Bajo Mi Mente En Otro Mundo - 30
Alessio, que había corrido del espantoso y horrorosa escena vista lo que había sido su campamento, metros más adelante, donde había corrido sin parar, tropezado y ver esos anteojos que pertenecían a Inés, era claro que nada bueno podría haber pasado, simplemente Alessio pensaba en lo peor por más que quisiera evitarlo.
—I-Inés… N-no, n-no…
Entonaba con miedo el pobre muchacho, tan sólo observaba sus anteojos mientras recordaba la vez que hablaron la noche anterior y observaban el bello horizonte nocturno bajo las estrellas; ahora, simplemente era un horripilante recuerdo lo rápido que acabó esto.
No podía seguir estando ahí parado, la bestia o cosa que hizo todo esto podría deambular por el lugar, o eso era lo que Alessio sentía ante sus instintos, ¿quién más podría provocar todo esto? Buscar una respuesta ante esta situación sólo era una perdida de tiempo, su prioridad era salir de ese lugar; ya no podía hacer nada ahí.
—L-Lyna… D-donde estará Lyna…
Cierto era que su prioridad era salir, era lo que su instinto de supervivencia le decía, pero al no percibir ni haber visto ni un rastro de ella, era claro que también podría haber pasado por ese destino como sus otros compañeros.
—N-no… Debe de estar en algún lado, debo encontrarla, tan sólo d-debo seguir… ¡ugh!
El chico que se hacía levantando luego de recoger los anteojos de Inés, lo vuelve a tirar al ver tal escena repugnante que hacía escondido entre los arbusto. Era el cuerpo de Inés que hacía tirada en el césped con varias cortaduras por su cuerpo y su cuello partido por la mitad; era claro que estaba muerta.
Verla así, sin que pueda volver a sentir sus insultos sarcásticos era algo que rápidamente estaba comenzado a recordar y del cual varias lágrimas estaban resaltando en sus ojos; absolutamente estaba helado al ver su cadáver.
Rápidamente en su mente, recordando a Jeremy, Luz e Inés mientras eran en vida y ver sus cadáveres, eran como si relámpagos sonaran en su cabeza, una distorsión y alta presión en su corazón y en el ambiente hacía que cada vez más escuchara con claridad su respiración y los latidos de su corazón; estaba atormentado.
Ante ello, ante lo horripilante de todo lo que ha visto, cae de rodillas, su corazón y mente no aguantó más…
—¿C-cómo pasó todo esto? ¡Inés, Luz, Jeremy! ¡¿QUÉ PASÓ?! ¡¿QUÉ MIERDA PASÓ?! ¡NO, NO POR FAVOR! ¡NO! ¡N-NO! ¡N-NO! —Gritaba y lloraba delante del cuerpo de Inés—, ¡¿QUÉ MIERDA PASÓ?! ¡¿QUÉ MIERDA PASÓ?! ¡A-AGH! ¡¡¡¿¿¿QUÉ MIERDA PASÓ???!!! ¡¡¡INÉS!!! ¡¡¡LUZ!!! ¡¡¡JEREMY!!! ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!! ¡¡¡Q-QUE CLASE DE MAL JUEGO ES ESTE!!! ¡¡¡¿POR QUÉ?!!! ¡¡¡¿POR QUÉ?!!!
Expulsaba todo lo que tenía dentro, por más que haya visto algunos cadáveres en este mundo, nada era comparado como ver muertos a los que alguna vez fueron sus amigos, seres cercanos del cual les esperaba una larga vida, pero que simplemente acabo ahí.
Recordar cada momento que pasó con ellos, cada palabra, cada gesto, cada alegría o buen momento que le venía a la cabeza era cambiado súbitamente a simple cadáveres.
Recoger con fuerza la tierra del suelo y ponérselo encima de su cabeza era señal de su impotencia por lo sucedido.
