Bajo Mi Mente En Otro Mundo - 29
Ya habían pasado alrededor de unos siete días desde que su yo, la sirvienta y la chica de la biblioteca se habían ido de la mansión, todo esto gracias a la petición de su yo —Alessio— le pidiera esa oportunidad de explorar el mundo en el viejo oficio del cual Emilio uno vez estuvo.
Emilio, que hacía sentado en su escritorio firmando unas hojas, escuchando las manecillas del reloj que hacía colgado al costado de la puerta, llega a escuchar unos pasos de los cuales se aproximaban y se detenían al estar delante de la puerta, para luego tocar y abriera mediamente la puerta.
—Emilio, así que aquí estás —era Ilna que saludaba—, ¿puedo pasar?
—Oh, buenos días, Ilna, claro que puedes pasar, ¿qué se te ofrece?
Cerrando la puerta trayendo algo en sus manos, curiosea al atento Emilio.
—¿Qué traes por ahí? ¿Acaso traes un cuchillo y querrás aniquilarme? —Bromeaba con sarcasmo.
—¿De qué hablas? Claro que no, ten —se acercaba a su escritorio—, hace varios días no te he visto que hayas bajado a la cocina, me preocupa que no comas nada, así que te traje unos panes y frutas. —Lo ponía delante de él, tapando las hojas.
—Así que me diste esto para que coma, uhm, es tan tierno de tu parte —se sonrojaba—, te agradezco por tu amabilidad, Ilna; sabes, estás tan hermosa desde la última vez que te vi.
—No nos vemos desde que me levantaste hace tres horas. —Respondía a secas.
—Lo sé, pero esas tres horas que nos separaron parecieron eternos, ¡no sabes cómo me emociono en verte cada segundo, mi Ilna! ¡Tan bella! ¡Tan reluciente! ¡Tan y muy Tan!
Era de lo más común que Emilio dijera esto cada vez que hablaran, desde hace varios años nunca hubo día que no le haga recordar lo tan orgulloso que estaba de ella, Ilna lo sabía, se sentía orgullosa que él la viera de esa forma, aunque era común que ella se avergonzara, era muy pocas las ocasiones que no reaccionaba a ello; esto era una de esas ocasiones.
—Ya lo entendí, sólo procura comer algo, llevas días aquí metido y no sé si habrás al menos comido incluso una partícula de polvo.
—Que tan maternal eres, ¿sabes? Siempre creí que podrías ser una buena madre, no sé, piénsalo, la oferta siempre está disponible. —Bromeaba con una mirada picara.
Ilna no parecía que realmente iba a seguirle el juego, había algo que le preocupaba, pero no lo demostraba mucho, ¿o tal vez sí? Pero Emilio intentaba hacer la pista gorda a pesar de ello.
—Bueno, te dejo que estes tranquilo, no quiero seguir interrumpiendo.
—Esta bien, mi Ilna, fue un gusto verte mi belleza resplandeciente.
Cerrando la conversación para que continuara con el papeleo, Ilna no tenía mucho que hacer, por lo que dándose media vuelta va directo a la puerta, pero, tocando la manilla de la puerta, escuchando las manillas del reloj que hacía en su costado, se queda parada, como si estuviera pensando en algo.
Emilio, que aún tenía su mirada en las hojas, sentía la presencia de Ilna en la habitación, pero sin hacer caso, sigue en lo suyo.
—Emilio, ¿te puedo preguntar algo? —Decía mientras cerraba la puerta.
—Claro. Lo que gustes. —Respondía sin mucho interés.
—¿Puedo saber porqué llevas tantos días aquí metido? Desde que se fueron no te he vuelto a ver que hayas respirado un poco de aire fresco, o que hayas entrenado. Respeto tu privacidad, pero siento que algo está pasando, soy su mano derecha, y me corresponde ayudarle en lo que sea para que esté tranquilo.
Botando una parte de la preocupación que sentía, esperaba que le respondiera y calmara ese peso, aunque Emilio tenía otros planes en su mente, no había prestado mucha atención a lo que dijo la chica de cabello castaño claro, pero para no tomar sospechas al no haberla tomado mucha atención, guarda silencio al recordar lo que le dijo.
—…
Ilna guardaba silencio, muy pocas veces había pasado por algo similar al preguntarle algo a Emilio, era más común cuando hacía negociaciones o plantearse estrategias en batallas, pero en una mera conversación entre ellos dos era muy poco común, tan similar como encontrar ese personaje de cinco estrellas que uno tanto quiere, aunque en el caso de Ilna, pasar por un momento así era lo que menos quería.
Lo único que sonaba era las manecillas del reloj que sólo aumentaba la tensión de su respuesta, ¿había cometido un error? Lo más probable, pero era una posibilidad que no quisiera aceptar.
Emilio, que aún seguía callado, cómo si realmente estuviera en sus más profundos pensamientos, logra abrir sus ojos para luego alzar su mirada para observarla. Ya con una respuesta en mente, muestra leves movimientos en sus labios.
