Astra - 23
Capítulo 9
Parte 1
– Debo decir que me ha causado bastante sorpresa verte llegar hasta aquí, enana – refirió Milo en un extraño tono entre lo serio y lo hilarante.
Estas palabras mosquearon a la pequeña niña, que tratando de ocultar su incomodidad respondió.
– Entiendo que no piensas dejar de llamarme así, pero como ya lo has visto y debes de imaginar, tú serás el próximo a quien derrote. Así que ¿qué te parece si hacemos una apuesta? – agregó con una amarga sonrisa –, si te derroto dejarás de llamarme enana.
A Milo, aquellas palabras le hicieron gracia aunque no lo hiciera notar.
– Y si te venzo yo podré llamarte como quiera, ¿bien?
– ¿E-Eh? – la respuesta de Milo sorprendió a la niña y por unos instantes la hizo titubear – D-De acuerdo, me parece justo.
Pese a todo Aiko seguía siendo una niña como todas, y esa inocencia de su respuesta lo confirmaba.
Aquel hombre que se encargaba de las presentaciones se acercó hasta quedar al lado de ambos contendores, ante la atenta mirada del público, entre los que destacaban Hana e Ireth, además de los integrantes de la orden de Fénix Negro.
– Me vas a disculpar pero no traigo ningún arma que pueda usar – refirió Milo.
– No te molestes, tampoco pensaba pedírtelo – Aiko se acercó a Milo y estiró el brazo con la intención de estrechar su mano –, hagamos que la pelea sea entretenida.
Milo quedó viendo la pequeña mano de Aiko esperando a ser correspondida, pero contrario a lo esperado por todos, dio media vuelta y caminó unos pasos alejándose.
– Sí como digas.
Esta reacción no cayó nada bien en el público y muchos comenzaron a verlo con enfado.
Dobre tampoco pudo ocultar su malestar por ello.
– ¿Cómo osa desairar de esa manera un saludo?, se ve que es un sujeto sin ningún tipo de educación. Lamentable.
Hana tampoco vio correcta la forma de actuar de Milo, aunque ella más trataba de encontrarle una explicación, quería imaginar que había algún motivo especial en su accionar.
Aiko también tomó a mal la acción de Milo y no vaciló en decírselo de frente.
– ¡Oye! ¡Qué grosero!
– Bien, bien, basta de charlas… terminemos de una vez con esto – el mensaje de Milo fue contundente, menos palabras más acción.
– E-Espera…
– ¡Un momento! – para sorpresa de todos, estas palabras que interrumpieron a Aiko venían desde la zona de invitados, podía observarse de pie a uno de ellos, Dobre.
Milo giró la cabeza levemente hasta verlo, el gesto que mostró hizo notar su desagrado.
– No podemos intervenir en el desarrollo del evento, pero como caballeros que somos no nos permitimos este tipo de actos.
– ¿Hah?
Estas palabras significaron un sinsentido total para Milo.
– ¿Interviene para algo como eso? – Hana también se notaba sorprendida.
Solo a una persona pareció agradarle aquello. Se podía notar una ligera sonrisa en el rostro de Aiko, mientras Dobre continuaba hablando.
– Quiero hacer una petición por esta ocasión, el participante tiene que corresponder el saludo de su contendiente.
La petición de Dobre tuvo la aceptación total del público, que lo celebró con aplausos, pero Milo, lejos de hacer caso a ello se puso mirando de frente al lugar en el que se encontraba el caballero.
– ¿Por qué debería acceder a tal petición? No es una obligación y hasta donde sé tú no pones las reglas en esto.
– ¡¿Qu…?!
El público quedó en silencio después de esta respuesta, Aiko desde adentro, y Hana e Ireth desde afuera dejaban notar en sus rostros la sorpresa que se habían llevado.
Todos en la zona de invitados se pusieron de pie con una mirada amenazante contra Milo, tal vez con unas feroces ganas de saltar contra él y acabarlo de la peor manera posible que pasara por sus cabezas.
– ¿Acaso no sabes con quién te estás metiendo? – Preguntó Dobre.
Se podía notar la impaciencia de este personaje, como si esperara la respuesta más atrevida que Milo podría dar, solo para usarla como pretexto y así poder matarlo.
Los labios de Milo se separaron para que pueda dar su respuesta, pero en ese momento fue intervenido por Hana.
