Bajo Mi Mente En Otro Mundo - 28.5
Luego que Jeremy haya asesinado al minotauro, los otros que hacían lejos del peligro traspiraban e intentaban calmarse.
—¡Uf! Eso estuvo muy cerca, muchas gracias, Luz. —Agradecía Alessio que secaba su frente.
—Más bien gracias a ustedes, tuvieron una excelente idea en romper la paciencia del minotauro, así no habría encontrado una buena posición para atacarlo.
—Me alegra que nuestro plan haya salido bien, Alessio, hicimos un buen trabajo.
Chocaban sus manos.
Escuchando los pasos de alguien que venía hacia ellos, voltean su mirada y era Jeremy que se acercaba victoriosos entre el viento que guía a las hojas de los árboles y el anaranjado atardecer que iluminaba su cabello de color vainilla.
Acercándose y sintiendo las miradas de ellos, alza su mano derecha con un puño formado y no lo baja hasta que se acerca hacia ellos.
—¡Jeremy! ¿Te encuentras bien? ¿Qué fue del minotauro?
Jeremy que tenía la mirada hacia abajo, bota una leve risa y alza su mirada, para luego bajar su mano y abrir su puño.
—¿E-esto responde a tu pregunta? —Respondía sin decir más.
—¡Lo lograste!
—Lo logramos Luz, lo logramos… —Descendía su voz al ver a esa Altramista, y como era de esperarse, ella no decía ni mostraba ni un signo de nada.
—¿Te encuentras bien? Te vez algo agotado… —Dice Luz preocupada.
—¿Yo? ¿Agotado? Pff… ¿A caso sabes quien soy? Soy Jeremy Urgel, yo no me… —Tambaleaba al caminar.
—O-oye, no te muevas, se ve que estás mal. —Insistía Luz.
—C-claro que no estoy mal, bueno, es evidente que si lo estoy, p-pero tú… —señalaba a Inés—, ¿tú que hiciste a cambio?
Inés no se movía.
—T-te pedí tú ayuda, t-te dije que le atacaras por los ojos, y lo único que hiciste es desobedecerme y eso casi nos mata.
Inés no decía nada, sólo lo observaba.
—Jeremy, cálmate, ya pasó, no debes seguir…
—Ay Luz, ¿ya te olvidas quién fue la que provocó esto?
—Claro que no lo olvido, pero no hay necesidad de discutir, eso ya pasó…
—Espera, espera, espera… —interrumpía Alessio—, ¿la que provocó esto fue Inés? ¿Por qué?
—Señorita Inés… —Agregaba Lyna.
Todos la observaban, sentía como las miradas caían en ella, pero a pesar de ello, no sentía nada…
—¿Por qué? Ja… Pregúntale, a ver que te dice la muy callada esa.
Volteando su mirada hacia Inés, hace caso lo que le dijo Jeremy, por lo que le pregunta.
—Inés… ¿Tu fuiste la que ocasiono que la campana suene? ¿Por qué lo hiciste?
—…
No respondía.
—Señorita Inés, ¿Por qué? —También preguntaba Lyna.
Inés no respondía, más bien, se mostraba como siempre, no mostraba signo alguno, o eso era lo que mostraba al externo…
—Ven, q-que les va a decir esta, es una Altramista, a fin de cuentas, fría y sin sentimientos como la mayor parte de ellos, pero claro, sólo le conviene hablar mal de nosotros, ¿o no es así, Inés?
Intentaba desviar la mirada.
—Jeremy, es mejor que pares, no queremos problemas… —Sugería Luz.
—Menos yo, pero hay que dejar las cosas claras desde el ya, —señala a Inés con enojo—, tú, maldita Altramista nunca debiste venir con nosotros, eres un estorbo, no eres mi amiga y nunca lo seremos, me repugna que alguien como tú este acá, si tanto no querías venir te hubieras quedado pudriéndote en esa mansión, tu existencia en este grupo hubiera sido nula y nada hubiera cambiado, eres un estorbo…
—¡Jeremy, cálmate! —Interrumpía Luz.
—¿Y que vas a hacer Altramista? ¿No dirás nada como siempre? ¿¡Acaso dirás algo!? ¡Dirás algo! ¡Estuve a punto de morir! ¡Y no piensas disculparte! ¡Me das asco! ¡Me das asco! ¡Hablas mal de nosotros, tiras el brazalete que te regalo Luz, no colaboras y casi me dejas morir! ¡Que mierda te pasa en la cabeza! ¡RESPONDE!
Gritando y respirando con fuerza ante su alta presión, había provocado un silencio profundo en el ambiente, nadie decía nada, cómo si sus gritos hicieran eco en sus oídos.
Inés, que tenía la mirada perdida hacia adelante, siente que tiene la mirada de los demás que esperaban una reacción o palabra de ella.
Moviendo muy levemente sus labios y sin reaccionar a nada lo que le dijo Jeremy, lo único que hace es dar indicios de caminar y cierto era que había comenzado a dar unos pasos que se dirigía hacia Jeremy, pero al llegar hacia él, de lo que había estado caminando levemente comienza a aumentar su velocidad, corriendo del lugar sin explicación alguna.