—Uhm… Veo que todo va normal por ahora… —susurraba muy simuladamente.
—Disculpe, Emilio, ¿Qué dijiste? —Preguntaba confundida.
—Nada, nada, estaba pensando en voz alta. Así que te preocupa que este tanto tiempo acá, ¿no?
—Por supuesto, no es nada común, ¿podría saber el motivo?
—Ya veo, ya veo… Así que quieres saber la repuesta, ¿no?
—Sí, sería un gusto saberlo.
—Bien…
Girando su pluma con sus dedos, la observa con atención, cómo si realmente le estuviera por decir algo muy importante. Ilna estaba muy atenta a las palabras que dirá, por lo que, muy callada, rasca sus dedos.
—Bueno, estoy así porque… ¡extraño mucho a mi yo!
—Qué…
—¡Lo extraño! ¡Lo extraño! Desde que se fue los días se han vuelto más aburridos, más oscuros, aún puedo escuchar su voz en mi cabeza, pero no es lo suficiente para calmar este dolor, ¡como sufro!
Tapando su rostro con su manos, haciendo caer su pluma, esto sólo la hacía sentir más insatisfecha.
—¿En serio? Dime que es sólo una broma…
—Claro que no es una broma, la depresión no se debe tomar a la ligera.
—Está bien, pero que estes encerrado sólo por eso no me parece lógico.
—¡Claro que es lógico! ¡Acaso no te sentiste así cuando no estuve hace un mes!
—No me lo hagas recordar…
—Entonces si me entiendes, pero no te preocupes, no es nada grave, más bien, agradezco mucho que te preocupes, eso te hace ver mucho más tierna de lo que ya eres, mi querida Ilna.
Apoyando su barbilla con sus manos, Ilna acepta lo que dice por más que no sea una respuesta que le convenza; más bien, le daba rabia que el motivo del cual esté así era por ese ser misterioso del cual tanto odiaba.
—Me cuesta creer que realmente ese sea la razón, pero tampoco pondré en duda su respuesta, lamento por entrometerme, mi señor.
—No te disculpes, a veces las respuestas que queremos no siempre serán las que nos llenen, a fin de cuentas, al menos es una respuesta que un silencio.
—Aunque el silencio también es una forma de responder; si me disculpa, lo dejo tranquilo. —Descendía levemente su rostro en signo de disculpas.
—No te disculpes mi Ilna, ¡oh! Ahora que estás por salir, ¿me podrías hacer un favor en llevar estás hojas al señor Velleda?
—Claro, no hay problema, nos veremos más tarde.
—A más tarde, mi querida Ilna.
Viendo cómo salía de la habitación, la sonrisa de la cual había tenido para despedirse, esta desciende para cambiar a un rostro serio para volver a concentrarse en lo suyo.
Luego que Ilna haya salido de la habitación, caminando por el pasadizo, recuerda a su amiga que no veía hacía varios días, le preocupaba si todo iba a salir bien respecto al plan que habían tenido días antes que ella se fuera con ese chico que la había engañado ser Emilio.
A pesar de ello, no quiere pensar mucho al respecto; no faltaba mucho para que su amiga regresara, por lo que, para calmar sus pensamientos, curiosa, ve las hojas que le había dado Emilio, ni una era interesante, hasta que, al llegar a la última hoja, el título de este la dejaría sorprendida; el título de este era llamado: Juicio.
Emilio por su parte, que aún seguía en su escritorio, deducía que su mano derecha habría leído las hojas, pero era lo que menos le importaba, sólo escuchaba con atención las manecillas del reloj, estas cada vez eran más fuertes que el anterior, al mismo tiempo que con su dedo índice chocaba con la mesa mientras que miraba el vacío, o eso ero lo que aparentaba para aquel que lo viera.
—Queda poco… Queda poco… —Decía mientras la luz del día chocaba entre sus espalda, y la oscuridad hacía en su frente.
En otro parte, a varios Kilómetros lejos de la mansión, el grupo de aventureros, de los cuales ya hacían levantados y habían planificado que hacer, cada uno fue hacer lo suyo en este esplendido día soleado del cual, Alessio y Jeremy estaban en el río dándose una ducha.
—¡Ugh! ¡Que frío está el agua! —Exclamaba Alessio al poner sus pies en el agua.
—¡No es para tanto, copia miedosa!
Jeremy, que había ido corriendo para darse un chapuzón sin contenerse, sumergido en el agua, sube de inmediato con un rostro tembloroso.
—¿Y que tal? ¿Está frío el agua?
—E-eh… —tartamudeaba al sentir el agua fría recorrer por su cuerpo—, ¡q-que va! ¡q-que va! ¡Está m-muy fresca! ¡¿P-por qué no entras?! ¡¿E-eh?!
El pobre no quería demostrarle que sentía frío alguno, pero ni hasta un niño de tres años le creería a su tonta persuasión ante la verdad que demostraba su tono de voz y rostro.
