Astra - 11
Capítulo 11
El cuerpo de Ilaz se encendió en llamas, y esto solo demostraba que estaba listo para la batalla contra ambos jóvenes.
– Ustedes serán los primeros en probar de mi nuevo poder.
– Pues lamento decirte esto – refirió Milo llevando su mano hacia el astil de su espada que cargaba en su espalda –, pero no tenemos tiempo para jugar.
La mirada de Milo se posó fijamente contra Ilaz y un segundo después salió corriendo a gran velocidad contra él.
Ya estando a un paso de este y con la espada desenvainada, lo golpeó con fuerza.
Ilaz levantó el brazo rodeado de llamas y detuvo el golpe.
El impacto sorprendió a Milo que trataba de quebrar las llamas aumentando su fuerza.
– Es inútil, esos ataques tan simples no pueden hacerme ningún daño.
– No es… posible – refirió Milo.
Las llamas incrementaron su densidad hasta el punto de convertirse en un muro defensivo infranqueable, esto obligó a Milo a que se aleje hasta quedar nuevamente del lado de Hana.
– Maravilloso, maravilloso… este es el resultado de haber obtenido la magia más destructiva – expresaba Ilaz bastante emocionado.
Diablos, tenemos que acabar con este sujeto tan pronto como podamos, no imaginé que las peleas anteriores me desgastarían tanto.
Milo comenzó a sentir cada vez más cansancio.
– El desgaste de las peleas anteriores me está afectando, así que vamos a acabar de una vez.
– Pensé que solo era yo.
Para extrañeza de Milo, Hana aseguró sentirse en las mismas condiciones, y era notorio por su expresión, se veía algo agitada, algunas gotas de sudor recorrían su rostro mientras tenía ligeramente acelerada la respiración.
– Entonces hay que acabarlo.
Hana volvió a ver el cuerpo de Milo cubrirse de su extraña aura gris y lanzarse de esa manera contra Ilaz a una velocidad muy superior a la que tuvo en el primer ataque, era la misma con la que acabó con los soldados de Dragón Negro la noche anterior.
Comenzó a tratar de golpearlo, pero Ilaz comenzó a evadir de una forma bastante extraña todos los golpes.
Hana podía notar cómo evadía los ataques como si se transportara de un lado a otro en ese espacio reducido.
– No es posible… también tiene una gran velocidad.
Se decía mientras observaba la pelea con cada vez más signos de agotamiento.
El ataque de Milo seguía tratando de acertar un golpe, pero no lo conseguía.
Ilaz pareció optar por recibir uno de los golpes, pero para mostrar su poder; puso el brazo en frente suyo y el filo de la espada llegó a impactar pero contra una capa de fuego, y casi de inmediato con su otra mano golpeó con fuerza el estómago de Milo.
Este acto inmediato vino acompañado de un ataque de fuego que generó al agitar su brazo, lo que terminó mandándolo hasta uno de los muros del lugar haciendo que se destruya por el impacto.
– ¡Milo! – Hana se acercó presurosa hacia los escombros…
– Vaya, parece que contigo tendré necesariamente que utilizar mi magia de proyección – comentó Ilaz refiriéndose a Milo.
– ¿Proyección? – se preguntó Hana.
Milo salió de los escombros, notoriamente dañado, y respondió jadeando a la pregunta de Hana.
– Así es… su magia es la que ha hecho que no consiga darle golpe alguno… y lo peor es que siento cómo mi fuerza va desapareciendo cada vez más…
– Tienes razón, es necesario acabar con esto lo más pronto posible…
– Pues lamento decirles que esto acabará cuando a mí me dé la gana, mi magia de proyección permite desplazarme en una determinada área del espacio que se me ocurra, así no tengo necesidad de ser rápido. Definitivamente me enfrentaré a ti al final, primero acabaré con la chica.
Ilaz levantó el brazo apuntando a Milo y con un pequeño movimiento con la mano hizo aparecer tres proyecciones idénticas al joven peliverde, las cuales lo rodearon.
A Hana le impresionó ver aquella habilidad, definitivamente era algo que iba a complicar a Milo, aunque al verlo a él pudo ver una inexplicable sonrisa.
– Parece que tendré algunos asuntos que arreglar con esto – dijo sosteniendo su espada con firmeza mientras volteaba a ver a Hana –, Hana encárgate de él, en cuanto termine aquí te ayudo.
Pero si él tenía alguna clase de emoción al encontrarse en una situación así, Hana también ansiaba derrotar a alguien que los sobrepasara en poder, una gran prueba para su objetivo.
– Lo mataré de una vez
Hana levantó su brazo apuntando hacia Ilaz, pero alcanzó a ver entonces detrás de él cómo la mujer elfo, aun aprisionada con los grilletes, movió ligeramente sus manos.