—O-oye… ¿a dónde va? —Dice Jeremy confundido.
Inés, que había comenzado a correr, se detiene para sólo voltear a verlos unos segundos, paso seguido, corre sin rumbo alguno.
—Creo que has sido muy duro, Jeremy. —Expresaba Luz.
—Q-qué me importa si fui duro, se lo ha buscado, y es mejor que piense en lo que ha hecho… —Tambaleaba al caminar.
—¿Entonces nos quedamos parados aquí esperando a que vuelta? —Agregaba Alessio.
—Claro que no, nosotros nos iremos al campamento y que ella se las arregle, se lo ha buscado, y se lo merece. —Afirmaba Jeremy con enojo.
—No me parece justo, a fin de cuentas sigue siendo nuestra compañera…
—Tú compañera —le interrumpía—, yo no quiero saber nada de ella… —Tosía.
—Jeremy… —Atendía Luz frotando su espalda.
Alessio que estaba pensando respecto a lo sucedido, llega a una conclusión recordando como eran sus compañeros de clases con él; sentir las miradas de los demás y no saber que responder y sólo escapar de ahí era algo que había vivido por mucho y entendía, pero cierto era que no podía justificar lo que había hecho Inés.
Con este pensamiento en mente, sabe lo que debe hacer.
—Iré a buscarla. —Decía al improviso.
—Oye, ¿sabes que es peligroso estar ahí afuera?
—Lo sé, Jeremy, pero tengo un código moral del cual no puedo romper y me dice que vaya a buscarla, no justifico que lo que hizo haya estado bien, pero a fin de cuentas sigue siendo nuestra compañera, aunque no seamos amigos de ella, las personas cometen errores.
—Sí, pero lo suyo es injustificable, nos odia, tú lo sabes, Luz lo sabe, hasta Lyna lo sabe; ayudarla sólo será una perdida de tiempo.
—Tal vez, pero no debemos hacerla sentir menos, está bien que le hagamos ver sus errores, pero no darle la oportunidad que cambie eso ya es malo de nuestra parte, así que iré a buscarla.
Dejando razonar con el comentario que dijo, Lyna, que había estado como mera espectadora concuerda con Alessio.
—Yo también iré. —Responde Lyna.
—Lyna, no te obligo que vengas, puedes ir al campamento con ellos…
—Iré contigo, así no tardarás en encontrarla, somos un equipo, no lo olvides.
Le afirmaba con una sonrisa. Lyna sabía también que lo que hizo Inés no era lo correcto, pero al ser alguien que conocía desde varios años y aunque la relación de ambas no era la más cercana, verla así le preocupaba.
—Cierto, somos un equipo —volteaba a ver a Jeremy—, sé que estás enojada con ella, pero no podemos dejarla ahí sola…
—Haz lo que tu quieras… —interrumpía—, Esa Altramista nunca cambiará… nunca…
—Bien…
Sin recibir una respuesta de Jeremy, Alessio comienza a caminar hacia la dirección donde se fue Inés, pero Lyna, al ver que faltaba alguien voltea su mirada.
—Luz, ¿tú no vienes? —Preguntaba.
—Me gustaría, pero debo llevar a este lastimado Jerienojado al campamento, lo siento amiga.
—No te preocupes, Jeremy necesita que le atiendas, ya volvemos.
Despidiéndose y dirigiéndose hacia donde habría ido Inés, Luz llevaba a Jeremy al campamento a duras penas, y mientras que Alessio y Lyna seguían las huellas, Inés se encontraba corriendo, quería escapar del lugar, desaparecer de ellos, pero los tropiezos continuos al no fijarse por donde pasaba hacían que se lastimara cada vez más sus piernas.
“No eres nada, sólo eres una simple Altramista”, recordaba en sus recuerdos esas palabras.
“¡Me repugna que alguien como tú este acá, si tanto no querías venir te hubieras quedado pudriéndote en esa mansión, tu existencia en este grupo hubiera sido nula y nada hubiera cambiado, eres un estorbo!”
Tropezaba al correr.
“Tú eres una escoria”
“Irrespetuosa”
“Haz bien tu trabajo”
“Maldita Altramista, te golpearé más fuerte la próxima vez”
Tropezaba nuevamente al recordar esos golpes con la regla.
“Nadie te quiere, eres nada, eres sólo una escoria viviente”
Corriendo y corriendo al querer escapar de esas palabras que le atormentaban, recuerda sin querer la vez que discutió con Alessio en la biblioteca…
“Si tú eres la primera que me habla mal… Siempre me miras con enojo, con desprecio… ¡no puedes comprender las palabras de uno!”, recordaba las palabras de Alessio.
“El egoísta no soy yo… ¡TU ERES LA MALDITA EGOÍSTA QUE NO PIENSA EN EL PESAR DE MIS PALABRAS Y QUE SOLO PIENSA EN SI MISMA COMO LA EGOÍSTA QUE ERES!”
“Sí, soy una maldita egoísta que sólo piensa en sí misma, tengo mis razones para serlo, así que lárgate”
—¡Agh! ¡Ya cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!