Alessio lo capto a la primera, uno que disfruta de estar en el agua no se habría levantado tan rápido a no ser que estuviera tan fría o caliente, por lo que, botando una carcajada se burla de él de manera amigable.
—¡O-oye! ¡No te rías!
—Eres tonto, Jeremy, primero tendrías que haberte frotado un poco de agua en tu cuerpo para que se acostumbre a la temperatura —explicaba mientras hacía lo mismo—, y así, de a poco a poco, te sumerges y…
Entrando al agua y acostumbrarse a la temperatura de esta, se sumerge para volver a sentir esa sensación que hacía mucho tiempo no sentía.
Alessio no era alguien que acostumbraba a ir a las piscinas o a las playas, o al menos un tiempo fue así cuando aún vivía con sus padres.
—Ya estoy acá, ¡fiu! Que bien se siente esta agua. —Dice Alessio al acomodar su pelo.
—Maldito… ¿Te estás burlando de mí?
—¿Burlándome? ¿De que hablas? Si no te hubieras tirado a lo tonto y hubieras hecho lo mismo que yo no estarías así.
—¡Cállate! ¡Je, je, je! —Tiraba un poco de agua hacia él.
—Oh, así que así estamos, ¡tomo tu también esto!
Comenzando una batalla entre agua y disfrutando la cálida mañana, luego de un largo minuto de estar jugando y bromeando, calmándose, salen del agua para vestirse y dirigirse al campamento.
—Estuvo bueno, hacía tiempo que no nadaba… —Expresaba Alessio con nostalgia.
—Para alguien que no nadó por mucho tiempo sabes moverte entre el agua, ¡pero eso no fue impedimento para que te ganara en la batalla!
—Eso fue trampa, fingiste que te estabas ahogando y yo, tan crédulo caigo en tu juego y pierdo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Ese es la parte divertida! ¡Ja, ja, ja!
Dándole palmadas en su espalda que sólo hacía que aceptaba su derrota, cambiado, alza los baldes de agua y comienza a caminar.
En su trayecto hacia el campamento, comienzan a hablar.
—Con esto será suficiente para tener agua hasta el día de mañana. —Decía Alessio.
—No estaríamos cargando esto si no fuera porque Luz se olvidó cerrar bien el balde de agua.
—Fue un error, ya se disculpó ayer en la noche, además, es agradable esto.
—¿Por qué lo dices?
—No lo sé, tal vez porque me duché, tal vez porque Lyna hizo un delicioso desayuno, o por el ambiente tranquilo de este bosque, pero la única verdad que puedo decir, y puede parecer tonto, es que realmente disfruto cada momento con ustedes.
Recordando nuevamente como era la vida de Alessio, era un chico común y corriente que tuvo la mala suerte de formar parte de esos chicos de los cuales les dificultaba tener amigos, aunque no siempre fue así, pero tener un grupo como el actual no se comparaba a ni una amistad del que haya tenido anteriormente, o eso era lo que creía al recordarla luego de un largo tiempo.
“Elizabeth… Cuanto tiempo…”, decía en su mente.
Ese nombre, del cual había estado desaparecido en sus recuerdos por varias semanas, como si se tratara de una chispa que se encendía de la nada, recordaba a esa chica del cual ya no recordaba su rostro, pero si cuando una vez, que hacía caminando con ella en un campo similar a este, ella, que parecía conversar con él, Alessio no hacía mucha atención, seguía caminando, sujetando ambas cubetas de aguas.
Su mundo iba en cámara lenta, su respiración se había vuelto profunda, cómo si estuviera reviviendo ese momento del cual cambió todo dentro de él, pero las palabras de esa chica eran tan borrosas cómo su rostro mismo, Alessio no quería recordar esa conversación, sólo hace la vista gorda y sigue caminando, aunque a pesar de ello, por más esfuerzo que daba, escuchaba con claridad esa voz, esas palabras del cual no quería volver a escuchar…
“Eso acabas de decir… ¿Eso fue lo que dijiste?”, recordaba esa voz, pero no hacía caso a lo que decía.
“Cómo te lo puedo decir, no eres mal tipo, pero creo que te has confundido con mi amabilidad con algo más…”, intentaba no recordarlo.
“Lo siento, pero sólo te veo, como un amigo…”
Sin querer y al recordar esa palabra se había detenido con la vista en blanco, recordar eso, por más estúpido que podría parecer, era algo que le había marcado su segundo punto y coma en su joven vida luego de lo sucedido con sus padres, aunque él pensara que lo hubiera superado, la verdad es que ni un hombre puede escapar de su pasado, y tarde o temprano tendría que volver a recordar eso.
—Oye, copia, ¿te encuentras bien? —Preguntaba Jeremy al verlo detenido.
Alessio, escuchando esa voz, alzando su mirada y la chica, la cual había estado al frente suyo se desvanecía al transformarse en Jeremy.
Observando el rostro de su amigo, sacude levemente su rostro y le responde.
—Sí, sí, estoy bien, no es nada. —Disimulaba.
