Astra - 05
Capítulo 5
– ¿No les parece que están actuando de una forma bastante cobarde?, tres a uno… y contra una mujer.
Milo recriminó la manera de actuar de los tres sujetos mientras bajaba su brazo, el cual estaba levantado hacia un costado luego de haber cortado los hilos mágicos.
El sujeto que empuñaba la espada de inmediato lo abarcó con una pregunta y posterior amenaza.
– ¿Quién se supone que eres tú?, no te entrometas en esto que para nada te incumbe, con mucho gusto te mataremos después.
– Oh no, se equivocan, esto sí me incumbe… ¿acaso no averiguaron bien?, la organización no ha sido disuelta, solo ha sufrido… unos pequeños cambios.
– ¿De qué estás hablando?
– Soy un nuevo miembro, y ella – decía indicando con la cabeza hacia atrás –… es la nueva líder.
– ¿¿Qué?? – se sorprendieron los tres sujetos.
– Se metieron con la cabeza de la orden delante de uno de sus miembros, y pagarán caro por ello…
Aunque no lo parezca, aquellas palabras emocionaron mucho a Hana.
Milo habló entonces en voz baja para que solo ella lo escuchara.
– Los pensabas matar ¿cierto?
– S-Sí pero…
Cuando Hana respondía aquello, Milo comenzó a avanzar sin dejarla terminar.
– Si quieren conocer su verdadero poder – decía mientras se les acercaba – tendrán primero que acabar conmigo…
– O-Oye – dijo Hana nerviosa –, ¿qué crees que haces?, deja de provocarlos, ellos son miembros de una de las organizaciones más reconocidas del reino, competían con nosotros por subir de categoría, enfrentarte con los tres sería demasiado para ti, mejor preparémonos para…
– Retrocede y no hagas nada, yo me encargaré de esto.
– Jajaja qué idiota, ¿crees que podrás con nosotros? – dijo entre risas el mago.
Pero a Milo no parecía importarle lo que le decían y solo seguía avanzando.
– Les diré algo, ella es aún más poderosa que yo, así que después de todo lo que dijeron supongo que no les costará nada deshacerse de mí.
– Ya me cansé de oír tus estupideces.
El sujeto que tenía esos extraños hilos se enfadó y comenzó a realizar movimientos con sus manos con los que sus hilos mágicos se dirigieron contra Milo.
Una gran cantidad de hilos que incluso parecían tener la fuerza para perforar cualquier objeto que se les ponga en frente, llegaban a tratar de atravesar el cuerpo de Milo, pero él comenzó a esquivarlos sin mayor dificultad, sus movimientos eran tan rápidos que a Hana le era casi imposible poder verlo.
Solo podía oír el sonido que estos hilos hacían al impactar contra el suelo una y otra vez.
– N-No es posible… puede esquivar mis ataques a pesar de esta oscuridad… – pensó el sujeto mientras continuaba tratando de acertar su puntería.
Sucedió lo mismo con los otros dos sujetos que se lanzaron también a atacarlo.
Ahora Milo comenzaba a evadir y bloquear los ataques combinados como si no le costara trabajo. Y aquello era bastante impresionante para Hana, sobre todo por el hecho de que todo estaba sucediendo bajo la oscuridad de la noche solo iluminada en parte por la luz de la luna casi cubierta por las nubes.
No había imaginado que fuese aún más rápido… y más aun considerando que está luchando a oscuras.
Pronto un ligero brillo en el suelo hizo que Hana se percatara de que los hilos se habían esparcido por todo el lugar. Al parecer aquel sujeto no había perdido el tiempo y había preparado su maravillosa jugada.
– ¡Milo cuidado!
Hana solo atinó a gritar tratando de poner a Milo sobre alerta, pero para cuando lo hizo los dos sujetos ya habían saltado hacia atrás y el joven fue atrapado por aquellos hilos mágicos, quedando inmovilizado.
– Jajajaja te tengo, a pesar que la otra tuvo ese gran descuido no te preocupaste porque te vuelva a pasar lo mismo y ahora morirás por ello.
Luego de haber atrapado a Milo, el sujeto juntó más los dedos y los hilos comenzaron a apretar con más fuerza a Milo. Pero a pesar de ello, él se veía muy tranquilo.
– Antes de que mueras dejaré que veas cómo matamos a tu líder… ¡mátenla!
Ante la sorpresa y nerviosismo de Hana, el sujeto ordenó a sus compañeros que vayan por ella.