Golpeando con fuerza su cabeza, tirada en el pasto intentando que su cerebro no le haga recordar esas cosas, ella era muy firme en no mostrar signos de debilidad ante ello a los demás, o ante ella misma.
—No, no pienses en ello, no pienses en ello… Yo no soy así, el sentimentalismo es una mierda, yo no soy así… tú no eres eso… ellos se equivocan, todos se equivocan, ¡ellos son patéticos, no soy nada, no soy nada! ¡no! Soy algo, soy alguien, no soy cómo ellos, que mueran, que mueran…
Confundiéndose ante sus palabras, sus pensamientos le estaban haciendo una mala jugada, ¿o la estaban haciendo ver cómo era como persona? Esto le ponía en duda, pero no quería aceptarlo.
—Yo… yo… no soy… q-qué… ¿q-quién soy…? —Sintiendo que leves lagrimas estaban saliendo de sus ojos, los limpia rápidamente.
“Mírenla, ya se pondrá a llorar”, decía un niño en sus recuerdos.
“Péguenla, es una Altramista”, recordaba como esos niños le golpeaban.
“Toma esto, no vales nada”, recibía un puñete de parte de un desconocido que le daba unos panes.
“Ven aquí, ¡malcriada!”, recordaba cuando Velleda le golpeaba.
“Tú no vales nada, si estás aquí no es más que por tu hermano, así que hazme el favor de comportarte y seguir lo que te digo, ¿o acaso quieres volver a ese lugar a morir?”, decía Velleda en su escritorio.
“…”, No respondía la pequeña Inés.
“Bien, ahora ve a trabajar, maldita Altramista”, la empujaba haciendo que caiga al suelo…
Inés, que hacía sin fuerzas en el pasto, formaba un puño al recoger un poco de tierra para calmar su enojo…
—Ya deja, ya deja de pensar en ello… Es sólo una perdida de tiempo, no debo pensar en eso, yo… no sé, no sé, no sé, no sé, ¡no sé!
“Si que lo sabes”
—…
“Ay hermana, cuantas veces te dije que no te despeinaras, deja que te lo arreglo”
—…
“¿Por qué no me odias?”, preguntaba Inés en un recuerdo.
“¿A qué viene eso tontita?”, respondía Ron al meter los libros en la repisa.
“Deberías odiarme, sólo he sido un peso para ti”
“¡Idiota! ¡Idiota!”, golpeaba su cabeza con el lomo de un libro. “¿Cómo puedes preguntar eso?”
“…”, lo miraba confundido.
“¡Ay, Inés! No hay necesidad de respondértelo, tú sabes porqué sigo acá contigo, no es un misterio, es sólo que tú no lo quieres ver, a veces las cosas siempre están a nuestros ojos, pero siempre hacemos preguntas ante lo obvio, no estés tan segada con tu ego, ve la verdadera razón del porqué sucede las cosas, o porqué las personas son así contigo, tú lo sabes, pero no lo aceptas”.
“…”, Inés no decía nada.
“No te preocupes por lo que suceda, sabes, eres mi hermana, mi familia, y siempre te protegeré, sé que la gente de afuera no suele ser buena, pero no te digo que tu seas mala con los que son buenos contigo, eso sólo te convertirá en lo que más detesta de los demás, hermanita”
Recordando esa conversación que tuvo con su hermano meses atrás, comienza a analizar lo que sucedió en estos días, pero su ego hacía todo lo posible para no dejarse llevar por lo que dijo su hermano.
“Pero yo no quiero ser cómo ellos, los detesto cómo son, me recuerdan a esos niños que nos hacía la vida imposible…”
“…”, Ron no decía nada, seguía ordenando los libros.
“Estoy aquí sólo por una cosa, por Ilna estoy acá, por ese misterioso ser… Pero por esos idiotas esto se ha atrasado más de lo que quería… los maldigo…”
“…”, su hermano no respondía.
Inés esperaba una respuesta de su hermano, pero este no decía nada, era como si el recuerdo de ese día continuara… ¿Pero que más esperaba? Era sólo un recuerdo, un mero recuerdo que estaba batallando en encontrar una respuesta.
Estando ahí parada, sintiendo como todo se oscurece, y cómo su hermano se va desvaneciendo, sigue ahí parada, no muestra signo alguno, sólo pensaba y pensaba, todo se volvía más confuso y varias voces sonaban por su cabeza…
—Agh… agh… —suspiraba enojada—, ¡malditos! ¡malditos!
Sobando su cabello cada vez con más fuerza estaba al punto de estallar, no quería aceptar lo que le dijo su hermano, su enorme ego no le permitía ver más allá de esas palabras…
—¡Inés! ¡Inés!
—¡Inés!
Gritaban dos voces, eran Alessio y Lyna que estaban casi cerca de ella.
—Ellos dos…
Intentando alzarse para escapar de ellos, no sirvió de mucho para que Lyna escuchara con atención sus pasos.
—Aquí Alessio. —Le indicaba.
—O-oye, ¡Inés! —Gritaba al observarla desde las lejanías.
Al saber que los había encontrado, los voltea a ver por unos segundos y se marcha a correr para perderlos de vista.