—Vale, sigamos, ¡estas cubetas pesan!
Haciendo caso a lo que le decía su amigo, Alessio sigue su trayecto hacia el campamento donde se encontraba Inés y Lyna, su fiel amiga del cual tanto confiaba.
En el campamento, quienes hacías las dos chicas que hacían los quehaceres, Lyna, que cortaba con facilidad y profesionalidad las papas, Inés le seguía el ritmo a duras.
Cualquiera que estuviera ahí se daría cuenta que Inés tiene 0 practica en temas de cocina, en contraparte, Lyna podría parecer una Chef que ha trabajado en distinto restaurantes de primera clase y haber ganado distintos premios por su grandes platillos. Aunque no pareciera una competencia, era claro quien tenía la ventaja en esto.
—¿Cómo va las papas? Señorita Inés. —Preguntaba Lyna al pelar las papas con mucha facilidad y rapidez.
—¿Intentas burlarte de mí? ¿Sirvienta de nombre Lyna? —Respondía malhumorada al ver su notable fracaso.
—Claro que no, burlarme de usted no tendría sentido, más bien, preste atención —cogía una papa—, para pelarla, vamos a usar una mano de la cual la vamos a girar, mientras que la otra, con un cuchillo lo comenzaremos a pelar suavemente…
—Eso ya lo sé, sirvienta idiota. —La interrumpía.
—Cierto, cierto, mi error, je, je, je… Bueno, sólo observe como pelo la papa, suave y sin preocupación, aunque cortemos un poco del contenido de la papa, no significa que queramos que parezca una nuez. —Bromeaba al colocar su papa pelada en la tabla para luego cortarlo.
Inés, que había estado siguiendo paso a paso, le era difícil llegar a pelarlo como ella lo hacía, parecía una pelada perfecta, a comparación del suyo que dejaba mucho que desear, pero a pesar de ello, Lyna se las ingeniaba para darle un buen uso a esas papas.
—Se nota que usted a estado mucho tiempo en la cocina. —Dice Inés que intentaba pelar las papas tal como le mostró ella.
—Bueno, soy una sirvienta a fin de cuentas, en la academia era obligatorio saber cocinar, saber diferenciar las distintas especias, o identificar con el olfato el estado de los productos, aunque parezca que soy buena en esto, hay varias cosas que debo seguir aprendiendo.
—¿Y cuáles serían estas cosas para perfeccionar tu maestría como cocinera?
—Eh… Veamos… No confundirme con la sal y la azúcar. —Aclaraba al colocar todas las papas en la olla, para luego ponerlas a hervirlas.
—Tú estás mintiendo, me cuesta creer que usted se confunda con esa cosa tan simple.
—Puede parecer broma, pero es la verdad, aunque no se preocupe, antes de usarlos siempre los pruebo para no equivocarme.
—Entonces si algún día tienes que probar algo para diferenciar si es venenoso o no, ¿lo harías?
Inés había hecho una pregunta fuera de lo común a Lyna que hacía sacando algunas de las pocas carnes que tenían, por lo que, cortando en pedazos, piensa en la pregunta.
—Tal vez, a fin de cuentas, soy una sirvienta, debo proteger a mis superiores… —Respondía a secas, incomodando a Inés.
Era claro que unas de las razones de las cuales más odiaba de ella, o de cualquier sirvienta de su talla, es que fueran tan sumisas y no tenga voluntades propias, por lo que, dejando de pelar la papa, la observa con seriedad.
—Escúchame sirvienta de nombre Lyna, usted no puede decir semejante idiotez delante mí, ¿dejar tu vida por un miserable? ¿Eso es correcto para ti?
—N-no… Pero soy una sirvienta, es mi trabajo.
—Trabajo o no es una estupidez. Escúchame con atención y ten lo muy en consideración, que vale más, ¿morir por alguien que no te recordará más que por el dinero que dejó por ti? ¿O seguir viviendo?
Las opciones que dejaba Inés parecían simples de responder, Lyna lo sentía así, por lo que consciente en lo que decía, aunque confusa porque le preguntaba eso, responde.
—Claro que elegiría vivir, pero si es parte de mi trabajo…
—Ya respondiste —le interrumpía y comienza a pelar la papa—, tú elegiste vivir, quieres vivir, y si llegara esa situación tu no lo harías, porque sabes que tienes un futuro, una vida del cual vivir, así que presta atención, sirvienta de nombre de Lyna, no sobrepongas tu vida por gente que no lo vale. Por desgracia debes seguir ordenes, pero no debes dejar de seguir esa orden natural de vivir, eso nadie te lo podrá quitar ni tu propio trabajo, y si no lo quieres ver así eres más miserable de lo que pensé, pero si tomas en consideración mis palabras —dejaba la papa pelada en la tabla—, podrás ser mejor de lo que ya eres.
Prestando atención a lo que decía, y viendo la papa casi mal pelada que había dejado, toma en consideración lo que dice, era cierto lo que decía, tenía un futuro del cual quería vivir para verlo junto con ese chico, un futuro que nació desde que él llego.