– Oye, sabes muy bien qué es lo que nos conviene y qué no. No busques problemas donde no los hay y corresponde el saludo de Aiko, no es nada del otro mundo.
Milo cerró los ojos y volteó nuevamente para quedar frente a la pequeña, avanzó unos pasos y sonriendo de una manera casi imperceptible mientras abría los ojos, estiró el brazo hacia Aiko.
– De acuerdo, solo para que dejen de molestar.
Ahora Aiko sonreía nuevamente, ella correspondió el gesto de Milo y estrechó su mano. El saludo estaba hecho y ahora el ambiente parecía haberse calmado.
Dobre y compañía se sentaron con una amarga sensación de no haber podido hacer nada contra Milo.
Hana echó un suspiro de tranquilidad después de haber sentido que todos en el lugar se les iban encima.
Aiko no perdía la sonrisa del rostro, a diferencia de Milo que permanecía serio y con la mirada puesta fijamente sobre su rival.
– ¡Comiencen! – el presentador ordenó el inicio del encuentro y ambos comenzaron a tomar sus respectivas posturas.
– Ahora te darás cuenta que la derrota de Hana onee-chan no fue casualidad – comentó Aiko manteniendo su sonrisa, aunque esta duraría muy poco.
Milo comenzó a generar poder mágico en una de sus manos, una gran cantidad. Esto llamó mucho la atención de Hana, además de Dobre.
¿Tan pronto? ¿Por qué?
Hana de inmediato comenzó a hacerse aquellas preguntas mientras veía desconcertada esa manera de actuar en Milo.
– ¿Q-Qué haces? – Aiko perdió la sonrisa que hasta hace unos instantes traía.
– Te dije que terminaríamos rápido ¿no es así?
– ¿Eh?
Luego de juntar aquella cantidad de poder, Milo agitó el brazo desde la posición que tenía hacia el lado opuesto y liberó una potente ráfaga de aire, mucho más fuerte que las que Hana había utilizado antes.
– ¡¡Kyaaaaa!!
La fuerza del aire de inmediato sacó volando de la plataforma a la pequeña, que justo antes de caer al suelo fue detenida por la misma magia de Milo, evitando que se golpee y sufra algún daño.
Después de unos segundos de estar suspendida a pocos centímetros del suelo, la magia se disipó y Aiko cayó levemente.
La pelea había terminado con la prematura victoria de Milo, el silencio en el lugar era absoluto. Hana había quedado con la boca abierta por el casi nulo desarrollo del encuentro. Los miembros de Fénix Negro tampoco podían ocultar su sorpresa, el mismo Dobre era muestra de ello.
– E-El ganador es Milo – balbuceó el presentador.
Milo salió caminando ante un sinnúmero de miradas y bajó las gradillas hasta llegar a pararse al lado de Hana.
El presentador, ahora comenzaba a presentar el segundo enfrentamiento, mientras Hana le cuestionaba a Milo la manera en cómo había ganado su encuentro, se trataba de algo bastante malo para los propósitos que tenía, gracias a ello ahora no podían saber cómo actuaba el poder de Aiko. Pero más pronto que tarde Hana se daría cuenta que estaba equivocada.
– Eso que acabas de hacer fue muy tonto ¿sabes? Ahora cómo se supone que descubriremos el misterio que guarda Aiko, todo por usar mucho poder para sacarla en el primer ataque.
– Pues si no lo hacía, hubiese perdido contra ella.
Milo dio una respuesta inesperada que tomó por sorpresa a la joven de cabello lila.
– ¿Qué dices? ¿A qué te refieres con eso?
– El saludo que…
Entonces Milo comenzó a lucir exhausto a la vez que se tomaba la cabeza.
– ¿Qué te pasa?
– Esta es… la habilidad… de la enana.
Hana no comprendía bien a lo que Milo se estaba refiriendo, pero Milo comenzó a explicarlo con más detalles mientras se sentaba en el suelo con una notoria debilidad física.
– ¿Alguna vez escuchaste hablar de los buffers?
– ¿Buffers? No, nunca lo había escuchado – respondió Hana con el ceño fruncido.