—¡Inés, no te vayas, queremos hablar contigo! —Dice Alessio mientras corrían detrás de ella.
—… —No respondía.
—¡Podemos conversar, no te queremos hacer nada! ¡Inés! —Gritaba Alessio.
—¡Señorita Inés, por favor, deténgase! —Agregaba Lyna.
Inés no hacía caso a lo que decían, sólo le importaba correr de ellos y que no la vean de esa forma, pero era inútil por más que corriera, su resistencia se estaba agotando y no pensaba con claridad por donde iba, por lo que, sin más remedio, entra a una cueva pensando que no entrarían y que se perderían, pero mala fue su suerte al darse cuenta de que sólo era una pequeña cueva con un cumulo de rocas que formaban un muro.
—Inés… Inés…. —Bostezaba Alessio al llegar a la cueva.
Acorralada y sin escapatoria, apegada hacia el muro, alza su dedo índice para amenazarlos.
—¡Aléjense! ¡Aléjense! —Gritaba exaltara.
—Wow, wow, Inés, calma…
Si fuera una persona común y corriente que no haya pasado algo de tiempo con Inés, uno sentiría gracia del hecho que Inés alzara su dedo índice hacia ellos, pero Alessio sabiendo el uso que hay detrás de eso no se va a tomar a la ligera la situación.
—¡Retrocedan! ¡Retrocedan! ¡O les haré un hueco en sus miserables cráneos! —Amenazaba temblorosa.
—Señorita Inés, queremos hablar contigo…
—¡Cállate! ¡Cállate sirvienta! ¡No eres nada para mandarme! ¡No soy como tú! ¡No soy una estúpida sumisa! —La señalaba.
—Inés, venga, no queremos hacerte daño, sólo vamos a hablar…
—¡No! ¡No hablarás conmigo! ¡Ni uno de ustedes lo hará! ¡No merecen la vida, son sólo un estorbo! —Disparaba al costado de Alessio.
Sintiendo el rose de ese laser ardiente pasar por su costado, se le eriza la piel al ver que ella irá en serio si sólo la hacían sentir presionada, haciendo que piense bien cómo debe reaccionar con ella.
Lyna por su parte estaba paralizada, nunca había visto de esa forma a Inés, por lo que asustada se acerca a Alessio.
—¿Q-qué hacemos? —Le preguntaba.
—…
Alessio no respondía, seguía analizando la situación a la que deberá afrontarse, por otra parte, Inés respiraba con profundidad, cada respiro era fuerte ante su alta presión y atenta ante cualquier movimiento de ellos.
El muchacho sabía que cualquier cosa positiva que diga sólo provocará una reacción negativa de parte de ella, pero darle la razón a cada palabra que le diga sólo empeorará las cosas, aumentando su confianza en no hablar con ellos, por lo que no tiene más opción que ser realista con ella.
—Inés, escucha…
Alzaba sus manos cómo si fuera un ladrón del cual le estuvieran a punto de arrestar, pero esta, confundida lo señalaba segura de sí misma en dispararle.
—Te preguntaras porqué tengo las manos alzadas, la respuesta a esto es hacerte ver que no te voy a hacer daño, ni tampoco pienso ni juzgarte, ni gritarte. Sé que nos odias, y no pienso cambiar eso, pero si me concedes… —Lyna alza sus manos al igual que él—, si nos concedes hablar contigo, podremos llegar a un acuerdo y solucionar esto, no es necesario que nos respondas, tampoco queremos que lo hagas, sólo queremos que nos concedas este favor…
—¡No se los concedo! —Respondía directamente, pero esta vez no mostraba signos de dispararles, por lo que Alessio dándose cuenta de ello, prosigue.
—Bien… Está bien, esta bien, sólo quiero decir una cosa, sé que no quieres que hable…
Le apuntaba con seguridad, pero esto era lo que quería Alessio, por lo que, arriesgándose, camina unos pasos hacia adelante con delicadeza, se para y baja su mirada en silencio.
Lyna no entendía lo que estaba haciendo Alessio, lo único que podía hacer es tener las manos en alto y guardar silencio.
Inés, confundida, no sabía porqué estaba ahí parado, esto le daba fastidio, por lo que le habla.
—¿Por qué estás ahí silencioso? ¿Y tú también? —Les preguntaba, Lyna por su parte intentaba apartar la mirada con nervios.
Alessio seguía esperando, sabía que si seguía en silencio sólo haría desesperar a Inés, aunque eso lo prefería en vez que este decidida en dispararles.
Ya habían pasado varios segundos y aún seguían en silencio, Inés no era tonta, pensaba que Alessio estaría pensando en un plan o palabras correctas para calmarla, pero eso no era más que una suposición, la realidad era que Alessio no estaba pensando en nada, sólo quería romper su paciencia.
Luego que haya pasado un minuto desde que se dejaron de hablar, esto desesperaba a Inés, y sin más remedio y con enojo, les responde.
—¡Di algo maldito! ¡Di algo!
¡Bingo! Eso fue lo que le vino en mente a Alessio, ahora que les dio la oportunidad de hablar no se contendrá.
Así que, alzando su mirada y al observarla, bota un leve suspiro para aclarar su mente.
