forma de tomar los tokens de otra alma es si el alma en cuestión está dispuesta a regalar a voluntad dichos objetos. Diariamente se podía observar en las diferentes montañas al igual que a las afuera de la torre central las peleas que causaban los tokens. Grupos del tercer piso acabando con las esperanzas de aquellos en los pisos más bajos. Está era una de las razones por la cual las almas recién nacidas tardaban tanto en escalar la torre central.
Para escalar la torre central era necesario poseer sabiduría de alguna de las facciones, cada piso se prueba a través de desafíos, ellos varían entre creación de venenos, píldoras, artefactos, encantamientos o protección elemental.
El primer piso era solo cuestión de voluntad, si podías pasar tres meses dentro de la torre central ya serías candidato para el segundo piso; la edificación posee voluntad propia, la cual fue dejada por Ella, la misma puede causar que cualquier alma que no sea los suficientemente fuerte vomité sus entrañas y sea forzada a crear o comprar píldoras de descanso elemental.
Al paso de un par de años Senoch ya era capaz de crear píldoras bajo la tutela de Rick – Recuerda pequeño, primero junta el alma elemental de la bestia y luego utiliza la piel para cubrirla – se podía escuchar las lecciones de un maestro a su alumno, claro está, como Senoch no había alcanzado el segundo piso aun, el costo de sus píldoras era más elevado, las demás almas se aprovechaban de él y aumentaban el precio de cada insumo. Esto era que llevaba molestándolo por meses. El pequeño estaba cansándose de estar estancado en el primer piso, le parecía imposible aguantar más de siquiera tres días dentro de la torre central y se preguntaba para sí mismo – ¿Cómo diablos mi maestro está a punto de alcanzar el cuarto nivel? – solo se podía observar admiración y respeto por parte del discípulo.
Senoch llegó a la conclusión que la única forma de obtener respeto seria a través de su maestro – Si tan solo mi maestro llegase al cuarto piso todo se desarrollaría diferente en el mercado – con el ceño fruncido y muy molesto se dirige dónde estaba un joven sentado de piernas cruzadas junto a la montada de la facción de los Dioses.
El joven levanta una ceja sin siquiera abrir los ojos – Sabes que detesto esa actitud – termina de exhalar de manera brusca para que el pequeño entienda y piensa para sí mismo – Solo tengo que aguantar un poco más – mientras una sonrisa se dibuja en su rostro.
Rick abre los ojos de inmediato al ver que el chico quería salir corriendo y grita – ¡Detente ahí! – estira la mano en dirección al pequeño y una bola de aire lo golpea fuertemente – No sé qué pretendes pequeño, pero no arruinaras mis planes después de casi ocho años – se podía observar la desesperación en sus ojos, era la misma sensación de cuando tienes un millón de dólares en tu posesión y de repente lo perdieses de un segundo a otro.
El pequeño muy asustado – Discúlpeme maestro, aquí tiene – y arroja cien tokens en dirección a su maestro. Este mismo escenario se había estado repitiendo los últimos ocho años, cada vez que Senoch hacia algo que Rick consideraba “mal” este lo golpeaba, maltrataba o torturaba hasta que la víctima arrojara una cantidad mínima de tokens; después de los años se volvió normal para Senoch y Rick disfrutaba a placer el tener Tokens gratis cada vez que le plazca.
El joven disfrazaba el maltrato y la tortura con regalos, cada vez que lograba obtener cien o doscientos tokens de Senoch, este le regalaba una píldora de descanso elemental lo cual emocionaba al pequeño de manera descomunal, era como cuando un cachorro ve a su dueño cuando regresa a casa.
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