—Señorita Inés…
—No me agradezca al haber agrandado tú razonamiento, tampoco quiero saber la respuesta, lo que harás con tu vida no es mi incumbencia, tú sabes lo que es correcto.
Siendo callada por ella, comprendía su razonamiento, ella misma pensaba lo mismo, pero sus instintos de sirvienta la estaban por cegar nuevamente si no le aclaraba esto.
—Comprendo, comprendo… —observaba la papa que había pelado—, wow, se ve que has mejorado, felicidades, señorita Inés.
—¡Je! No debes poner en duda mis capacidades, Lyna.
Observándose con buena vibra, sintiendo que alguien se aproximaba hacia ellas, volteando su mirada observan a los dos chicos que traían las cubetas, de las cuales parecerían muy pesadas.
—Hola otra vez, Alessio y Jeremy, que bien que están aquí. —Saludaba Lyna cordialmente.
—¡Fiu! ¡Sí que estuvieron pesadas! —Respondía Jeremy al secar su frente.
—Uhm, tanto que presumes de lo fuerte que eres te contradices, no cabe duda de que eres un idiota.
—Y gracias, cuatro ojos, me esperaba que dijeras eso, eres muy chistosa, ¡ja, ja, ja! —se reía sarcásticamente, para luego callarse repentinamente—. No, en serio, aprende hacer chistes sin insultar al otro. —Le decía.
—Debo recalcarte que tú no eres mi superior para darme órdenes, sólo eres una mera pulga agradable y ya. No tengas ilusiones de subir ese rango.
—Considerarme como una pulga agradable ya es un avance, ¡ves! Si te caigo bien, tú lo sabes, pero no quieres admitirlo.
Poniendo el agua dentro del barril seguido de Alessio, veía que Inés no mostraba reacción alguna ante lo que decía. Su rostro serio nunca dejará claro si está bromeando o hablando en serio.
—Míralo como tu quieras, no me importa en lo absoluto. —Cruzaba sus manos al sentarse.
—¿Sucede algo, Alessio? —Preguntaba Jeremy al verlo detenido, como si tuviera la vista perdida.
—¿E-eh? No es nada… sólo me preguntaba dónde estará Luz, hace una hora que salió a cazar. —Desviaba el tema.
—No te preocupes por ella, vendrá tarde o temprano, pero no me extrañaría que haya cazado sólo un pájaro o pez…
Interrumpido por una bolsa que había caído a su costado, Luz, que hacía cayendo de las ramas de los árboles, con una aura alegre y lleno de vida, les habla con emoción.
—¡O un montón de cristales! —Abría la bolsa.
—Así que estuviste eliminando unos monstruos sin mí, ¿Qué clase de amiga eres sin invitarme?
—¡Jump! Hasta la chica del arco es más útil que tú. —Burlaba Inés.
—¡Silencio, cuatro ojos! Bueno, veamos… Espera, son cristales de Los Desamparados, estos no valen casi nada. —Recalcaba Jeremy.
—Sé que no valen casi nada, pero había un montón de Desamparados por la zona por el ruido de ayer, así que para prevenir que unos de ellos se acerquen al campamento, ¡me dediqué yo sólita en acabarlos! ¡Además, cacé estos dos patos! —Alzaba los cadáveres.
—Impresionante, Luz, ¡ya sé lo que voy a preparar! —Dice Lyna.
—¡Qué bien! ¡Ya muero de hambre! Pero antes de comer pensaba irme a hacer un baño, verlos divertirse en el río sólo aumentó mis ganas.
—E-espera, ¿nos estabas espiando? —Dice Alessio algo avergonzando.
—¿Espiarlos? Pff, ni que fuera el idiota de Carl, sólo pasaba por la zona, pero tranquilos, no los vi desnudos. —Alzaba su dedo pulgar con una sonrisa—. Que dicen chicas, ¿también se vienen a dar un baño? —Les insistía.
—Un baño no hará mal antes de cocinar. —Afirmaba Lyna.
—Qué más da, ya nos hemos baño juntas las tres una vez, sólo tengo una condición —alzaba su dedo índice hacia Jeremy—, más te vale no espiarnos, o sino haré que pierdas la visión para toda tu corta vida. —Amenazaba.
—Tranquila, cuatro ojos, copia y yo estaremos muy ocupados en el campamento que sólo espiar a unas chicas, ¿a que no? Copia.
—No es tan necesario que lo recalques… Pero en el momento que ustedes estarán fuera, nosotros nos podremos encargar de algo.
—En ese caso, entonces les puedo encomendar que despellejen a los patos hasta que vuelva. —Dice Lyna.
—Está bien, no parece algo difícil, ¡esto será un trabajo para el grandioso Jeremy con su compañero, Copia!
Tomando la delantera al tomar los patos y dirigirse hacia la cocina para despellejarlos, Luz amarraba la bolsa lleno de cristales.
—Bien, entonces nos veremos dentro de un rato, voy por mis cosas. —Expresaba Luz.