—Inés Gruber…
—…
—Inés Gruber, ese es tu nombre, sé que estoy diciendo algo obvio, pero lo no tanto obvio es que la chica que lleva ese nombre no es mala persona, ¿o me equivoco?
—¿De que estás hablando? Tú no sabes nada de mí.
—Y eso mismo podría decir de nosotros, nadie sabe nada de nadie, pero hablamos como si supiéramos todo de otros.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que no podemos odiar o juzgar a alguien sin conocerlo, lo superficial es lo que más resalta, pero lo profundo es lo que tarda en verse.
Sintiendo que está teniendo una conversación con ella, levemente se acerca a ella.
—Te confundes, si la persona muestra lo que es ya es así, todos son unos idiotas, unos falsos. —Le respondía.
—No te voy a negar eso, pero el mundo es tan grande para creer que todos son así, sé que soy el que menos debe hablar así, a fin de cuentas sé que soy un desconocido, alguien que apareció de la nada, pero no estoy acá para hacer daño, ni mucho menos hacer sentir menos a alguien, sé que estoy hablando de mí, pero no dejes cegarte por ello, no sé por lo que haz pasado, no sé nada de ti, lo que si sé es que me odias, y no quiero cambiar eso, eso no me incumbe, pero como personas civilizadas podemos llegar a algo…
Inés, que hacía callada escuchando en lo que decía, temblando ante la situación en la que se encontraba, parecía que no iba responder, hasta que sin quererlo…
—C-cuando unos niños que creías que eran tus amigos te apuñalan por la espalda y te golpean por un mero trozo de pan, o que una persona mayor abuse y te golpee por no cumplir su trabajo o ser castigada por un mero error, o ser discriminada por sólo ser diferente a ellos, sabes que todos son iguales y nadie hace nada, siendo contaminados al fingir ser algo para obtener lo que quieren, botándote o desahogándose cómo si fuera una mera cosa… —Respondía defendiendo su punto de vista sin saber que había provocado lo que quería Alessio.
—Lamento que hayas pasado por eso, no debió ser nada fácil…
—¡No digas que lo lamentas! ¡Tú no lo sabes! ¡No lo sabes! ¡NO LO SABES! —Dejándose llevar por el enojo, lo señala con signos de dispararle.
—¡P-pero yo sí! —respondía Lyna en ayuda de Alessio.
Inés, que había cambiado su mirada hacia ella, ahora es ella la que era apuntada, haciendo temer a Alessio a lo que podría pasar.
“Lyna…”, decía asustado.
—Tú que sabrás sirvienta idiota, eres sólo una mera sigue ordenes, no tienes voluntad, no eres nada, me das asco, te odio, desde la primera vez que ti vi y lo que me contó Ilna lo que le hiciste te detesto más.
Alessio, al escuchar eso, recuerda la vez que Emilio le contó respecto lo que sucedió con las hermanas, lo recuerda perfectamente pero nunca le comentó a Lyna que él ya lo sabía, pero haría cómo si nunca lo hubiera escuchado, siendo tal vez esta ocasión que escucharía la verdad tras esa historia que aún recuerda de ese día donde fue su primer juicio.
Mientras que Lyna escuchaba las duras palabras de Inés, tenía la mirada vacía, tocar el tema de su pasado y de su hermana le destrozaba por dentro y no era algo que le gustaba hablar, pero siendo por esta ocasión lo hablaría para llegar a razonar con ella, pero temiendo que Alessio se disguste con ella por lo que contará.
—Sí, así es… Soy una mera sirvienta que sigue ordenes, es la verdad, sólo vivo a base de ello, pero no somos tan distintas si me permites decirlo… —Mantenía la mirada en bajo.
—No me compares contigo, sirvienta asquerosa, traidora, detesto a la gente cómo tú, por lo que le hiciste a tu hermana, eso no tiene ni perdón.
—Lo sé, no negaré eso, vendí a mi hermana por sólo unos meros centavos, es un error del cual me arrepiento mucho, fui tan ingenua en caer en un engaño tan obvio que no me di cuenta en ese entonces, y la vida se encargó que pagara mis errores siendo prisionera de un oficio del cual vivo, y del cual ahora los atiendo y que me dio la oportunidad de volver a tener contacto con mi hermana, pero con la desgracia de haber perdido toda su confianza, además de haber sido maltratada, golpeada e insultada por cada error que hacía en la academia, o cuando las sirvientas Carla o Sadie me reprochaban o pegaban por no cumplir sus mandados…
—Y eso a mí que me importa, sigues siendo una sirvienta, no eres nada, no eres nada… —Negaba lo que le decía, no tomaba en cuenta sus palabras.
—Lo sé, tal como dices no soy nada, cometí mis errores, pagué por mis errores, y aunque quiero solucionarlos, mi oficio me lo impide, soy sólo una mera sirvienta como dices, del cual también ha sufrido, ha sido golpeada, gritada, humillada, insultada y además… —se desabrochaba un poco los botones para mostrar una parte de su busto y alzaba su mirada—, también fui castigada con un sello del cual me tiene prisionera a ser una sirvienta y que no puedo desobedecer ni una orden… —se lo abrochaba.
