Asoid (Novela Ligera) - 07
El tiempo que paso Senoch en Tibesa fue algo que cambio su perspectiva, la vida y la muerte eran situaciones comunes para el pequeño, los primeros años vio como cientos de almas perdían la vida peleando contra las bestias elementales; grupos que no estaban bien equipados para la caza o sencillamente era su destino el volverse energía para las bestias.
El pequeño sabía que no tenia manera de comunicarse con la ciudad ni el mercado, de esta manera comenzó a tomar las pertenencias dentro de los collares Interespaciales de los fallecidos. Fue entonces cuando su nivel comenzó a subir de manera descomunal, la cantidad de tokens que conseguía de esta manera era algo inesperado para el chico; percatándose de lo que sucedía y de las ganancias que podía obtener comenzó a idear diferentes escenarios.
En los años que Senoch estuvo escondido en lo profundo del bosque de las bestias se anuncio mediante los oficiales de la torre central que estaba prohibido para todas aquellas almas inferiores al piso seis poner un pie en Tibesa. La fatalidad había aumentado inmensamente en cuestión de unos años.
A partir del quinto año invertido en Tibesa, Senoch se había vuelto un Experto de la facción fantasmal, podía desvanecer su presencia a voluntad por un periodo corto de tiempo, algo que podía impresionar a los lideres de las sub-facciones de haberlo visto con sus propios ojos. El chico estaba desesperado por un alma de bestia elemental. Algo que frustraba al chico era el estar rodeado por cientos de bestias y no poder hacer nada.
Un día, en los primeros años de aislamiento en el bosque de las bestias, Senoch estaba meditando y ganando sabiduría cuando de la nada un grupo de alrededor de seis personas se acercaban, estaban asechando una bestia de una estrella.
La lucha fue feroz, la bestia mitad jabalí mitad cebra atacaba una y otra vez al grupo. La defensa era fuerte, dos chicas, las cuales a parte de ser poseedoras de la sabiduría de los fantasmas eran gemelas y se encargaban de aguantar los golpes de la bestia, detrás de ellas se encontraban un chico y una chica realizando hechizos para aliviar el dolor, más atrás se encontraba un anciano con un poder extraño, Senoch lo observaba detenidamente mientras el hombre generaba una esfera de aire con una estrella brillante en el medio que seguía la corriente de la esfera, aprovechando la inercia del giro, el anciano imbuye la esfera de aire dentro de una flecha que a su vez es arrojada a una mujer que estaba trepada en la copa de uno de los árboles, prepara su arco y libera la flecha.
Un sonido que corta el viento y un estruendo al conectar con su objetivo hacen que la bestia jabalí-cebra caiga agonizando; la chica baja del árbol – No puedo creer que casi los vencieran… ¡Patético! – termina de decir riendo.
El anciano muy cansado tambaleando, sé sostiene del tronco de un árbol para no caerse, lo que el hombre acababa de hacer era un encantamiento instantáneo de un artefacto elemental, solo aquellas almas superiores al octavo piso podían darse el lujo de hacer algo como eso.
Tropezando al hombre, la chica le grita – ¡Quítate de mi camino viejo asqueroso! – seguido de un empujón que lleva al anciano al suelo con la respiración sumamente agitada – estoy en ascenso, renací con la suerte y el destino que Ella me dió – la chica quien poseía sabiduría de los cazadores comenzó a extraer el alma de la bestia elemental, al terminar, voltea en dirección a su grupo – Ya saben qué hacer con el anciano ¡Córtenle las manos! – riendo, se va saltando de un lado al otro a una velocidad impresionante.
El resto del grupo dirige su mirada al anciano que yacía en el suelo – Nada personal viejo, ya sabes que a la jefa no le gusta que la toquen – decían las chicas mientras se sonaban los nudillos – Al menos te quiere con vida – se reía la otra.
El anciano muy asustado y casi sin poder recobrar el aliento – Sabía que no debía venir a esta estúpida misión – su expresión era de pánico, sabía que era su fin, un Demonio sin sus manos no es capaz de encantar artefactos, un destino peor que la muerte.
Senoch muy sorprendido al ver todo lo ocurrido, toma un momento para analizar que fue lo que paso y porque el anciano acababa de perder las manos – ¿Por qué? – balbuceando palabras que no tenían sentido – ¿Por qué lo castigaron si eran amigos? – Lleno de furia, recuerdos de su antiguo maestro lo invaden. El anciano se encontraba en el suelo sollozando, viendo como sus antebrazos ya no estaban conectados a sus muñecas; un rugido de una bestia elemental se escuchaba a lo lejos y poco a poco se iba acercando a la posición del hombre moribundo.
Pasos de la bestia mitad oso mitad león con el tatuaje de cuatro estrellas en su cuerpo se escuchaban. El anciano sabía que este era su fin, cerrando sus ojos toma una respiración profunda y al exhalar su mirada se encuentra con un chico de no mas de doce años con una cicatriz en el rostro, era como si una especie de oso le hubiese rasgado la cara – ¡Vete! Vete aquí pequeño, vas a morir si te quedas – el chico soltó una leve sonrisa imperceptible para el anciano, cerrando los ojos respiró profundo y se sentó de rodillas junto a su cuerpo. La bestia corría en dirección a sus presas, ¡era el momento de comer!
Senoch abre los ojos cuando la bestia estaba a tan solo unos diez metros de ellos, liberó un miasma que cubría un radio lo suficientemente amplio para las dos almas presentes; la bestia oso-león gruñía y rugía en tono de desesperación, estaba viviendo la misma pesadilla de hacía uno años.
El chico se giro para ver al anciano, con un gesto de manos encapsulo las extremidades amputadas – Me gustaría conocer que fue eso que hiciste antes con la flecha – arrastro al viejo hasta el cadáver de la bestia que había sido asesinada por la cazadora – Oye viejo, tienes alguna alma elemental que pueda usar para curar tus heridas – decía el chico mientras comenzaba a guardar los huesos de la bestia.
El anciano estupefacto por lo que había ocurrido hacía unos momentos no encontraba forma de expresarse, no le quedó mas que utilizar su voluntad para abrir su collar Interespacial y otorgarle el alma al pequeño.
Senoch comienza a utilizar el alma elemental, la mezcla con gestos de mana, uno tras otros, agrega el polvo de hueso que acababa de adquirir y una esfera de aire se forma delante de él – ¡Humo rojo! – gritaba el anciano mientras temblaba.
Una expresión de descontento aparece en el rostro de Senoch – ¿Humo rojo?… qué raro – el chico terminaba de examinar la píldora para comprender cual había sido su error – ¡Lo tengo! Bestias de una estrella no pueden producir resultados mayores al humo rojo – Sorprendiéndose de si mismo por lo inteligente que era, le arroja la píldora al anciano, pero esta cae al piso – Lo siento, olvide que no tenías manos – Muy apenado el chico lo ayuda para reponer sus fuerzas.
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