Astra - 19
Capítulo 5
En algún lugar a las afueras de la ciudad de Cassperor, se encontraba una pequeña villa con una apariencia acogedora, las pequeñas casas que conformaban este lugar parecían recibir alguna suerte de mantenimiento cada cierto tiempo, algo bastante extraño en comparación con algunas otras zonas parecidas; sin embargo, aquella mañana lucía aún mejor, el ambiente parecía ser propicio para recibir alguna clase de evento especial, se podía notar por la cantidad de personas que se desplazaban al interior, incluso podían observarse vendedores ambulantes ofreciendo sus productos comestibles entre otros.
– ¿D-Dónde…?
Milo acababa de despertar, se encontraba recostado sobre una cama al interior de una vivienda.
– ¿Qué me ocurrió? – refirió mientras se tomaba la cabeza.
La puerta de la habitación en la que estaba se abrió.
– Me preguntaba hasta cuándo seguirías durmiendo.
Hana habló mientras entraba caminando unos pasos hasta llegar a pararse frente a la cama, con las manos posadas sobre su cintura.
Cuando Milo fijó sus ojos en ella, recordó todo lo que había sucedido la noche anterior, imagen por imagen, las peleas con los guardias y su derrota con el mago de los anteojos.
No podía evitar sentirse frustrado, había sido una derrota total y aplastante.
– Sí que soy patético
– Así que lo recordaste.
Hana se cruzó de brazos y caminó hacia la ventana que se encontraba al costado de la cama y daba hacia el exterior de la casa, desde donde se podía observar a la gente en sus quehaceres diarios.
Mientras veía a los niños correteando delante de sus padres, personas realizando compras y algunos sentados sobre las pintadas banquetas de la plazoleta de enfrente, Hana agregó unas palabras.
– Yo te quiero dar crédito en esa pelea, ya estabas cansado cuando Alexei llegó.
– ¿Alexei? Ah verdad, ese el nombre de ese mago. Te agradezco ese voto de confianza, pero creo que en cualquier caso el resultado hubiese sido el mismo.
Milo se sentó, la sábana que lo cubría dejó al descubierto su torso desnudo.
– No trates de aparentar modestia, estoy segura que tienes un poder mucho mayor al que conozco ¿no es así?
Hana volteó y la primera imagen que vio fue la figura bien marcada de Milo. De inmediato su rostro se ruborizó y volteó de nuevo hacia la ventana.
– D-Desvergonzado… p-ponte tu polo.
Milo bajó la mirada y cuando se vio con medio cuerpo desnudo no llegó a tener reacción alguna.
– Qué exagerada eres
Milo se puso de pie y avanzó unos pasos hasta una silla en la que había sido colgado un polo negro.
– ¡S-Solo has lo que te digo!
– Ya puedes voltear
Con un leve suspiro Hana dio vuelta comenzando a hablar.
– Deberías aprender a comportarte como se debe.
– Pero si fuiste tú la que entró sin avisar.
– B-Bueno eso es porque pensé que estabas inconsciente aún… ¡en todo caso son cosas completamente diferentes!
– Sí como digas… por cierto, me interesaría saber por qué sigo vivo, ese mago debió haberme matado.
– Decidió perdonarte la vida
– Tch… engreído. Pero supongo que a cambio de algo…
Escuchándolo decir aquello, el rostro de Hana enrojeció por completo, de hecho, Alexei había perdonado la vida de Milo por su atracción a Hana.
– Eso es… eh… bueno…
– ¿Te pasa algo?
Milo no pareció prestarle mucha importancia y decidió salir de la habitación.
– O-Oye ¿a dónde vas?
– Tenemos que hablar
Momentos después, ya fuera de aquella vivienda, los tres jóvenes se encontraban en una tienda de bebidas, ocupaban una de las modestas mesas de madera, además tenían jarros de madera con jugo de frutas delante de ellos.
– Así que… Safiot – Hana se notaba todavía algo sorprendida por ello.
– ¿Es verdad entonces que son los asesinos más temidos de Belifas?
En esta ocasión la pregunta fue hecha por Ireth.
Cuando Milo la escuchó dirigió su mirada hacia Hana, de hecho él no pensaba que la joven elfo lo sabía.
– Tenía que contárselo
– No veo por qué… bueno, tampoco es que me importe.
– Ya Milo, quiero saber por qué no me dijiste eso desde un inicio.
– Está bien… pero antes, quiero hacerte una pregunta.
– ¿Hmm?
– Ahora recuerdo que la primera vez que nos encontramos, también había caído herido, y tú curaste mis heridas. En aquella ocasión también desperté sin polo… ¿cómo es que no te diste cuenta que traía esta marca?
– ……………………………
Por un momento Hana permaneció sin pronunciar una palabra. Pero después respondió trastabillando un poco.