Alessio, que estaba viendo y escuchando lo que decía, quedaba más impresionado por la forma en el que estaba hablando, nunca la había visto de esa forma, llegándole a sorprender.
—Tú te lo buscaste, te lo mereces. —Responde con debilidad y sin muchos argumentos.
—Tal vez, o fue sólo mala suerte, por desgracia así es la vida, no sale como quedemos, a veces nos encontraremos con malas personas más que las buenas. —Se acerca a ella.
—Sirvienta, aléjate, ¡no te pedí que vinieras!
—Yo te entiendo, sé cómo te sientes y ahora sabemos por lo que hemos pasado, si no podemos ser amigas lo entenderé, pero no dejaré que estes acá sola, los sufridos necesitan de otros para salir adelante, hablar entre ellos, comprenderse y entender que el mundo no es tan malo, que siempre podrás contar con alguien… —Estando delante de ella, el dedo índice de Inés estaba tocando la frente de Lyna, se había acercado tanto que no se había dado cuenta al escucharla con atención.
—Sirvienta… Aléjate… Tú no sabes nada…
—Es cierto que no sé nada, nadie sabe nada hasta que te cuentan lo que sienten, lo que pasaron y por lo que pasó.
—N-no, n-no sabes nada, no sabes por lo que pasé, n-no s-sabes lo que siento…
Lyna, sin alternativa y sin más recursos, aparte el dedo de Inés y la abraza con fuerzas al improviso, sorprendiendo a una ya débil Inés.
—¡No sé nada, pero si sé que una conocida está mal, no mereces estar así, nadie lo merece! ¡Sé que todos estos años hemos estado siempre distanciadas, nuestras diferencias y nuestros pensamientos nos hacían ver cómo personas de otros mundos, pero la verdad es que somos casi iguales, hemos sufrido, hemos sido humilladas, pero a fin de cuentas siempre tenemos a alguien en este infierno, tú no estás sola, no estás sola! ¡Mi hermana, Alessio, Luz, Jeremy, tú hermano! ¡Nosotros te queremos, y no queremos que estes sola! No eres una Altramista, eres una persona, una hermana, una amiga, eres alguien… ¡Eres Inés Gruber! ¡La chica de la biblioteca!
Escuchando con claridad las palabras que decía Lyna, con los ojos perdidos en el horizonte, escuchaba una voz similar al de su hermano, cómo si le estuviera diciendo: Ahí está la respuesta.
Luego de escuchar esto, bajando su dedo índice temblorosamente, sintiendo la calidez Lyna y comprendiendo lo que le dijo esa vez su hermano, soportando el peso de sus lágrimas, levanta su mirada para que estas no caigan, pero Lyna, sintiendo cómo lo contenía, le soba suavemente su espalda.
—No conserves todo lo que tienes, expulsa todos esos años de sufrimiento, llorar no es ser débil, llorar es hacer respirar al alma, llora, llora, llora…
Hablándole suavemente para calmarla, Inés, que había estado soportando sus lágrimas y aceptando que no podía más, cae en llantos delante de ellos.
—¡Lyna…! ¡P-perdón! —Caía en lágrimas.
—Ya, ya… te perdono. —Le sobaba la espalda.
—¡Soy mala, soy egoísta, no soy nada…! ¡Perdón, perdón!
—Tranquila, Inés, todos cometemos errores, pero muy pocos lo admiten, estoy orgullosa de ti.
Llorando sin importarle que Alessio le estaba viendo, este estaba conmovido por lo que había sucedido, no quería interrumpir el momento que estaban pasando Inés y Lyna, por primera vez habían hecho las pases, cosa que le alegraba y no evitaba expresar una sonrisa y dejar que Inés se desahogue, que era lo mejor antes que vuelvan al campamento.
Luego de un largo minuto entre ellos, por otra parte, Luz que se había puesto el traje de sirvienta de Lyna para mejorar su cuidado con Jeremy, esto sólo provoca incomodidad al chico que hacía sentado delante de la leña.
—¡Tara! —se deslizaba al detenerse—, Un tecito calientito para su comodidad, señorito Jeremia, ¿cómo se encuentra? ¿Te duele la espalda? ¿Tienes fiebre? ¿Perdiste un diente? —Se movía en forma de caricatura al señar cada parte de su cuerpo.
No era de extrañarse que Luz intentaba hacer todo lo posible para animar a Jeremy, total, tenía el traje de sirvienta, llegando a creer que eso aumentaría su estatus de cuidadora, pero eso no estaba más alejado con de la realidad por su nulo entrenamiento respecto a ese oficio, si Lyna estuviera ahí, ya desde el primer movimiento la hubiera corregido.
—¿Qué pasa Jeremy? ¿No está bueno el té? —Dice Luz al abrazar la bandeja.
—¡Pfff! —Escupía—. ¡Que clase de té es este!
—El mejor que encontré mi señor. —Respondía con una sonrisa.
—¡Mentirosa! ¡Esto parece a tierra!
—Bueno, pensé que si tomabas el agua del río y lo hervía iba a ser mejor…
—¡Pero por qué cogiste el agua del río! ¡Qué tanto te costo calentar el agua que trajimos!