Sus lagrimas meramente caían a la tierra, donde alimentaban algunas semillas que podrían hacer ahí abajo, ya prácticamente no había nada que hacer, sus amigos estaban muertos, estaba lejos de la mansión, estaba sólo, sólo alrededor de cadáveres.
Pero no todo estaba perdido, algo por su mente le dio una leve esperanza que calmaba ese dolor, recordar la noche anterior cuando estaba con Lyna hizo que levantara su rostro y dijera…
—L-Lyna…
Sabiendo que era la única la cual no había encontrado su cuerpo, era posible que aún seguía con vida en alguna parte, pensar que ella también habría caído no era algo que quisiera pensar.
Con ello en mente, observando nuevamente el cuerpo sin vida de Inés, cierra sus ojos y va corriendo en busca de su amiga.
“Esto no es bueno, para nada bueno… ¿Qué puedo hacer? ¡¿Qué puedo hacer?! No sé ni siquiera a donde ir…”
—¡¡¡LYNA!!! —Gritaba en el desolado bosque.
“Quiero encontrarla, simplemente quiero verla…”
—¡¡¡LYNA POR FAVOR, RESPONDE!!!
“Quiero cumplir mi promesa, quiere darle ese libro, quiero sentir su caricia… quiero tan sólo que este bien, y poder decirle…”
—¡¡¡LYNA, DÍ ALGO!!!
“Que la quiero…”
—¡¡¡LYNA, SOY YO ALESSIO!!!
“…y no quiero que le pase nada”
—¡¡¡L-LYNA!!!
Corriendo sin parar en busca de ella, sin siquiera averse dado cuenta hacia que camino estaba yendo, y sin darse cuenta, había salido del bosque hasta la carretera dónde días atrás habían pasado su grupo y él.
—T-tanto me alejé del campamento…
Observando desde atrás y luego para adelante, se encontraba en un enorme pastizal, donde ni una alma viva hacía por ahí más que él.
—Qué calor…
Tapándose su ojo al querer observar el cielo, baja su mirada al observa el camino que hacía delante de él, si seguía la ruta que tomaron, podría llegar a San Siro a pedir ayuda.
Pero más importante para él era encontrar a su amiga, la cual hasta ahora no había recibo respuesta alguna.
—Lyna… ¡Lyna…! oh Lyna…¡¡¡¿¿¿DÓNDE ESTÁS???!!! —Gritaba a todo pulmón, cayendo nuevamente de rodillas al querer recuperar aire.
Sus esperanzas de encontrarla cada vez eran más bajas, no quería pensar que ella también pasó por el mismo destino que sus amigos, simplemente él no quería creer en esa posibilidad, se negaba con todo corazón a eso.
Sudoso, y sintiendo las gotas caer por su frente hacia el suelo, observa nuevamente el camino que hacía delante de él con esperanzas que apareciera alguien a su ayuda, pero no había nadie, estaba completamente sólo.
—Esto no debería de haber acabado así, estábamos bien… ¿Por qué tuvo que pasar esto? s-sólo quiero una respuesta, quiero volver a casa… quiero que vuelva todo como era antes, quiero saber que demonios pasó, quiero volver a verte…
Derrumbado ante los recuerdos, llorando ante la impotencia de no poder hacer nada ni saber lo que pasó, su mente le hace recordar la conversación que tuvo la noche anterior con Lyna.
“¿Hay algo que te preocupa, Alessio? Sabes que puedes contarme cualquier cosa”, recordaba.
—… —Alessio no respondía.
“¿Me sientes?, decía Lyna en sus recuerdos.
—… —Seguía sin responder.
“¿Me escuchas?”
—Q-Quisiera escucharte… —Respondía en voz baja.
“¿Me ves?”
—… —Volvía a no responder.
—¿Me ves?
—No… no te veo… Sólo quiero una respuesta tuya… quiero saber si estas bien… Te necesito… ¡PERO NO RECIBO NI UNA RESPUESTA TUYA!