– B-Bueno eso fue porque… no… te vi – estás últimas palabras las pronunció a voz muy baja y con el rostro rojo.
¿Está diciendo… que me curó sin abrir siquiera los ojos?
– Si me hubiese dado cuenta, te aseguro que no hubieses despertado.
– Lo sé, lo sé…
Hubo un silencio momentáneo, una pausa antes que comience una conversación más seria.
– Fui miembro de Safiot – comenzó contando Milo ante la atenta mirada de Hana e Ireth –, como había dicho antes, desde siempre todas las operaciones las teníamos que hacer solos, no podías ver nunca a más de uno realizando algún trabajo. Lo cierto es que recién me iniciaría oficialmente como un asesino la noche antes de que nos encontráramos. Lo que se suponía que iba a ser un trabajo relativamente sencillo se complicó al grado que renuncié a hacerlo…
– ¿Y qué fue lo que te hizo desistir?
– Prefiero no entrar en esos detalles… al rehusarme a seguir había caído en un acto de traición y debía morir por eso… tuve que huir, aunque antes enfrenté a quienes eran mis compañeros, además…
Milo se había detenido en su explicación por unos segundos.
– ¿Qué pasó?
– Fui atacado por magos de Neo Génesis, fueron ellos quienes me dejaron en el estado en el que me encontraste.
– Pero ¿y si hubieses decidido hacerles frente?, tal vez hubieses tenido oportunidad… es decir, eres de Safiot… ustedes han ganado una reputación en todo Belifas. Creo que hubieses podido ganar.
– Ya no soy parte de Safiot…
– Pero tienes el poder de uno.
– Ya te había hablado de la rivalidad que tienen con Neo Génesis, lo que no te conté es que ellos siempre han tenido la ventaja.
Una confesión que sorprendió a Hana, lo hizo saber al casi atorarse con la bebida que tomaba. Ella chocó el jarro de madera contra la mesa, derramando parte del contenido.
– ¿Qué dices? ¿Desde siempre? ¿Acaso sus poderes no los hacen parejos?
– La verdad es que no, a lo largo de la historia desde la aparición de Neo Génesis, ellos siempre han estado por encima de nosotros, sus magos son extraordinariamente poderosos. Es por eso que siempre hemos evitado toparnos con ellos, si había una manera de evitar un enfrentamiento, la tomábamos sin dudar.
Hana mostró una sonrisa nerviosa luego de oír estas palabras que parecían matar cada vez más sus esperanzas de robar la llave.
Tiene que ser una broma
– Las veces que no ha habido otra opción más que el enfrentamiento – continuaba narrando Milo –, en la mayoría hemos perdido. Para darte una idea más clara, en enfrentamientos uno a uno, la escala vendría a ser de uno a cuatro…
Ahora se podían notar gotas de sudor recorriendo la tersa piel de la bella joven.
– Por cada mago que hemos matado, ellos nos mataron cuatro.
Milo había puesto en evidencia lo verdaderamente temibles que podían ser los magos de Neo Génesis en comparación a los asesinos de Safiot.
Si Hana había sufrido un escalofrío recorrer por toda su espalda, Ireth no había sido ajena a ello; la joven elfo había podido entender que aquel mago de anteojos podría haberlos matado en un parpadeo si así lo hubiese querido.
– Yo – Milo aún seguía hablando –… solo soy un novato, aquella operación que decidí dejar era mi prueba final para convertirme en un verdadero asesino de Safiot.
– No puede ser…
La expresión de Hana dejaba en claro su posición ante esta revelación, sin lugar a duda era un gran inconveniente.
– ¿E-Entonces me podrías explicar por qué propusiste robar un tesoro que cuidan muchos de esos magos?
Esa era una pregunta bastante lógica, el propio Milo había propuesto robar La Sangre de Tarrasque, pero irónicamente quienes cuidaban esa llave eran aquellos a los que este había insinuado no poder derrotar.
– Yo te di mi palabra de acompañarte hasta que consigas tu objetivo… ya encontraremos un modo.
Era la primera vez que Milo había ratificado su ayuda hacia Hana, y ella se sonrojó ligeramente a causa de eso.
– «¡Apúrense en atenderme maldita sea, ya comenzarán las inscripciones del torneo!»
Unos metros más allá, en otra mesa, un sujeto reclamaba exaltado haciendo referencia a unas inscripciones.
– ¿Qué fue lo que dijo?
Hana fijó su atención de inmediato en aquella persona.
– Ha mencionado unas inscripciones para un torneo – respondió Ireth.
– Esos torneos son una pérdida de tiempo – refirió Milo mientras cerraba los ojos y mantenía sus brazos sobre la mesa –, de cualquier modo, no es algo que nos interese, lo más importante ahora es centrarnos en avanzar hacia la llave.