—En un rato volvemos, Alessio. —Despedía Lyna.
—Está bien, tomen un buen baño, nos vemos luego.
Despidiéndose de las chicas que se iban al río abajo para bañarse, los chicos se dedican a hacer lo que Lyna les encomendó. Haciendo cada uno lo que debería hacer, las chicas comienzan a tomar un relajante baño donde compartían palabras y se divertían, aunque Inés siempre estaba al tanto si alguien los observaba, ella no tendría piedad a todo aquel que estuviera deambulando por ahí.
Luz, que le tiraba agua para que no siga pensando en ello, provoca que ella repita el gesto, comenzando una batalla la cual la distraía de sus pensamientos serios y disfrutaba a su manera.
Alessio y Jeremy por su parte estaban desplumando a los patos, parecía un trabajo eterno, se veía que los dos no tenían nada de experiencia respecto a como despellejar a un animal, pero esto se solucionaría luego que las chicas volvieran alegres y más hermosas que antes; verlas con su cabello recién mojados sólo hacía resaltar sus bellezas, cosa extraña que Inés se vía mucho mejor de lo normal, siendo notorio por Jeremy del cual bromeaba al respeto.
No era de esperarse que Lyna, con mucha más experiencia que todos juntos en la cocina, ella los despluma con facilidad, y junto con Alessio le enseña cómo cocinar un pato, desde cortarles sus cabezas, hasta quitarles sus órganos; no cabía duda de que Lyna también era una buena carnicera, y Alessio se sentía impresionado por ello.
Por otra parte, Jeremy, Luz e Inés conversaban de cualquier cosa; Jeremy que había traído un juego de mesa pierde todas las partidas, siendo la ganadora Inés por su gran destreza, ¿quién se hubiera esperado que ella también jugaba? Aunque si pusiéramos en una competencia entre Inés y su hermano, Ron, sería una batalla épica del cual se tardía varias horas en sacar un ganador.
Pasado varias horas, y con un delicioso aroma que desprendía por el campamento, Lyna había preparado un verdadero manjar para sus amigos del cual sólo se podría calificar cómo algo digno de un restaurante de primera, y si somos más específicos lo que cocino, sería un grandioso, y vaporado pato al vapor, acompañado de una buena porción de arroz, pure de manzana, menestras, papas al vapor, huevos sancochados, ensalada, y un refrescante refresco de limón; sin lugar a duda iban a probar la obra maestra que había preparado Lyna junto con Alessio.
—¡Wow! ¡Q-qué rico se ve todo esto! —Decía Luz con un orgasmo visual al ver tal belleza en el comedor.
—Esto no lo podría haber hecho por usted, Luz, gracias por haber traído los pavos.
—¡No hay de qué, amiga! ¡No me cabía duda de que te ibas a lucir, pero no pensaba que de esta manera! ¡Te pon por segura que tienes un puesto asegurado en el restaurante de mi abuelito!
—Agradezco mucho su oferta, y si ese día llegara a pasar, debería tener a Alessio a mi lado, junto con él las cosas son mucho más fáciles y divertidas, somos un equipo.
—Así es, un equipo. —Le sonreía al estar sentando a su costado.
—Sin más que decir, ¡Buen provecho…! ¡Auch! —Exclamaba luego que Jeremy le jalara el pelo.
—¡Tonta! ¿Dónde están tus modales?
—Pero podrías haberlo dicho sin haberme jalado el pelo; y perdón, es que todo está muy delicioso… ¡No me puedes hacer esperar! ¡Que feo castigo! —Formaba un puchero.
—Ya comerás, pero esto es una ocasión muy especial para todos nosotros y es necesario decir unas palabras.
—¡Ay, Jeremy! ¡Cada momento es especial! ¡Déjame cormeeeeer! ¡Ay!
—¡Aguanta un poco! —Jalaba con fuerzas su cachete, provocando unas leves risas a los demás—. En cuanto a la mala educación de nuestra amiga, quiero dedicar unas palabras antes de iniciar este almuerzo.
Alzándose de su asiento para hablar, los observa a cada uno de ellos que esperaban sus palabras.
—Tal vez no se acuerden, pero mañana será el último día del que podremos estar a su cuidado tal como dijo el señor Emilio. Realmente me apena que estos días hayan pasado tan rápidos, desde que estuvimos con esos aburridos abuelos hasta derrotar a este Minotauro; fueron días lleno de emociones y aventura, risas y enojos, decepciones y reconciliaciones… —observaba a Inés—, sé que no existe el grupo perfecto, pero ustedes, nosotros hemos hecho que este grupo sea muy especial para nosotros, realmente ni un grupo en el que haya estado ha sido igual como estar con ustedes, fuera de toda broma, muchas gracias por haber llegado a nuestras vidas, y nosotros hacia la suya, y aunque nos separemos, aunque no sepamos nunca más del otro, lo que siempre nos tendrá unido será el lapso que compartimos, es lo más real que he visto, y me alegro que me haya dado cuenta de eso con ustedes, gracias compañeros, gracias, hermano… —Sin decir más, descendiendo su voz, se sentaba sin decir nada más.