Golpeando con fuerzas la tierra, una leve brisa sacudía el ambiente, algo refrescante para calmar el calor del ambiente, más no la incertidumbre del pobre muchacho.
Sucumbido en la tristeza e impotencia al no saber que hacer ni a donde ir, su corazón comienza a latir de tal forma que le era nítido el sonido de la velocidad de este, mientras que su cerebro palpitaba con lentitud.
Asimismo, mientras tenía su mirada hacia la tierra, un pequeño sonido había aparecido, no era algo tan grande, era como de unas pequeñas patas que coordinaban sus pasos con los latidos de su cerebro. Ante esta extraña situación alza su mirada para ver lo que era, y lo que hacía a unos metros delante de él era simplemente un conejo blanco que hacía caminando con calma.
¿Qué hacía un conejo ahí? ¿Hace cuanto había llegado? ¿De dónde apareció? Era lo que sucumbía en sus pensamiento de Alessio al ver a ese pequeño ser caminando al mismo ritmo de los latidos de su cerebro, era como si todo estuviera en cámara lenta, no le asustaba para nada la presencia del muchacho, simplemente caminaba hasta quedarse quieto y observarlo con sus ojos celestes al confundido chico.
Alessio no entendía lo que estaba viendo, sólo chocaba mirada con ese pequeño animal del cual, al tener la atención del chico, rasca su cabeza y voltea su mirada hacia su lado derecho, para luego volver a mirarlo y seguir caminando hacia ese extenso bosque.
Ver ese conejo le traía cierta paz, la misma que había sentido con Lyna, o una sensación nostálgica que había sentido varios años atrás, pero al ver que el conejo se iba y su tiempo volvía a trascurrir normal, confundido pronuncia algunas palabras…
—Oye…
Sacudiendo levemente su rostro, tragando saliva ante la confusión de lo que acaba de experimentar, se levanta para ir en busca de ese conejo.
Llegando hasta la zona donde este había parado para observarlo, ve que no hay rastro alguno del animal, ni mucho menos escucha ruido alguno de sus pequeñas patas.
—Qué extraño…
Observando el bosque del cual había apena salido, baja su mirada hacia donde el conejo había estado sentado, pero al observar con más detalle la tierra que hacía ahí, ve unas huellas de zapatos a duras penas, alertando su curiosidad.
—U-una huella…
Teniendo su vista tan cerca a esa pisada, recuerda la dirección que vio al conejo al mover su mirada, por lo que alza su mirada para ver si había otras pisadas y dicho era cierto, delante de él hacía más huellas como si alguien habría pasado por ahí.
—Estás huellas inician en la salida del bosque… no podrían ser de otra persona más que…
Activando una alerta en su mente y visualizando a Lyna correr por la carretera, era una pista de la cual no podía dejar atrás, siendo este la primera señal que ve de ella, emocionándolo y dándole esperanza que este viva.
—¡Je! T-tal vez sean las pisadas de Lyna… ¡Lyna! ¡Lyna me escuchas! ¡Soy Alessio!
Y así gritaba Alessio al seguir las huellas de lo que podría ser las pisadas de su amiga, siendo ahora su objetivo en encontrarla, pero sin contar que por más que sus motivaciones de hallarla sean altas, el pasar de las horas y las altas temperaturas del mediodía hacía que tuviera una sed demencial, y sin aún ni una respuesta de nadie, le estaba siendo pesado su hallazgo.
Ya se encontraba alejado del campamento, dejando que los cadáveres de sus amigos se pudrieran bajo este calor. Aún le seguía doliendo la pérdida de sus amigos, cada camino que daba recordaba un momento con ellos, era tan fuerte ese sentimiento que ya no sabía cómo reaccionar, prácticamente las lágrimas ya no le salían más que un enorme sudor no paraba de caer de su frente.