Luego de estas palabras Milo tomó del asa el jarro con la bebida y comenzó a beber.
Cada decisión que tomemos debe ser prudencial y…
Mientras pensaba aquello, bebiendo aún del jarro, sintió que alguien lo tocaba con el dedo en el hombro. Se detuvo y abrió los ojos viéndola a ella, se trataba de Ireth, que señalaba con el dedo de la otra mano hacia la dirección donde se encontraba aquella persona que había reclamado momentos antes.
– Por allá – señaló la joven.
Cuando Milo fijó su mirada en aquel lugar, reconoció al instante aquella vestimenta blanca y el cabello violeta.
«Pfffffffff»
Luego de escupir todo lo que tenía en la boca, Milo golpeó la mesa con la base del jarro.
– ¡Qué mujer tan despreocupada!
– He… hehe
Milo e Ireth se pusieron de pie y caminaron hasta aquella mesa, llegando a pararse junto a Hana.
– ¿Hah? ¿Quiénes son ustedes?
– Olvídese de ellos y siga contándome.
– Qué considerada – Milo hizo un comentario con sarcasmo, acompañado de una ligera sonrisa forzada de Ireth.
Aquel hombre de barbas pronunciadas, haciendo caso a las palabras de Hana, continuaba hablando:
– Es un torneo de poder, ya se lleva realizando por años… ¿acaso ustedes no son de aquí?
– Es tal como dice, no somos de aquí… pero sí nos interesaría participar.
– Habla por ti – refirió Milo.
– Pues si desean participar, las inscripciones ya están por iniciar, yo les recomendaría que se apresuren si no se quieren quedar afuera.
– ¿Qué quiere decir?
– Que es tanta la cantidad de gente que quiere participar, que los cupos se acaban antes que te puedas dar cuenta. Y por eso es por lo que quiero que me atiendan ¡de una vez!… ¡óiganme, hasta qué hora les voy a esperar!
El hombre comenzó a exclamar exigiendo atención.
Los tres jóvenes se alejaron del lugar y salieron de aquella tienda. Casi al instante, pasaron frente a ellos tres hombres que iban apresurados y visiblemente emocionados.
– «Esta vez seré quien gane»
– «La última vez perdí por confiado, pero eso ahora no pasará»
– «Los veo muy confiados, recuerden que ahora estaré yo»
Hana tenía los dedos comprimidos formando puños y elevados a la altura del pecho, evidenciando su emoción por lo que sabían.
– ¡Bien! Sucedió mucho antes de lo que me había imaginado.
– De modo que crees poder encontrar a alguien que pueda… o, mejor dicho, que quiera ayudarnos en lo que tenemos pensado hacer.
– Si quiero encontrar a los mejores, este tipo de eventos son los ideales, ¿acaso no piensas lo mismo?
Quedaba claro que, a Milo todo esto le parecía algo absurdo; por lo general, quienes participan en los torneos de poder son luchadores aficionados, sin habilidades fuera de lo ordinario, y por ende no aptos para grandes riesgos.
– Miren, es por allá
Ireth levantó el brazo señalando con el dedo hacia una pequeña plazoleta en donde se encontraban personas realizando una larga cola.
– Las inscripciones – Hana apresuró el paso para poder llegar lo más rápido posible.
Cuando llegaron al lugar, Hana comenzó a caminar hacia la cola.
– Suerte con tu prueba
Después de oír estas palabras, Hana dejó de caminar y giró el cuerpo para ver a Milo.
– ¿Qué dijiste?
– Que con mucha suerte encontrarás lo que buscas.
– Oye, ¿qué esperas para venir a la fila?
– ¿De qué estás hablando?
La mirada de Hana se clavó contra la de Milo, haciendo una expresión amenazadora.
– ¿Por qué me ves así? No tengo la intención de participar en este tipo de cosas, ya te lo di…
La expresión de Hana, lejos de cambiar se hizo más sombría, Milo sintió un aura aterradora, a causa de esto no terminó de hablar, y tuvo que aclarar la garganta.
– No voy a particip…
– ¿Huh?
Bastó ese gesto de Hana para que Milo termine formando en la fila de inscripción.
– Tch… ¿por qué no haces participar al elfo más? – decía Milo estando de brazos cruzados.
– Ella no puede pelear, no seas quisquilloso.
– Lo siento señor Milo
Ireth se encontraba al costado de ellos, y se refirió a Milo mostrando una sonrisa.
– Sí claro
La corta respuesta de Milo contenía cierto sentido de sarcasmo.
– «Siguiente»
Se hizo un llamado desde la mesa que se encontraba frente a la fila, la siguiente en avanzar era Hana. Ella se acercó a la mesa y escribió su nombre delante de tres personas que hacían de encargados y colocó su huella dactilar en un pequeño cuadro al lado de su nombre.