Luego de escuchar lo que dijo Jeremy, todos habían recordado que ya no quedaba mucho para que se separan y vuelvan a la mansión, esto podría haber hecho sentir mal si no fuera por todo el discurso que dijo Jeremy que motivaba y cautivaba a sus compañeros, y sin que él lo supiera, había logrado forzar un mejor lapso entre todos.
—Jeremy… —Dice Luz.
Aunque Jeremy no lo quería demostrar, realmente le afectaba que esto estaba por acabar, se había sentido tan cómodo y contento con ellos que le apenaba que se fueran y todo volviera a la normalidad, Asimismo, Alessio que compartía el mismo sentimiento que él, le habla.
—Por desgracia así son las cosas, también me hacer sentir mal que tendremos que regresar a la mansión, pero eso no quiere decir que no nos volvamos a ver; sabes, podrías visitarnos al igual que Luz a la mansión, o algún día podríamos volver a salir con ustedes, no estamos tan lejos, así que ánimos, amigo, disfrutemos de este almuerzo, como amigos, por siempre… —extendía su mano.
Dándole motivos para animarlo, Jeremy comprendía sus palabras, tampoco era el fin del mundo, por lo que, alzando su mirada y con una leve sonrisa, le responde.
—Para siempre. —Chocaban sus manos.
Dejando ver que ante este gesto del cual reforzaba su amistad, Luz tampoco se queda atrás por lo que también tiene algo que decir.
—Qué gusto que todo esté bien ahora, también agradezco mucho la compañía con ustedes, son momentos que nunca olvidaré, o bueno, que ni uno de nosotros olvidará, me es grata ver que todos nos llevemos bien, creo que seríamos la envidia del gremio, je, je, je. Espero que esto no sea sólo un eterno adiós, sino un hasta luego. El día que nos volvamos a ver les prometo que les traeré muchos panecillos, ¡se los prometo!
—Muy gentil de tu parte, Luz, igualmente digo lo mismo, muchas gracias a todos por haberme dado la oportunidad de ser su amiga, o de alguna forma haber servido de algo; como sirvienta no me está del todo permitido tener amistades, pero me alegra mucho que ustedes lo sean, y siempre los recordaré y apreciaré este momento, no saben lo tan especial que es para mí estar aquí. Muchas gracias principalmente a ti, Alessio, sin ti esto nunca hubiera sucedido.
Sin ti esto nunca hubiera sucedido fue lo que resonó en la mente de Alessio, cierto era lo que decía, si él nunca hubiera llegado a este mundo todo esto no habría pasado ni por lejos. Con este pensamiento en mente, Alessio siente una profunda paz al reconocer ese cambio que no sólo hizo para él, sino para los demás de manera indirectamente sin que él lo hubiera sabido.
—No hay de que, Lyna, lo importante es que lo disfrutemos y dejemos las preocupaciones de lado.
—Tienes razón, debemos aprovechar cada segundo.
Escuchando los agradecimientos de cada uno, sólo faltaba Inés que hacía sólo escuchando y recordando lo poco que faltaba para regresar a la mansión.
—Inés, ¿estás bien? —Preguntaba Luz al verla con la mirada perdida.
—Claro que lo estoy, ¿por qué no debería de estarlo?
—Es que tenías la mirada…
—Eso no importa, pero viendo por sus miradas esperan que también diga algo cursi, ¿o no es así?
—Si quieres, cuatro ojos, nadie te obliga. —Dice Jeremy.
—No es que nadie me obligue, y claro que tengo unas cosas que decir. —Los observaba.
Inés, que hacía en silencio, como si estuviera pensando en sus palabras, los presentes estaban atentos a lo que quería decir, pero un sonido inesperado que salía de su estomago acabaría con su profundo pensamiento.
—Se ve todo muy apetitoso, ¿podemos comer ya? —Decía sin más.
Impresionados por lo que había dicho, había provocado alegrar extrañamente el ambiente de lo sentimental que se había vuelto.
—Tienes razón, ¡yo también tengo hambre! —Exclamaba Luz.
—Bien, ¡entonces buen provecho! —Seguía Lyna.
—¡Buen provecho! —Decían los otros.
Comiendo y devorando todo lo que veían, podían comer su última cena juntos con orgullo, pero a pesar de ello, eso no evitaba que Inés volviera a concentrarse en lo que verdaderamente había venido, y viendo que no quedaba mucho para que vuelvan a la mansión, tendría que hablar con Alessio a como de lugar, provocando que lo observara y organice sus preguntas de las cuales le hará.
Luego de una larga hora de comer, los chicos estaban ordenando las cosas; mientras que Alessio ayudaba a Lyna con los platos, Inés hacía hablando con Jeremy de cosas triviales, para luego ser interrumpidos por Luz.