—Bueno… se me olvidó cerrarlo bien antes de irnos a cazar, je, je, je… —Tocaba sus dedos índices con ternura.
—¡Agh! Ahora esto, lo que nos faltaba. —Cruzaba sus manos.
—Ah… —sentándose al costado de Jeremy, observa la leña—, ¿tú crees que la habrán encontrado?
—No lo sé, lo dudo demasiado y mejor que así sea.
—Pero ya está por anochecer, ¿no es que les haya pasado algo…?
—Espero que a esa Altramista sí.
Sintiendo el ruido de la leña quemándose, Luz no evita mostrarse preocupada.
—No puedo creer que esto haya acabado así…
—No basta repetirlo, la razón lo sabes.
—¡Sí, pero no es justo que nos separemos de esa forma! ¡Somos compañeros de aventura, amigos!
—Lo somos, pero no con la Altramista.
—Ella sigue siendo mi amiga.
—¿Eh? ¿Estas loca o qué? Sabes que tiró el brazalete que le compraste, habló mal de ti, ¿y a eso le consideras amistad?
—Sé lo que hizo, pero no puedo hablar mal de ella o juzgarla hasta no escuchar porque lo hizo, o sea, sé que no le gusta este tipos de cosas, pero quiero escuchar que me diga algo más que eso, cada acción tiene una razón, por lo que no puedo llegar a odiar a alguien con el cual hemos pasado tiempo juntos… —Bajaba su mirada.
—¡Tch! Cómo tu quieras.
Jeremy y Luz eran dos caras opuestas respecto a este tema, para Luz era difícil llegar a detestar a Inés, claro, su moral no le permite verla de esa forma; Jeremy por otra parte no quería seguir hablando del tema, ni mucho menos de ella.
Teniendo la mirada apartada bajo la oscuridad del anochecer no sabía que más decirle a Jeremy, ni él a ella, lo único que podían hacer es esperar hasta que lleguen, o si se hacía más tarde, no tener que otra que ir por ellos, aunque eso no sería tan necesario, ya que sin que se dieran cuenta, desde las lejanías, unos pasos que cada vez se hacían más fácil de oír por el silencio que abundaba ponen su mirada hacia la dirección de donde viene esos pasos.
La presencia de estas tres personas que venían, Alessio, Lyna e Inés se hacía más claro al acercarse a la luz que desprendía el campamento. Los dos al ver que venían, se alzan de sus asientos y van por ellos, llevándose una sorpresa al observar que Lyna sostenía la mano de Inés, mientras que ella sólo tenía la mirada por los suelos.
Pero al igual que ellos, Lyna y Alessio estaban sorprendidos por la vestimenta que tenía puesto Luz.
—Alessio, Lyna, Luz, ¡qué bien que están aquí! —Saludaba primero Luz.
—Sí, ya llegamos, y no estamos sólo. —Dice Alessio indicando a Inés.
—Oh, es bueno verte de vuelta, Inés, me tenías preocupada, ¿te encuentras bien? —Preguntaba esperando una respuesta, pero Jeremy, que hacía detrás de Luz, esperaba que dijera algo.
—… —No decía nada, provocando una decepción en Jeremy al ver que nada había cambiado.
—Ya veo… —observándola con claridad, nota algo distinto en ella—, no es necesario que me respondas, pero me alegra mucho que estes bien, amiga.
Al escuchar que Luz seguía dándole el mismo trato que antes, con más confianza alza su mirada y la observa.
—Eh… Gracias… —Dice sin más.
—E-espera, ¡¿dijiste gracias?! ¿¡Escuche bien!? —Preguntaba a Alessio y Lyna, asistiendo con sus cabezas como un sí.
—Sí… Dije gracias, y… —apartaba la mirada—, lo siento mucho por cómo fui contigo, o cuando tiré tu brazalete, no estoy acostumbrada a estos tipos de tratos; en ese momento los veía cómo algo superficial o tonto, pero ahora que analicé las cosas con claridad me he dado cuenta de que lo hacías por bondad, no esperabas nada de mí, así que lo siento si fui mala contigo, perdona…
Luz, que hacía escuchando lo que decía Inés, no podía creer lo que entraba por sus oídos, menos Jeremy que había tomado el silencio de Inés como si no hubiera cambiado, pero luego que haya dicho eso la observa.
—I-Inés… A-amiga… —la veía con ojos llorosos, abrazándola al apto—. No te preocupes, no te preocupes, ya eso pasó y lo que importa es lo que hagas ahora, respecto al brazalete no te preocupes, era algo material, —la observaba—, lo que me importa es que estes bien y seas sincera contigo misma, eso vale más que cualquier cosa.
—No hay de que y, gracias… —Respondía sin más con un peso menos en su interior al hacer las paces con Luz.
—Oye, Jeremy, ¿no quisieras hablar con Inés? —Insistía Luz al verlo.
—Eh… no… ya fui claro, fui muy claro y no hablaré con esa Altramista, no me importa la magia de la amistad que usaron en ti, pero eso no cambiará por lo que hiciste, fui claro. —Cruzando sus manos con enojo y sin dar chances para que Inés se perdonara con él, ella, en vez de ofenderse o dejar así las cosas, vuelve a su estado de antes.