– No es posible… cómo fuiste a dejarte atrapar tan fácil Milo – refirió Hana preparándose para pelear.
Cuando los otros dos se lanzaron contra ella, Milo soltó una pequeña risa.
Aquella risa hizo que los sujetos se detuvieran y vean al igual que Hana, con cierto desconcierto a Milo.
Al sujeto que manejaba esos hilos le enfadó aquella provocación y a consecuencia de eso apretó más fuerte su puño haciendo que sus hilos presionaran con mucha más fuerza el cuerpo de Milo.
Hana, por más que quería, en ese momento no tenía la reacción necesaria para tratar de evitar aquello.
– «Umbrae»
Hana alcanzó a oír aquella palabra poco antes que Milo desaparezca dejando caer los hilos al suelo.
– ¡¡IMPOSIBLE!! – gritó el mago.
Hana no entendía qué había pasado, todo había sido muy extraño y rápido, antes de que pudiera darse cuenta, Milo apareció como si desde las sombras hubiera surgido, detrás de aquel mago.
Ni siquiera aquel sujeto había podido notar ello y Milo lo atravesó con su espada a la altura del pecho, el mago por unos instantes trató de moverse pero no resistió más y murió.
Luego Milo simplemente arrojó su cuerpo al suelo.
– Lo… mató… – uno de los sujetos estaba aturdido por aquello.
Aún quedaban dos, pero no parecían haberse amedrentado por lo que habían visto. Por el contrario, Hana sintió que eso los había impulsado aún más.
– Se confió, es un estúpido… tu velocidad es muy buena pero…
El sujeto que empuñaba su espada desapareció frente a los ojos de Hana. Ella solo pudo ver como Milo en ese preciso instante agitó su espada con fuerza hacia un costado suyo y cortó el cuello de alguien que acababa de aparecer en ese lugar.
Era él, ese sujeto de la espada, el cual cayó desangrándose.
Ahora solo quedaba uno de pie, aquel que tenía las cuchillas comenzó a temblar mientras su compañero se retorcía de dolor tomándose el cuello al costado de Milo.
Una vez más Milo volvió a desaparecer, aunque esta vez sin pronunciar palabra alguna, definitivamente no de la misma manera que lo hizo ante el primer sujeto.
Apareció detrás del sujeto dándole la espalda, en aquel momento Hana pudo ver como este comenzó a desangrarse por distintos puntos de su cuerpo que habían sido cortados.
– Im…posible
Ante la absorta mirada de la joven, los tres miembros de Dragón Negro habían sido derrotados en cuestión de segundos. Milo enfundó su espada y se acercó a ella, quien aún no podía salir de su asombro
– ¿Q-Quién eres realmente? – le preguntó como única reacción.
Milo no le contestó sino hasta estar pasando por su costado luego de haber comenzado a caminar en dirección de la cabaña.
– Hay uno que aún está vivo…
Hana vio al sujeto que había peleado con una espada aún agonizando en el suelo, el corte en el cuello había sido certero, aquel sujeto no tenía forma de sobrevivir, aunque tampoco es como si ella hubiera tenido alguna intención de salvarlo.
Hana estiró su brazo contra este sin siquiera titubear, hizo un pequeño movimiento con su mano y el lugar donde este se encontraba estalló matándolo al instante.
Después de haber acabado con la vida de aquel sujeto, la joven se dirigió de inmediato también hacia la cabaña.
Momentos después, una pequeña ardilla llegó de entre los árboles y corriendo se metió a la misma cabaña.
Habían pasado unos minutos, ambos jóvenes se encontraban en la habitación de la cabaña, aún más cansados por lo que había ocurrido hasta hace poco.
– Ahora sí supongo que podremos dormir tranquilos – refirió Hana.
Milo se había dado cuenta que ahora ella lo veía como si esperase que hiciera algo.
– ¿Te pasa algo?
– Pues verás, ya quisiera acostarme… y como has de saber, no puedo hacerlo con este traje.
– Dale pues, cámbiate.
– ¡¡¿…?!!
La fresca manera en que Milo lo dijo hizo que Hana lo malinterprete, y de inmediato le regaló una bofetada que retumbó por toda la cabaña y a las afueras de esta, incluso algunas aves que reposaban el techo del lugar salieron espantados por ello.
– ¡Pervertido! ¿Acaso planeas verme desnuda?
– ¿Hah? ¿De qué estás hablando? – Milo se tomaba la cara confundido.