De modo que ya habían pasado más de varias horas, ocho para ser exacto, parecía que aún le faltaba varios kilómetros para llegar a San Siro, las huellas que aún seguía estaban en la misma ruta para ir el pueblo, reforzando su idea que Lyna logró escapar a salvo, pero por más que quisiera seguir, el calor era difícil de evitar, cayendo constantemente al suelo para recuperar aliento y pensar en lo menos posible en agua, aunque al estar bajo varias horas ante el sol, simplemente su cuerpo no pudo más y se quedó tirado en el piso.
Aunque tuviera la motivación y esperanza que su amiga podría seguir con vida, recordar a sus amigos caídos era el plus necesario ante este calor para que se derrumbada y siguiera pensando en ellos, era tanto el sentimiento que sentía leves temblores en su cuerpo al no poder hacer nada.
—L-Lyna… J-Jeremy… L-Luz… I-Inés…
Pronunciaba sus nombres con mucho sentimientos encontrados, deseaba tanto poder volver en el tiempo y hacer mil cosas con ellos, y de algún modo evitar lo sucedido. Era tanto ese deseo que comenzó a golpearse, como si tratara de suicidarse inútilmente.
Aunque no perdía nada seguir hasta llegar al pueblo, ¿cómo le diría esto a la madre de Jeremy? ¿Cómo reaccionaría el abuelo de Luz? ¿Qué es lo que pensará el señor John? Tantas preguntas que se hacía le daba temor en llegar a contarles la trágica noticia, ni siquiera quiere pensar en la reacción de Ron sobre su hermana; le rompía el corazón tan sólo pensarlo.
Entre sucumbidos y lamentos, desde la extensa carretera donde ni un carruaje había pasado, le era extraño, aunque su extrañeza ante esto estaría por acabarse al llegar a escuchar leves ruidos de cabagones desde las lejanías, alzaba su mirada para verlo con pizca de esperanza.
Y dicho y hecho lo que sus odios escuchaban, pero no era simplemente un cabagon, eran varios lo que hacían formados en grupo, no parecían bandidos, los cabagones tenían puesto armaduras al igual que sus jinetes.
Lo único que pensó Alessio es que le daba igual si eran bandidos o caballeros, simplemente quería ayuda, y no dudó en acercase a ellos y gritarles.
—O-oiga… ¡Aquí! ¡Necesito ayuda! ¡Aquí! —Gritaba con sus últimos alientos.
Recordando por un instante que no traía su máscara, verán que él es Emilio, rompiendo la promesa que Emilio les había encomendado, ¿qué tipo de explicación podría hacer ahora? ¿cómo contaría lo sucedido sin mostrar que no es otro Emilio al pedir ayudar? Tantas dudas que le venía cada vez que veía que se acercaban, pensaba en que tipo de excusa podría inventar, pero estos caballeros, por más que lo veían con claridad, no se asombraban ni mostraban entusiasmo o buenas vibras al verlo, sólo se acercaban con más prisa hacia él.
—¡Ahí está! ¡Atrápenlo! ¡Ahora! ¡Ahora! —Decía unos de los caballeros, haciendo que los otros bajaran y vayan corriendo hacia él.
Los caballeros, del cual Alessio ahí pensaba incrédulamente que le ayudarían, parecía que querían atrapar a un enemigo, confundiéndolo.
—Q-qué está pasando…
Dándose cuenta de que lo querían atrapar, da media vuelta para huir en vano, la velocidad y fuerza de los caballeros lo empujaron al tirarlo al suelo, teniendo el peso de unos de ellos en su espalda.
—¡O-Oigan que hacen! ¡S-soy Emilio! ¡Emilio! ¡N-necesito de su ayuda! Han matado a unos jóvenes y una chica anda desaparecida, por favor, ¡ayúdenme! ¡ayúdenme! —Sacudía con fuerzas su cuerpo ante la desesperación.
—Señor, tenemos al homúnculo. —Decía el caballero que hacía encima de Alessio.
—¡¿Homúnculo?! De que hablan… ¡Soy Emilio! ¡Quiero su ayuda! ¡No se queden ahí parados! ¡Ayúdenme! —Respondía desesperado.