– Existen habilidades innatas entre las personas, que solo pueden ser despertadas si es que estas poseen algo de magia en su interior. Estas habilidades raras, muchas veces suelen ser más peligrosas que la magia misma. Las bendiciones y las maldiciones son parte de estas habilidades. Un buffer tiene la habilidad de bendecir objetos o personas, darles más poder, resistencia, ya sea mágica o física…
Hana escuchaba atenta la explicación de Milo que parecía estar perdiendo hasta las fuerzas para hablar, mientras la segunda pelea ya se estaba librando en esos momentos. Pero a ambos parecía no importarles.
– ¿Entonces me estás diciendo que ella se aumentó el poder y resistencia para pelear?
– No – intervino entonces en medio de la conversación la joven elfo, mientras se acercaba a ellos –, hizo exactamente lo contrario.
– ¿Cómo que lo contrario?
– Permíteme terminar de explicarlo – refirió Ireth viendo a un debilitado Milo, que solo atinó a asentir con la cabeza –… Están los buffers que bendicen como te lo ha explicado, pero están también los Duffers, que maldicen. Si un buffer repotencia, un duffer debilita, un buffer puede multiplicar tu resistencia tres veces más y el duffer la puede reducir hasta una tercera parte si hablamos de equivalencias.
Hana quedó pasmada con lo que iba escuchando de su compañera de viaje.
– E-Entonces…
– Así es, Aiko te debilitó tanto como para derribarte con un simple toque, porque ella es una duffer.
– No lo creo, ¿pero cómo?, ¿en qué momento?
– El contacto físico es la manera como pueden encantar, aunque deben haber quienes alcanzan un nivel tan avanzado como para poder hacerlo de otras maneras, pero creo que la forma básica es con el tacto.
– Espera un momento…
Hana comenzó a hacer memoria entonces, y lo recordó, los momentos en los que Aiko había tocado su espada y además los golpes que le había detenido a la pequeña en el transcurso de la pelea. Pero también recordó el saludo que Aiko intercambió antes con Milo, previo a su enfrentamiento.
– ¿Ahora entiendes porque Milo no quiso saludar a Aiko? – preguntó Ireth.
– Y por eso es que la sacó de combate tan rápido como pudo.
– Así es, de no haberlo hecho, el encantamiento hubiese surtido efecto en él y el resultado hubiese sido el mismo que en tu pelea. Por supuesto que haber utilizado tanta cantidad de poder mágico aceleró la maldición y lo dejó en este estado, a diferencia de ti, que evitaste en todo momento gastar poder mágico, por eso el efecto tardó en atacar tus defensas, pero con la espada ya tenía un tiempo de haber reaccionado.
Hana lucía desconcertada por todo lo que había escuchado tanto de Milo como de Ireth, y ahora mismo se tomaba con la yema de los dedos las sienes.
– Todo esto que me cuentan cuadra perfectamente con lo que ha pasado, no lo creo – a su vez, comenzaba a dibujarse una sonrisa en su rostro, sus ojos comenzaron a ganar un brillo que solo podía indicar una cosa –… es perfecto.
– ¿Eh? – esa última frase confundió a Ireth.
– Es perfecto – Hana comenzaba soltar pequeñas risas –, encontré una persona perfecta para unirse a la orden.
Aún mientras Hana seguía sonriendo con sus pensamientos, la segunda pelea acabó, dejando como vencedor al participante llamado Aydal, que tras una intensa lucha que ninguno de los jóvenes notó, terminó por dejar inconsciente a Solo.
El presentador comunicó entonces que a partir de ese momento se daría un breve descanso de veinte minutos antes de disputarse el encuentro final.
– Hana, debemos hacer que el señor Milo recupere sus fuerzas.
– ¿Eh? Sí, tienes razón… ¿puedes llevarlo a la cabaña? Ahora quiero encontrar a Aiko que no la veo por ningún lado – dijo Hana mientras buscaba con la mirada en todas las direcciones la figura de la pequeña.
Luego de aceptar el pedido de Hana, la joven elfo, quien en todo momento vestía una gabardina para ocultar así sus llamativas orejas, ayudó a Milo a ponerse de pie para dirigirse a la cabaña donde permanecían algunas de sus pertenencias de viaje.
Hana se dirigió hacia el lado opuesto, hacia la multitud que esperaba el transcurso del tiempo para poder presenciar la última pelea, tratando de encontrar a Aiko. Caminando entre la gente mientras pedía permiso, por un lado y por otro, pero sin resultados.