– ¡Voy a cambiarme, así que sal de aquí!
– ¿Y no simplemente pudiste haber dicho eso desde un inicio?
– Nnnñññ….
Hana levantó la mano dispuesta a emparejar el color del rostro de Milo, pero este al instante se puso de pie para salir del lugar.
– No es necesario, ya me estoy yendo.
Cuando Milo salió de la cabaña, Hana solo atinó a suspirar para tranquilizarse y poderse cambiar.
Luego de ese pequeño exabrupto, algunos momentos después, Hana se encontraba recostada en la cama y Milo sentado en el suelo, apoyado en la parte inferior de esta.
La pequeña ardilla que poco antes había entrado se detuvo frente a Milo y este se quedó viéndola por un instante.
A pesar que el sueño era cada vez más fuerte, Hana no quería dormir sin antes despejar todas sus dudas con aquel misterioso joven.
– Oye – comenzó a hablar Hana –, en verdad no puedo creer que hayas podido derrotarlos sin ninguna dificultad, ¿en serio no eres de alguna organización o algo?
Milo no contestaba nada, la joven sintió que había sido inapropiada su pregunta y comenzó a taparse el rostro con la sábana.
– ¿En verdad piensas enfrentarte al rey de Delior?
Antes de que llegara a cubrirse el rostro, Milo hizo aquella pregunta rompiendo el ambiente de silencio mientras comenzaba a acariciar a la pequeña ardilla que ya había estado unos minutos antes en el lugar.
Luego de haberse detenido a causa de aquella pregunta, Hana contestó de inmediato.
– Por supuesto… aunque parezca algo descabellado, pero eso es lo que deseo, no solo enfrentarme sino matarlo.
Lo que Hana obtuvo a cambio fue una respuesta que podría tomarse como desalentadora.
– Esa es una meta imposible, estamos hablando de uno de los tres reyes magos de Belifas… no hay forma de derrotarlo aun consiguiendo un numeroso ejército.
Mientras él le daba aquella respuesta que no habría querido escuchar, su mano continuaba jugueteando con aquel pequeño roedor.
Hana se sentó de inmediato luego de oír su respuesta, por supuesto que no le había gustado.
– ¿Cómo puedes decir esa clase de tonterías, no se supone que me ayudarías?, ¿así es como piensas hacerlo?
Estando sentada, con parte de la sábana todavía cubriendo la parte inferior de su cuerpo, ella pudo percatarse de la pequeña ardilla que se encontraba jugando con la mano de Milo. Pudo esto tal vez haberla sorprendido un poco, aunque trató de no prestarle atención.
Milo vio de reojos por unos instantes a Hana y luego regresó su vista al pequeño animal con quien seguía jugando.
– Es verdad, mentí, no existen los imposibles… ¿estarías dispuesta a hacer cualquier sacrificio por conseguir esa meta?
Esta vez su pregunta implicaba mucho peso para poder ser respondida con ligereza, pero la inquebrantable determinación de la joven le hizo responder casi al instante.
– Sí… no importa lo que me cueste, quiero cumplir esa promesa que me hice a mí misma.
Aunque la siguiente pregunta sería aún más comprometedora…
– ¿Sacrificarías incluso tu propia vida para ello?
Hana quedó inmóvil por un instante, ella no es de las personas que pueden cambiar de decisión una vez la hayan tomado, pero era una pregunta que implicaba mucho.
De todas formas, sabía lo que tenía que responder, aunque para ello, por un instante llegó a titubear…
– Lo…lo haría… si tendría que pagar su muerte con mi vida, lo haría.
Milo al oír su respuesta volvió a ver de reojos a la joven, e hizo un comentario…
– Hay una forma de que puedas hacerle frente con posibilidades de ganar… consiguiendo una de las llaves del Tártaro.
– ¿Qué?, ¿una de las llaves del Tártaro?, ¿acaso sabes de lo que estás hablando?
Una pequeña pausa se dio en el lugar, la pequeña ardilla ignoraba lo que sucedía y continuaba jugando con Milo, y este comenzó a hablar.
– Las tres llaves del Tártaro, los tres elementos de la destrucción final…
Dijo mientras la pequeña ardilla subía ahora por su brazo hasta llegar a pararse sobre su cabeza viendo a Hana.
Como es sabido, desde el inicio de los tiempos, el Tártaro, el mundo de los demonios, siempre ha sido el causal de las fases Ragnarok.