– «Listo… siguiente»
Cuando Hana se retiró, Milo era quien tenía que avanzar. Se acercó a la mesa y escribió su nombre, solo puso «Milo», y terminó colocando su huella.
– «Siguiente»
Los participantes seguían avanzando para poder inscribirse. Milo y Hana se alejaron de la fila, acompañados por Ireth.
– Muy bien, ahora podremos conseguir más miembros para la orden.
– ¡Oh vaya!, ¡qué sorpresa!
Una pequeña voz se oyó detrás de ellos y al instante voltearon.
– No pensé que los volvería a ver
La pequeña que se encontraba frente a ellos seguía hablando ante la sorpresa de Hana e Ireth, y extrañeza de Milo.
– ¿Quién…?
– Tú eres…
– La pequeña que nos ayudó a escapar del mago – refirió Ireth.
La pequeña niña había resultado ser quien la noche anterior de alguna forma ayudó para que Alexei no los viera como enemigos a vencer, pero a pesar de que en aquel momento traía una gabardina que la cubría casi por completo y ahora no, solo Ireth fue capaz de reconocerla.
– Me sorprende que me reconocieras, onee-chan.
– ¡¿Entonces eras tú?!
Hana se acercó a la pequeña de grandes rizos tomándola de las manos.
– Así es, me alegro de que hayan podido salir de ese problema.
– No sabes cuánto te agradezco que nos hayas ayudado, pequeña.
– Aiko, me llamo Aiko Toru
– Yo soy Hana y ellos son Ireth y Milo
– Mucho gusto con todos – la pequeña Aiko hizo una reverencia frente a los jóvenes.
– ¿Entonces fue esta pequeña la que nos ayudó para poder escapar? – refiró Milo casi sin creerlo.
– En realidad yo solo di una pequeña ayuda, el hecho que sigan vivos es en gran parte gracias a Hana onee-chan, ella logró seducir con su belleza al mago y solo así los dejó ir.
– ¿..?
– ¿Q-Q-Q-Q-Qué estás diciendo Aiko? N-N-No es tan li-literal como lo cuentas.
Hana entró en un estado de nerviosismo por lo que había dicho la pequeña, mientras Ireth veía la escena sonriendo un poco.
– ¿Seducir?
Milo se cruzó de brazos a la par que comenzaba a formarse una idea en la que Hana se acercaba cariñosamente pegando su bastante bien formado cuerpo al de Alexei mientras le hablaba con una voz bastante sensual y tierna al mismo tiempo, pidiéndole que les perdonasen la vida.
Luego de imaginar esto, Milo dirigió su mirada a Hana y acto seguido esbozó una sonrisa burlesca.
Hana pudo suponer lo que había pasado por la mente de Milo y se fastidió al instante, propinándole un golpe en la cabeza con los nudillos.
– Wahggg
Casi de inmediato, Milo se ponía de pie luego de haber caído al suelo, a la vez que se limpiaba el polvo y se tomaba la cabeza. Luego continuó hablando como si no hubiese sucedido nada.
– Ujum, dejando eso de lado, esta sería la segunda vez que te quedo a deber la vida.
– Bueno, esta vez no es precisamente como si hubieras sido el único en salvarse.
– Hana, mira – Ireth alertó haciendo una señal con el dedo en una dirección.
Los jóvenes centraron su vista hacia aquel lugar y pudieron observar a un grupo de personas llegando, seis sujetos con apariencia de caballeros, que mostraban garbo al caminar por entre los presentes.
Algunos se quedaban observándolos mientras estos se desplazaban, y otros simplemente continuaban sus actividades como si no sucediera nada especial.
– ¿Quiénes son?
Los jóvenes observaban discretamente aquellas figuras, no había ninguna característica especial en ellos que pudieran identificarlos, y gracias a esto es que Milo tampoco lograba reconocerlos.
– No tengo idea…
– Quizá sean participantes – Ireth comentó suponiendo que se podrían tratar de participantes para el torneo.
– ¿Acaso no los conocen? – intervino en este ambiente de dudas la pequeña Aiko, cruzada de brazos.
– ¿?
– ¿Cómo, sabes quiénes son?
Ante esta pregunta que había hecho Hana, la pequeña no dudó en responder.
– Son caballeros de la orden Fénix Negro
– ¿¿Cómo??
La expresión de Hana había dejado de ser de curiosidad, ahora se mostraba sorprendida. Y es que había algo que se supone tendría que pasar; ya anteriormente Alexei les había hablado sobre los torneos ilegales, además habían sido advertidos de tener problemas si eran atrapados participando en uno.
Y ahora aquí estaban, envueltos en un torneo ilegal, y miembros de una organización militar en el luga
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