¿Dónde está?
Parte 2
Habían transcurrido los veinte minutos de descanso, el sol comenzaba ya a ocultarse tras las lejanas montañas, el lugar donde se desarrollaba el evento ya lucía colmado de espectadores ansiosos por ver el enfrentamiento final, y entre la multitud se encontraba Ireth, ocultando como siempre sus peculiares orejas con la gabardina, como había estado durante todo el tiempo.
Hana por su parte, que seguía buscando a la pequeña niña derrotada en el enfrentamiento anterior, se iba a perder el último asalto. Aunque tampoco le importaba mucho, ya que sabía el resultado de antemano.
El presentador saltaba a la ya muy desgastada plataforma que firmemente había aguantado algunos fuertes choques anteriores.
La zona especial de invitados tenía en primera fila a Dobre, dispuesto a saber un poco más sobre el desconocido joven de cabellos verdes.
– Todo está listo para la pelea más esperada – recitaba el presentador mientras su brazo comenzaba a moverse en dirección de uno de los participantes, que se encontraba fuera de la plataforma –, la gran sorpresa del torneo, el joven al que poco o casi nada de daño pudieron hacer: ¡Milo!
La multitud comenzó a aclamar a Milo mientras comenzaba a subir las pocas gradas que lo llevaban a lugar de la pelea. El presentador ahora direccionaba su brazo al rival de turno, mientras continuaba hablando.
– El quien hasta hace poco era llamado a ser candidato al triunfo, aunque ahora no se sabe: ¡Aydal!
Con una expresión desencajada, producto de ese comentario desatinado, Aydal caminó hasta llegar a quedar frente a frente con Milo.
Mientras los contendientes se encontraban uno frente al otro, una tercera persona subió al escenario llevando en sus manos cierto objeto.
– Lo que tenemos a continuación – comenzó a hablar de nuevo el presentador mientras señalaba el objeto que era mostrado ante el público – es el premio al vencedor de esta ocasión, un cinturón de plata con una pequeña incrustación de oro en el centro.
– ¿Tienes alguna habilidad especial? – preguntó Milo directamente a su contrincante.
Aydal mostró una sonrisa antes de responder a la pregunta.
– Me gustaría decir que sí, pero no es el caso, de hecho creo que serás un oponente bastante complicado de vencer.
– ¡Es hora de comenzar! – con estas palabras el presentador dio inicio a la última pelea.
– ¿Estás bromeando? – Milo aún seguía intercambiando palabras con Aydal – sabes muy bien lo que pasará.
– Eso no lo puedes saber hasta que luchemos – Aydal continuaba insistente en su postura.
Esta insistencia de Aydal generó molestia en Milo, el joven peliverde cerró los ojos, giró el cuerpo en dirección opuesta a la que estaba y comenzó a caminar.
– Nunca había conocido a alguien tan estúpido, te mereces ese premio por tu valerosa imprudencia.
– ¿Eh?
Milo bajó las gradas abandonando así la plataforma además del lugar, caminando tranquilamente.
Todos quedaron estupefactos frente a aquella reacción, el presentador quedó callado por un instante, aunque luego procedió a hablar.
– S-Sorpresivamente el participante Milo ha abandonado la plataforma, lo que deja como ganador absoluto a Aydal.
Desde ese momento comenzaron a escucharse los abucheos generalizados, la multitud aclamaba ver una final que merezca la pena su espera, no el fiasco que habían atestiguado, con gritos como: «¡Ridículo!», «¡Regresa a pelear!», «¡Cobarde!», entre otros; Ireth se encontraba rodeada de gente alterada gritando por doquier, el público reclamaba la pelea, pero toda la escena parecía no importarle a Milo en lo más mínimo.
Ireth al mismo tiempo se puso de pie, entendiendo que no había nada más que hacer allí y comenzó a desplazarse por entre la gente buscando salir.
Entre tanto alboroto hubo una exclamación que silenció el lugar y detuvo tanto a Milo como a Ireth.
Aquella persona que ocupaba el asiento principal de la zona de invitados, con un fuerte e intimidante «¡Silencio!» había llamado la atención de todos.
– Cuando uno viene a participar – comenzó a hablar aquel personaje llamado Dobre mientras veía con un rostro muy serio a Milo –, debe de saber que está la posibilidad de perder, pero contemplar una rendición anticipada y más aún en una final es algo inconcebible.