Cada vez que las puertas a esta dimensión eran abiertas y los demonios eran liberados, los dioses tenían la obligación de intervenir para evitar la total destrucción de la existencia.
Cuando por fin los demonios eran derrotados, los dioses se encargaban de sellar la puerta del Tártaro regresándolos de nuevo a su largo sueño.
Sin embargo, uno de estos dioses, a quién le gustaba entretenerse con las guerras entre naciones decidió dejar en el mundo tres elementos demoniacos que eran capaces de otorgar un poder tan o incluso más destructivo que un Astra, pero que eran capaces a su vez de liberar en conjunto el sello que mantenía cerrada la puerta del Tártaro.
Su propósito era ver cómo las grandes naciones, a través de generaciones, luchaban entre sí para hacerse con el poder de aquellos elementos. Pero no esperaba que estas idearan un modo más «pacifista» de apoderarse de dichos elementos.
Haber escuchado esas palabras de Milo, de inmediato hizo sospechar a Hana que este sabía información que solo las grandes organizaciones militares conocen.
– Entonces estaba en lo correcto, tú perteneces a una organización o fuiste parte de alguna.
– De alguna forma podría decirse que sí, pero entonces… ¿sabes de lo que estoy hablando?
– Tengo conocimiento, aunque no mucho, las tres llaves del Tártaro, los tres elementos de la destrucción final: «El cuerno de Bahamut», «La sangre de Tarrasque» y «La escama de Leviatán», con forma de elixires y selladas en algún lugar entre los mundos, al poseer las tres llaves hay la posibilidad de abrir el Tártaro, sé que pueden ser conseguidas liberando sus sellos con sesenta cristales negros… pero el hecho que alguien pueda hacerse con las tres llaves es algo utópico… los cinco mundos: Antares, Belifas, Cilerna, Derment y Edana; ponen en juego cinco cristales una vez cada tres años en un evento denominado «El torneo de la Séptima Luna» o simplemente conocido como «La Séptima» que se desarrolla precisamente en aquel lugar donde se encuentran las llaves, cada mundo envía diez de los más poderosos guerreros sobre su territorio y son conocidos como «Los Diez Generales», haciendo un total de cincuenta guerreros que luchan por ganar el derecho a poseer los cinco cristales, y como debes de saber nunca uno de los mundos ha podido ganar el evento dos veces consecutivas, así que no hay forma de que…
– De hecho sí…
Milo interrumpió su explicación, mientras la pequeña ardilla había subido a la cama y llegado a posarse sobre las piernas de la bella joven.
– Esa situación ya se ha dado muchas veces, al parecer no estabas bien enterada de eso…
– No es posible…
– Lo demás de tu información es correcto, pero no es completo… ese lugar entre los mundos que mencionas es la llamada Isla Lufferson que está ubicada exactamente en medio de los cinco mundos, y se dice que ahí se encuentra el mismo Tártaro, el portal que conecta este mundo con el núcleo de los trece infiernos que es donde habitan los trece demonios dimensionales, y si ese portal es abierto, uno de ellos, Baal, quien tiene destinado el dominio de esta dimensión la atravesará para acabar con toda la existencia… si Baal llega a materializarse será el fin; con respecto a lo que mencionabas, dos de las llaves ya tienen propietario y la tercera podría caer también en manos de cualquiera en la próxima Séptima…
Se había oído mucho que esa posibilidad era de un cero por ciento, pero Milo ahora le acababa de decir que probablemente esté más cerca del cien por ciento.
– Tienes que estar bromeando, quieres decir que después de la próxima Séptima ¿podría ser abierto el Tártaro?
– Por lo pronto eso no sucederá, ya que las dos llaves se encuentran en distintos mundos… y supongo que debes de saber que una de ellas está aquí.
– ¡¿Qué dices?! – Hana quedó perpleja al oír aquello.
– ¿No lo sabías?… parece que tu reina no tiene interés en dar a conocer este tipo de cosas.
– Sí sabía que la última Séptima la habíamos ganado, pero no que con eso se había conseguido liberar una llave.
– Pues así es… y debes de saber también que si bien son necesarias tener juntas las tres llaves para poder abrir el Tártaro, solo una de ellas es capaz de dar un gran poder inimaginable a quien la tenga consigo.
– Espera… ¿a qué quieres llegar?
– ¿No es obvio?… la robaremos.
«Sé que los niveles a los que puede llegar la locura pueden ser impresionantes, pero lo de Milo era ya un caso especial.»
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