El panorama cambiaba en ese instante porque había una vida en juego, aquella mujer no había muerto.
Hana volteó hacia Milo nuevamente manteniendo aún su brazo estirado contra Ilaz.
– Milo, el elfo está vivo…
– Me lo imaginaba… no te preocupes, yo me encargo, tú solo ocúpate del sujeto.
– Ya basta de charlas – dijo Ilaz aumentando la intensidad de las llamas de su cuerpo.
Las proyecciones comenzaron a atacar a Milo, su enfrentamiento era tan rápido que por momentos Hana los perdía de vista.
La joven entonces se centró en el rival que se encontraba frente a ella. Hana desistió de utilizar sus explosiones por miedo a dañar más a la mujer elfo.
Llevó hacia atrás el brazo que tenía estirado y tomando el astil de su gran espada la desenfundó y se posicionó frente a Ilaz sosteniéndola con firmeza.
Ilaz levantó su brazo contra ella, su mano generó un círculo mágico del que comenzaron a dispararse bolas de fuego.
Los ataques que Ilaz le lanzó, Hana los recibía y bloqueaba con la hoja de la espada casi sin ningún problema.
Hana no esperó mucho antes de comenzar a correr contra él para tratar de golpearlo, desplazándose con rapidez de un lado a otro para esquivar las bolas de fuego.
Cuando ella lo tenía en el lugar exacto agitó con fuerza su espada, pero Ilaz se escudó con sus llamas haciéndola retroceder.
– ¿Esto es todo lo que tienes?… es decepcionante.
– ¡¿Qué dijiste?!
Hana perdió la paciencia tras las palabras de Ilaz y de inmediato le apuntó con su brazo.
– ¡¡¡MILO!!!
Al oírla, Milo de inmediato se zafó del ataque de las proyecciones y corrió a gran velocidad por detrás de Ilaz.
Con un corte de su espada rompió las cadenas que sujetaban a la mujer elfo, y antes de que esta caiga al suelo la cargó entre sus brazos y se alejó del lugar.
Hana no esperó un segundo después de eso y moviendo sus dedos comenzó a hacer estallar la zona donde estaba Ilaz, mientras las proyecciones iban tras Milo.
Las explosiones continuaban, el lugar comenzaba a destruirse, grandes pedazos de rocas comenzaban a desprenderse de la parte superior del lugar; las proyecciones comenzaron a atacar a Milo mientras él respondía a una mano con el elfo aún en su brazo.
Luego de una seguidilla de explosiones, el cansancio detuvo a Hana.
Bajó el brazo bastante agitada, jadeando a cada segundo mientras el escenario frente a ella dejaba entrever que el enemigo había sido destruido junto con el lugar.
Milo dejó en el suelo a la mujer elfo y su cuerpo se cubrió con su extraño aura gris, que a estas alturas dejaba más que claro que le daba un aumento de habilidades unas dos o tres veces más de lo normal.
Con esta forma, logró deshacerse sin dificultades de las proyecciones que lo asediaban.
Las energías de Milo también lo habían abandonado, el aura que lo rodeaba desapareció y cayó de rodillas con el cuerpo de la mujer elfo a su lado.
Hana tenía la intención de ceder ante el cansancio, pero cuando estaba a punto de hacerlo un pequeño ruido alertó a ambos.
El lugar donde se dieron las explosiones se fue limpiando del humo y se dejaron ver llamas cubriendo a Ilaz, que se mantenía de pie.
– ¡Imposible! – expresó Hana muy sorprendida.
Las llamas se expandieron abruptamente y se dejó ver a un enfadado Ilaz con los brazos extendidos.
– ¡Se acabó!, ¡me cansé de jugar con ustedes!
Las llamas comenzaron a aumentar su intensidad y la temperatura comenzó a elevarse demasiado rápido.
– ¿Q-Qué pasa? La temperatura comenzó a subir demasiado.
Milo comenzó a sofocarse rápidamente, mientras Hana se mantenía de pie con mucha dificultad.
– ¿Acaso no se han dado cuenta?, todo este tiempo han estado luchando bajo un hechizo…
– ¿Un… hechizo? – preguntó Hana.
– Ya veo – agregó Milo poniéndose nuevamente de pie –, entonces mis sospechas eran correctas…
– ¿A qué te refieres?
– «Drain»… magia de absorción, todo este tiempo ha estado drenando nuestro poder y nuestras energías…
– No puede ser… ¿cuántos tipos de magia maneja ese sujeto?
– No es magia innata – respondió Milo –, es solo un hechizo que utilizó específicamente para nuestra pelea, debió adquirirlo en algún mercado negro.