Milo, luego de haber oído el sermón de Dobre, solo giró la cabeza hacia su dirección para responder.
– ¿Ah? ¿Y tú quién eres?
– ¡Oye maldito infeliz! – de inmediato salió uno de los acompañantes de Dobre en su defensa – ¡¿Cómo te atreves a…?!
– Déjalo – Dobre detuvo al ofuscado subordinado, mostrando que no le había afectado lo dicho por Milo.
El enfrentamiento de miradas entre Milo y Dobre pareció por un instante sacar chispas, pero fue Milo quien cedió primero regresando la mirada hacia el frente.
– Quiero que sepas – habló Dobre con la fuerza necesaria para ser escuchado por Milo, quien aún caminaba – que tendré muy en cuenta esta falta de respeto.
Milo terminó por alejarse del lugar ante la mirada desafiante de Dobre, mientras comenzaba a anunciarse la entrega del premio al ganador.
Parte 3
El escenario volvía a ser la posada de la que habían salido para participar en el torneo. Hana se encontraba con un traje diferente al habitual blanco, echada en la cama con la cara sobre la almohada, indicando una suerte de desánimo.
Ireth estaba sentada en la parte inferior de la cama con los brazos apoyados en el colchón y los ojos cerrados sin la gabardina que había usado a lo largo del día.
– Deja el desánimo, de seguro está en alguna casa de este pueblo.
– Supongo que tienes razón – Hana se sentó aún con la mirada un poco caída –, de todos modos creo que iré a buscar una última vez, tal vez tenga suerte y la encuentre.
Hana avanzó hacia el borde de la cama y sutilmente bajó sus atractivas piernas, cubiertas por pantalonetas negras, hacia el suelo, tomó los tacones que habían y comenzó a ponérselos mientras los cabellos caían por su rostro.
– Por cierto, ¿dónde habrá ido el señor Milo? – preguntó Ireth ahora dejándose caer pesadamente sobre la cama.
– No lo sé…
– ¿No quiere que la acompañe?
– No es necesario, espera aquí, tal vez regrese Milo.
Hana se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta, la abrió y salió sin pronunciar más palabra alguna.
Ireth parecía cada vez más caer en un profundo sueño producto del trajín del día.
– Awww… bueno, creo que aprovecharé el momento para dormir un poco.
El pueblo celebraba la noche post torneo, donde los principales invitados de honor eran Dobre y sus subordinados, así que las calles lucían muy diferente a lo que debía ser un pueblo de esas características, esta noche estaba permitido libar alcohol, que por supuesto había sido petición exclusiva de Dobre para terminar de la mejor manera el torneo. Sin embargo, las zonas más alejadas del centro, podían mostrar otra cara.
Un pequeño hotel había acabado de propinar una escena desagradable, de una de las habitaciones iba saliendo un sujeto, que había participado del torneo, su desagradable semblante daba fe de haber pasado unos momentos intensos de placer carnal, el visitante terminaba de ajustarse el cinturón mientras bajaba de las escaleras de madera, y en la habitación quedaba el cuerpo inconsciente y semidesnudo de una mujer de edad promedio, en un evidente estado de ebriedad.
– Me voy – refirió aquel sujeto al encargado de la recepción.
– ¿Nos deja señor Arienthus?
– Mañana temprano, antes del amanecer ya debo estar viajando hacia la capital, tengo pendientes por hacer.
– Ah ya veo… ¿y con respecto a la chica?
– Déjala, ya se irá en cuanto se despierte…
– Pero todavía es estancia, no creo que despierte hasta mañana y bueno pues como debe saber…
– Sí, sí, lo dejaré pagado.
– Muchas gracias señor, como ya sabe, es usted siempre bienvenido a esta humilde morada.
El sujeto llamado Arienthus dejó unas cuantas monedas de cobre sobre la mesa de recepción y luego procedió a marcharse del lugar.
El sujeto caminaba por una de las calles con unos ánimos no tan buenos, incluso parecía estar fastidiado.
– Bah… maldita perra, por culpa de esa chiquilla he tenido que gastarme unas monedas con esa pueblerina para poder tener algo de diversión. No puedo olvidarme de ese maldito cuerpo lujurioso que tiene, si no mal recuerdo su nombre era Hana, si me la llegase a topar juro que la hago mía como sea. Bueno, creo que todavía tengo estómago para un poco más de tragos, iré al lugar de la fiesta nuevamente.