—Bien, pónganle las cerraduras y métanlo en la jaula, hay que llevarlo a la mansión. —Decía otro soldado, ni uno hacía caso a lo que decía.
—¡¿M-Mansión?! ¡A-A donde piensan llevarme?! ¡MALDITOS HIJOS DE PERRAS LES ESTOY DICIENDO QUE QUIERO SU MALDITA AYUDA! ¡¡HAY CÁDAVERES EN EL BOSQUE Y UNA CHICA DESAPARECIDA!! ¡¡¡HÁGANME CAS…!!!
Recibiendo un fuerte golpe en su cabeza dejándole inconsciente y llevado a la jaula que hacía cargando un cabagon, algunos caballeros van hacia donde los cadáveres que había mencionado el chico, mientras que los otros vuelven hacia atrás para llevarlo al lugar donde Alessio había pedido ir.
A la mansión Ernst.
Pasado varios minutos, incluso horas, los caballeros transportaban a lo que le habían llamado homúnculo, término que Inés le había contado a Alessio la noche anterior, ¿pero por qué se le había llamado de ese modo? ¿Realmente era uno?
Pasando por San Siro, los ciudadanos sólo veían con misterio la cantidad de caballeros que pasaban, los que parecían ser ladronzuelos se escondían de ellos pensando que iban tras ellos.
Todos seguían un mismo patrón, la coordinación de sus pasos curioseaba a los más pequeños del pueblo, pero todos compartían una misma curiosidad y era: ¿Quién era el que estaba dentro de esa jaula?
Pasando por los tantos pastizales hasta llegar a su destino, un helar pasó por el cuerpo del chico haciendo que poco a poco vuelva a tener consciencia.
“Lyna… chicos…”, decía a duras penas.
Intentando abrir sus ojos y observar a su alrededor, estaba rodeado de caballeros, recordando lo que había pasado, no evita volver a entrar en desesperación.
—O-oigan, ¿d-dónde estoy? ¿q-qué hago encerrado acá? Soy Emilio, s-soy Emilio…
Sin éxito en recibir respuesta alguna, sostiene su frente ante la incertidumbre de lo que podrá pasar o hacia donde lo estaban llevando.
Pero algo le llama la atención, los pastizales al cual estaban pasando era similar a los que se encontraban afuera de la mansión Ernst, no era de extrañar que estaban yendo para allá, y no quedaba poco para arribar.
Al ver las rejas de entrada de la mansión, le era claro hacia donde llegaba, podría sentirse calmado por llegar a un lugar donde podría decir “casa”, ¿pero por qué lo llevaron de esta forma? Asimismo, varios caballeros hacían afuera de la mansión bajando algunas cosas.
Mientras veía poco a poco como entraban por el enorme jardín bajo un cielo gris que oprimía el ambiente, un llanto desgarrador se escuchaba más adelante.
Esto aterró a Alessio, ¿quién podría llorar de esa forma? Parecía como si su mundo se hubiera quebrado y ni un consuelo alguno podría repararlo; no podía observarlo, la jaula le impedía.
Por otra parte, los caballeros se detienen y comienzan a hablar, Alessio no entiende nada lo que dicen, sus oídos estaban atento a ese llanto; botaba el mismo sentimiento cuando vio muertos a sus amigos.
Los caballeros que hacían detrás habían abierto la jaula bajando a Alessio, con las esposas en sus manos y pies, le era difícil movilizarse, siendo empujado con fuerza por ellos.
Caminando y escuchando más claro ese llanto que le aterraba, sus movimientos se paralizaron y su corazón comenzó a latir tan rápido por la persona a quien veía, era Ron el que sostenía el cuerpo sin vida de Inés.
Al sentir su presencia, Ron alza su mirada, observándole como si buscara una respuesta ante él, pero Alessio evita hacer contacto visual.
—¿S-sabes quién le hizo esto a mi hermana? ¿L-lo sabes? —Preguntaba a Alessio.