—Todo estuvo muy bueno, Lyna. —Agradecía Alessio luego de terminar de secar el último plato.
—Todo es gracias por tu ayuda.
—Sí, pero la que cocinó fuiste tú, yo sólo me dediqué a pasarte las especias o calentar las cosas.
—Y eso es de mucha ayuda, Alessio —doblaba la toalla de mano—, ¿me puedes ayudar a poner estas ollas en el carruaje?
—Claro, con mucho gusto.
Alessio, que hacía caso a lo que le dijo Lyna, Inés, que hacía escuchando la conversación de Luz y Jeremy, observa pasar Alessio, se veía que ya estaban alistando algunas cosas para tener todo listo para partir el día de mañana.
Con este pensamiento en mente, no puede seguir perdiendo el tiempo, por lo que, acercándose hacia él, lo observa sin decir nada.
—Eh…
Sintiendo que alguien lo observaba, voltea su mirada y la ve, callada sin movimiento alguno.
—Hola Inés, pensaba que estabas hablando con Jeremy y Luz…
—…
No decía nada.
—¿Sucede algo, Inés? ¿Por qué me miras con esos ojos?
—…
No respondía, es como si lo estuviera analizando.
—Oye, me estás asustando, pensé que habíamos dejado atrás nuestros conflictos…
—Al primer rastro de la luz de luna al acantilado que se encuentra por la cueva que estuve, ve ahí.
—Inés, ¿de qué hablas…? No te estoy entendiendo…
—Tú sólo ve, no faltes.
No decía más, para que luego de media vuelta y fuera a su carpa.
—Que rara es esa chica, creo que a pesar de todo no nos podremos dar confianza…
Lyna que se acercaba con algunos platos, le habla.
—Vi pasar a la señorita Inés, parecía algo seria, ¿sucedió algo? —Preguntaba.
—Sólo me dijo que vaya hacia la cueva donde la encontramos, parece que quiere decirme algo importante.
—Es muy posible —guardaba los platos—, lo más probable es que quiera hacer las paces contigo.
—¿Tú crees?
—Tal vez, por más que haya intentado ser más expresiva con nosotros, habrá ciertas cosas de las cuales no lo puede decir delante de los demás.
—Uhm, tienes razón, espero que no sea nada grave…
—Yo creo que no, más bien, será una buena ocasión para que ambos se reconcilien.
Lyna tenía razón, era una posibilidad más probable en lo que podía confiar Alessio, por lo que, aferrándose a eso, con más calma, le responde a Lyna.
—Sí, tienes razón, deberá ser eso.
Con esa idea en mente, y ayudando a ordenar las cosas junto con Lyna, cae la noche la cual, tan hermosa lleno de estrellas, Alessio había dejado el campamento para ir hacia el lugar donde le había indicado ir la Altramista, y por mientras caminaba, no dejaba de hacerse ideas.
—A ver, a ver, a ver… Lyna tiene razón, tal vez Inés quiera hacer las pases conmigo, realmente no tuve la oportunidad de disculparme adecuadamente con ella desde que discutimos ese día, pero es raro que quiera hablarme justo ahora sabiendo que de todas formas nos veremos en la mansión… o acaso… No, imposible, es poco probable que sea un tipo de declaración de amor, además, si fuera así no lo podría aceptar, aprendí la lección de no ser apresurado y confundir la gentileza con algo romántico… —alzaba su mirada hacia las estrellas—, Elizabeth… —Suspiraba al recordarla.
Avanzando hasta llegar al acantilado que hacía al frente suyo, observa con claridad la enorme Luna que hacía delante suyo, iluminando el ambiente nocturno que daba claridad, admirando las hermosas vistas que veía.
Cautivado por lo que veía, siente que alguien se estaba acercando, por lo que, volteando su mirada, observa a esa Altramista llamada Inés, bibliotecaria de la mansión Ernst y hermana gemela de Ron.
Observándola con claridad, nota que no traía puesta su vestimenta de aventurera, en cambio, tenía puesto su túnica blanca característico del cual siempre llevaba puesta en la mansión Ersnt, y mientras caminaba con los ojos medios cerrados, seguía avanzando hacia ese chico del cual sólo le aumentaba su incertidumbre.
Callado, sin poder decir nada ante la confusión de lo que está pasando, Inés ya hacía delante de él, no mostraba signo alguno de decir nada, ni observarlo, sólo tenía la mirada hacia el suelo, pero luego de sentir la sombra del chico, sabe que es el momento, por lo que, alzando su rostro con los ojos cerrados, tomando un leve pero profundo respiro, abre sus ojos de los cuales estos hacían iluminados al observarlo, y le dice las siguientes palabras que lo dejaría helado.
—Tenemos que hablar —pausaba con misterio—, Chico de otro mundo.
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Comments for chapter "29"
QUE TE PARECIÓ?
Quería leer más escenas del lago ‘:v .
Últimos días antes del juicio, uy…
La comida de Lyna, son cosas que quisiera probar 🤤 algún día. Buen capítulo, donde nos muestra calma