—Ya veo, supongo que tu ego domina por completo tu razonamiento, claro, era de esperarse del Jeridiota. —Respondía al dirigirse hacia él.
—¡I-Inés! —Exclamaba Luz, mientras que Alessio y Lyna sólo expresaban una sonrisa.
—No. —interrumpía Jeremy—, haz que siga hablando.
—¿Quieres que siga hablando? Está bien, eres repugnante, desordenado, irrespetuoso, explosivo y no sabes controlarte cuando hablas.
—¿Así? Pues tu eres seria, aburrida, asocial, criticona e insoportable.
—¿Sólo dirás eso? Pues malas noticias, yo también tengo más cosas que decirte.
—Oh, ¡Me amenazas!
—Lo suficiente para hacerte ver ridículo.
—¡Y dejar pasar por todo lo que haz hecho! ¡Dejarme morir!
—No me cambies el tema.
—¡Claro que lo haré! ¡Tú eres una Altramista!
—¡Y tú un idiota!
—¡Y tú una víbora!
—¡Tú lo será más!
—¡No tú!
—¡Tú!
—¡Tú!
—¡Tú y tengo las pruebas suficientes y podré hacerte dormir con una lección entera explicándote con detalle porqué me comporté así y cómo lo siento por lo que hice!
Gritando entre ambos creando una discusión, Luz, que parecía que sus ojos estarían por explorar por el gran problema que se había vuelto esto, volteando su mirada hacia Alessio y Lyna en busca de una ayuda, estos aún mantenían una sonrisa angelical con una halo encima de su cabeza.
—Chicos…
Los veía decepcionada y confundida, no entendí lo que sucedía, por lo que, sin más remedio, se acerca hacia Jeremy e Inés que se observaban entre ambos.
—¡O-oigan! No es necesario discutir, no debemos volver a lo de antes, eso sólo nos atrasa como compañeros y, y no es bueno para nosotros…
Sin lograr que estos se dejaran de observar, una chispa imaginaria se creaba entre ellos al chocar sus miradas.
—¡Uhm! —Reía—. Me agrada esta Inés, sí que tardaste, cuatro ojos. —Respondía al improviso, sorprendiendo a Luz.
—Bien, parece que aún tienes razonamiento en tu pequeño cerebro.
—Ten por seguro que este pequeño cerebro no olvidará lo que hiciste, pero tampoco olvidaré tus disculpas. —extendía su mano—, ¿aún quieres estar con unos idiotas como nosotros?
—Preferiría llamarnos gente con razón. —Extendía su mano.
—¡Agh! ¡aún sigues siendo aburrida! ¡Aburrida!
—¡Y tu un idiota! ¡Jump! —Sacaba una carcajada.
Tocándose ambas manos cómo signo de paz, Alessio y Lyna se adentran al campamento.
—Te queda bien el vestido, Luz. —Dice Lyna al pasar a su costado, para que luego Jeremy e Inés le sigan.
—O-oigan… ¿Qué acaba de pasar…? —Preguntaba Luz muy confundida.
—Hemos arreglado las cosas, y ahora vamos a comer algo. —Respondía Alessio.
—¿A-así sin más?
—Bueno, hablaremos un poco respecto a eso, pero lo mejor sería aprovechar cada momento, ¿te unes, Luz?
—C-claro, nunca digo que no a una cena, ¡espérenme!
Luz, acercándose y sentándose junto con sus compañeros, cada uno comienza a hablar de sus cosas, siendo Inés la que explicaba con más detalle lo que sucedió y porqué se comportó de esa manera, ellos lograron comprenderla y poco a poco olvidaban a esa Inés amargada y seria, aunque aún conservaba algo de ello, era más agradable verla convivir con los demás a su manera, además de arreglar de esa forma una visión que tenía respecto a las amistades, de la cual ahora no sólo tenía una sola amiga que era Ilna, sino otros más que serían Luz, Jeremy, Lyna y Alessio; feliz de este progreso, le gustaría que su hermano la viera, lo más seguro es que estuviera orgulloso, pero por la distancia que los separaba, lo único que los podía unir devuelta eran los pocos días que faltaban para verse en el segundo juicio de Alessio.
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Comments for chapter "28.5"
QUE TE PARECIÓ?
Muy emotivo este capítulo 🥺 Uno se puede crear una idea de la gente, conforme a como lo tratan a uno y aveces creemos q es normal tratarlos de igual forma , eso no permite q uno abra su corazón con los q en verdad quieren ayudar y no nos damos cuenta.( Claro, esto es más complicado y sea cuerdo a muchos factores). Me alegra q Inés por fin haya expresado sus sentimientos y desahogarse en una bella escena 👍
No espero q haya un cambio radical a su personalidad, pero ahora se verá una Inés más cooperativa con sus compañeros.
Pensar que esta historia te deja varias enseñanzas. Y la destacable en este capítulo es lo de Inés, pues se ve la humanidad de ella y lo propenso de que todos cometemos falencias pero al tratar de corregirlos y poner una buena actitud es lo que cuenta 💫💖