Pero no responde.
—T-te he hecho una pregunta… ¿Sabes algo? D-Di algo…
Alzándose para ir hacia Alessio, los caballeros lo detienen ante la hostilidad que demostraba, pero Alessio no responde, no sabía cómo explicarlo.
—¿No vas a decir nada? Mal nacido, habla, ¡habla! ¡Estuviste con mi hermana! ¡Debes saber lo que pasó! ¡No te quedes callado y habla! ¡Contesta!
Sin recibir respuesta alguna, Alessio, con la mente en blanco, evita sus preguntas, no quiere afrontarlo, simplemente sigue a los caballeros que le llevaban hacia la mansión.
Sus gritos no dejaban de cesar, meros insultos que intentaba evitar, pero la única cosa que no podía evitar era ver una parte del cuerpo cubierto de Inés, donde resaltaba una parte de su cabello, y recordándola, no evita salir una lágrima de su ojo al verla.
—Perdón… —decía en voz baja, como si respondiera a Ron, pero este no le escucha; sólo le seguía insultando.
Entrando a la mansión, luego de una larga semana, era una sensación distinta, no era el mismo lugar de alegrías o buenas vibras que alguna vez sintió.
—Señor Emilio, aquí le traemos al homúnculo.
Al escuchar ese nombre, Alessio los observa como si le hubieran hablado a él, pero los pasos de unos zapatos refinados que salían del segundo piso, hace que voltee su mirada y lo observe, era Emilio que hacía detenido en la misma escalera donde un día le había invitado a relajarse antes de su primer juicio, este sólo se dedica a observarlo sosteniendo la máscara que Alessio había usado.
—¡Emilio…! ¿¡Q-Qué es todo esto!? ¡Inés, Jeremy y Luz han muerto… n-no sé cómo, y-y Lyna anda desaparecida, no estoy entendiendo nada, ahora me dicen que soy un homúnculo! ¡Diles algo…! ¡No hice nada!
Emilio lo veía con indiferencia, sin muestras de querer ayudarlo, lo único que se dedica es observar la máscara que le prestó y mandar a sus caballeros.
—Llévenselo a la celda. —Ordenaba sin más.
—¡C-Cómo…! —Exclamaba Alessio al sentir las manos de los caballeros—. ¡Qué haces, Emilio! ¡Por qué no me escuchas! ¡¿Por qué te comportas así?! ¡Qué es todo esto! ¡Mis amigos están muertos! ¡Lyna está desaparecida! ¡Alguien nos atacó por la noche! ¡Ayúdame! ¡Por favor! ¡Tengo miedo! ¡Ayúdame!
Emilio sólo se dedicaba a escucharlo, no mostraba signo de responderle, sólo observarle como los caballeros lo enviaban a la celda que una vez estuvo Marst.
Enviado en la celda, estaba encarcelado en los muros, sus movimientos eran limitados y la poco luz del día sólo hacía al lugar más desesperante y poco visible, poniendo fuerzas ante la angustia y confusión, los caballeros lo golpean para calmarlo, para luego dejarlo sólo.
Desesperado, sin siquiera saber el estado de Lyna, sin entender nada lo que estaba pasando o porque Emilio no hizo nada a cambio, sólo escuchaba los llantos de Ron y como Ilna intentaba consolarlo, esto sólo le preocupa, sacudiéndose a duras penas y gritando sin que nadie le respondiera, sólo recibía a cambio insultos de parte de Ilna, y este no hace más que escuchar y estar ahí encerrado sin recibir respuesta alguna, sólo y pensando en sus amigos, llorando y llorando en la espera de una respuesta que nadie acudirá a su insignificante llanto.
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Comments for chapter "30"
QUE TE PARECIÓ?
Q paso? Yo tampoco entiendo nada 😭
Pero que? 🤧🤧🥲
Dios, tres de un solo tiro
Pero que buen capítulo, triste, muy triste… Pero muy buen capítulo