El lugar ya se sentía como una caldera y las llamas se apoderaban de todo, Milo vio como la mujer elfo comenzaba a toser mostrando signos de asfixia y luego viendo a Ilaz refirió:
– Listo, es todo… me voy a encargar de esto – una vez más encendió su cuerpo con su aura.
– No, espera, yo lo haré…
Esta vez Hana había decidido ser ella quien se encargue de eliminarlo.
– Entiendo que quieras hacerlo, pero este tipo es…
– ¡Jajaja haré que vivan el infierno en vida!
Mientras Ilaz vociferaba con una confianza jocosa, Hana cerró los ojos y su cuerpo comenzó a liberar pequeñas partículas de energía.
– Hazte cargo del elfo – refirió la joven.
– ES EL FIIIINNNN
Alzando la voz, Ilaz lanzó una pequeña pero altamente concentrada bola de fuego contra ellos.
– ¡¡Hana retírate!!
La situación hizo por un momento preocupar a Milo, pero Hana no perdía su concentración.
– ¡¡¡Ocúpate del elfo!!!
– ¡¡Maldición!!
Milo tomó a la mujer elfo y posó la palma de su mano en el suelo creando así aquella esfera de aire que rodeó a ambos.
La bola de fuego impactó de lleno sobre los tres generándose una dantesca explosión que destruyó el lugar.
Luego de unos segundos, el punto donde se encontraban estaba envuelto en llamas y al frente, de pie, Ilaz con una sonrisa de complacencia luego de haber utilizado aquel ataque.
Cuando parecía que todo había acabado, las llamas que rodeaban todo el lugar comenzaron a arremolinarse en una sola dirección, como si fuesen atraídas por algo…
– ¿Qué está pasando?
Ilaz se preguntó mientras veía cómo aquellas llamas se juntaban en un solo punto frente a él.
Luego de un breve tiempo las siluetas de Milo y el elfo se dejaron ver intactas.
Las llamas se expandieron y mostraron a Hana en el centro luciendo también intacta.
– ¿Q-Qué significa esto?
Ilaz no terminaba de entender lo que había sucedido mientras veía a Hana rodeada por las llamas que él había arrojado.
No solo Ilaz, sino Milo también la veían con sorpresa.
¿También usa magia de fuego?
– ¿Qué intentas hacer? – Ilaz extendió los brazos hacia adelante y juntando poco a poco las manos quiso que las llamas «aplasten» a Hana, pero el fuego parecía no responderle.
El cuerpo de Ilaz se prendió en llamas intensas pensando lanzar otro ataque, pero estas fueron absorbidas de igual manera por el entorno de Hana.
Ilaz no terminaba de entender lo que estaba pasando, entonces Hana mencionó algo que lo dejó inmóvil.
– Combatir fuego con fuego no tiene sentido… Milo…
En el preciso instante en que escuchó su nombre, Milo desapareció y en un instante pasó a quedar detrás de Ilaz con la espada desenvainada y goteando de sangre, las llamas que rodeaban a Hana desaparecieron…
– N-No
Ilaz cayó muerto al suelo con un profundo corte en su pecho.
Hana no pudo aguantar el cansancio y también cayó inconsciente al suelo.
Milo todavía permanecía de pie bastante debilitado, pero hizo un esfuerzo para avanzar hacia ella…
– No imaginé que pudiera tener esa habilidad – dijo mientras la cargaba –, estallido y fuego, ¿acaso esta mujer es una caja de sorpresas?
Teniéndola ya sobre su hombro, Milo se dirigió hacia donde se encontraba la mujer elfo…
Parece que se ha acabado, pero hay algo que aún me preocupa… ¿qué sucedió con la ardilla?
* * *
Al interior de un gran bosque comenzaron a sucederse explosiones de gran magnitud en diversos puntos que parecían seguir un camino; unos segundos después estas se detuvieron, dos cuerpos se mostraban tendidos en el suelo, vestían sacos de la orden Neo Génesis, y unos pasos adelante un cuerpo más cayó al suelo y una figura se dejó ver apoyando uno de sus pies sobre la cabeza del sujeto.
– Tampoco sabían nada…
Refirió con un tono apagado una desconocida mujer, de aparentemente unos diecinueve años de edad, de cabello color verde con un peculiar cerquillo que caía en forma de «v» y una coleta sujetada por una cinta, ojos verdes con una mirada bastante fría, que casi parecía perderse entre las sombras de su propia oscuridad y llevando encima un desgastado saco negro. La joven comenzó a caminar dejando atrás los tres cuerpos.
– Sé que aún estás vivo… Milo – refirió mientras se perdía en la espesura del bosque.
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