El sujeto llamado Arienthus tomó un angosto callejón para pasar a la avenida paralela de la que iba, daba algunos pasos antes de distinguir una figura del otro extremo del callejón.
Uno de los postes de luz alumbraba directamente sobre la espalda de aquella silueta por lo que el sujeto solo alcanzaba a ver una forma negra.
– ¿Quién rayos eres? Espero que no estés buscando pelea porque ando muy cabreado y sería capaz de matarte.
La silueta no respondía pero sí comenzaba a caminar en dirección del sujeto. Este por su parte, no dejaba de caminar con el ceño fruncido, intentando visualizar a quien tenía en frente.
Una vez que estaban más cerca y la luz del poste no pudo alcanzar más a la silueta, entonces pudo notarlo, el sujeto quedó sorprendido por un instante cuando vio que la extraña figura era alguien en quien había estado pensando.
La atractiva figura de una mujer, los alborotados cabellos lila y el traje bastante diferente a lo usual dibujaron una extensa y siniestra sonrisa en el rostro del sujeto.
– Pero si eres tú… y justo venía pensando en ti ¿sabes? Te llamas Hana ¿verdad?
La mirada amenazante de Hana no parecía intimidar al sujeto.
– ¿Sabes una cosa? La manera en que me dejaste en ridículo frente a toda esa gente se merecería una de las muertes más brutales que te puedas imaginar, pero – Arienthus dio un repaso con su mirada de arriba hacia abajo y viceversa a la figura de Hana –… contigo voy a hacer una excepción. ¿Qué te parece si lo solucionamos en el hotel que hay a la vuelta?, las habitaciones no son la gran cosa, pero lo importante es que tenga una cama donde nos podamos sentir a gusto. Si te portas bien llegaremos a un acuerdo beneficioso para ti… te prometo que pasarás la mejor noche de tu vida. ¿Qué dices? Es una oferta bastante generosa de mi parte.
A pesar de haber estado con otra mujer hace no mucho, el sujeto parecía estar nuevamente desesperado por poner sus manos sobre Hana.
Justamente luego de un breve tiempo de silencio, la joven comenzó a hablar.
– No me interesan tus asquerosas propuestas… yo solo he venido a cobrar tu deuda de la pelea.
– ¡¿Qué dices maldita perra?! ¿De qué deuda hablas?
– ¿Acaso lo has olvidado?
– ¿Eh?
El sujeto pareció confundirse por un instante, y comenzó a hacer memoria para poder entender a lo que se refería la joven.
«Si yo gano, disfruta este día tanto como puedas»
Cuando recordó aquellas palabras instantes antes de su derrota, el sujeto sintió un ligero escalofrío por su cuerpo.
– ¿Disfrutar el día tanto como pueda? ¿Qué quisiste decir con eso?
En ese instante, desde las sombras, Milo asomó la cabeza por detrás de Arienthus para hablarle cerca al oído.
– Que te vas a morir.
El cuello del sujeto fue atravesado desde un costado por una cuchilla de mediano tamaño y retirada al mismo tiempo. Fue una rápida estocada que ni el mismo Arienthus pudo sentir hasta que cayó pesadamente en el suelo sosteniéndose la herida de la que brotaba sangre a chorros, retorciéndose de dolor mientras que sus ojos casi desorbitados podían ver la figura de Hana marcharse del lugar. Aquellos ojos desorbitados que ahora eran parte de un cadáver tirado sobre un charco de sangre a los pies de Milo.
– Si solo se tratara de dejarlo aquí no sería problema, pero ¿esconder esto? Esas son peticiones absurdas.
Más tarde, cuando Ireth despertó de su breve siesta, notó que tanto Milo como Hana se encontraban durmiendo.
Hana con solo los tacones en el suelo y echada en la cama boca arriba, y Milo sentado con los brazos cruzados en una silla cerca de la puerta.
– ¿Huh? ¿En qué momento ellos…?
El sueño la volvió a vencer y cayó dormida al igual que sus compañeros.
Un día de locos en el camino a su objetivo había acabado con una derrota inesperada de Milo y la muerte del acosador de Hana. El día se acercaba para su inicio de viaje hacia la ciudad de Efibe.
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