Asoid (Novela Ligera) - 04
Cincuenta años desde la llegada de las nuevas almas y Senoch aún se encuentra en el primer piso, después de lo sucedido con Rick quedo estupefacto sentado en el mismo lugar por treinta años, el tiempo se diluyó para el chico, solo vagaba por su mente en silencio una y otra vez, sentía como poco a poco escalaba la montaña; cada vez que daba un paso hacia la cima, su sabiduría con respecto a la facción de los Dioses aumentaba.
Por otra parte, Rick avanzó a pasos agigantados dentro de la torre central, de un momento a otro consiguió más de cinco mil tokens y los usó de un tirón. Esto le permitió alcanzar el piso ocho en tan solo unos meses; no existía ningún registro de alguien avanzando tan rápido a través de los pisos medios; llamando la atención de algunos oficiales de la sub-facción de los dioses.
Cuando Senoch retoma la conciencia por primera vez desde hacía mucho tiempo se pudo percatar que no sentía la presencia del timador Rick, cada vez que lo recordaba sentía que se quería matar – cómo pude ser tan inocente – repetía una y otra vez en su cabeza como un mantra. Se pone de pie y con mirada fija en la montaña fantasmal – Así que nadie ha obtenido la sabiduría de las cuatro facciones – respirando hondo se dispuso a caminar en esa dirección.
El camino era tranquilo y pacífico, al llegar a la base de la montaña se podía observar un puente que atravesaba un río. El calmado, como si estuviera durmiendo – Tengo que hacerlo – apretando los puños el chico se dispone a caminar para a travesar el puente, luego de unos metros de caminata una neblina comienza a tragarse el puente, más que neblina podía identificarse como miasma; la sustancia que emitía dicho aire era la misma montaña, era como si te juzgará al pasar. Muchas almas comentan que nadie elige la facción fantasmal, la facción fantasmal te elige a ti.
Paso un año entero antes que Senoch logrará escapar de la neblina – ¡Que perdona de tiempo! – gritaba para sí mismo. La venganza era casi palpable en sus ojos; corriendo a toda velocidad con un objetivo fijo – Quizás no pueda obtener la sabiduría fantasmal, pero… La montaña de los cazadores es otra historia – el recorrido de una montaña a otra era de alrededor de tres meses, para aquellas almas superiores al séptimo piso la distancia se acortaba a menos de tres semanas, claro está, ellos podían volar.
Senoch absorbía tokens cada diez días, de esa manera podía reponer toda la energía gastada en la carrera contra el reloj. Él decidió que la próxima ve absorbería sesenta tokens de una sola vez para incrementar su nivel de desarrollo; fue allí cuando un grupo de cazadores lo encontraron.
Todos sonrieron con las caras perversas, eran un grupo de cuatro almas que regresaban de cazar bestias elementales sin éxito – Vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí? – decía el líder del grupo que vestía una túnica roja, su mirada se movía de arriba abajo analizando al pequeño – No lo puedo creer jefe… Ella está de nuestro lado – decía uno de los secuaces mientras reía a carcajadas. Las otras dos almas que acompañaban al grupo de cazadores tomaron por los brazos a Senoch y comenzaron a darle una paliza sin descanso, cuatro contra un chico indefenso. Todos ellos pertenecían al piso cuatro de la torre central; dentro de Ronwben existe una regla, todas las almas pueden saber en qué piso se encuentra otra alma si y solo si es inferior al tercero, lo que quiere decir que después del cuarto nivel la precaución debe ser tu segundo nombre.
Era extremadamente común que las almas superiores abusaran de almas inferiores, era el día a día del Reino. Nada nuevo, nada especial, la ley de la jungla en su máxima expresión – Son quince tokens para cada uno – vociferaba uno de los secuaces mientras el chico pequeño yacía en el piso agonizando – Les dije que hoy era el día – terminaba de marcharse el líder, pero no antes de conectar una patada que casi decapita a Senoch.
Cincuenta años desde la llegada de las nuevas almas y Senoch aún se encuentra en el primer piso, después de lo sucedido con Rick quedo estupefacto sentado en el mismo lugar por treinta años, el tiempo se diluyó para el chico, solo vagaba por su mente en silencio una y otra vez, sentía como poco a poco escalaba la montaña; cada vez que daba un paso hacia la cima, su sabiduría con respecto a la facción de los Dioses aumentaba.
Por otra parte, Rick avanzó a pasos agigantados dentro de la torre central, de un momento a otro consiguió más de cinco mil tokens y los usó de un tirón. Esto le permitió alcanzar el piso ocho en tan solo unos meses; no existía ningún registro de alguien avanzando tan rápido a través de los pisos medios; llamando la atención…
Pasaron semanas antes de que Senoch pudiese producir la energía necesaria para sacar de su collar Interespacial una píldora de descanso elemental, el chico la miró detenidamente para luego apretarla y destruirla, la medicina había Sido elaborada por Rick a quien odiaba con todo su ser, él había Sido el responsable que se estancara por más de cincuenta años en el primer piso de la torre central, jamás aceptaría nada que venga de él nuevamente y no importaba si su vida dependiese de ello; mientras veía caer el polvo elemental sus ojos se iluminaron, reviso mentalmente cuántos ingredientes poseía y luego de las matemáticas calculó que tenía para casi dos píldoras – si tan solo tuviese la piel de una bestia elemental podría producir un segundo intento – muy frustrado por su suerte y casi llorando de la rabia se dispuso a comenzar con el proceso de la creación de la píldora elemental.
Antes de iniciar con el proceso, el primer paso se basa en contemplar mentalmente el diseño de la píldora, luego el uso que tendrá de la misma; si se posee sabiduría de los dioses Ella te concede el permiso para crear la píldora, también depende los ingredientes que tengas a mano. No existe una fórmula única para una píldora, depende del practicante llevarla a cabo.
Luego de procesar mentalmente la forma y el uso de la píldora, Senoch decidió tomar el camino fácil – Solo tengo una oportunidad, necesito una píldora de descanso elemental – termino todo con unos gestos de manos cuando un humo de color gris aparecía ante sus ojos y una sensación de desesperación invadía al chico.
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